Capítulo 28: En casa

"And together we'll fly, I'll give you my heart. 'Cause no place too far for us, we don't need it..."

"Y juntos volaremos, te daré mi corazón. Porque ningún lugar está demasiado lejos para nosotros, no lo necesitamos..."

-Fly away/Michael Jackson

Marissa

La ciudad de Chicago nos recibía de vuelta con su familiar bullicio y paisaje urbano, eran casi las cuatro de la tarde cuando llegamos y el cambio de horario me tenía destruida otra vez, pero había valido toda la pena del mundo y si la ocasión de hacerlo de nuevo se presentaba otra vez, no dudaría ni un segundo en tomar la oportunidad. Había sido maravilloso.

Oscar y yo disfrutábamos de una acogedora calma sentados en los asientos traseros del taxi que llevaba dirección a mi casa. Iba recostada en su hombro y él me abrazaba por la cintura.

—Nunca me voy a cansar de agradecerte por este viaje, fue maravilloso. En todo sentido. Y adoro tener tantas maneras de recordarlo, como esta, por ejemplo —sonreí, señalando la pashmina lila que me había regalado, me la había puesto al bajar del avión, estaba siendo una tarde bastante fría ese día.

—Y yo jamás me voy a cansar de agradecerte que me hayas acompañado a pesar de la situación que se presentó en ese momento. Y creo que también debería agradecerle a tu madre, espero poder encontrar pronto una manera de decirle que gracias a ella pude demostrarte lo mucho que te amo —sonrío al ver que le mostraba la pashmina y asintió, dejándome un mechón de cabello detrás de la oreja—, y ¿qué te puedo decir? Ese color te queda precioso, hace resaltar tu piel.

La forma en que me veía, Dios mío, creo que en toda mi vida nadie jamás me había descubierto con una mirada tan brillante como la de él esa tarde. ¿Cómo era posible que este hombre fuera real? ¿Cómo? En ese momento me sentí tan agradecida, tal vez todos los malos momentos que había pasado eran para conducirme a los brazos de Oscar, tal vez. Esperaba que así fuera. Ya no había espacio en mi mente para la idea de tener que estar lejos de él.

—No termino de acostumbrarme a que me hables de esa manera tan dulce. Me encanta, pero al mismo tiempo no sé cómo reaccionar porque jamás me habían dicho cosas como esa...

—Bueno, creo que es lindo que no te acostumbres, así puedo seguir viendo ese hermoso sonrojo en tus mejillas cada vez que te digo algo así —sonrió, tocándome la punta de la nariz con su dedo.

—¡Y lo sigues haciendo! —reí, cubriéndome la cara caliente por el rubor, haciendo que Oscar soltara una carcajada.

—Y tú sigues siendo igual de preciosa —habló entre risas, tomándome de las manos para descubrir mi rostro, acercándose para darme un beso tierno en los labios y luego, noté que miró por la ventana de mi lado—. Mira, creo que ya llegamos o eso creo, el conductor ya se detuvo.

Oscar me ayudó a bajar mi equipaje del auto y después de decirle al chofer si esperaba un poco mientras iba a dejarme a la puerta, me acompañó a la entrada de mi casa, llevando con su mano el pequeño bolso de viaje que me había llevado.

—Así que esta es tu casa —sonrió, observando alrededor los árboles que teníamos en el jardín y las muchas plantas y flores que mi madre tenía en la entrada—. Pintoresca y bonita, se ve acogedora. Me gusta.

—Sí, aquí es donde vivo —sonreí, subiendo las escaleras para llegar a la puerta—, espero un día puedas venir y presentarte a mi familia, cuando arreglemos un poco las cosas —lo miré sonriendo.

—Yo también, en verdad me encantaría conocer a tu madre y a tus hermanos —respondió Oscar con entusiasmo, llegando junto a mí después de subir las escaleras también y fue ahí cuando me entregó la maleta.

—Lo harás, solo hay que tener paciencia —reí, tomando el bolso—. ¿Y qué harás esta tarde? ¿Volverás a la oficina?

—No, tengo una cita con mi abogado, ¿recuerdas? Antes de despegar le envié un mensaje y agendé una cita para verlo en cuanto llegáramos a la cuidad —Oscar me sonrió de nuevo y se acercó para abrazarme por la cintura.

