V E I N T I U N O

8. Tercer intento, la tercera es la vencida


Ese día me olvidé completamente de las clases. Cuando volví a la universidad fui directamente a buscar a Lou y la hallé en una de las mesas del segundo piso de la biblioteca. Estaba concentrada leyendo Frankenstein y no pude evitar pensar que solo lo había tomado porque Dolly se lo había dicho... aunque fuera un chiste.

Me senté en la silla frente a ella y ella no levantó para nada su mirada. O estaba muy inmersa en sus páginas o me estaba ignorando. Como fuera, no pronuncié palabra por varios minutos, solo la observé.

Sacando el drama en general, era cierto que ella de algún modo había escogido a Dolly por encima de mí y esa sensación de insuficiencia como persona me atenazó con mucha más fuerza. Yo había tratado de ser bueno con Lou, de hablarle, prestarle atención, estar siempre a su lado, y teniendo en cuenta que yo era todo lo que ella conocía, no me cabía en la cabeza su repentino desenamoramiento por mí. Peor aún, pensé en que se había enamorado (según su concepto ficticio del amor) de Dolly en unos minutos porque había hablado con ella, así que era de suponer que eso hubiera pasado con cualquiera que intentara sacarle charla, no solo con Dolly.

—Hola, Lou —murmuré al fin.

Ella me observó y sonrió; no me había visto antes.

—¿Y Dolly?

—Debe estar en clase.

—¿Me dices en qué aula y voy a buscarla?

—No.

—¿Por qué?

—¿Por qué dijiste que estabas enamorada de ella? —corté.

—Porque siento que lo estoy, Jonathan. Dolly es muy bella, es diferente a las demás chicas que veo por los pasillos, físicamente me refiero, pero luego hablar con ella es como obtener un pedacito de su corazón. He charlado con pocas personas desde que me creaste, es cierto, pero ninguna tiene una forma tan pura y sincera de hablar o de hacer sentir.

—¿Tú qué sabes de sentir? —dije a la defensiva.

—Supongo que lo que he podido aprender —resolvió—. Nunca podré saber si yo siento igual que un humano; no puedo saber cómo sienten ustedes y ustedes no pueden saber cómo siento yo, así que es un misterio hasta qué punto son iguales nuestras emociones.

—Entonces no puedes estar segura sobre Dolly.

—Sí y no. Creo que sería muy arrogante de mi parte asumir que puedo sentir amor como tú o como ella, ¿sabes? Pero he leído que no hay nada más grande y poderoso e intangible que el amor, en los libros lo describen como una especie de combustible que es capaz de hacer todo, de sacrificar, de arriesgar, de alegrar. El amor es el mayor logro del ser humano y cuando tiene a quién dárselo, el humano se siente completo, no porque antes fuera una mitad sino porque siente que encaja mejor acompañado. —Mordió su labio y vi contrariedad en sus ojos, como si no supiera muy bien de qué hablaba o quisiera expresarlo mejor pero no hallaba las palabras—. Emmm... Sé que su rango numérico para la mayoría de cosas es el cien por ciento, así que supongo que al hallar a esa persona se vuelve doscientos ¿me entiendes? No es que antes sea un cincuenta por ciento; no son medias, son solo dos completos que se juntan.

Arrugué la frente, medio enojado de que ella pudiera expresar la definición del amor de una manera que a mí jamás se me hubiera ocurrido.

—¿Eso qué tiene que ver con Dolly?

—El amor es el mayor logro de una persona —repitió—, y no sé cuál es el rango de mis logros como pers... como creación tuya, pero sí sé que lo bueno que pueda salir de mí, me gustaría compartirlo con ella. ¿No es eso amor, Jonathan? ¿pensar en ser mejor para ofrecer lo máximo a alguien? O sea, no darle lo mejor del mundo, pero sí lo mejor de uno mismo.

Apreté tanto las manos, que las uñas se me marcaron en la palma, dejando impresión de medias lunas. No sabía por qué estaba tan molesto; o sí lo sabía, pero me molestaba molestarme por eso. Lo consideraba absurdo y aún así lógico.

—¿Y qué hay de mí?

—¿De qué?

—¿Qué sientes por mí?

—Creo que te aprecio y mucho.

El reclamo me salió sin pensarlo dos veces, sin importarme lo absurdo que pudiera sonar:

—¿Qué tiene Dolly que yo no tenga?

—Dolly tiene una facilidad para ganarse el cariño más rápido —dijo. Aparte de todo lo que estaba mal con Lou, tampoco tenía tantico tacto, ni emoción para decir esas cosas como una persona normal. Lo decía como si hablara del clima o como si fuera una simple grabación—. Ella es sincera y con los pies en la tierra.

