Capítulo 32: La gala: parte 2 (Disimula 1)

"Disimula, que la gente nos mira, un pequeño descuido y todo se acabó. Disimula, fingiendo que te aburres y piensa en mis caricias, nuestras tardes de amor. Disimula, haz como si no pasara nada. Bésame en tu mente, pero amor, no te arriesgues nada. Disimula, cuida de no hacer una locura. Déjate llevar y ten valor, amor mío, por favor..."

-Disimula/José José

Sábado 14 de octubre del 2023, Chicago, Illinois, 08:10 p.m.

Marissa

Si bien el ambiente dentro del salón era frío, ni siquiera eso podía calmar el calor que el beso que Oscar en la mejilla me había provocado. Aunque fue breve, lo había sentido como una descarga eléctrica que me hizo estremecer el cuerpo entero y me había dejado con un intenso calor subiéndome por todo el cuello.

Sobre todo cuando pude sentir el aroma de su perfume rodearme. Era fresco, como una brisa que traía consigo los susurros del mar, pero al mismo tiempo, había algo más profundo, más intenso: noté una mezcla de cítricos chispeantes y un trasfondo especiado, algo que lo hacía inaguantablemente atractivo y cautivador y ese aroma era él, esa mezcla perfecta de fuerza y calma que solo Oscar podía tener. Y en ese instante, me resultó imposible no perderme en su olor, que parecía creado solo para atraerme y, atarme a él. Cada respiro que tomaba me rogaba que me acercara más a sus brazos, suave pero implacablemente hacia su cuerpo. Quería que me rodera por completo, que no hubiera ni un solo espacio entre nosotros y que me besara, tomándome como solo él sabía hacerlo...

Pero no, no era el momento. Cerré los ojos y tomé un poco de aire, dejándolo ir lentamente por la boca. Solo tenía que recomponerme un poco, ¿Por qué me estaba afectando de esta manera y por qué esta noche en específico cuando tenía que parecer lo más estable posible?

De pronto, me di cuenta de la velocidad con la que mi corazón estaba latiendo y tuve que hacer un esfuerzo casi sobrehumano para lograr calmar todas las ansias que sentía en el cuerpo. La idea de sucumbir a la tentación de abrazarlo en ese mismo momento era abrumadora, pero tenía que ser consciente de que las circunstancias no eran las mejores. En ese momento la música, el ambiente, las voces de los demás conversando tan animadamente se sentían tan... lejanas y distantes.

-Paciencia, Marissa, paciencia -me repetía una y otra vez en la mente.

El problema era que, la P en mi nombre significaba paciencia y por eso no estaba ahí...

Y luego, cuando tuve la fuerza para abrir los ojos, Oscar ya se estaba alejando, caminando en dirección al podio que estaba en medio del salón. Eso me dio oportunidad de observarlo con más detalle sin que se notara mi fuerte ansiedad por saltar en sus brazos.

Llevaba puesto un traje a la medida en color hueso y era necesario resaltar que acentuaba muy bien su figura y le ayudaba a resaltar la elegancia natural que siempre lo caracterizaba. Logré ver un pañuelo color vino en el bolsillo de su saco, lo que le daba un toque de distinción bastante agradable de apreciar y luego, mis ojos cayeron justo en esos dos primeros botones desabrochados de su camisa blanca, los mismos que ayudaban a revelar una parte de su piel y la idea de deslizar los dedos a lo largo de todo su pecho hasta su abdomen me hizo apretar las piernas. Y casi para cerrar con broche de oro, estaban sus benditos rizos, peinados a la perfección hacia un lado y logrando que sus definidas facciones destacaran aun más.

La imagen de él, viéndose así en ese momento, era la definición de perfección y el hecho de no poder gritarle al mundo entero en ese justo instante que ese hombre me pertenecía me estaba consumiendo las entrañas a fuego vivo. ¿Qué se supone que haces en estos casos para ordenarte a ti misma que te relajes? La mejor respuesta parecía ser beber más alcohol.

