En un gran castillo oscuro, las puertas enormes de este se abren.

―¡¡Sombra!! ―grita Hielo llorando―. Perdí a Fuego de vista. ―Corre y se agarra de su brazo―. ¡¡Perdóname!! ¡¡Gua!! ―Llora.

―Ya entendí, Hie, deja de llorar y suéltame el brazo.

―No quiero, yo te amo. ―Hace puchero.

―Sí, sí, ya me lo has dicho muchas veces.

―No quiero, no quiero, no quiero ―lo interrumpe―. ¡¿Por qué no me quieres?! ¡¡¡Malo!!! ―Se aferra más a su brazo.

―Porque eres irritante. ―Una voz con tono enojado se escucha tras ellos.

―Erelis ―dicen los dos.

Una hermosa ángel pelirroja aparece en la escena.

―Suelta al idiota ahora. ―Lo agarra del otro brazo.

―Ya no es tu esposo, es mío. ―Hie tira del otro lado.

Ambas tiran hasta que Sombra desaparece y aparece sobre un mueble alto.

―Ya recordé porque no me gusta volver a mi casa. ―Bufa y enciende un cigarrillo.

―Parece que se divierten mucho. ―Ahora una voz sensual aparece en el ambiente.

―Pandora. ―Sombra sonríe cuando la ve, se acerca para arrodillarse y besar su mano―. Siempre que estés tú aquí me divierto más ¿A qué se debe esta grata visita? ―Se levanta.

Ella sonríe.

―Nada, por ahora. ―Hace una cara maliciosa.

Esas palabras podrían estremecer a cualquiera que conociera su más profundo ser oscuro.