—Entonces supongo que es hora de despedirnos, no quiero hacer que llegues tarde a tu reunión, sobre todo siendo tan importante —reí, dejando la maleta en el piso para poder pasar mis manos por sus hombros y abrazarlo. También aproveché la oportunidad para enredar un dedo en sus rizos, ya me había vuelto fan de acariciar su cabello—. Prometo escribirte más tarde.

—Qué considerada eres —rio entre dientes—. Y yo, prometo responderte.

Con un pequeño impulso para pararme en las puntas de los pies, logré alcanzar los labios de Oscar, robándole un beso largo y lento mientras lo abrazaba por el cuello. Otra vez tuve el placer de sentir el rico aroma de su perfume y cuando nos separamos, él bajo sus labios hasta mi cuello, dejando un par de suaves besos más ahí, y sonreí, cerrando los ojos, disfrutando del momento. No se sentía como una despedida, no era una despedida, era un "te veo pronto".

—Te amo —murmuró sobre mis labios al volver a encontrar su boca son la mía antes de soltarme.

—Y yo a ti, muchísimo —sonreí, soltando sus manos cuando él comenzó a alejarse para volver al taxi que lo esperaba, afortunadamente distraído en su teléfono.

Una vez que Oscar se fue, busqué el juego de llaves que tenía de la casa en la maleta y justo cuando iba a insertar la llave, abrieron la puerta y la amplia sonrisa de Minerva me recibió junto con un cálido abrazo.

—¡Por fin estás en casa! Te extrañamos muchísimo —me dijo mi hermana sin soltarme todavía y tuve que hacer malabares con la maleta y las llaves para que no se cayeran al piso mientras intentaba abrazarla también, al final, terminaron cediendo.

Antes de que pudiera decir algo, un movimiento llamó mi atención y al enfocar la vista, encontré a Marco saliendo de la cocina en dirección a la sala, llevando en sus manos un plato humeante.

—Bienvenida de vuelta, hermana —me miró sonriendo—. ¿Tienes hambre? Estábamos a punto de comer, Minerva hizo sopa de pollo, y está caliente todavía.

—Me encantaría, gracias. La verdad si tengo mucha hambre, no he comido nada desde que salimos de Madrid —reí, alejándome de mi hermana para poder recoger las cosas que se me habían caído al piso y ella me ayudó.

—Ya entra, hay que cerrar la puerta, hace bastante frío —comentó Minerva, colgando mis llaves en la pared junto a la puerta.

Cuando di los primeros pasos dentro de la casa, lo primero que hice fue buscar a mi madre con la vista y cuando la encontré sentada en el sofá con una manta en sus piernas y un tazón de la sopa de pollo de Minerva en su mano que no estaba lastimada, se me iluminaron los ojos. Ella todavía no se daba cuenta de mi presencia, así que caminé hasta ella y cuando estuve a sus espaldas, le di un beso en la cabeza.

—Hola mamá, ya volví —reí al notar que la pashmina que llevaba en el cuello le había caído frente a los ojos. Ella se giró para verme y sus ojos me miraron con mucha ternura.

—Marissa, querida. Hola —sonrió, dejando el plato en la mesa que teníamos al centro de la sala y sentí su mano sobre mi mejilla—. ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue?

—Es lo mismo que yo te quiero preguntar a ti, te ves mucho mejor. Minerva me dijo que el medico les dijo que te estás recuperando muy rápido —sonreí, rodeando el sofá para sentarme a su lado.

—Sí, eso dicen y yo también lo siento. Ya no me duele tanto el cuerpo —sonrió dulcemente y yo le di un beso en la mejilla, con cuidado de no lastimarla—. Me hace muy feliz que ya estés de vuelta, amor. Cuéntanos cómo te fue, ¿qué hiciste? ¿Qué tal el trabajo? ¿Todo estuvo bien?

—Son muchas preguntas, mamá, tranquila —reí, tomando su mano y acariciándola—, pero sí, les contaré todo.

Justo en el momento que Minerva había llegado con un tazón de sopa para mí, volvieron a llamar a la puerta y esta vez fue Marco quien abrió y no pasaron ni dos segundos cuando reconocí la voz de la persona que había entrado por la puerta. Mi mejor amiga entró hasta la sala, y su sonrisa se hizo más grande cuando me vio.

