Capítulo dos
El salón lucía glorioso y elegante, los invitados y estudiantes de la escuela donde Albafica asistía portaban sus mejores prendas.
El lugar estaba adornado de distintas flores y tiras de tela de colores, en el centro colgaba un grande candelabro como si se tratara de un salón antiquísimo.
Albafica se encontraba pacientemente en una de las bancas que se situaban en el jardín. No tenía muchas ganas de estar recibiendo a sus invitados y ahora solo se quedaba observando a las personas que pasaban frente a él.
Lune no había asistido a su cumpleaños, se había enterado por uno de sus familiares que no lo habían dejado salir porqué se vería con uno de sus compañeros de la escuela, uno muy distinto a ellos porqué tenía fama de andar en malos pasos.
El joven del cumpleaños seguía perdido en sus pensamientos, sin embargo su mirada de perdió en un punto exacto donde los demás invitados pasaban y logró contemplar una silueta conocida.
Enfocó mejor su vista y se dio cuenta que ahí estaba el mismo sujeto que acompañaba siempre a su primo Lune.
Aunque venía solo y eso se le había hecho extraño porqué un sujeto como Minos, siempre estaba con compañía.
Inseguro se levantó de la banca y se abrió paso entre la multitud, comenzó a caminar hasta donde se encontraba Minos.
El joven de cabellos plateados estaba molesto, muy molesto porqué se había dado cita en la fiesta tan solo por ver a Lune. Pero este jamás llegó.
Su chamarra de cuero la llevaba en su mano con pereza, por más que intentaba dar vueltas en el jardín, no lograba encontrar algo que fuera de su agrado ni mucho menos alguien que conociera.
Comenzó a dar unos cuántos pasos sin sentido retrocediendo pero no se esperaba chocar con alguien más.
Reaccionó por inercia muy nervioso, se topó con alguien más, pensó que aquella persona con quien chocó le reclamaría y tendría que pedir disculpas... algo que no era muy común en él, pero estaba en una fiesta donde no se sentía a gusto.
Grande fue su sorpresa al darse cuenta que con quien tuvo ese pequeño percance era nada menos que el mismo anfitrión de la fiesta, aunque esta ocasión lo pudo observar a una cercanía mucho mayor.
Sus pupilas se dilataron al verlo, sus músculos se tensaron y se quedó sin poder responder algo.
Mientras ellos seguían mirándose el uno al otro, el tiempo seguía corriendo mientras inundaba ese momento un silencio incómodo.
Albafica lo observaba sereno, mientras el mundo seguía su ritmo, eran solo ellos dos los que se detuvieron.
Minos observaba fijamente al contrario y ahora era el turno de Albafica desviar su mirada constantemente porqué los nervios comenzaban a traicionarlo.
— Lo siento.
Fue lo único que logró decir Minos, intentando armarse de valor para romper ese silencio entre los dos.
— Descuida, solo qué... Te vi solo y pensé que buscabas a Lune.
Minos se llevó una mano a su larga cabellera plateada sonrojandose un poco.
— Así es, pero parece que me dejó solo y yo... No me siento a gusto aquí.
Albafica cerró momentáneamente sus párpados y después se le había ocurrido una idea grandiosa.
Pasar lo que resta de la fiesta con él.
Después de todo no tiene el valor de dejarlo solo y verlo sin compañía.
— ¿Te parece si ambos nos acompañamos esta noche?
Minos observó el cielo, estaba totalmente despejado. Ahora que lo pensaba mejor, jamás se había dado esa oportunidad de maravillarse con la inmensidad de la noche.
Dejó escapar una sonrisa y nuevamente bajó la mirada para encontrarse con esa mirada seria de Albafica.
Quizá aquel muchachito refinadito caiga a sus pies como sus demás conquistas como lo ha hecho con anterioridad.
Podría divertirse un rato con él y después todo como si nada.