Tomé otra de las copas que estaban en la mesa junto a mí y mientras le daba un sorbo, levanté la vista solo un momento para darme la oportunidad de volver a analizar el entorno con una perspectiva con más enfoque, sin embargo, hacerlo solo me dejo más descolocada, porque lo que me encontré fue la mirada fija y profunda de Oscar sobre mí. ¿Habría visto todo lo que había estado haciendo desde que se alejó después del beso? Era increíble que esto se volviera peor con cada momento que pasaba.

No pude concentrarme en otra cosa que no fuera esa mirada que me estaba atravesando el alma lentamente y aunque intenté con todas mis fuerzas evitarlo, no logré que mi mente no proyectara la imagen que tanto anhelaba: la sensación de nuestros cuerpos fusionándose bajo las sábanas, su piel rozando la mía, con susurros de amor desbordando en placer llenando el aire y toda la pasión que estábamos intentando ocultar frente a todos aquí, derramándose sobre los dos, en la intimidad de nuestro deseo... La necesidad de estar con él, de ser suya por completo otra vez, me estaba consumiendo...

Y entonces, como un sutil murmullo, alcancé a distinguir una voz conocida... Era Abril.

-¿Planeas mirarlo así toda la noche, o te vas a acordar de que estamos frente a todas tus compañeros de trabajo que no tienen la más mínima idea de lo que está pasando entre tú y el hombre que saben que es su jefe?

Su voz salió en un calmado susurro, lo que me ayudó a recuperar un poco la concentración, aunque, si me había hecho sobresaltar un poco.

-¿Qué? No estaba... -me llevé las manos al pecho, sintiendo el corazón acelerado de nuevo-...solo lo estaba viendo... Y me asustaste...

-Claro, claro, solo viéndolo... Mujer, si tu mirada tuviera alguna especie de efecto sobrenatural, ya habrías vuelto a la vida a alguien -comentó en medio de una risa suave, pasándome una copa con agua-. Bebe esto, necesitas mantenerte con la cabeza fría mientras todo esto se acaba, y supongo que voy a tener que asegurarme de eso.

-Gracias -respondí en voz baja, tomando la copa que se sintió bastante helada al momento que la tomé con las yemas de los dedos-. ¿Y... dónde está Pedro?

-Me dijo que iba al baño, seguro no tarda ya mucho más en volver.

Asentí ante su respuesta y lentamente, volví a dar otros sorbitos a la copa con agua. El hecho de que estuviera fría me ayudaba a estar enfocada e intentar tener pensamientos razonables y cuando iba a decirle a Abril que Pedro ya venía caminando hacia nosotras, sentí mi teléfono vibrar en el pequeño bolsillo secreto que tenía el vestido, lo había descubierto justo antes de salir hacia el hotel y me había parecido un detalle encantador. Al ver la pantalla, sonreí de inmediato. Era él.

"Los Plasencia ya llegaron. Estoy subiendo al podio en este momento. Trata de calmarte, por favor. Sé que es difícil, te estoy viendo con atención y me parece que estás algo ansiosa... Yo también me siento igual que tú. Necesito estar contigo, pero solo debemos resistir hasta el final de este compromiso, mi amor. El resto de la noche, es nuestro. Aguanta, que pronto estaremos juntos. Y prepárate, porque en unos minutos, te llamaré para que subas conmigo. Te amo.

Completamente tuyo, Oscar."

Eso movió mi mundo entero y de la mejor manera posible. Esa promesa implícita en sus palabras fue más alimento para el anhelo esperanzado de estar en sus brazos y aunque la espera iba a ser complicada de superar, sabía que al final iba a valer por completo la pena solo por sentir de nuevo sus labios y sus manos trazando caminos en mi piel.

En general, el escenario donde descansaba el podio lucía elegante y sofisticado y tenía cierto toque moderno que reflejaba el prestigio de Black Velvet. Destacaba el fondo sobrio y cuidadosamente colocado, con el logo de la compañía proyectado en la pared y las luces cálidas creaban un ambiente acogedor, así que al final, todo terminaba combinando de una manera muy natural y adecuada, creando un ambiente más idóneo para la charla que se avecinaba.