—Tengo que decirlo, te sienta bien viajar Marissa Saenz —exclamó Abril al verme, alzando las cejas de forma exagerada haciendo que todos riéramos al instante—. ¡Ven aquí! —Y fue en ese momento que corrió a abrazarme.

—Ay Abril, no sabes cuánto te extrañé —suspiré cuando la abracé.

—Estando con Oscar, lo dudo, cariño —me susurró al oído, y traté con todas mis fuerzas de que no se me escapara una carcajada.

—Cállate, mujer, todavía no es momento de decir esas cosas frente a mi familia.

—Un día se van a enterar y quiero estar presente cuando les digas que estás de novia con tu jefe —habló bajito.

—Ya cállate —reí, abrazándola con más fuerza.

Definitivamente haber vuelto a casa había sido mejor de lo que esperaba y de pronto esa angustia y miedo que tenía por regresar, comenzaron a desaparecer cuando fui consciente de las personas que tenía aquí conmigo, las mismas personas por las que haría cualquier cosa con tal de protegerlas.

—Por cierto, ¿dónde está Boo? —Mire a Abril frunciendo el ceño.

—Lo deje con Pedro en su apartamento, le dije que iba a venir a verte y se ofreció a cuidarlo, además tenías razón, él y Oscar se van a ver así que, está bien, no te preocupes por su gatito —Abril me guiño un ojo y después de saludar a Minerva, se acercó hasta mi madre para saludarla.

—Abril, ¿quieres un poco de sopa? —Preguntó Marco desde la cocina.

Cuando ella dijo que sí, supe que iba a ser una tarde bastante larga.

Después de comer, les conté a mis hermanos y a mi madre las cosas que pasaron en Madrid, omitiendo los detalles que sucedieron con Oscar, obviamente. Realmente no estaba segura de en qué momento iba a estar lista para hablar con ellos sobre lo que estaba sucediendo entre nosotros, pero definitivamente no era en ese momento, así que solo les hablé de los detalles más "importantes" dentro del viaje, como los lugares que conocí, los deliciosos platillos que probé y sobre los talleres que visitamos. Fue en ese último punto donde me entusiasme un poco más, porque comencé a contarles sobre las técnicas que los artesanos usaban en la práctica, sobre los detalles en las prendas, la calidad de las telas y el proceso de fabricación de los accesorios, incluso les mostré la flor que Elena, la mujer que conocí en la visita al taller el día anterior, me había regalado y comencé a explicarles de los procesos de fabricación de cada detalle.

También les conté de cómo todo esto iba destinado a la colección que en conjunto con el quipo, Oscar y yo estábamos diseñando y hasta les hablé de la idea para el conjunto que se me había ocurrido cuando veíamos en el avión de regreso.

Claro que, les especifiqué que Oscar era mi jefe pero en cuanto mencioné eso, sentí la mirada inquisitoria de Abril sobre mí; me atravesaba como si viera mi alma y conociera todos mis pecados y sí, la verdad es que sí los conocía y eso era lo que volvía su mirada más penetrante.

Les mostré fotos de la ciudad, de la comida y de algunos paisajes que había logrado capturar, omitiendo de nuevo las que me había tomado con Oscar, esas ya estaban resguardadas en una carpeta especial con contraseña y patrón de desbloqueo además de que se necesitaba mi huella dactilar para acceder. Definitivamente iban a estar seguras.

—Oigan, ha sido maravilloso ponerlos al día con el viaje pero si me disculpan, necesito tomar un baño y descansar un poco, mañana tengo que ir a trabajar y la verdad es que el cambio de horario me afectó bastante —reí, tomando mi maleta y mi celular de la mesa—. Los veo en un rato, ¿vale?

—Tú descansa, amor, lo necesitas —mi madre me sonrió y luego de despedirme para subir las escaleras, le pedí a Abril que fuera conmigo.

Cuando llegamos a mi habitación, ella casi me empujó para entrar, lo que hizo que terminara tropezando con mis propios pies y al final, caí sobre la cama, con la cara sobre el colchón. Fue en ese momento que escuché que le había puesto seguro a la puerta.

—Oye, ten más cuidado —me quejé, levantándome para poder tomar asiento en la orilla de la cama.

