Capítulo 19: Diseños y conexiones

"...Cuestión de piel, sentimental, es un impulso que te deja alucinado. Cuestión de piel, tal para cual, es el destino para dos predestinados. Suave, suave, como una nube, sube, sube, a tu nivel. Amor, es un impulso que va bien o va mal, el que manda es él, es cuestión de piel. Amor, todo es posible si te dejas llevar porque siente, igual que tú sientes amor..."

-Cuestión de piel/Luis Miguel

Miércoles 02 de agosto del 2023, Chicago Illinois, 07:45 a.m

Marissa

¿Qué se hace el día después de que la mafia italiana te amenaza con matar a tu familia si no cumples con sus exigencias?

Tal vez, lo más normal y que cualquier persona haría en la misma situación: sobrevivir al estado de shock haciendo su vida de forma rutinaria. Y eso fue lo que intenté esa mañana cuando iba de camino al trabajo llevando un termo con café en la mano.

Los pensamientos me taladraban la mente. La noche anterior después de exponer los nuevos acuerdos, los Mazzamuto partieron hacia Italia y desde anoche, Abel se había marchado a alguna parte de la cuidad y en mi caso, había comenzado la cuenta regresiva de un año para poder idear una forma de salir de esto, sin poner en riesgo a mi familia, a Abril y a su familia (porque seguro, también se volverían un blanco), a Oscar y a mí, aunque si era sincera, no me importaba mucho lo que pudiera pasarme a mí si las otras personas que me importaban se encontraban a salvo.

Era demasiado en que pensar, demasiado de qué preocuparse, necesitaba solo un poco de tiempo para organizar todas mis ideas y concentrarme y encontrar una salida, aunque parecía que fuese imposible hallarla pero justo ahora no podía hacer mucho, tenía la mente el blanco; había sido demasiado que procesar al mismo tiempo y no estaba lista para eso. Necesitaba ser cuidadosa y objetiva pero sin duda, eso no lo iba a hacer hoy, por lo menos no si de este maldito asunto se trataba. Primero necesitaba descansar y luego pensaría y luego, actuaría. Un día a la vez, una hora a la vez, había que comenzar por algún lado, aunque no tenía idea de por dónde.

Siempre había hecho las cosas por mi cuenta, pero esto, estaba segura que iba a ser mi mayor reto de todos hasta ahora. Me di cuenta que extrañaba aquellos días en la universidad donde tenía que salvar las materias, no mi vida. Esto era desastre horrible.

En medio de la tormenta de pensamientos y estando a punto de cruzar la calle para llegar al edificio de Black Velvet, una bicicleta estuvo a punto de atropellarme y eso me hizo darme cuenta de que, iba a tener que ponerle pausa a mis sobre pensamientos sobre el asunto de los mafiosos si quería salir con vida del día de hoy. Respiré profundo, hondo y llegué hasta la puerta luego de recobrar la compostura pérdida por el asunto del casi atropello. Solo tenía que concéntrame hoy en otra cosa, solo tenía que sobrevivir al día del shock, solo tenía que llegar a la noche de hoy, y volvería a pensar razonablemente para encontrar una opción que no involucrara entrometerme en asuntos ilegales o, poner en riesgo a las personas que quería.

Subí en el elevador hasta el piso veinticinco, encontrando mi lugar de trabajo justo como lo había dejado el día anterior y a Dan, revisando algo con detenimiento en su computadora. Todo parecía estarse moviendo un poco más ese día, habíamos empezado a preparar la colección que presentaríamos en el evento de los Plasencia para octubre del año próximo y aunque me hizo sonreír ver a todo el mundo yendo de un lado a otro, cargando muestras de tela y maniquíes, también me pregunté si lograría estar ahí ese día... Lo único que me consolaba era que, mi nombre saldría en esos diseños y que después de todo, iba a lograr que reconocieran mi trabajo pero, no era momento de pensar en eso.

Saludé a Dan al dejar mi mochila en la silla y antes de sentarme, vi que Oscar no estaba en su oficina y me pareció extraño.

—Hola, Dan, ¿en qué trabajas? —le sonreí, mientras encendía mi laptop.