Oscar ya estaba de pie frente al podio, destacando con su característico aplomo y tras tomar el micrófono, nos regaló una sonrisa cálida que terminó por conquistarnos a todos los que estábamos ahí presentes pero, eso solo fue su entrada para tomar la palabra.

-Buenas noches a todos. Es un honor recibirlos a todos aquí en nombre de Black Velvet, una compañía que comenzó solo siendo un sueño completamente inalcanzable para su servidor y que hoy, esta noche, está punto de anunciar uno de sus más grandes e importantes proyectos hasta ahora y, este momento no solo especial por eso, sino también porque celebramos nuevas alianzas que llevarán nuestro trabajo y compromiso a otro nivel.

Oscar hizo una pausa mientras todos lo mirábamos expectantes de la continuación de sus palabras. Sonrió de nuevo y con un gesto veloz, movió su cabello hacia un lado, despejando su frente.

Todos lucían contentos y entusiasmados esperando que siguiera con su discurso mientras yo me sentía colapsando lentamente, como una torre de Jenga en su último turno, donde ya sabes que todo se va a ir al demonio, pero estás ahí, aferrada a la esperanza de que, por algún milagro, no pase.

Unos segundos después, volvió a hacer sonar su voz a través del micrófono.

-Ahora, quiero pedirles un fuerte aplauso para los hermanos Plasencia, nuestros socios que han venido desde Madrid para poder acompañarnos en esta noche especial, y para una persona sin la cual nada de esto hubiera sido posible: Marissa Saenz.

Abrí los ojos con sorpresa, levantando ambas cejas ante la repentina solicitud de mi presencia, porque no esperaba que fuera a llamarme tan pronto. Incluso, cuando busqué a Abril y a Pedro ellos ya me estaban haciendo señas con la mirada para que me acercara al escenario.

Los dos me ayudaron a subir, siendo conscientes de que mi estado en ese momento no era el mejor como para moverme con normalidad y cuando estaba a un paso de estar junto a Oscar, él me recibió, dándome la mano para ayudarme a subir y se acercó a mi oreja con un movimiento sutil.

-Ven conmigo, Marissa, esta también es tu noche -susurró dulcemente en mi oído, haciendo que mi cuerpo reaccionara a su voz con un leve escalofrío.

Cuando los cuatro estuvimos sobre el escenario, Oscar le pasó el micrófono a Samantha, quien estaba al lado de su hermano aplaudiendo con entusiasmo.

-Trabajar con Black Velvet ha sido una experiencia maravillosa. Desde nuestra primera reunión, supimos que compartíamos la misma visión: la moda debe ajustarse y adaptarse a las necesidades de las personas y no al revés. Y si les soy sincera, estamos bastante emocionados por la dirección en la que esta alianza nos llevará. Sin duda, sabemos que será algo espectacular y especial.

Samantha pasó el micrófono a Roberto, que ya estaba listo para tomar la palabra luego de acomodarse el nudo de la corbata de seda que descansaba sobre su pecho.

-Tal como lo dijo mi hermana, estamos muy entusiasmados por este proyecto, pero solo es el comienzo... -al mencionar esto, él miró a Sam y tras un gesto cómplice, siguió hablando-...porque la presentación de la colección otoño-invierno de Black Velvet se llevará a cabo en Venecia en octubre del próximo año y obviamente, ese evento va a marcar un punto y aparte para todos, porque no solo será la culminación de un proyecto tan importante al ser toda una revelación en el viejo continente, sino que también será la confirmación de que formamos una familia creativa y empresarial, porque ese día, será oficial la unión de su empresa al catálogo de casas de moda de Plasencia Inc., lo que les permitirá ser una marca conocida a nivel mundial.

Esa revelación no la esperaba nadie, ni siquiera Oscar: su rostro confundido y lleno de emoción, la forma en que abrió la boca para intentar decir algo pero no pudo hacerlo y el cómo sus manos comenzaron a temblar ligeramente me lo decían todo. Justo en el momento que todos los detalles estaban siendo revelados, el salón estalló en aplausos.

