Luego de pensarlo y pensarlo, Agua decide salir de la habitación. Preocupada, Cristal la sigue para que no le pase nada. Lo obvio ocurre y Agua se encuentra con su secuestrador.

―Hola ¿Quieren café? ―Sombra se encuentra sentado en un sillón de lujo―. Está delicioso.

―No, gracias ―responde nerviosa.

―¿Y tú, Cristal? ―Sonríe.

Ella asiente y lo toma.

―¡¿Por qué aceptas algo como eso?! ―Agua se enoja.

―Déjame responderte por ella ―Sombra exclama amable―. Porque sabe que no hay por qué llevarse mal, si todos convivimos en el mismo lugar. Además mi café es delicioso.

Agua frunce el ceño.

―Está resignada, pero yo no soy como ella.

―Tarde o temprano te rendirás, seguro cuando llegue Fuego. Lo mandé a buscar, lo había perdido en el camino. ―Se ríe―. Mis portales son algo difíciles de controlar, necesito mucha concentración.

―¿Por qué dices "cuando llegue Fuego"? ―pregunta confundida.

Sombra saca de su bolsillo una pequeña botella y la posa en la mesa que tiene en frente.

―"El elixir del desamor", perfecto para olvidar el verdadero amor.

―¡¿Qué?! ¡¿Por qué quieres hacer eso?! ―Lo mira desconcertada.

―Profecías, cosas que no entenderías hasta que te suceden ¿No es así, Cristal? ―Mira a la chica muda―. Pobre Sonido, me pregunto, ¿dónde estará?

―¡Deja de hacer juegos de palabras y explícate! ―Agua le grita furiosa.

Sombra sonríe.

―Cuando llegue Fuego.