—En una propuesta de accesorios para un conjunto —ni siquiera me miró, se notaba bastante concentrado—. Y por cierto, antes de que te sientes, Oscar me pidió que te dijera que en cuanto llegaras, lo encontraras en el taller que está en el piso de abajo. ¿Sabes dónde es? —Y apenas en ese momento, me miró a los ojos.

—Hummmm, no, la verdad no. Tengo poco más de un mes aquí, no he ido a los talleres, no sabía que había talleres.

Dan se rio un poco y luego, me señaló con su dedo hacia el elevador.

—Vuelve por donde viniste y baja al piso veinticuatro, cuando estés ahí, ve todo derecho por el pasillo, te vas a encontrar con una puerta grande color gris, se desliza, ese es el taller donde te está esperando, no te puedes perder, picarona —me guiñó un ojo divertido ante la situación y solo negué con la cabeza, mirándolo extrañada.

—¿Pero de qué estás hablando?

—Sí, claro Issa, sigue fingiendo conmigo. Cuando quieras dejar de hacerte la tonta, hablamos. Ahora ve, que te está esperando y ya se fue desde hace rato.

Suspiré, sin poder contestar nada u objetar algo y de cierta manera, eso ya me ponía en evidencia. Pero que Dan se enterara de que me había besado con Oscar era la menor de mis preocupaciones y en ese momento, no tenía cabeza para pensar en más de una cosa a la vez, así que solo asentí ante sus palabras y después de tomar mi laptop, me fui por el pasillo hacia el elevador.

Con los pasos más largos que mis piernas me permitían dar, logré llegar al taller por el camino que Dan me había dicho que siguiera. Y tenía razón, no había persona que se pudiera perder, ya que al salir del elevador, solo había que caminar unos metros hacia enfrente, pasando por el amplio y largo pasillo de cuadros blancos y paredes tapizadas de colores vibrantes y llamativos y fotografías colgadas mostrando las sesiones de colecciones pasadas que resaltaban gracias al verde brillante de las plantas descansando en el piso y dejando atrás, uno tras otro, los amplios ventanales de cristal templado que daban una vista espectacular de Chicago en su totalidad.

Al llegar a la puerta gris, lo primero que hice fue tocar esperando recibir una respuesta del otro lado, pero no fue así, por lo que me decidí a aventurarme y abrirla, deslizándola tal cual Dan me había dicho y entonces, al atravesar el umbral, me encontré con una vista que me enterneció el corazón de una forma increíblemente veloz:

Rodeado de telas de seda y satén, terciopelo y crepé, bocetos meticulosamente dibujados y maniquíes que esperaban ser vestidos con obras maestras de la alta costura, se encontraba Oscar, moviéndose en una atmosfera cargada de creatividad, inspiración e inventiva; parecía un barco moviéndose en la mar, atravesando el océano con un viento perfecto mientras tomaba medidas a las telas y las marcaba, las colocaba sobre los maniquíes y volvía a medir. Tenía una sonrisa preciosa, una de las más bellamente genuinas que le había conocido hasta ahora, de esas sonrisas que no puedes evitar mostrar cuando haces algo que amas y la felicidad se te nota a flor de piel; sus gafas casi le caían por la punta de la nariz, pero los volvía a subir rápido, los rizos le acariciaban las cejas y la luz que se reflejaba por los cristales de las ventanas hacían que sus canas resaltaran más; llevaba la camisa abierta dos botones y sus mangas, dobladas hacia arriba y fue cuando me di cuenta por primera vez, de que cuando estaba completamente concentrado en algo, mordía su labio.

¿Podía un hombre ser sinónimo de paraíso? Si la respuesta era negativa, no me importaba, para mí, él lo era. Aquí y ahora, con solo verlo ahí, siendo tan único, siendo tan auténtico, siendo tan él.

Lo último que quería era desconcentrarlo y mucho menos, asustarlo, así que no estaba segura de cómo llamar su atención o anunciar mi llegada. Lo mejor que se me ocurrió, fue saludar en voz baja.

—Hola —fue apenas en susurro pero para mi sorpresa, él se dio cuenta de mi llegada.

Oscar levantó la mirada de la mesa de trabajo y me miró, con un brillo en los ojos tan, radiante, que desconcertaba, de la mejor manera posible.

—Si viniste —musitó, con voz lenta y dulce.

Con un demonio, ¿por qué tenía que ser tan adorable? Ya me tenía con los latidos a mil por hora solo von verme.