Si bien era cierto que un evento internacional de esa magnitud marcaría un hito para la compañía y era un gran motivo para celebrar, a mí me provocaba más emoción ver al hombre que amaba estar tan feliz al ver que sus sueños y sus metas se estaban poco a poco volviendo realidad.

Para todos los demás, el que estaba ahí era Oscar Estrada, el reconocido diseñador y el dueño de su propia casa de moda, un hombre que había alcanzado el éxito a través de su talento y esfuerzo. Pero para mí, lo que realmente veía en ese momento no era al empresario, ni al hombre en el centro de todos esos aplausos. Lo que yo veía era al Oscar que había trabajado incansablemente durante años, luchando por cada uno de sus sueños con una determinación feroz.

Tenía frente a mí al hombre que se desveló noches enteras para hacer posible lo que otros solo podían imaginar. Lo veía sonreír no por el reconocimiento o la admiración, sino porque sus sueños estaban tomando forma ante sus propios ojos. Yo no estaba viendo al diseñador de renombre, sino al Oscar de carne y hueso, al hombre que amaba con todo su ser lo que hacía, y al hombre que yo amaba con igual intensidad por su pasión, su humanidad y la vulnerabilidad que pocos llegaban a conocer.

Cuando la euforia del momento cesó un poco, Roberto pasó el micrófono de nuevo a Oscar, quien lo tomó con algo de dificultad, dado el temblor por el que todavía cruzaba en sus manos. Se veía realmente conmovido y esa ilusión la trasmitió a todos en el momento que tomó la palabra nuevamente.

-Vaya -él murmuró contra el micrófono, llevando su mano libre hasta su pecho y luego, se pasó los dedos por el cabello, volviendo a mover sus rizos hacia un lado-, yo realmente no estaba preparado para esta sorpresa que nos acaban de dar... Si a ustedes les sorprendió, yo quedé perplejo. Y esto solo me hace darme cuenta que nuestros invitados siempre se guardan lo mejor para el final...

Todo el salón estalló en risas y más aplausos, incluso se escuchaban algunos comentarios sobre el futuro éxito que se avecinaba para la compañía. Yo me uní a todo eso, aplaudiendo más, intentando que la sensación hormigueante en las palmas me hiciera olvidar la punzada de deseo que sentía crecer en mí de lanzarme frente a él y besar sus hermosos labios que en ese momento, estaba humedeciendo con su lengua para seguir hablando.

-Creo que podría decir muchas cosas, pero más que todo eso, deseo expresar mi más profundo agradecimiento por la confianza que han puesto en cada uno de nosotros desde el comienzo, porque está más que claro que sin todo el apoyo que tengo de todo este equipo espectacular, nada de esto sería posible.

Explicó, mirando a todos los presentes y de pronto, sus ojos se encontraron con los míos obligándome a tomar un poco más de aire.

-Pero, hay alguien a quien debo un agradecimiento especial -su sonrisa se volvió más suave, como si hubiera sido dibujada por una delicada pincelada sobre una pintura y a través de un par de metros de distancia, comenzó a hablar hacia mí, con calma y atención-. Marissa, desde que llegaste aquí, todo ha cambiado para mejor. Y lo digo de verdad, tú lo sabes. Has estado conmigo no solo en los buenos momentos, también en los más desafiantes. Me alegra que caminemos juntos y que estemos construyendo esto a la par. Este logro es de todos nosotros, pero también es tuyo.

La forma en que me miró al pronunciar esas palabras, con tanta gratitud y esperanza me hizo temblar. Y aunque su agradecimiento iba encaminado a reflejar la parte profesional, pude sentir que detrás de cada una de sus palabras, había un significado más profundo, más especial y más íntimo. Y lo comprendí a la perfección, porque él no era el único que se sentía así y ambos lo sabíamos. Era perfectamente consciente que desde que llegó a mi vida había marcado un antes y un después de la manera más hermosa posible y lo único que deseaba era poder recordárselo por el resto de mi existencia.

