Capítulo 11: Complicaciones

"We could be strangers in the night. We could be passing in the shadows. We couldn't be closer if we tried. When we're caught in the headlights, we could be faces in the crowd. We could be passing in the shadows, loving the risk of being found when we're caught in the headlights."

"Podríamos ser extraños en la noche. Podríamos estar pasando entre las sombras. No podríamos estar más cerca si lo intentáramos. Cuando nos vemos atrapados por los faros, podríamos ser rostros entre la multitud. Podríamos estar pasando en las sombras, amando el riesgo de ser encontrados cuando nos pillan los faros."

-I don't know why/Imagine Dragons

Lunes 3 de Julio del 2023, Chicago Illinois, 03:01 a.m

Marissa

—Todo va a estar bien, todo va a estar bien. Todo... va... a... estar... bien.... —me repetía una y otra vez en débiles susurros, intentando concentrarme en esa tenue esperanza de que podría salir bien de ese horrible lugar, tratando de respirar consecutivamente y luchando por ignorar el palpitante sonido del monitor cardiaco que estaba a mi derecha.

Hacía frío, sentía mucho frío y mis muñecas estaban adoloridas al ya tener horas sujetadas a esa vieja silla de madera que crujía con cada movimiento que hacía. La piel en mis pies también ardía; mis tobillos al igual que mis manos habían sido atadas con una cuerda de textura áspera y al llegar a este punto, esas zonas de mi cuerpo ya estaban lastimadas y cubiertas de un vivo color rojo que denotaba el dolor y la irritación que estaba sintiendo.

También, las náuseas estaban comenzado a aparecer en mi cuerpo, tal vez como un aviso de la pérdida de sangre tan alta que había tenido tan rápidamente, sin ninguna preparación previa y en tan poco tiempo. Y también, el color de la habitación en donde me encontraba retenida me hacía sentir mareada. Nada era favorable en esta situación. Estaba aquí desde la media noche y estaba rogando, a quién sea que me escuchara que esto terminara pronto.

Cabe mencionar que, dadas las circunstancias, no había podido cerrar los ojos en toda la noche. El miedo me mantuvo despierta y alerta pero, ahora estaba agotada.

Mis brazos dolían, y dolían mucho. Las venas ubicadas en la fosa ante cubital estaban alteradas y lastimadas: el porqué de ese dolor punzante que no dejaba de agobiarme. Las marcas de que habían clavado incorrectamente el catéter para extraer sangre ya se estaban comenzado a notar, pues logré ver hematomas en mis brazos, que si bien eran pequeños, eran demasiados como para ser motivo de una donación en circunstancias normales.

La luz era tenue pero, mis ojos también me ardían, no sabía cuánto tiempo más iba a resistir esto. Realmente no creía que esto hubiera sido necesario. ¿Por qué no solo pudieron hablar conmigo? Después de todo, habría accedido, ese era el trato. ¿Por qué sacarme de casa a mitad de la noche, llevándome a la fuerza? De todas formas, hubiera dicho que sí, por el bien de mi madre, de mis hermanos y mío. Pero no, todo tuvo que ser tan... horrible.

Y realmente, no me preocupaba tanto el que algo pudiera pasarme a mí; mi angustia recaía más en el hecho de que mi familia estuviera en peligro. Afortunadamente, no presenciaron nada de cómo me sacaron a rastras de la casa, habían decidido dormir temprano y a pesar de la rudeza con la que los hombres de los Mazzamuto me habían sacado de la casa, habían sido, para mi sorpresa, bastante silenciosos.

Recuerdo que, mientras me colocaban el trozo de tela sobre los ojos para cubrir mi vista y asegurarse de que no podría ver el camino que recorreríamos, logré ver a Abel hablando por teléfono, vagamente pude escuchar que mencionaba algo sobre que ya iban en camino y por la urgencia en el tono de voz de la persona al otro lado de la línea, el asunto parecía de vida o muerte: la vida o muerte de Salvatore.

