V E I N T E
Mark tenía el corazón acelerado, con esos latidos desenfrenados que solo pueden ser resultado de leer un buen libro.
Se avergonzaba de pensarlo, pero en el momento en que Jonathan estaba con Dolly frente a esa ventana, se subió de puntas en su cama, rogando al cielo que hubiera beso.
Cuando no lo hubo se desinfló notablemente.
Agradeció mentalmente que ese capítulo lo hubiera agarrado en casa y no en la universidad donde debía mantener su gesticulación neutra para no quedar como una fangirl frente a sus compañeros.
Cerró el libro en ese momento, agitado por la emoción. Se dijo que iba a continuarlo mañana. El punto siguiente era la ubicación del laboratorio y desde que había iniciado en la página uno, se había dicho que ese capítulo debía leerlo en la universidad para seguir finalmente las pistas y ver si realmente La Guarida existía.
Llegados a ese punto y teniendo en cuenta todo lo que Jonathan relataba, no se planteaba realmente el intentar el experimento —si es que todo era cierto—, pero su alma aventurera le pedía explorar. Y quizás tomarse selfies interesantes con máquinas raras de fondo para subir a instagram.
***
Tenía una hora libre esa mañana de principios de octubre y la usó para leer el siguiente capítulo. Leyó con rapidez la introducción de Jonathan, eso de "Querido amigo, acá te advierto que hay que ser prudente..." y bla, bla, bla, no le interesaba hoy. Ya cuando terminara de buscar el lugar leería ese fragmento con calma y lo apreciaría.
Palabras más, palabras menos, decía al comienzo lo que él ya sabía, que estaba en la facultad de ciencias. Estaba saliendo de su edificio y empezó a caminar hacia allí, cuando se tropezó sin querer con el maestro Watson.
Mark enrojeció y su maestro le sonrió, quitándole importancia.
—¿Vas tarde a clase?
—No, tengo esta hora libre. Iba para la facultad de ciencias.
—Entonces vas en el sentido equivocado. —El maestro se rió.
Mark hizo un mapa mental según lo que decía en el libro y sabía que iba en la dirección correcta. Él nunca se había interesado en las demás facultades y la universidad era demasiado grande como para sentir interés en conocer toda su arquitectura, además no le habían coincidido clases en ese edificio. En el libro decía que era el primer edificio luego de entrar a la universidad por la puerta principal y allí solo había uno.
—¿No es el primer edificio entrando?
—No desde hace como quince años —replicó—. Ahora es ese. —Señaló atrás de Mark—. Lo cambiaron por problemas de infraestructura. Tuvieron que remodelarlo.
—¿Es decir que el anterior edificio de Ciencias es uno completamente nuevo?
Mark pareció desanimarse. El maestro solo se encogió de hombros.
—Casi todo. La mitad del primer piso se conserva, construyeron alrededor. Ahora es la facultad de artes escénicas.
Mark recuperó sus esperanzas al escuchar que parte del primer piso seguía allí. Si tenía suerte, esa parte sería la que tendría el laboratorio correcto.
—¿Sabe qué había en ese primer piso antes de la remodelación?
—Creo que una sala audiovisual, una bodega de implementos de aseo y un laboratorio. Además de un par de baños.
—¿Y qué hay hoy ahí?
—En la audiovisual hay un pequeño escenario donde algunos estudiantes recitan poesía de vez en cuando en sus talleres, la bodega creo que sigue siendo de lo mismo y el laboratorio es el aula de pintura. Es curioso que...
Mark empezó a andar hacia allí, dejando a Watson con la palabra en la boca.
—¡Gracias, profe!
Watson pulió una media sonrisa antes de seguir su camino.
Mark caminaba emocionado bajo el calor del sol. Entró al edificio indicado y no fue difícil buscar el área no remodelada, lucía más descolorida y sus pasillos más viejos. Buscó el aula que rezaba "Salón de pintura y almacenamiento" en una pequeña placa en la parte superior.
Se asomó por la pequeña ventanita rectangular y vio que afortunadamente no había nadie. Respiró hondo antes de girar el pomo esperando que no estuviese asegurado. Con su libro en la otra mano, se alivió de poder entrar sin problemas. Una vez adentro, puso el pestillo... por si acaso.
En el libro decía que fue allí donde Braiden terminó golpeando a Jonathan y tal como él escribió, había un enorme armario de utilería donde Braiden lo metió para encerrarlo allí.
Se notaba que las puertas habían sido cambiadas por unas de madera pulida, pero ya que el armario estaba empotrado en la misma estructura, no había manera de cambiarlo. Lo abrió y suspiró al verlo lleno a rebosar de tarros de pintura, de acuarelas, pegamento, lienzos arrumados y demás materiales artísticos.
Leyó nuevamente el pasaje que decía lo que se suponía quería encontrar:
«Cuando estuve encerrado no me moví por un buen rato por dos motivos: uno, pensé que Braiden iba a estar ahí no más a unos metros y no quería más golpes, y dos, estaba demasiado dolorido para siquiera pensar en salir. Además, sacando lo triste de la situación, el armario no era tan incómodo; estaba casi vacío ya que todos sus implementos los habían trasladado al laboratorio del tercer piso. Yo noté esa entrada porque al acomodarme sentí que en uno de los lados de la superficie hubo desnivel y yo sabía que no pesaba lo suficiente como para abollar lo que fuera, así que levanté la placa entonces de metal y me metí. Si de pronto intentas buscar la ubicación, debo advertirte que luego de salir por última vez de allí, cubrí la entrada con una tabla delgada, más que nada para que no se viera obvio para algún curioso. Si logras llegar a ese armario, tantea con la mano el fondo, en el suelo y dale un par de golpecitos, se supone debe estar hueco...»