Aunque me haba tomado por sorpresa, sabía que debía de responder algo y, como el ángel de la guarda que siempre había sido en mi vida, Abril llegó hasta el borde del escenario, en sus manos llevaba un segundo micrófono, me lo entregó mirándome con una sonrisa y yo le agradecí con todo mi corazón su divina intervención, porque mi cuerpo, mi mente y yo no estábamos formando la mejor conexión en ese momento.

-Gracias... -la voz me sonó un poco más aguda y baja de lo que quería, pero tenía que hacer un esfuerzo por calmarme. ¿Cómo una introvertida podría ser capaz de hacer estas cosas?- Gracias a todos por esta noche, a nuestros invitados estrella por haber venido a acompañarnos y darnos esta noticia maravillosa y gracias a ti, Oscar.

Lo miré directamente al decir su nombre. Quería que se diera cuenta lo maravilloso que era y sentí un nudo en la garganta, sentí como me dolía al intentar hablar, no quería estallar en lágrimas pero era difícil, porque esa no solo era la primera vez en que mi trabajo y mi esfuerzo eran reconocidos, también era la primera vez en que sentía la calidez de ser amada de verdad. Ese amor que él me ofrecía era como un abrigo en medio de una tormenta y un refugio en donde cada una de sus dulces palabras se sentían como un abrazo reconfortante para el alma. No podía simplemente no responder nada.

-Para mí... -pase saliva pausando un momento hasta que logré concentrarme de nuevo-... para mí, este tipo de cosas no son muy comunes. Jamás fui alguien que tuviera la oportunidad de ya saben, ammm, ¿destacar? Y los motivos son una lista muy larga... Pero eso no es importante ahora. Aunque, si quiero mencionar que esta es la primera vez que realmente me siento valorada, no solo por mi trabajo, también por quien yo soy. Gracias Oscar, por hacerme sentir así... y también a todos ustedes -añadí rápidamente, mirando a los invitados y esperando que esas últimas palabras no hubiesen sido captadas con la intención original.

Todo parecía marchar de maravilla y por unos segundos pensé que no iba a ser tan difícil atravesar el resto de la noche hasta el fin de la reunión pero, estaba muy equivocada porque, estaba justo en el ojo del huracán.

Justo en medio de las risas y los comentarios llenos de felicitaciones, mi tiempo pareció detenerse y una sensación de pavor se apoderó de mí, haciéndome congelar en el lugar donde estaba de pie.

Un frío inexplicable me recorrió la columna y en un instante el aire que antes se sentía agradable, se volvió pesado y difícil de inhalar. Me sentí mareada, como si el suelo bajo mis pies se desmoronara, mi estómago se retorció en un gesto de pánico y los fuertes latidos de mi corazón ya no eran por emoción, eran por miedo.

Era como si cada parte de mi cuerpo reaccionara a él, estaba ahí, y no estaba solo, varios tipos estaban a su lado, sirviéndole como escolta. ¿Qué mierda estaba haciendo ahí? ¿No se suponía que Pedro nos había dicho que el maldito Salvatore estaba en Italia en medio de un tratamiento?

Esto no estaba bien, nada bien. Comencé a intentar que el pánico no se apoderara de mí. Tenía claro que no debía hacer una escena porque todo sería peor.

Desvié la mirada solo unos segundos hacia Oscar para asegurarme que él no hubiera visto lo mismo que yo pero él parecía distraído con otra cosa... Noté que en la dirección en la que él observaba, había entrado una mujer de vestido llamativo que para mí era una completa desconocida pero, él se veía diferente; su rostro se había vuelto con una expresión grave y consternada, como si se hubiera puesto en guardia ante una posible amenaza.

Claramente eso me dejó algo confundida pero, también era la distracción perfecta para comprobar si realmente lo que había visto había sido verdad o solo un producto de mi imaginación inspirado por mi mente aterrorizada. Pero, lo vi mirarme y luego perderse en el balcón que había más adelante. Esperaba que si fuera mi mente atormentada.