—Yo he sido sincero.

—¿Contigo mismo?

—No hablo conmigo mismo —respondí, algo confundido.

—Cuando hablas conmigo usas palabras y expresiones que me complazcan —explicó—. Hace unos días regué tu café sobre un trabajo, fue accidente, sí, pero no me dijiste nada pese a que en tus ojos había rencor. ¿Por qué no me hiciste el reclamo? Es normal enojarte, es parte de tu humanidad.

¿Acaso La cosa me está dando lecciones de humanidad?, pensé.

—No quería gritarte.

—Debiste. A eso me refiero. Eres complaciente y al serlo, dejas de ser sincero contigo mismo. Dolly no. Ella me ha dicho cuando no le agrado o me ha hecho malos gestos, ¿entiendes? Ella es real, auténtica y maravillosa.

—Yo te creé, Louisa.

—Y te lo agradezco. Pero Dolly...

—Dolly no te corresponde —tajé.

—Puedo intentar...

—No, no puedes. No te corresponde. Parte del amor también es aceptar bien cuando no te corresponden.

—¿Entonces por qué te enojas porque yo no te correspondo?

—¡Porque yo te hice! —siseé.

—Dolly también ayudó en eso.

—Tú deberías estar conmigo.

—Pero terminé contigo —razonó, sin pizca de alteración en la voz. Yo estaba atravesando una maraña de cosas en la mente, no sabía ni qué sentía exactamente—. Me hiciste fiel y por eso terminé contigo antes de pretender a Dolly.

—¡No estás pretendiendo a Dolly!

—¿Tú sí?

—¡No!

—¿Por qué te enojas entonces?

—Porque... porque... —Me odié por vacilar así. Parecía un estúpido—. ¡Porque sí! ¿Sabes qué? Quédate acá otro par de horas; a eso de las siete vendré por ti e iremos con Dolly a La guarida.

—¿A dónde?

—A donde te creamos.

—¿Para qué?

—Anotaciones en la bitácora —mentí, usando la excusa que Dolly había usado con Mel—. Luego te dejaré hacer lo que te plazca.

***

Dolly salía más tarde, pero fui y le pedí que por favor hiciera una excepción. Aún tenía un gesto de rencor para conmigo pero no objetó; alegó dolores de cabeza y la dejaron salir una hora antes (hora que tuvo que reponer después).

—¿Cómo te fue? —dije camino a la biblioteca, intentando romper el hielo.

—Solo me fue.

Ante su tono cortante preferí no decir más. Buscamos a Lou que se alegró de sobremanera al ver a Dolly, mas esta se mantuvo al margen y su saludo fue:

—No me vas a tocar, Louisa.

Lou agachó la mirada pero no contradijo nada. Caminamos juntos hasta la facultad de ciencias y entramos por el oscuro pasillo desde el laboratorio en el primer piso. Antes de llegar a la puerta de la Guarida, cuando aún estábamos en penumbras, tomé a Dolly por la muñeca y ella se detuvo.

—Sigue adelante, Lou —pedí y sus pasos sonaron hasta alejarse. Casi no podía ver a Dolly, pero sí la sentía. No la había soltado—. Dolly, perdóname.

—¿Por qué exactamente?

—Por todo.

Se soltó de mi mano. La imaginé blanqueando los ojos.

—Vamos rápido, ya quiero irme —musitó y amagó de alejarse. La tomé de nuevo y la halé sin tanta fuerza, quedó su cuerpo justo enfrente al mío. Apenas y la veía pero sí pude escuchar su susurro fracturado—. Déjame, Jonathan.

—Dolly, eres muy importante para mí. —La escuché resoplar—. Eres la única que ha estado conmigo, la única que me apoya.

—Y aún así no parece ser suficiente.

Se soltó de nuevo y definitivamente, para casi trotar hasta la entrada de la Guarida. No pude decirle nada más y entramos los tres. Encendimos todo en silencio, con Lou mirándola a ella con adoración y yo igualmente mirándola con tristeza. Algo me decía que luego de decirle adiós a Lou, también tendría que decírselo a Dolly.

De repente, y cuando yo estaba manipulando el computador, Lou habló con tono dolido a nadie en particular.

—No vamos a hacer anotaciones, ¿verdad? Van a eliminarme.

Me mordí el labio inferior sin voltear a mirarla. Dolly no se cortó para nada:

—Sí. Fuiste hecha para Jonathan pero no cumpliste tu misión.

Lou suspiró, como si le doliera pero no pretendiera hacer lucha alguna por no ser eliminada.