—Claro que iba a venir, tengo que trabajar, ¿no es así? —Le contesté, mirándolo con una sonrisa divertida. De pronto mis problemas habían desparecido de nuevo, Oscar tenía esa esa magia, hacía de mi vida y de mi mundo, un lugar mejor.

—Seguro —se río bajito—, pero ven, acércate, tenemos algo que revisar hoy y necesito tu ayuda —me tendió su mano y dejando la laptop en la mesa, no tardé más que un par de segundos en juntar su piel con la mía.

—¿En que trabajas? —pregunté, mirando su mesa de trabajo, encontrando una suave y bonita tela de satén extendida por todo el espacio, y al levantar la vista y sobre un tripie, uno de los bocetos que habíamos presentado en la reunión a los Plasencia, uno de mis bocetos: un vestido largo de noche color azul rey, con detalles bordados y mangas de tul—. Es... ¿uno de mis diseños? —Inquirí, levantando ambas cejas sorprendida.

—Es uno de tus diseños, de tus preciosos diseños, igual de ingeniosos y bellos que su creadora —lo vi sonreír y luego, lo sentí colocarse detrás de mí para dejar sus manos sobre las mías en la mesa de trabajo. En ese momento di gracias al cielo de que estuviéramos varios metros lejos de la puerta corrediza—. Quiero que trabajemos hoy en él, no saldremos de este taller hasta que el prototipo esté terminado y obviamente, necesito a la visionaria mujer que pensó en esto sí quiero lograr eso, ¿podrías ayudarme? Digo, si estás dispuesta a estar todo el día, aquí, conmigo... —Oscar me susurró esas últimas palabras al oído y luego, dejó un suave beso en me mejilla, esperando paciente la respuesta que tenía que darle.

—Sí —mi respuesta salió más rápido de lo que pensé.

—¿Sí qué?

—Sí a todo.

—Eso es lo que quería oír —su respuesta vino acompañada de otro beso en la mejilla que me robo uno de los suspiros más profundos que había tenido en toda la vida.

Joder, los malditos mafiosos no me iban a quitar esto, y mucho menos, cuando apenas iba comenzando. Alguna forma tenía que encontrar, de alguna manera tenía que salir...

—¿Qué te parece este diseño para las mangas? —le pregunté a Oscar, sosteniendo una muestra de tul con delicados bordados florales del mismo tono azul rey que la tela satén.

Oscar se acercó para examinarla más de cerca, permitiendo que sus manos rozaran suavemente las mías mientras lo hacía y solo ese breve gesto, me hizo estremecer, algo que para él no pasó desapercibido, su sonrisa lo delató.

—Es perfecta —respondió con una sonrisa—. Y hará un contraste ideal de texturas con el detalle del bordado. Me encanta. Igual que tú.

—Estás muy elocuente hoy —reí, dejando en evidencia mi rostro sonrojado.

—Y tú estás preciosa hoy —respondió, buscando mis ojos.

—Oscar...

—Issa...

—Deja de decir esas cosas —reí, lanzándole un trozo de papel que había encontrado sobre la mesa luego de haberlo hecho bolita.

—¿Te molestan?

Negué con una sonrisa. —No, me distraen.

Me miró por unos segundos, sin permitir que la sonrisa desapareciera de sus labios y fueron los mismos segundos en los que creí que se iba a alejar y a volver su atención a nuestra confección, pero lo que hizo, me dejo volando entre las nubes: rompió toda distancia entre ambos, pasándome los dedos por los rizos y sentí que iba a terminar en el piso de no ser porque pude sostenerme de la mesa a mí lado. Parecía que estaba decidido a terminar con la poca concentración que me quedaba cuando pasó su pulgar por la línea de mi mandíbula, levantándola sutilmente hacia él, mirándome a los ojos y luego a los labios, estaba tan cerca, tan deliciosamente cerca y mi cuerpo y mente me gritaban que rompiera la distancia y lo besara pero aunque pensé que era lo que él iba a hacer, me sorprendió cuando solo se acercó más y más, dejándome sentir sus labios sobre los míos, haciéndome perderme en sus ojos y en su aliento pero, no me besó. Se alejó mirándome con una sonrisa juguetona, mordiéndose el labio.