Mark, con afán para no ser descubierto, desocupó parte del armario, lo suficiente para tantear un poco del piso del fondo. Al hacerlo, se cercioró de que estaba hueco y ese descubrimiento lo espoleó a seguir vaciando todo, dejando cada cosa en el suelo sin pensar en que luego debía dejar todo en su lugar. Su corazón latía fuerte con cada respiración.
Un desorden terrible después, el armario estaba vacío. Se inclinó y con la ayuda de unas tijeras que encontró allí mismo, levantó la tapa por un lado. Fue difícil porque estaba muy bien adherida y alcanzó a crujir un poco al verse doblada, pero no se rompió afortunadamente. Con su rostro y cuello acalorados por el esfuerzo y las manos un poco adoloridas, logró sacar la tabla y revelar un agujero que se perdía en la oscuridad.
Pensó que debía haber llevado una linterna, pero ya estaba allí y no había tiempo de irse y buscar una para luego volver. Además luchaba contra el tiempo y la suerte de que alguien no necesitase algo de aquel salón.
Mark se colgó su mochila por enfrente y puso allí su libro. Una vez asegurado, metió las piernas en el agujero y tanteando, encontró un pequeño escalón. Los siguió sin pensarlo dos veces; el espacio era suficientemente amplio como para no sentirse claustrofóbico, el armario tenía mínimo un metro de hondo y dos de ancho, asimismo el hueco para bajar.
Fueron pocos escalones, menos de diez; al tocar piso de nuevo, el lugar tenía más de dos metros y medio de alto (Mark hizo el cálculo teniendo en cuenta su altura). Luego siguió caminando por el único pasillo disponible, guiándose por las paredes. Llegó a una única puerta al final y la empujó. Al principio no la movió pero con otro pequeño impulso y un crujido seco, se abrió.
La oscuridad era total. Tanteó con las manos y halló el interruptor justo donde decía en el libro que estaba y la luz recortó las siluetas de los objetos al reflejar sus sombras en la pared.
Mark se quedó estático en su lugar asimilando lo que veía y convenciéndose de que todo lo que había leído era cierto. Aunque con frecuencia se decía que sí, la verdad era que no terminaba de creer nada de nada, pero ahora no lo estaba leyendo, si no que lo estaba viendo. Un corrientazo le bajó por la nuca.
A diferencia de lo que pensó de su reacción, no se emocionó de sobremanera ni le dieron ganas de tomarse fotos. Sintió miedo y ganas de llorar o huir.
Y no tanto por el hecho de estar en La guarida que le había descrito Jonathan sino porque nada estaba bajo sábanas como él esperaba, sino que todo estaba descubierto y más raro aún, sin polvo encima. La entrada por el aula de artes estaba bien sellada, estaba seguro, pero tuvo el pensamiento de que alguien había estado allí recientemente —demasiado recientemente— porque no parecía un laboratorio abandonado, sino uno en perfecto funcionamiento.
Hizo un inventario rápido en su mente de las cosas que Jonathan describe en el libro y todo estaba: el computador, es escáner, el armario, el escritorio, la cantidad de libros y revistas... pero algo faltaba. La cabina de donde supuestamente las mujeres salían no estaba. Había leído que estaba en una esquina pero miró en las cuatro y en definitiva se la habían llevado —o Jonathan lo había inventado—.
Por la misma adrenalina que lo invadía, no había reparado que en una de esas esquinas había una puerta y si lo notó fue porque la sintió abrirse del otro lado.
El corazón de Mark se detuvo dos segundos para luego arrancar una carrera de mil por segundo. Su frente empezó a sudar y tragó saliva, que le supo a arena porque no ayudó con la resequedad de su garganta. Tuvo ganas de echar a correr pero imaginó que atravesar el pasillo, subir los escalones, salir por el armario, sellar la entrada y ubicar todo de nuevo en los estantes iba a tomarle demasiado tiempo, mucho más del que el recién llegado iba a tomar entrando, cosa que no tardó más de cuatro segundos.
La luz de la bombilla —que no titilaba, lucía nueva—, iluminó el rostro que apareció tras la puerta. Este sonrió a Mark y a él se le antojó tétrico aunque bien pudo ser una mala pasada de su imaginación ya de por sí alborotada por el pánico y los nervios.
—Así que sí lograste encontrar La guarida.
Allí, frente a Mark, estaba Jonathan con una expresión de algo similar al orgullo, como si el que Mark hubiera conseguido el camino fuera el logro más enorme de la humanidad. Obviamente no lucía como un chico de veintiún años sino más cercano a un hombre de cuarenta, y estaba lejísimos de como Mark lo había imaginado, pero atando cabos en su mente, no había duda.
Ese era Jonathan Davis.
***
Hola, amores Mazorcos
¿Qué les está pareciendo la historia? 7u7
¡Hoy terminamos Amor de laboratorio!
Luego de este nos quedan tres partes más y llegamos al final. En el transcurso del día los estaré publicando y le pondremos el "Terminada" a esta historia :')
¡Muchas gracias por su apoyo y su tiempo para leer!
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