Era algo interesante, la diferencia tan brutal entre los dos padres en ese momento: uno que estaba luchando a toda costa por salvar la vida de su hijo y otro, al que no le importaba en absoluto la vida de su hija si con ello, podía salvar la propia. Eran contextos distintos, formas de pensar desiguales, una antítesis en estado puro.

Suspiré pesadamente y mi cuerpo tembló. A mi lado derecho, se encontraba Salvatore, acostado en esa cama que parecía tan suave y cómoda, dormido, recibiendo una transfusión de mi sangre directo a su cuerpo a través de la bolsa de plástico colgada junto a su cama en un poste metálico. Se veía tan tranquilo, haciendo tanto contraste conmigo.

Mis párpados, pesados por el sueño y el cansancio que sentía, me permitieron observar con un poco de dificultad como el plasma que antes corría por mis venas, ahora era llevado por medio de un pequeño tobogán de plástico conectado a una aguja en su brazo directo a su cuerpo e incluso, me pareció ver cómo iba desapareciendo su palidez, volviendo la mía cada vez más evidente.

Con cada gota de mi sangre que llegaba hasta él, sentía como mi cuerpo se debilitaba más y más y eso era extraño pues, la sangre ya estaba fuera de mí pero aun así, no dejaba de sentirme cada vez más débil mientras veía como la bolsita de plástico que la contenía iba velozmente quedando vacía.

Respiré profundamente de nuevo, y aunque sonara extraño, sentía cierto alivio de saber qué esto solo había sido para donar sangre. Cuando me quitaron la tela de los ojos y vi a Salvatore tumbado en la camilla, desangrándose, por un momento creí que realizarían el trasplante de riñón que habíamos hablado cuándo nos conocimos. Fije mi vista como pude en el monitor cardiaco: 85 PPM era lo que este marcaba. Salvatore se encontraba estable y justo en el momento que me di cuenta de ello, escuché la voz ronca y vieja de Bernardo, quién se encontraba justo detrás de mí, velando por el cuidado de su hijo. Abel no se encontraba por ningún lado, naturalmente eso no iba a ser una novedad. Solo estaba esperando el momento en que todo esto terminara para poder ir a casa. Vi como Salvatore iba abriendo sus ojos poco a poco y yo cerré los míos de nuevo, los sentía tan pesados...

—¡Hijo mío! ¡Es tan maravilloso volver a ver el brillo de tus ojos! —la voz de Bernardo resonó entre las cuatro paredes del cuarto en el que nos encontrábamos, apenas equipado para brindar atención médica por medidas de salubridad cuestionables. Se notaba que todo había sido muy precipitado.

Eso sin lugar a dudas me había dejado sorprendida, pero, a pesar de mis circunstancias comprendía que, hombres como ellos no tratan su salud en un hospital público gestionado por los sistemas gubernamentales. Naturalmente por su oficio, era obvio que se moverían más por el sector privado, como en este caso cuando al hombre al que le había donado mi sangre había sido herido de gravedad durante un enfrentamiento contra la mafia que controlaba la última zona de Chicago que aún no les pertenecía. Todo había sido tan rápido e inesperado y Salvatore había perdido casi un litro de sangre (la misma que en este punto yo ya no tenía tampoco) para cuando llegaron al improvisado cuarto de atención médica en el que nos encontrábamos ahora. Seguro el médico que los atendía obtenía un jugoso ingreso extra por estas intervenciones clandestinas y su falta de ética profesional no era algo que le afectara.

—Señor Mazzamuto... —la voz de un tercer hombre se hizo presente en el lugar y cuando vi de quién de trataba, encontré al médico que había hecho el proceso de la trasfusión.

—¿Qué pasa? —contestó Bernardo.