—Ay por Dios, discúlpame por hacer que cayeras en un suave colchón —comentó con sarcasmo rodando los ojos y luego, corrió para sentarse a mi lado en la cama—. Ahora sí, necesito que me cuentes todos los detalles, ¿cómo te fue? ¿Fue hermoso? ¿Te gustó? ¿Te trató bien? ¿Qué pasó? —Abril comenzó a lanzar preguntas, mientras se amarraba el cabello en un moño alto con una de las ligas que llevaba en la muñeca.

—Había olvidado que también tienes la costumbre de hacer demasiadas preguntas —reí suspirando y dejando las manos en mis piernas—. Pero no puedo decir otra cosa más que... ¡Fue maravilloso! —Grité, tomándola de las manos, haciendo que ella también se emocionara.

A Abril, siendo mi mayor confidente y mi mejor amiga sí le conté todo, con lujo de detalle. Le conté sobre lo dulce y atento que se había portado Oscar durante todo el viaje y sobre la confesión que me hizo y la pequeña discusión que tuvimos a raíz de eso. Luego, le hablé de la forma peculiar que tuvimos de resolverlo y de lo hermoso que fue cuando al fin estuvimos juntos. Ella si vio las fotos que nos tomamos juntos en el recorrido por la ciudad, no paraba de hacer expresiones de ternura y cuando le narré la anécdota de cuando me compró la pashimna, se dejó caer en la cama y comenzó a patalear en el aire y yo me recosté con ella, suspirando y dejando sobre mi pecho el celular con una de las fotos que tenía con Oscar en la pantalla.

—Fue mágico, Abril. Todo ese viaje fue maravilloso. Oscar es maravilloso... Yo... me siento tan feliz con él —murmuré, suspirando otra vez.

—Eso puedo verlo y me encanta verte así. Issa, mereces todo lo bonito que te pase en la vida, hoy más que nunca. Y el que Oscar esté presente en tu vida creo que es un regalo precioso. Te está haciendo mucho bien, y te lo digo de verdad. Te veo menos pálida y con más ánimo y eso me gusta. Ya verás que todo se va a arreglar y cuando menos lo esperes, tú y él podrán estar juntos sin ninguna preocupación —me explicó, recargándose en su mano para mirarme mientras seguía recostada en la cama.

—Ay, eso espero. Realmente lo amo y en verdad deseo estar con él... Me siento capaz de cualquier cosa, de lo que sea... De todo, mientras pueda seguir a su lado —sonreí, mirando la foto en donde salíamos terriblemente mal, yo dándole un beso en la mejilla y el sonriendo, con el viento soplando su cabello.

—Esa es la actitud que necesitamos —afirmó.

—Y tú, ¿qué tal te va con Pedro? —La miré sonriendo.

—Lo diré así sin filtros —respondió emocionada, mordiéndose el labio—, ¡me pidió ser su novia y le dije que sí! Issa, ese hombre es todo lo que siempre había buscado: es atento, romántico, sexy, sabe cocinar, es un detective de la CIA, ¡de la CIA, amiga! Es inteligente, lo que lo vuelve el triple de sexy y hace el amor como un maldito Dios del sexo y...

Solté una carcajada y la detuve ahí.

—Para por favor, para, no quiero saber si el mejor amigo del hombre del que estoy enamorada es un Dios del sexo —reí, lanzándole una almohada.

—Por favor —ella me lazó otro cojín—, ¿me vas a decir que Oscar no es una bendición entre tus piernas? ¿Cómo le llamas a eso? —Me miró sonriendo y alzando una ceja de una forma bastante atrevida.

—¡UN MALDITO DIOS DEL SEXO! ¡Ahhhhhhh, tienes razón! —reí, tumbándome en la cama de nuevo y ambas comenzamos a reír de nuevo.

—Ventajas de salir con hombres de mayor edad, Issa: su experiencia la ponen por completo a nuestra disposición.

—No puedo creer que sigamos hablando de esto —reí, lanzándole otro cojín.

—Lo hacemos porque es verdad —refutó, dándome un golpe en la cara con mi almohada favorita.

Y así, en medio de una picante charla sobre nuestros novios, Dioses del sexo gracias a sus años de experiencia adicionales, terminamos por tener una intensa pelea de almohadas entre risas y más temas pendientes por hablar.