Con cuidado, me bajé del escenario, intentando mantener la calma y no llamar la atención, incluyendo la de Pedro. Sabía que si él también llegaba a verlo, la situación se volvería complicada y si no había sido solo una alucinación, lo más probable es que Salvatore estuviera acompañado de hombres peligrosos, llenos de armas y dispuestos a matar y Pedro... Pedro estaba solo, vestido con un traje de dos piezas y sin nada con que defenderse de algún ataque a quema ropa. No iba a arriesgarlo de esa manera.

Me abrí paso entre la gente, pidiendo disculpas con la falsa excusa de que necesitaba salir a tomar un poco de aire antes de seguir con la velada.

Cada maldito paso hacia el balcón era una lucha abrumadora entre el deseo de salir corriendo y la urgencia de saber la verdad, de saber que solo había sido una imagen proyectada y un reflejo del miedo que me habían provocado. Sentía el corazón en la garganta y mientras más me acercaba, el frío de la noche me rodeaba un poco más a cada zancada.

Cuando me asomé al balcón, no vi a nadie y por unos instantes me sentí aliviada pero, todo ese sentimiento de paz se volvió añicos cuando escuché su irritante y desagradable voz a mis espaldas.

-Buenas noches, Marissa. Déjame decirte que te ves preciosa esta noche.

Mierda, no podía creer lo que estaba pensando en ese momento, pero lo cierto era que habría preferido que esa maldita voz hubiera sido la de mi padre.

Podía ver a lo lejos las luces de la cuidad brillando bellamente en medio del paisaje nocturno pero todo pareció dejar de tener importancia cuando sentí los pasos de Salvatore acercándose a mí. Me di la vuelta rápidamente, no iba a permitir que me tomara por sorpresa, no otra vez.

-¿Qué estás haciendo aquí? -le pregunté con un tono tenso y bajo y fue cuando pude verlo más a detalle en medio de la penumbra del balcón solo alumbrado por la luz de la luna y la poca que salía del salón al fondo. Se veía bastante bien para estar en medio de un tratamiento médico y sentí como mi estómago se revolvía al instante-. Dijiste que vendrías por mí en unos meses...

Él sonrió en una mezcla perturbadora que intentaba hacerse ver en un gesto dulce cargado de posesión. Noté sus ojos azules ahora más oscuros recorriéndome de arriba debajo de manera intrusiva y el corazón se me disparó a mil por hora, pero no por algo bueno.

-¿Y tú crees que no voy a estar al tanto de ti, mi amor? -Salvatore respondió con una voz baja, casi aterciopelada pero el falso cariño en su tono no hacía más que helarme la sangre.

Había algo profundamente perturbador en su cercanía, algo que me hacía erizar la piel, pero no por emoción, sino por mero y puro asco.

-Estamos en Chicago por "trabajo" -hizo comillas con los dedos, alzando una ceja- y quise aprovechar para verte. Sabes que no puedo cansarme nunca de lo bella que estás.

Se acercó más a mí, casi a unos centímetros mientras seguía mirándome de arriba abajo, como si evaluara mi cuerpo sin ningún disimulo y ante esa asquerosa visión, un estremecimiento desagradable me recorrió la columna.

-Ese vestido... Te queda de maravilla. Resalta cada curva de tu cuerpo -su tono era suave, pero había algo rasposo, casi amenazante en cómo lo decía.

Tuve que reprimir las ganas de retroceder unos pasos, intentado mantenerme firme, aunque cada fibra y célula de mi cuerpo estaban asqueadas con el hecho de tenerlo tan cerca. Tenía mi mente trabajando con frenesí porque no, no debía mostrar algún signo de debilidad, me lo había prometido a mí misma y lo iba a cumplir. Y además, parecía como si mis pies se hubieran quedado pegados al piso.

Además, en ese momento confirmé que de verdad no estaba solo. Cuando habló sobre sus supuestos negocios, comprendí que era obvio que no vendría sin compañía. Recordé la escolta que había visto con él al entrar y supe que había hecho bien en no alertar a Pedro porque, si las cosas salían mal, podría ponerlos en un peligro mucho mayor. Después de todo, a mí me necesitaban viva y no me harían nada, por ahora...