—Es necesario que sepa que la chica ha... perdido mucha sangre y muy rápido. Necesita descansar. Cuando esto sucede y con solo perder apenas un tercio del volumen sanguíneo, el desenlace puede ser mortal. A ella le hemos extraído casi un litro, es demasiado —habló el médico con cierto tono de preocupación en su voz—. Requiere mínimo de veinticuatro horas para que su cuerpo regenere el plasma perdido y le llevará hasta cuatro semanas recuperar sus glóbulos rojos. Tiene que llevársela de aquí, no quiero verme involucrado aún más de lo que ya estoy si fallece —replicó, esta vez con una voz cargada de un poco más de angustia—. Podría perder mi licencia...

Bernardo soltó una carcajada. —Sí, está bien. Dejémosla que se recupere. En un momento mis hombres la devolverán a su casa —aseguró, tomando asiento al lado de su primogénito, quien seguía recostado en la cama, dejando su cabeza cerca del regazo de su padre, como si buscara su protección y él, al instante lo abrazó. Sentí una punzada de envidia en el pecho—. Después de todo, nos ha sido muy útil hoy, necesito que esté recuperada al cien por cierto en dado caso de que requiramos usarla de nuevo y hasta que mi hijo tenga su trasplante de riñón, ella debe de seguir viva y claro que usted seguirá ejerciendo —su sonrisa era pacífica.

Ese momento entre Bernardo, el médico y Salvatore es lo último que recuerdo antes de desmayarme por la falta de sangre, la noche en vela y el agotamiento por el nulo cuidado durante la intervención.

Solo quería volver a casa.

***

Lunes 3 de Julio del 2023, Chicago Illinois, 05:38 p.m

Mi cabeza estaba a punto de explotar y no tenía fuerzas para moverme. Es que simplemente no podía. El mareo y la fatiga de mi cuerpo eran demasiados como para levantarme de la cama.

No tenía idea de cómo había vuelto a casa pero, no me importaba en absoluto. Estaba tan agradecida de volver a estar aquí. Por un instante creí que los momentos que pase en esa horrible sala médica iban a ser los últimos de mi vida y, estaba feliz de seguir respirando pero, no estaba segura si iba a volver a soportar algo así.

Me incorporé solo un poco en la cama, recargando mi espalda en la fría pared. Mi habitación estaba oscura, todas las luces apagadas y pude ver en mi despertador que eran las 05:38 de la tarde en sus números digitales de un alarmante rojo brillante. A lo lejos, pude escuchar una pelea entre mi madre y Abel. Ella le recriminaba lo que había pasado conmigo hace unas horas, podía escuchar que le gritaba, preguntándole que como se le ocurría exponerme de esa manera, que pude haber muerto, que era un bastardo imbécil.

También escuché los gritos de Abel, debatiendo las palabras de mi madre y justificando con que él estaba haciendo esto por el bien de todos y en medio de más palabras, escuché el estruendo de una bofetada y luego, el sonido de una puerta cerrándose violentamente para después, escuchar el auto de Abel arrancar. Pude verlo por la ventana cuando estaba a punto de entrar al coche como se frotaba la mejilla, mi madre lo había abofeteado.

Un segundo después de que Abel se fue, trate de asimilar el hecho de que ahora estaba en casa y que mi cuerpo me pedía a gritos que lo dejara descansar y recuperarse. Eso hice, volví a acostarme para dormir hasta el día siguiente, sintiendo las lágrimas acumularse en mis ojos y luego, escuché la puerta de mi habitación abrirse y un momento después, sentí que alguien se había recostado en la cama, junto a mí, al instante percibí el perfume de mamá entrar por mi nariz.

Ella se acostó conmigo y me abrazó, pasando su mano por mi cintura hasta rodearme por completo y me acercó a ella, dándome un beso en la frente.

—Perdóname, mi niña, mi pequeña Isa, discúlpame por no haberte protegido de todo esto —la escuché tratando de contener las lágrimas y comenzó a acariciar mi cabello—. Pero, te prometo que haré todo lo que esté en mis manos para liberarte.

Y entonces, ninguna de las dos se contuvo más; lloramos juntas, en medio de la oscuridad de mi habitación, compartiendo ese agrío momento.

