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Bajandose del tren sosteniendo su sombrero, la dulce mujer miraba a su alrededor, ese era su nuevo hogar, un lugar a la orilla del mar, en un pueblo colorido y tranquilo como lo es Portorosso

Adecuarse fue fácil, una pequeña escuela, el aroma de las nuevas comidas inundaba su nariz, pescado fresco, camarones, algas, pulpo, un delicioso y novedoso pesto que nunca antes había probado y pasta, de formas y colores distintos, acompañados de un queso que hacía que su paladar se derritiera

El clima cuando se había mudado era finales de primavera, y ahora que empezaba el verano, podía disfrutar de todo aquello de mejor forma, sus padres finalmente le dejaron ir a la playa, y esa experiencia sería inolvidable

No había casi nada de gente, al ser el inicio de la temporada, el sonidos del mar llegando tranquilo a las orillas de Portorosso le generaban una calma increíble, hasta que escuchó algo, una perturbación, como un chapoteo solo perceptible para ella, llena de miedo se acercó, y se detuvo en seco al verlo, era un sireno, de ojos verdes, los chapoteos eran porque este batallaba por salir

Ella no dudó ni un segundo en ayudarlo, por supuesto que tenía miedo, todos los humanos le temen a lo desconocido, pero su desesperación era tan grande, no podía soportarlo, así que con fuerza hábilmente le sacó de la red, y ésta criatura le miró, fijo, algo sucedió durante ese intercambio de miradas, algo profundo que empezaba a alterar la química en la cabeza de ambos y sin decir nada, cuando un ruido desconocido se acercó, el sireno volvió al agua, mientras el ruido era de dos personas, una pareja gentil de un pelirrojo y una chica de cabello rizado, alertados al creer que ella se estaba ahogando, pero aliviados de que no hubiera Sido así

Día y noche, en sus sueños y amaneceres, la precisa mirada esmeralda de ese sireno estaba en su cabeza, la forma en la que la vió, el color perlado de ese azul de sus escamas, todo era impecable cuando pensaba en él, iba a la playa, con la esperanza de verlo nuevamente, pero nada, y no era sopresa, cuando intentó hablar sobre su caso, la gente le dijo que lo había soñado por los rumores, todo sireno debía ser aniquilado, eso le encogió el corazón, jamás dejaría que algo así le suceda a un ser tan hermoso como él

Finalmente, decidió rendirse, quizá y tenían razón, ese ser no existía, era un sueño del que la pareja pelirroja le había despertado por estar cerca de una red, y ese pensamiento le generó una enorme angustia, y decidió darle una pequeña despedida

Se fue sola en un atardecer, en un antiguo muelle que nadie usaba por su antigüedad, a sentarse a ver el sol bajar y el cielo cambiar de color, con el punto más brillante la zona en la que el sol y el mar se tocaban, una lágrima salió de su mejilla, su corazón se había flechado con esa criatura hermosa de ojos jade, y con esa angustia sentía... Que iba a morir...

C-CRACK!!!!!

Sin poder alcanzar a gritar, el viejo muelle cedió por completo haciéndola caer al vacío del mar, ellas no sabía nadar, y aún si supiera no veía nada más que la madera del muelle, y subir por el agujero no era opción porque la lastimaría, el aire le faltaba, sus brazos no la ayudaban a salir, sentía que hasta ahí había llegado

Hasta que sintió una ráfaga hacia ella, alguien la había sujetado, la tomó en brazos y le llevaba a la superficie, el atardecer casi terminaba, arreboles en el cielo, el sireno le había llevado a la orilla, pero había un detalle, ella no se quería soltar

-... Por favor.... Debo irme...

-No...

Escuchar su voz y saber que podía hablarle le hizo abrazarle con más fuerza, no le importaba casi morir, estaba feliz en esos brazos

-Debo regresar... Sabes que estoy en peligro...

-... Al menos dime tú nombre...

-Alberto...

-Alberto... Alberto yo... Te busqué...

Se aferró más a él al decir esas últimas palabras, y él no dudó en apretarle en su abrazo, saber que el sentimiento era mutuo era algo que le provocaba una sensación maravillosa

-No te vuelvas a poner en peligro así... Qué haría yo si te vuelves a hacer daño?

Eso le hizo sonreír, y separarse lo suficiente para ver su rostro, ver esos ojos la aliviaba, y para él, ese rostro más detallado era un regalo del cielo, le miraba con tanto amor que sentía que podía derretirse, mirarse mutuamente les estaba haciendo realmente felices

-No me has dicho tu nombre...

-Candy... Mi nombre es Candy...

-Candy... Wow... Tu nombre realmente va con como te veo...

Una hermosa sonrisa y un sonrojo tiñó sus mejillas, y a partir de eso se volvieron inseparables

Su historia de amor fue hermosa, mucho entendimiento y conversación, podían pasar horas hablando sobre distintos temas, y nunca se aburrían el uno del otro, días, meses... No había en el mundo dos almas más afines cuando la playa se vaciaba, y estaban estos dos seres mostrándose un cariño sumamente especial

Pero era hora de dar el siguiente paso

Sujetándose las manos mutuamente en una noche de luna llena, ambos tenían los pies en el agua y lentamente se empezaban a sumergir, se acercaron, mutuamente con la ternura de su creciente relación a finalmente darse un beso, lo que marcaba la renuncia de la humanidad de la chica, que adquiría en ese momento una forma de sirena y le sonreía con amor

El pecho de Alberto se sentía lleno de amor y alegría, verla así y haberla podido besar era la cúspide de la felicidad que nunca creyó tener, y en medio de la hermosa luz de luna, ambos se besaron apasionadamente ahora que no había barreras, y juntaron sus frentes para dar inicio a su nueva y dichosa vida

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