Oscar

Después de dejar a Issa en su casa, estaba a punto de llamar a Pedro para preguntarle donde nos veríamos y que me acompañara a ver a mi abogado y sin embargo, como siempre, se me adelantó.

Recibí un mensaje suyo, en donde me enviaba una dirección que estaba cerca del centro, y luego, otro texto en donde me pedía vernos ahí. Le pedí al conductor que me llevara ahí en seguida aunque, no estaba por completo seguro porque me citaba ahí.

Cuando el taxista se detuvo, lo hizo frente a un complejo de departamentos bastante bonito, de arquitectura orgánica y monocromática. Había plantas por cada rincón a donde mirabas y una gran fuente al centro del lugar. Y fue justo cuando le estaba terminando de pagar al chofer que escuché la voz de Pedro detrás de mí.

—Hasta que por fin llegas, te he esperado durante horas —replicó, mirándome con los brazos cruzados—. Oye, te ves bien. Te sienta estar enamorado, Estrada.

—Primero que nada gracias por el cumplido, en segundo lugar, acabo de llagar de Madrid hace como hora y media, no pudiste haber esperado tanto y en tercer lugar, ¿por qué me pediste venir aquí? —Pregunté confundido, sacando mi maleta de la cajuela del auto y a los pocos segundos, el conductor arrancó.

—Pues, te pedí vernos aquí porque aquí es donde estoy viviendo. Ven, vamos para que conozcas en departamento —Pedro me sonrió, guiándome por el amplio y brillante pasillo que corría hasta un elevador.

—¿Cómo que vives aquí? ¿Qué no tienes un departamento ya? Ya sabes, del que tengo llave... —lo miré confundido, llegando con él hasta el elevador.

—Tuve que comprar otro, quería dejarte mi otro apartamento para que tengas un lugar donde estar con Marissa —respondió Pedro, sonriendo cuando llegamos hasta la puerta del lugar, era el número 225—. Pensé que te vendría bien, ya sabes, con eso de la bruja de futura ex esposa en tu casa y de que Issa todavía no le cuenta a su familia sobre ella y tú... Creí que no estaría mal que tuvieran un lugar donde pudieran estar juntos en la cuidad sin preocupaciones.

—Tú... ¿compraste otro departamento? ¿Así nada más? —lo mire pestañeando varias veces, con bastante incredulidad.

—Sí, ¿por qué te sorprende? No es de las cosas más impulsivas que he hecho y de hecho, esta es por completo positiva si la comparamos con el resto de mis desiciones impulsivas. Y lo estoy haciendo por una buena causa, que es que Issa y tú tengan un lugar donde estar juntos mientras arreglamos todo esto. Deberías agradecerme —me miró entrecerrando los ojos, como si estuviera dolido por mi sorpresa.

Pero es que realmente estaba sorprendido. Me había ido un par de días y mi mejor amigo ya había comprado un departamento nuevo. Quiero decir, no es como que se haya hecho un nuevo corte de cabello o haya comprado un par de zapatos... ¡Se compró un jodido departamento en un fin de semana! ¿Cuánto les pagaban a los agentes de la CIA?

Lo miré sorprendido. Estaba por completo sin palabras. De todas las cosas que Pedro había hecho por mí (que eran muchas) esta era sin dudas la que más me había dejado sin nada qué decir y de la mejor manera posible. Yo adoraba a este hombre, era como mi ángel de la guarda y agradecía tanto porque estuviera en mi vida y en ese momento, mucho más.

—Pedro... Yo, la verdad no sé qué decir. Eso es... es... Wow... Es que... Simplemente wow.

—Podrías decir solo un "Gracias Pedro, amigo mío. Eres de las mejores cosas que me pudieron pasar en la vida, te lo compensaré pidiendo que seas mi padrino en mi boda con Marissa." Y yo, te responderé encantado con un sí, acepto cuando llegué el momento.

—No voy a negar eso pero por ahora, solo te voy a abrazar y a decirte muchas gracias y que te quiero, te quiero muchísimo —sonreí, dándole un abrazo—. Aunque sigo bastante sorprendido, más por el hecho de que no lo rentaras no... Lo compraste. Siempre encuentras una forma de dejarme sin palabras.

—Yo también te quiero —se rió entre dientes—, ahora si me disculpas, tengo que abrir la puerta —comentó riendo, alejándose un poco de mí.