—Entonces, no más distracciones. Hay que trabajar —de pronto se volvió serio pero, la sonrisa traviesa seguía surcando su boca.

Lo miré entrecerrando los ojos y él se encogió de hombros. Sabía que me había dejado sin aliento y lo disfrutaba y yo..., yo también.

A medida que nos sumergíamos en el diseño, llegó un punto en que estábamos en un nivel máximo de concentración en donde, fluíamos, sin ninguna interrupción e incluso, pusimos música de fondo; una balada suave nos acompañaba en ese momento y con cada momento que pasaba, el ambiente se volvía más cómodo y más familiar, como si ambos estuviéramos en nuestro mundo, juntos.

Se sentía como si tuviéramos una conexión palpable, una química que trascendía las palabras y solo bastaban los gestos y las miradas y las sonrisas para expresarla. Era una cuestión sentimental, que te dejaba alucinando con más, como si el destino nos hubiera puesto aquí, como si estuviéramos predestinados a vivir este momento y tal vez, así era.

A pesar de que había jurado que iba a comportarse serio, parecía que Oscar no podía resistirse a terminar buscando una excusa para terminar más cerca de lo que ya estaba y conseguir robarme un par de besos más, mismos a los que yo no puse ninguna resistencia. La cuestión es que no podía y tampoco quería hacerlo. Podía permitirle hacer lo que él quisiera y él ya se había dado cuenta de eso, porque no se detenía, y con cada oportunidad que conseguía, era otro beso más, haciéndome estremecer. Cada beso parecía ser un recordatorio de lo que estábamos empezando a sentir el uno por el otro, una chispa, una llama que ahora, estaba decida a que siguiera encendida.

Entre risas, susurros y más besos, discutíamos y complementábamos las ideas para el diseño final del prototipo. Me sentía tan viva y tan feliz, escuchando mientras hablaba sobre la teoría del color y sus consideraciones y él, me prestaba atención mientras modelaba la tela y le explicaba de qué manera la distribuiríamos para que tuviera un mejor movimiento y soltura al momento de que la prenda se usara. Ninguno de los dos sabía qué era lo que estaba pasando, pero sentía que ambos lo estábamos disfrutando, dejándonos llevar por lo que sentíamos, traduciéndolo a una visión compartida.

Esto no era solo trabajar juntos... Esto era más que solo una colaboración y ambos lo sabíamos. Estábamos explorando la conexión que nos unía de una manera más profunda, estábamos uniendo la pasión que compartíamos por lo que amábamos hacer y fuimos conscientes del vínculo que se estaba formando entre ambos. Y nos encantó. Podía verlo en sus ojos, al mirarme, al sonreírme, al tocar mis manos, al besarme las mejillas y los labios, al sentir su aroma envolviendo el mío...

Las horas pasaron volando y para cuando nos dimos cuenta, ya eran poco más de las seis de la tarde, incluso habíamos comido dentro del taller mientras seguíamos trabajando pero, había valido la pena ahora que veíamos el resultado final; cada costura, cada pliegue, medida, detalle y unión de tela, nos había quedado perfecto y el ver uno de mis diseños cobrando vida, me hizo vibrar el alma y el corazón porque jamás creí que esto iba a llegar a pasar, jamás pensé tener la oportunidad de volver realidad mis ideas, pero aquí estaba, viendo con mis propios ojos los arquetipos que alguna vez imaginé, traídos a la realidad y con ayuda de una persona a quien, estaba queriendo con todo mi ser.

Sentí ganas de llorar pero, solo suspiré, cerrando los ojos y dejando que el aire saliera lentamente de mis pulmones, tenía muchos sentimientos encontrados en ese momento, por lo que cuando Oscar tomó mi mano, me encontró con la guardia baja.

—¿Te gusta? Algo que me dice que puede ser de los que más resalten en la colección —encontré su mirada, y solo irradiaba ternura.

—No sé qué sentir. Estoy sintiendo demasiadas cosas —reí, encontrando sus ojos, sintiendo el calor de su mano—. Pero sí, me gusta... Me gusta mucho —suspiré, volviendo mi atención al vestido.

—Eres talentosa, ¿lo sabes, verdad? —su pulgar empezó a acariciarme el dorso de la mano.

—Eso creo...

—Bueno, supongo que tendré que recordártelo de una manera que no lo olvides jamás.