Él se acercó un poco más, inclinándose hacia mi rostro con la clara intención de besarme. Contuve el aliento por un instante y un sabor amargo me invadió la boca.

Sin embargo, justo en ese momento, mi cuerpo reaccionó y logré moverme unos pocos centímetros, pero los suficientes para esquivarlo justo a tiempo. Cuando volví a verlo a los ojos, lo hice de una forma fría y casi distante pero por dentro, sentía como las náuseas se agitaban dentro de mi estómago.

Salvatore me tomó por el brazo, acercándome a él y pude sentir su aliento sobre mis labios pero no iba a flanquear y sostuve su mirada.

-Pronto vas a ceder, quieras o no... -él sonrió con suficiencia, como si realmente estuviera disfrutando de ese juego del gato y el ratón-... Recuerda que además de ser mi donante, vas a ser mi esposa y la madre de nuestros futuros hijos.

Esas palabras, sus malditas palabras cayeron sobre mí como un yugo invisible, y el peso de esa frase me hacía sentir sofocada.

Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, Salvatore tomó una de las rosas del jardín que adornaban el balcón y con una suavidad que me resultó bastante grotesca, la coloco entre los rizos que se sostenían detrás de mi oreja. Si bien, la acción en otro contexto podría haber parecido tierna, bajo la mirada lasciva de él, era repugnante.

Unos segundos después, me tomó de la mano y cuando menos lo esperaba, sus labios depositaron un beso en el dorso. El contacto de su boca se sintió frío y suave, como el roce de una serpiente y luego, se incorporó y se alejó unos pasos.

-Hasta pronto, cariño -susurró en medio de una sonrisa para después, darse media vuelta y desaparecer en medio de la oscuridad.

El aire que estaba conteniendo hasta ese momento finalmente lo deje escapar en un jadeo bajo y el asco que sentía, me invadió por completo.

Sin pensarlo dos veces, me arranqué la rosa del cabello, tirándola al piso con fuerza y desprecio y comencé a aplastarla bajo el tacón, pisándola repetidas veces hasta que los pétalos quedaron destrozados, esparcidos sobre las baldosas. Sentía mi cuerpo quemándose, pero por ira y frustración.

-¡Maldito seas italiano de mierda! -Comencé a gritar hacia el cielo, sin importarme si alguien más pudiera oírme, eso pasaba a segundo plano por completo-. ¡Y maldito seas tú también Abel, por entregarme a esos bastardos!

Mi pecho subía y bajaba con cada respiración y la repulsión de ese beso en la mano, la sentía recorriéndose hasta mi alma. Mire la zona donde sus labios habían tocado mi piel y rápidamente comencé a limpiarme con el vestido, como si ese simple acto me hubiera manchado. El asco que sentía era tan profundo que sentía que ni con toda el agua del mundo iba a poder quitarme la sensación de suciedad.

-Hey, tranquila, mujer...

La voz de Pedro me hizo girar de golpe. Él estaba apoyado en la entrada del balcón, con las manos en los bolsillos y observándome con una mezcla de sorpresa, confusión y preocupación.

-No pensé que esto te fuera a afectar tanto...

Lo miré, todavía furiosa y sin comprender a qué se refería. Tenía todavía las emociones enredadas en la repulsión que sentía por el indeseable encuentro con Salvatore y lo que Pedro me dijo en ese momento, no me hizo ningún sentido. Así que antes de que pudiera detenerme a pensar lo que decía, solo pude mirarlo y hablar con un tono lleno de amargura.

-¿Cómo no voy a estar molesta si el maldito italiano acaba de aparecer? Joder, Pedro, ¡el desgraciado intentó besarme! -Cada palabra salió de mi boca como un susurro ahogado, pero llenas de rabia-. Siento ganas de vomitar...

Vi que Pedro ahora me observaba completamente sorprendido. Ahí, me di cuenta de lo que había dicho.

-¿Qué? ¿Salvatore estuvo aquí? ¿Por qué no me dijiste nada? -Sacó sus manos de los bolsillos del pantalón y se cruzó de brazos. En su rostro pude ver una expresión más seria.