Martes de Julio del 2023, Chicago Illinois, 11:14 a.m

Oscar

Realmente no estaba sorprendido de que esto estuviera pasando.

Luego de lo que nos había sucedido en domingo por la tarde en ese restaurante, estaba completamente seguro de que Marissa no llegaría al día siguiente a la oficina y tampoco quise ejercer algún tipo de presión sobre ella al llamarla, de hecho, no lo hice pero, si me sentía apenado y preocupado de que ella quisiera renunciar. Después de todo, ya habíamos avanzado bastante en el proyecto para la presentación de las nuevas colecciones que estaban próximas a lanzarse y no podía concebir la idea de que por una tontería como esa ella decidera marcharse. Tenía que hablar con ella y dejar en claro que todo lo que pasó hace dos días solo había sido un mero accidente, que nuestra relación laboral seguía en excelentes términos y que si pensaba renunciar, no lo iba a permitir.

Sin embargo, no había tenido oportunidad de verla en toda la mañana, parecía como si estuviese huyendo de mí. Cada vez que nos cruzábamos por los pasillos, ella doblaba rápidamente hacia otra dirección e incluso, cuando nos reunimos más temprano para una sesión que teníamos programada con otros miembros del equipo y validar que no nos hiciera falta nada para el viaje que teníamos que hacer a Miami la próxima semana, no me miro ni una sola vez a los ojos y, estaba mucho más distraída y dispersa de lo normal.

Cuando la sesión terminó, volví a acercarme a ella para hablar pero, obtuve la misma respuesta: evasión total y absoluta.

—Marissa, necesitamos hablar.

Era urgente que hablara con ella y tenía que ser hoy mismo para dejar en claro todo ese mal entendido de una vez.

Con pasos largos, logré alcanzarla y la detuve dejando mi mano en su hombro. —Marissa, espera, por favor —ella se detuvo bruscamente y miro hacia el piso—. En serio, necesito hablar contigo, ¿podemos ir a mi oficina? —le pregunté de la forma más calmada que pude.

—¿Es realmente necesario? —inquirió ella, con el rostro cabizbajo, aún sin mirarme.

—Me temo que sí.

Ella suspiro y apenas dando pequeños pasos, comenzó a caminar conmigo, callada y mirando el piso. Esto no estaba bien.

***

Marissa

Remojaba la bolsita de té de frutos rojos en el agua humeante que Oscar me había ofrecido apenas pasando un minuto que habíamos llegado a su oficina. Solo observando como caía la infusión caliente dentro de la taza cada vez que escurría del saquito con la mezcla de hierbas. No podía dejar de hacerlo, estaba sumida en esa simple acción que me evocaba cierta tranquilidad y distracción de la turbulencia en mi mente. Parecía que miraba a la nada y estaba tan poco enfocada en el presente, que no me percaté cuando Oscar se sentó frente a mí, hasta que me llamó.

—Marissa... —me habló con voz suave y calmada, moviendo su mano frente a mi rostro, en un intento de llamar mi atención—. ¡Marissa! —subió un poco más la voz y esta vez, si capturo todo mi interés.

Lo miré fijamente, sus ojos parecían agotados, igual que los míos. Tal vez tampoco había podido dormir bien, sin embargo, sus gafas disimulaban un poco el cansancio que se reflejaba en las marcas negras debajo de sus orbes color chocolate. Eso me hizo pensar que tal vez sería buena idea volver a usar mis anteojos, después de todo, mi miopía me lo estaba exigiendo.

En medio de ese análisis, llegó un punto en que al fin nuestras miradas chocaron y el tomo la palabra apresurado, como si quisiera aprovechar el tiempo antes de que volviera a disociarme.