Cuando Pedro abrió, lo primero que vi fue a Boo bajar del sofá que estaba en medio del departamento y correr hasta nosotros. ¿Desde hace cuánto no lo veía o no le había prestado atención? ¿En qué momento había crecido tanto? Y aquí iba una mejor pregunta, ¿por qué estaba con Pedro?

—¿Puedo preguntar por qué tienes a Boo aquí? —Le pregunté, inclinándome para poder tomar en brazos al gatito.

—Porque mi novia fue a ver a la tuya a su casa, supongo que para ponerse al día y hablar... Ya sabes, cosas de mejores amigas. Ven, entra. Toma algo antes de que vayamos a ver a tu querido abogado, necesitas refrescarte.

—Hummm, espera, ¿con novia tuya te refieres a Abril? —Cuestioné, mirándolo con las cejas alzadas mientras Boo ronroneaba en mi pecho.

—Claro, ¿a quién más me podría referir si estoy diciendo que fue a ver a tu novia y son mejores amigas? —Pedro rodó los ojos cuando volvió frente a mí, dándome un vaso de jugo de naranja con hielo—. Bebe eso antes de irnos, te sentará bien.

—Claro, gracias —sonreí y tomé el vaso. Después de que terminara con eso, tendríamos que ir a ver a Max, mi abogado de cabecera desde que tuve posibilidades de pagar por un buen licenciado en derecho.

Eran poco más de las seis treinta cuando llegamos a la oficina de Maxwell Jane, mi abogado. A Max lo conocí durante un evento de caridad hace cinco años, al cual, por azares del destino, nos habían invitado a ambos. Él se presentó como uno de los mejores abogados de la cuidad, me dio su tarjeta, lo contraté y aquí estábamos, cinco años después.

Y yo que pensaba que no iba a requerir de sus servicios para este tipo de demandas nunca. Pero, siempre hay una primera vez y gracias al cielo, al fin había llegado mi primera vez y estaba dispuesto a todo, ya no tenía miedo. Después de todo, al fin tenía un motivo para ya no sentirlo y ese motivo usaba gafas, tenía un cabello rizado precioso y la sonrisa y la mirada de un ángel.

Unos minutos después de que la recepcionista nos pidiera tomar asiento en la sala de espera de la oficina, Max apareció, nos saludó y nos pidió entrar con él a la habitación.

—De acuerdo —Max se pasó los dedos por el puente de la nariz y luego, pasó su mano por su bien peinado cabello castaño—, estamos hablando de que tú y tu esposa se casaron por bienes mancomunados, lo que significa que aquí en Illinois como en todo el país y en la mayoría de los lugares del mundo de hecho, que los bienes adquiridos durante el matrimonio se dividen por igual —nos explicó, con sus vibrantes ojos azules mirándonos a Pedro y a mí fijamente mientras se cruzaba de brazos y se sentaba en su escritorio—. Esto incluye propiedades, cuentas bancarias y cualquier otro activo que se haya adquirido mientras estuvieron juntos. ¿De qué tanto estamos hablando?

—Humm... —mire a Pedro, luego a Max y suspiré con pesadez—, hablamos de mi compañía, de la casa, de mi maldito auto y por supuesto, las cuentas de banco.

—Esto se pone interesante, sobre todo por Black Velvet la cual, tengo entendido, su valor asciende a poco más de los cien mil millones de dólares, ¿es así? —Cuestionó Max, pasándose el dedo por la barbilla.

—De hecho, eso valía el año pasado... Este año, ya es el doble y si las cosas avanzan como estamos esperando, puede que el año que viene, valga el triple —le expliqué, mostrando mi interés porque esto se resolviera de la mejor manera posible.

—Bien, ahora se puso más interesante el asunto —suspiró.

—Max, ¿qué hay de las infidelidades de Vanessa? ¿Cómo afectan aquí? —Inquirí cuidadoso.

—Bueno, las infidelidades pueden considerarse en la división de los bienes, especialmente si se demuestra un patrón de comportamiento. Si podemos probar que Vanessa ha sido infiel en repetidas veces, esto puede influir en la distribución, favoreciéndote a ti —confirmó Max y noté que Pedro comenzó a poner más atención.