Minos tomó la mano del joven de la fiesta y salieron corriendo de ese lugar para estar en un sitio más privado de jardín.
— Creo que llegué sin darte un regalo.
— No serías el único sin detalle, además no sé porqué siempre nos traen obsequios que ni siquiera nos gustan... Yo creo que lo hacen por molestar.
Minos intentaba regalarle pequeños guiños para intentar hacerlo caer como regularmente lo hace con sus conquistas.
Pero Albafica simplemente no le daba la mayor importancia a sus impulsos de galanería.
Minos intentó en ese momento robarle un simple beso pero lo único que logró ganarse fue un golpe en su estómago por querer pasarse de listo con él.
— No suelo ser así Minos.
Fue entonces que aquel joven de cabellos plateados se dio cuenta que Albafica era una persona que no cedería tan fácil y eso comenzaba despertar aún más su curiosidad.
Dentro del salón la fiesta seguía, Minos desvió levemente su mirada al salón y después al joven del cumpleaños.
— Parece que no disfrutas de tu fiesta.
— No me gustan.
En ese preciso momento se le vino una idea, quizá le levante los ánimos, desde el momento que comenzaron hablar se había dado cuenta que su semblante era muy diferente, en su mirada podía notar una tristeza inexplicable.
También analizó su comportamiento... ¿Cómo se le había ocurrido intentar besarlo?
En la parte trasera del salón, se encontraban unas escaleras que conducían a la parte más alta de salón.
El joven de cabellos plateados tomó la mano de Albafica y con pasos apresurados lo guio hasta ese lugar.
Cuando llegaron a la parte más alta ambos tuvieron una vista más completa de la ciudad.
Con cuidado se acercaron a la barda, desde unos cuántos metros todo se veía pequeño.
— Es extraño que es tu fiesta y no estás presente.
— Prefiero estar aquí, eres insoportable pero... Al menos no eres como mis invitados — Respondió Albafica mientras se recargaba en la barda.
— ¿Porqué lo dices? Tienes todo lo que gustes y mandes.
— A veces quisiera que esto fuera un simple sueño, quisiera... Saber lo que es la felicidad.
Minos se acercó al joven, Albafica era alguien extraño y fascinante.
A lo lejos se podía escuchar una balada suave, una que incita a bailar lentamente con la pareja.
— Los sueños son extraños y a veces confusos.
Albafica al escuchar estas palabras provenir de ese joven que al principio se le figuraba como alguien detestable y muy egocéntrico, se dio cuenta que en realidad había algo más, una persona cálida que es capaz de escuchar y sobre todo de comprenderlo.
Sus pupilas se dilataban cuando posaba su mirada fijamente en él, su respiración lenta y pesada acompañado de una ligera sensación en su estómago.
Minos no supo explicar su sentir, pero verlo de esa manera le parecía de lo más inocente e incluso...
Hasta lindo.
Las ganas de querer molestarlo como lo había planeado con Lune se habían esfumado.
Se dio cuenta que solo se dejó llevar por los que hablan a espaldas de Albafica, pero ahora que tuvo la oportunidad de conocerlo, en cuestión de segundos le robó el aliento.
Minos estaba dispuesto a tomar su mano pero comenzaron a llamar al joven festejado por medio del micrófono, su oportunidad de acercarse más a él se le fue totalmente.
— Yo no quería esto.
— Aún somos jóvenes para que nos tomen en cuenta pero — En ese momento Minos envolvió en un cálido abrazo a Albafica — Puedes disfrutar de lo que reste de la noche.
Segundos después, Minos se encargó de llevar al joven festejado nuevamente al salón, para que no hubiera problemas, le mencionó que lo vería desde la lejanía para que su familia no fuera a molestarse.
Su cumpleaños después de todo no fue tan aburrido como él lo pensaba.
Cuando llegó la hora de despedirse, Minos lo abrazó y sin ningún toque de malicia besó su frente dejando al joven Albafica muy confundido.
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