—Marissa, mira, creo que tenemos que hablar de lo que pasó el domingo en el restaurante —me miró fijamente a los ojos, apenas parpadeando un par de veces—. Y también, quiero aprovechar para disculparme en nombre de mi amigo que estaba ahí conmigo, él a veces dice cosas sin pensar, así es él y, lamento si eso te pudo generar algún malestar o incomodad —suspiró—. Fue un accidente, eso es todo. Realmente, quiero que eso quede muy en claro entre los dos —Oscar alzó ambas cejas, subiendo sus codos a su escritorio y entrelazando sus manos entre sí.

Yo lo estaba escuchando, atentamente. Por mi mente pasaron los recuerdos de todo lo que pasó esa tarde de hace apenas un par de días. Había sido desastroso sí, pero nada comparado a lo que me pasó la madrugada del lunes. Oscar siguió hablando, reflexionando acerca del buen equipo que formábamos y de que él deseaba seguir trabajando conmigo y que esperaba que, no fuera a renunciar, explicando que ese era su motivo principal para verme.

Yo asentí ante cada una de sus palabras, tratando con todas mis fuerzas enfocarme en ellas pero, el cansancio que aún sentía me estaba haciendo sentir un poco mareada y, necesitaba aire fresco. Solo quería que dejara de hablar.

—Solo espero que, esto quede claro. Sé que no viniste ayer por lo que pasó esa tarde. Necesito que entendamos que, los accidentes pasan y que realmente, me gustaría que siguieras trabajando conmigo en la compañía. Eres una persona muy capaz y no quisiera perderte solo por, algo como esto —Oscar terminó y me observó atento—. ¿Entonces, qué dices? —me miró expectante.

Como un gesto al que siempre había estado acostumbrada, subí las mangas de la camisa que llevaba puesta mientras asentía a lo que él me decía. —Digo que, estoy totalmente de acuerdo. Solo fue un mal entendido —contesté con la voz más calmada que pude en ese momento—. Gracias por comprender el motivo de mi ausencia —sonreí aliviada, sinceramente eso era bueno. No me podría imaginar cómo reaccionaría su supiera la verdad.

Entonces, todo iba tan bien. Hasta que en medio de mi acción de acomodar las magas de mi camisa, lastimé las heridas que tenía en los brazos, las mismas que fueron hechas al colocar erróneamente el catéter la madrugada del día anterior. Un leve, pero audible quejido de dolor escapó de mis labios, mismo que no pasó desapercibido para Oscar quien, instantáneamente reaccionó preguntando si me encontraba bien. Yo lo miré tratando de no perder la calma y asentí intentando no mostrarme nerviosa.

—Sí, claro. No te preocupes. —sonreí suavemente e intente volver a bajar las mangas de mi camisa pero, Oscar ya se había levantado de su asiento se había acercado a mí, mirándome con un ceño fruncido.

—¿Segura que estas bien? —preguntó dudoso y con cuidado, retiro mi mano de la camisa, dándose cuenta de los hematomas en mi brazo derecho y las marcas de los pinchazos en las venas. Me miró con una expresión confundida y luego, pasó sus dedos por su cabello—. Marissa... No, no quiero pensar que tú...

Eso solo me hacía ver de una manera y, no podía dejar que se hiciera ideas erróneas.

—No, no, espera, Oscar. No es lo que piensas, no soy drogadicta —le respondí al instante, poniéndome de pie de la silla frente a su escritorio, levantando ambas manos frente a mí en señal de defensa.

—¿Entonces qué significan esas marcas? —su expresión había cambiado por completo, ahora se había vuelto más seria y dura. Parecía dubitativo—. Pero no lo entiendo, pasaste el examen de antidoping... A menos que, hayas entregado uno falso —me miro entrecerrando los ojos y comenzó a caminar hacia mí—. ¿Eso fue lo que hiciste, alterar tus resultados para conseguir el puesto? —seguía acercándose a mí de forma intimidante y no podía evitarlo.

—Oscar, te juro-o por mi vida que no es lo que-e crees —hablé de forma entrecortada, los nervios me estaban ganando la batalla y mientras caminaba hacia atrás, no me di cuenta que estaba dirigiéndome a una mesa de madera en medio de la oficina.