Cuando caí en cuenta de la situación, aparté la mirada y automáticamente comencé a morderme el labio inferior. Ya había comenzado a calmarme un poco.

-Yo... creí haberlo visto mientras estábamos en el escenario y no quise armar un escándalo o llamar la atención, además de que creí que solo lo había imaginado. No sabía cuántos hombres venían con él pero, cuando me explicó que estaban aquí por negocios -imité las comillas con los dedos-, supe con claridad que no estaba solo. Si hacía algo en ese momento, podía poner a todos en peligro. Sabía que a mí no me harían daño... por ahora me necesitan con vida.

Vi a Pedro asentir, parecía que había comprendido de inmediato y sus ojos, su mirada... era como mostraran una especie de reconocimiento respetuoso por la frialdad y la cautela con la que había manejado esa situación tan delicada.

-Hiciste bien -suspiró, pasándose los dedos por el pelo-. Pero ahora tengo que hacer unas llamadas y asegurarme de algunas cosas.

Pedro se estaba alejando, tomando su teléfono para hacer esas llamadas que había mencionado pero entonces, lo detuve, había algo que todavía no me quedaba claro.

-Espera, ¿a qué te referías cuando dijiste que esperabas que eso no me afectara tanto?

Pedro frunció el ceño un segundo y luego, soltó una risa seca sin humor.

-Oh cierto, se me olvidaba este detalle que todavía no la conoces... No me refería a Salvatore. Hablaba de la bruja de Vanessa, está allá adentro, acaba de llegar. La futura ex esposa gracias al cielo y a ti, de mi mejor amigo... Cuando veas a la mujer del vestido naranja de mal gusto y que desentona con todo el salón, sabrás que es ella -rodó los ojos con desagrado, negando con la cabeza.

¿Pero qué? ¿Era ella la qe había visto entrar? ¿De verdad era posible que las cosas fueran peores con cada momento que pasaba? Por un segundo, sentí el mundo detenerse y mi corazón dio un vuelco lleno de angustia. Vanessa. Aquí. En la misma habitación que Oscar y yo. ¿Cómo demonios iba a soportar el resto de la noche con esa mujer tan cerca?

Es que esto sí que parecía una broma del mal gusto. Una conspiración para que todo lo que pudiera salir mal, saliera mal.

Fue en ese momento que Pedro me dio un par de suaves palmaditas en el hombro.

-No te preocupes, vamos a deshacernos de esa bruja. Tú vuelve con Abril y disimula. Tengo que hacer un par de llamadas y regreso con ustedes.

Apenas pude asentir. Esto era demasiado para una sola noche.

Cuando Pedro se alejó unos pasos, intenté volver al salón, pero me di cuenta que estaba caminando muy despacio y casi no estaba avanzando. Cada paso se sentía más pesado y sentía como si una nube oscura se hubiera instalado justo sobre mí y no tardaba en caer la tormenta.

¿Cómo iba a disimular y ocultar lo que sentía por Oscar sabiendo que su esposa estaba ahí, acechando? Maldita sea.

Nota de la autora:

Bueno gente, esto se esta volviendo más largo de lo que planee pero, les juro que valdrá la pena.

No quiero arruinar los momentos que se vienen entre nuestra Issa y nuestro Oscar por culpa de este par de pen..... como lo son la Vanessa y el baboso de Salvatore.

Mis niños merecen sus capítulos especiales únicos y exclusivos y los van a tener, así que el que se viene, ya es potente y luego se viene el que va a ser potente de verdad. Y recuerden que esta parte la he estado fantaseando desde hace un año y mi necesidad de que salga bien puede más que yo JAJSJASJAJJSA.

Y es muy probable que la semana que viene salgan los dos porque voy a estar de vacaciones del trabajo así que, voy a tener tiempo de escribir y puede que les salga ahora sí maratón jejeje.

Nos vemos muy pronto en la continuación de esta idea que según yo, iba a ser solo un capitulo y van a ser como 5 partes en total jajsjajs. Los amo.

Qué viva Oscar Isaac y las cosas que me hace escribir.

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