—¿Y cómo es esa manera? —Reí, juntando su mano con la mía.

—Con muchos besos, en todas partes y de muchas formas, hasta que entiendas lo maravillosa que eres —fue hasta ese momento que dejó sus labios en un lugar donde no había llegado hasta ahora, un beso en el cuello justo debajo de mi oreja y que hizo vibrar cada rincón de mi cuerpo—, pero solo hasta donde tú quieras, es mi propuesta.

—Una propuesta encantadora —me encogí de hombros, haciendo una mueca que lo hizo reír.

—Gracias por compartir este momento conmigo y dejarme trabajar a tu lado, Marissa. Disfruté cada segundo, me siento emocionado por lo que podemos lograr juntos en el futuro —no me di cuenta en qué momento, pero sus manos ahora ya cubrían las mías por completo, envolviéndolas en una calidez que jamás había sentido. ¿Por qué Oscar me hacía sentir cosas que jamás había sentido?

Sentí un tórrido cosquilleo recórreme por completo mientras me permitía perderme en sus ojos color chocolate una vez más, creo que jamás iba a cansarme de eso y entonces me di cuenta de lo mucho que estaba comenzando a valorar la presencia de Oscar en mi vida y la armonía y paz que me causaba estar cerca de él. Y mi único pensamiento fue que tenía que aferrarme a eso y luchar por eso, aunque no sabía cómo.

Él había dicho la palabra "futuro". Era curisoso, por qué ya no sabía si lo tenía o si iba a poder volver a tener la oportunidad de considerarlo pero, justo en ese momento, vi todo tan posible...

Un breve momento de silencio, aunque no incómodo, lleno el ambiente y sin que pudiera evitarlo, me incliné hacia él, llegando a sus labios para regalarle un par de besos suaves, cargados de la ternura que en ese momento florecía en mí por él y me correspondió al instante, incluso, lo sentí sonreír en mis labios.

No estaba segura de lo que estaba por venir ni mucho menos, las cosas que tendría que afrontar a partir de ahora y con el tiempo tal limitado pero de lo que sí tenía la certeza inaudible era que no iban a lastimar a las personas que me importaban y Oscar era una de ellas.

Nota de la autora:

A ver, necesitaba algo que hiciera feliz a mi corazón después de tremendo drama que me aventé en el capítulo pasado y tenemos que volver a dar gracias a mi amado Luis Miguel por darme la inspiración necesaria para trasmitir las emociones que quiero mostrar en mis letras. Así que, gracias amor mío, ya quiero que sea octubre para ir a verte ASDFGHJKLÑ.

Y sí, estuve escuchando "Cuestión de piel" mientras escribía esto, para más placer e inspiración jajaja.

Dejando eso de lado, recuerden que les dije que las canciones de mi Luismi iban a aparecer para momentos clave de la historia y este, es uno de ellos. Porque no solo es el primer momento en que diseñan juntos, también es el momento en que se están dando cuenta de que, lo que están sintiendo por el otro es algo más... Algo que podría transformarse en algo más intenso, algo más que un te quiero. Y justo eso es lo que dice la canción: "Todo es posible si te dejas llevar porque siente, igual que tú sientes amor." Sí, si son Marissa y Oscar y sí todo es posible sobre todo si ya son "Tal para cual con el destino para dos predestinados" JAJSAJSJAJSJA JODER, AMO LAS CANCIONES DE LUIS MIGUEL, SON TAN PRECIOSAS Y COMO NADIE LAS MERECE, PUES MI NOVELA Y MIS PERSONAJES SÍ Y AQUÍ ESTÁ DEMOSTRADO JAJSJAS. Vamos avanzando poco a poco gente, pero firmemente jajsjajsa.

Y sí, ya tenía unas ganas de hacer a Oscar todo dulce y cariñoso y que se la pasa dando besos. Les dije que iba a ser así, desde el inicio de esta historia y créanme, se pondrá mejor, esto apenas es el inicio... 7u7

Bueno, me despido por ahora, espero que hayan disfrutado de este mini maratón, aunque me haya tomado dos días acabarlo, pero ame cada segundo de eso.

Nos leemos muy pronto aquí y en mis otras historias, gracias por su apoyo.

¡Laters, gators!

Y con ustedes, una foto que no supero. :3 

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