No tardé mucho en chocar con ella, haciendo que el florero de cristal que había sobre esta cayera al piso, derramando su contenido y rompiéndose en mil pedazos. En que esto no podía ser peor.

Oscar miro la escena aturdido y pasó sus manos por su rostro claramente molesto, quitándose las gafas. Yo empecé a ponerme más nerviosa que las manos comenzaron a temblarme.

—¡Oh, Dios! Lo siento, lo siento, ¡de veras lo siento! No te preocupes, en este momento limpio este desastre...

—Por favor, deja eso ahí, en un momento llamó a limpieza para que me ayuden con eso. —contestó Oscar, llevándose dos dedos al puente de la nariz, cerrando los ojos y soltando un suspiro exasperado.

—No, no, tranquilo, yo te ayudo —contesté rápidamente, tratando de tragar el nudo que se estaba formando en mi garganta. Con manos temblorosas, me agaché para empezar a juntar los fragmentos de vidrio, sin embargo y gracias a las sacudidas involuntarias de mis manos, apenas había recogido unos cuantos pedazos cuando uno de ellos terminó escapando entre mis dedos, cayendo de nueva cuenta al piso. Cuando quise volver a tomarlo, el borde afilado cortó la palma de mi mano izquierda, creando una herida profunda que ya estaba comenzando a sangrar.

Abrí mis ojos ante la impresión y rápidamente, me incorporé, tratando de hacer presión con mi otra mano pero, un poco de sangre ya estaba escurriendo por mis muñecas. Oscar al ver esto, se acercó rápido a mí, y cuando notó mi mano herida, sus ojos también se abrieron más ante la impresión.

No dijo nada, solo con rapidez, tomo el paño blanco que estaba en la bolsa de su saco y lo envolvió en mi mano. Este, al instante, comenzó a teñirse de rojo.

—¡Dios mío, tenemos que llevarte al hospital! —comentó alarmado.

—No... ¡no por favor! No me lleves ahí, por favor, ¡por favor! —negué rápidamente con la cabeza, el miedo empezó a apoderarse de mí y a los pocos segundos, empecé a hiperventilarme, estaba teniendo un ataque de pánico.

Oscar me tomo por los hombros y me llevó hasta el sofá que estaba a nuestra izquierda. Me sentó en él y dejó sus manos en mis brazos. —¡Marissa, por favor, guarda la calma! Es necesario que un médico te atienda —me miró a los ojos, claramente preocupado. Su respiración estaba agitada y sus pupilas dilatadas.

—¡No, no, no, por favor, no! —cerré mis ojos con fuerza, apretando mis manos, haciendo que la herida doliera más.

Mi miedo ya era tanto, que comencé a respirar cada vez más y más rápido, mi sistema estaba colapsando y en medio de esa crisis nerviosa, terminé desmayándome en el sofá.

***

Nota de la autora: Les avise que este capítulo iba a estar un poco... digamos, fuerte. Pero es importante. Muy importante, sobre todo, para entender lo que sucederá cuando Oscar comience a investigar un poco más sobre las cosas que le están pasando a Marissa. Ira atando cabos, poco a poco hasta que al fin, ella le confirme las cosas... Y empezará lo bueno, gente, ASDFGHJIKOLPÑ. Ya quiero llegar a eso, pero necesito dejar bien estructurado todo el antecedente de la relación que construiremos aquí...

Este drama lo necesitamos para justificar todo el romance que habrá después junto con más drama jajaja.

Espero que, hayan disfrutado el capítulo, lamento si les generó algún tipo de angustia, prometo que será bien recompensada.

Y también, disculpen la tardanza en actualizar. Saben que esta historia es mi bebé, me quiero tomar mi tiempo con ella. Es un poco más complicado escribirla. Pero, vamos poco a poco.

Gracias por seguir aquí, little moons. Si tienen alguna teoría, me encantaría saberla. :D Jejeje.

Nos estamos leyendo pronto, les dejo a papi como siempre. Laters, gators. :3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top