—Y otra cosa, elle me ha amenazado con quitarme todo si le pido el divorcio —le comenté, recordando las palabras que me dijo la última vez que le hablé sobre el tema.

—Pues, eso puede ser usado en su contra. Sobre todo si logramos conseguir pruebas de sus infidelidades y esas amenazas, podemos argumentar daños y perjuicios. Oscar, podrías argumentar daños emocionales y financieros debido a las amenazas y comportamientos de Vanessa y eso podría reducir significativamente lo que ella pueda obtener en el divorcio y con significativamente me refiero a que no obtenga nada —culminó Max, y en ese punto, ya estaba tomando notas de todo lo que mencionábamos.

En ese momento, Pedro tomó la palabra.

—Max, sé que Oscar y Vanessa, afortunadamente no tienen hijos pero en este caso, dejando de lado el tema de las custodias porque no aplican, ¿qué pasaría con las pensiones?

—Esa es una gran pregunta y la respuesta es sencilla: siempre se pueden hablar de otras responsabilidades financieras en este tipo de casos y tal vez, hasta ella termine por pagarte a ti —explicó Max, haciéndonos reír a ambos—. Siempre es bueno estar preparados para cualquier eventualidad —sonrió, mirándonos a ambos como si quisiera tranquilizarnos—, pero si es importante contar con pruebas irrevocables de lo que me estás diciendo Oscar, de eso depende el caso y la solución que le demos para que tu patrimonio no se vea afectado.

Iba a hablar, pero Pedro se adelantó, otra vez.

—No hace falta preocuparnos por eso. Max, tú solo di para cuándo necesitas esas pruebas y las tendrás al momento —comentó Pedro con determinación y en ese momento lo confirmé: ese hombre esa mi ángel de la guarda.

—¿Qué les parece si yo les llamó en unos días para ponernos de acuerdo respecto a eso? —Max sonrió divertido por el entusiasmo de Pedro—. Necesito preparar mucho papeleo para el caso, solicitar audiencias y algunas otras cosas que se tienen que revisar antes de llevar el caso ante un juez. ¿Les parece si les llamo el viernes?

Al escuchar esas palabras, me sentí por completo aliviado y solté un suspiro, ya un poco más tranquilo.

—Seguro, espero tu llamada. Haz lo que tengas que hacer pero de una vez te doy las gracias por esto. No tienes idea de lo que esto significa para mí —sonreí, estrechando la mano de Max—. Y estoy más que listo para enfrentar esto.

—No tienes que agradecer, Oscar. Para eso estamos. Ya verás que todo saldrá bien —respondió amable, respondiendo a mi saludo.

Antes de irnos, Max me entregó los documentos necesarios que avalaban que el proceso de divorcio había comenzado. Firmé todo, sin pensar en absolutamente nada más. Mi mente solo estaba ocupada por el recuerdo de Marissa y esta pequeña luz de esperanza de al fin ser libre para ella.

Nada más importaba, ni mi padre, ni la estúpida reputación de su familia, mucho menos la opinión de mis hermanos o la del resto de la gente ligada a ellos. Esta era mi vida y tenía todo el derecho de decidir en ella y esta era la prueba definitiva. Aquí empezaba todo y estaba dispuesto a lo que fuera sobre todo porque ahora sabía que no estaba solo.

Después de ver a Max, Pedro me acompañó hasta mi casa y me llevé a Boo. Esa noche la pasaría conmigo para al día siguiente, llevarlo de nuevo a la oficina.

Luego de despedirme de Pedro y de confirmarle que nos veríamos pronto para discutir sobre su plan contra los Mazzamuto con Marissa, él se fue y volví a encontrar la casa con ese vacío habitual. Obviamente Vanessa no estaba. ¿Me importaba? Claramente no, y pronto eso iba a dejar de ser una preocupación por completo y eso me tranquilizaba.

Al entrar a la casa, lo primero que hice fue llamar a Issa, necesitaba escuchar su voz.

¡Hola! —me respondió al instante y sentí todo mi mundo sacudirse solo con ese dulce saludo—. Estaba por llamarte, creo que me ganaste esta vez —reí al escucharla decir eso.

Sí, eso creo —sonreí—. Pero en verdad necesitaba escuchar tu voz —hablé mientras dejaba a Boo libre en la sala.

