SenjuKiyo Week Día 1: Flores
Desde hace un buen tiempo Senjuro había comenzado a sentir cierta atracción a una de las niñas de la finca mariposa, el todavía no se explica el por qué de un momento a otro comenzó a sentir atracción hacia ella, lo que sabía era que quería darle algo para demostrarle su amor. Algo pequeño, no muy grande y no muy costoso, algo que le gustará a ella y que fuera simple pero bello, esa era la idea principal que tenía para su regalo, por un momento penso en hacerle o comprarle un kimono pero luego descartó esa idea por una mejor. Flores
Ese día intentó hacer todos los deberes de la casa lo más rápido que pudo, luego se fue directo a un campo de flores el cual no quedaba muy lejos de su hogar, solo esperaba que su padre no se enojara, llevó una canasta consigo para guardar las flores allí, estaba algo nervioso ya que no estaba seguro si a ella le gustaría o no, solo quería darle un pequeño regalo que demostrará su amor. Sin darse cuenta ya había llegado al campo de flores, sonrió al observar las diferentes flores con distintos colores y tonalidades, recordó el nombre de algunas
—¡vaya, hay margaritas, rosas, claveles, azucenas!— así comenzó cada flor que reconocía pero su vista se detuvo en punto en especifico, en medio de unas rosas blancas se encontraba cierta niña de cabellos negros y ojos rojos, se sonrojo, no podía creerlo. Ella estaba allí —K–Kiyo...
Al pronunciar ese nombre la pequeña se exaltó un poco girando su cabeza con un sonrojo en sus mejillas, los dos se observaron por un largo rato en silencio sin decir palabra alguna, Kiyo trago grueso al verlo, ¿que hacía allí? ¿A qué venía? ¿Había descubierto su plan?, no lo entendía, noto cómo el Rengoku menor traía una canasta, ¿venía a recoger flores? ¿Pará quién? ¿Pará ella?, el pensar que probablemente Senjuro había ido allí a recoger flores hacia su corazón saltará, los dos siguieron en silencio hasta que el pelinaranja habló
—¿te ayudó?— su sonrojo aumento, bajo su cabeza asintiendo nerviosa, el Rengoku se acercó a ella ayudándole a recoger las flores —¿viniste sola?
—vine junto Shinobu–Sama— ella señaló un lugar alejado unos metros de donde estaban ellos, la pilar estaba recogiendo flores para sus venenos y medicinas —y tu, ¿estás solo?
Desvío su mirada rascándose la nuca
—si...— murmuró por lo bajo algo nervioso
Los dos comenzaron a recoger las flores, Kiyo tarareaba una dulce canción mientras que Senjuro le oía atentamente, cuando el sol se estuvo ocultando Shinobu le hizo señas a la menor, tenían que volver a casa, Kiyo se rasco la mejilla derecha y tomó con rapidez una rosa y se la extendió a Senjuro
—¡para ti!
El se sonrojo, acepto el regalo con nervios e imitó la acción, ella sonrió tomando la flor con una grata sonrisa
—¡gracias Senjuro–Kun!— y sin decir nada más, se fue junto Shinobu dejando a un enamorado Senjuro en medio del prado con una sonrisa la boba
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