—Porque me enamoré de ti.

—No puedes amar.

—Ustedes no pueden darme explicación real de lo que siento por ti, Dolly, así que prefiero llamarlo amor.

Dolly destensó su entrecejo pero siguió con su actitud austera y de brazos cruzados.

—Llámalo como quieras, no puede ser amor.

—¿Cómo es el amor para ti, Dolly?

Dolly volteó a mirarme pero en cuanto nuestros ojos conectaron, sus cejas se unieron en la mitad. Dios, me odiaba.

—El amor es una ilusión muy injusta, Louisa. Te hace creer que con darlo todo es suficiente, pero resulta que no; si un corazón no te corresponde, no importa qué tan duro intentes, es en vano. Es como un hamster andando en una rueda, por más rápido que corra, no va a llegar a ningún lado.

Louisa se acercó lentamente a Dolly, con un gesto lastimero. No había caído en cuenta en que ni Mel ni Lou tenían la capacidad de llorar, pero lo supe al ver que al rostro de Lou se le ciñó la tristeza y supuse que de poder, sus mejillas estarían empapadas. Dolly retrocedió un par de centímetros así que Lou ralentizó más sus movimientos.

—No voy a intentar hacerte nada —le aseguró. Dolly dejó de retroceder y quedaron a solo un paso de distancia. Se miraron a los ojos y Lou habló de nuevo—. Lo que acabas de decir es lo mismo que yo no pude expresar para referirme a ti, ¿sabes?

—Tú no sabes amar.

—Pero quise intentarlo.

—De nada te hubiera servido. Hay incluso humanos que no saben amar, Louisa.

—Está bien. Te creo.

La incubadora emitió un pequeño pitido que significaba que estaba lista para ser usada y solo bastó eso para nivelar un poco la densidad del ambiente pues todos desviamos la atención a lo que iba a suceder. Lou miró la máquina y luego a Dolly.

—¿Puedo...? ¿puedo abrazarte? —le preguntó-. Como una despedida.

Dolly titubeó pero la miró a los ojos una vez más. Se encogió de hombros como dándole el permiso y Lou se acercó para estrecharla por los hombros. Dolly le correspondió con menos entusiasmo, apenas y se agarró de su chaqueta, casi abrazándola.

Le empezó a hablar algo al oído a Dolly y esta se limitaba a asentir; era una despedida, de esas en que se dicen muchas cosas al saber que habrá una larga separación; en este caso, una permanente. No logré escuchar todo lo que le dijo, pero sí una frase:

—El hámster no llegará a ningún lado, pero no se rinde nunca.

Louisa se separó y le sonrió con ternura. Dolly le devolvió el gesto aunque menos efusivo, era más bien compasivo. Luego Lou se acercó a mí; me puse de pie en reflejo y también me abrazó, poniéndose un poco en puntas. Yo sí la abracé con fuerza, sabía lo que era y lo que hacíamos allí, pero le había tomado aprecio, mucho más que a Mel.

—No dejes ir a Dolly. No estuve por mucho tiempo acá, pero me atrevo a asegurar que no hay otra como ella. —Lo dijo en un susurro sumamente bajito y estuve seguro de que Dolly no había escuchado—. Te deseo lo mejor, Jonathan.

Decirle un "igualmente" estaba demasiado fuera de lugar, así que solo asentí a su despedida. Lou caminó con calma hacia la cabina; sus manos rectas a los lados de su cuerpo y su frente en alto.

Miré a Dolly un momento y ella me devolvió la mirada; ambos teníamos los ojos cristalinos y fue sencillo dejar la ira de nosotros -la suya- un poco de lado por esos segundos.

Lou entró y cerró la puerta de cristal. Nos sonrió desde adentro y cuando su mirada se detuvo en Dolly, levantó su palma y la apoyó sobre el vidrio.

—Oprime ya ese botón —me exigió, al borde de las lágrimas.

Por segunda vez, no fui capaz de oprimirlo sin más mientras miraba a Lou. Dolly se acercó y dándole la espalda a la cabina y apretando los párpados, oprimió el botón con fuerza. Medio segundo y un pitido después, Lou ya no estaba.

Dolly exhaló con fuerza y vi su mano sobre el teclado temblando.

—¿Estás bien?

—No. Pero eso no te importa —espetó—. Harás un tercer intento, ¿cierto?

—Podemos esperar unos días... —murmuré.

Dolly me fulminó con la mirada y negó con la cabeza. Un arrebato de rabia la hizo empujar mi silla y quitarme de enfrente del computador. Ella misma empezó a escribir en los espacios de las características; estaba tan impresionado con su reacción que no me moví. Nunca la había visto en ese grado de furia.