Yo también quería escucharte. La verdad ya estoy empezando a extrañarte —ella soltó una risita y me encontré suspirando otra vez.

Pues entonces eso nos pasa a los dos, mi amor —le aseguré sonriendo—. Y dime, ¿cómo está tu mamá?

Mucho mejor, gracias por preguntar —la voz de Issa sonaba bastante tranquila y relajada, y de cierta forma, también me contagio eso, por lo que empecé a sentirme bastante cómodo—. Se está recuperando muy bien y mis hermanos la atendieron de maravilla mientras estuvimos fuera. Todo está tranquilo aquí ahora. Abril vino a verme y hablamos de muchas cosas —en ese momento dejo escapar una risita traviesa y automáticamente pensé en Pedro y en su frase "cosas de mejores amigas" no pude evitar reír también.

Ya me imagino cariño, suena a que se divirtieron —sonreí, caminando hacia el refrigerador para tomar una botella de agua.

No tienes ni idea. ¿Y a ti cómo te fue?

Todo bien, también. Pedro me acompañó esta tarde a ver a Max, mi abogado y quiero que sepas que, el proceso de divorcio ya comenzó. Ya firme los documentos necesarios y todo está siendo preparado para empezar en cuanto Max nos diga.

En ese momento escuché a Issa jadear. Supuse que fue por sorpresa pero al instante, tomo la palabra.

Vaya, eso sí que es una sorpresa y... me alegra escucharlo, como no tienes idea. Gracias por decirme. Significa mucho para mí.

No hay nada que agradecer, cariño. Creo que ya es tiempo que sepas que soy tuyo y no hay nada que no haría por ti —sonreí antes de darle un trago al agua.

Te amo mucho. Más de lo que te imaginas —confesó al otro lado de la línea y esas palabras me hicieron sentir en el paraíso.

Y yo a ti, mi niña preciosa. ¿Te parece bien si te dejo descansar? Creo que necesitas hacerlo. Te veo mañana en la oficina, ¿de acuerdo? Y por cierto, ya por fin verás a Boo mañana. Está más grande de lo que recuerdas, te lol advierto —reí.

Pues ya lo veremos mañana. Nos vemos, descansa y de nuevo, te amo, Oscar.

Te amo, Marissa.

Cortamos la llamada y me quedé suspirando con la mano en la puerta abierta del refrigerador y volví al presente cuando sentí a Boo frotándose entre mis piernas. Reí y lo alcé de nuevo, tomando un plato para servirle un poco de leche.

—¿Qué te parece, pequeño? Mañana verás de nuevo a tu terca y preciosa mamá que te adoptó en contra de mi voluntad —reí acariciando su espalda mientras él bebía la leche.

Pero sí era sincero, quién tenía más ganas de ver a Marissa, era yo.

Nota de la autora:

Bueno lunitas, aquí estoy yo otra vez, actualizando a la 1 de la mañana del lunes como si no tuviera que ir a trabajar mañana ajsjajsja, pero no podía parar, tenía que escribir estooooo ahhhhhhhhhh.

Simplemente la inspiración llegó y momentos así para los escritores son oro, no podemos dejarlos pasar y pues aquí estamos. :3

Este capítulo me gustó por muchas cosas, pero sobre todo por la reacción de la familia de Issa al verla de nuevo, por como fue su reencuentro con Abril, el gesto de Pedro del apartamento y sobre todo, QUE YA SE VIENE EL DIVORCIO GENTEEEEEEEEEE. ¿Qué opinan que vaya a hacer la Vanessa? JAJJSJAJSJA, ya veremos.

Le dije que tal vez actualizaba dos capítulos y se logro. :3 Gracias por su paciencia, nos estamos leyendo muy pronto porque ya estamos cerca de otro capítulo importante, de esos con los que he soñado despierta escribir jjeje.

Nos leemos pronto, lunitas, gracias por todo su apoyo.

P.D: Perdón si ven alguna falta de ortografía, la verdad ya no me detuve a revisarlo jasjajjsa, pero eso no pasara en el libro en físico, lo juro, tengo a alguien que me ayudará a revisar todo eso y ¿saben quién es? Así es, mi querida Justine, con quien estoy escribiendo Esencia a Rosas y Rebelión. Y de hecho, me va a ayudar en todas las historias jjjajsja.

Laters, gators. :3 

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