Tardó dos minutos frente a la la pantalla.

—¿Qué haces?

—Esto es lo último que hago por ti, Jonathan.

Oprimió el primer botón y luego entró rápidamente a la cabina, pisando sin mirar la ropa que Lou traía y ocupando el vacío que ella había dejado. El proceso con ella adentro duró unos segundos y luego salió anegada en lágrimas.

—¿Te duele algo? —pregunté. Me acerqué a ella e intenté tocar su hombro, pero de un manotazo me retiró—. ¿Estás bien?

—¡Tú, Jonathan! ¡Tú me dueles porque eres un completo imbécil! —chilló. Mi boca se abrió de par en par al oírla gritar fuera de sí, tanto que no pude responderle—. ¡Y un estúpido y un ciego! ¡Por Dios, hasta Louisa se dio cuenta de lo que siento por ti y tú no lo haces!

Creo que antes de ese día no había lucido tanto como un idiota como al oír eso. Lo peor es que mi cerebro procesaba todo lentamente, tan lento que no le pude responder, de hecho creo que ni daba señales de haberla escuchado. Quedé encerrado en mi propia mente, en estado de pausa, solo oyendo de lejitos pese a estar a solo dos metros de Dolly.

—¡Te quejas de que eres una secuencia de últimas opciones, pero yo te he puesto siempre como primera opción y no te das cuenta! ¡O te das cuenta y no te importa en absoluto! —Sus ojos estaban rojísimos y su voz muy pausada, parecía que necesitaba aire urgentemente, era como si se estuviera ahogando—. ¡Te he puesto encima de lo me parece correcto! ¡Te he ayudado con esta locura porque he pensado que eso es lo que te hace feliz! ¡He estado obligada a ver cómo tus ojos se enloquecen al ver salir a esos fenómenos perfectos de allí! ¡Insistes con eso de que nadie es capaz de quererte, pero tú mismo no eres capaz de intentar querer a alguien real!

—Yo... —balbuceé. Ella continuó gritando:

—¡Tanta porquería que hablas de que personas como Amy solo buscan belleza cuando tú estás buscando exactamente lo mismo! ¡Solo quieres modelos perfectos y esperas que se enamoren de ti, y te enojas porque no lo hacen y yo que estoy aquí sigo siendo invisible porque no soy perfecta como Melinda o Louisa! ¡Y sé que no es tu maldita culpa porque nada te obliga a quererme o a buscar cosas en alguien que yo no tengo, pero el quedarme sí es mi culpa, yo...! —Calló en busca de aire y al tomarlo en una larga bocanada, remató—: ¡Yo sí tengo la culpa de quedarme como idiota a tu lado observando cómo buscas y buscas la perfección en otras! Contigo me rindo —murmuró un poco más calmada, como si su ración de gritos hubiera sido agotada—, pero no conmigo. No puedo rendirme conmigo misma para intentar ocupar un vacío que quieres llenar con imposibles.

Querido amigo, no sé si alguna vez has estado en una situación similar. No por el contexto, sino por los gritos, las palabras, las revelaciones de sopetón que lo dejan a uno en blanco. Si lo has estado, sabrás que la lógica no conecta mucho durante esos segundos al ser reemplazada con adrenalina, por eso mismo es que en medio de las discusiones se gritan verdades sin filtro o en mi caso, estupideces a falta de otra cosa:

—¿Estás... estás... emmm... de... de mí? Emmmm...

—¡E-na-mo-ra-da! —silabeó—. ¡Di la maldita palabra completa! ¡Y sí, gracias por notarlo, eres un genio! —Su sarcasmo me hizo sentir terrible—. Pero no importa. Sea como sea el amor no puede pasar por encima de mi dignidad y ya no tengo nada que hacer acá contigo ni ahora ni después. —Una lágrima bajó de cada uno de sus ojos. Las limpió con furia y me miró con fiereza de nuevo. Sus siguientes palabras salieron bajas pero firmes—. Me rindo, Jonathan. No te voy a reprochar tu forma de actuar, ni puedo culparte por buscar una mujer perfecta, pero sabiendo plenamente que yo no puedo ofrecerte eso, me voy. No puedo seguirme lastimando para tenerte feliz a ti.

Con su puño y con mucha fuerza, oprimió el botón de encendido de la máquina; esta empezó su zumbido en ascenso.

—Ojalá con esta te funcione.

Ante mi expresión abrumada y mientras se hacía otra chica en la cabina, la vi correr hacia la puerta y salir a la oscuridad del pasillo. 

***

*Thyfhanhy INC huye*

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