-Capítulo 4-

"Lo último que quiero, es no dejarte ir Emma, y lo primero que me gustaría decirte es que te amo"

-Ray a Emma.



La plática del trío fue interrumpida por la siguiente clase. Cada quién se separó melancólicamente del otro, tomaron asiento, sacaron su libro de literatura y la clase daba por iniciada. Ray sabía que, así el no quisiera debía irse del hogar que lo acogió durante todos estos cuatro años. Ni siquiera se concentró en la asignatura, su mirada estaba impregnada a la nada y tan solo oía la molesta voz del profesor como profanaba sus oídos, la cabeza no le daba para pensar, necesitaba paz y silencio para meditar, pero en estos momentos era imposible.
Cerró sus ojos por unos instantes y a su recuerdo vino el rostro de Emma, tan cálido como el sol del verano y sus labios tan dulces como la primavera. Solo ella tenía la capacidad de ablandar un poco su corazón.

Tic - toc sonaba el maldito reloj que se posaba en la mitad del pizarrón. Por primera vez, una clase le había parecido jodidamente molesta. Contaba los minutos y segundos para tomar sus cosas e irse a casa lo más rápido posible pero no; las dos horas de clases le parecían eternas.

Emma tampoco podía poner atención al igual que Norman, quien estaba atento a cada movimiento de la pelirroja. Algo extraño estaba sintiendo el albino al ver esa cercanía del moreno y la oji verde.
Su pecho comenzaba a calentarse a inquietarse.

¿celos quizá? ...
no, ¿por qué debería ser celos?
sí ellos dos se criaron como hermanos. ¡Eso es imposible!

Se mentalizaba en el interior.

Aun así, se sentía un poco fuera de lugar en este asunto, como si no encajara, a pesar de ser amigos con el azabache desde el jardín.

Norman tan solo veía como Emma miraba a Ray. El silencio de sus mirabas los delataban, no había necesidad de palabras o conjugaciones. Así estaban trazadas las cosas desafortunadamente.

-¤-

A la salida, Emma y Ray se despidieron de su amigo Norman. Su padre Peter Ratri siempre lo venía a recoger en su lujoso carro digno de la familia.
Con una sonrisa, su amigo dijo adiós y se embarcó junto a su padre.
Aunque fuera difícil de creer, Norman siempre fue criado de manera sobreprotectora por los Ratri.
Él no podía darse la libertad salir a donde quisiera como lo hacía la pelirroja y el moreno, él no tenía esa vida "clandestina" y "aventurera" como lo tenían sus amigos. A pesar de ello, James Ratri confiaba únicamente en los "hermanos".

- ¡papá es necesario que hasta el día de hoy me vengas a recoger! Cuestionó el chico

-Norman, sabes que siempre lo haré.

-Pero... yo también quiero salir como los hacen los otros chicos o mis amigos.

- Ya habrá tiempo para eso, sabes que no me gusta discutir por cosas tan triviales. Recuerda la posición que tienes, un Ratri no puede simplemente vagar por la calle o algo por el estilo. ¡hay mucha gente mala ahí afuera!

- ¡Pero papá!

- Nada de " peros" Norman. Esta conversación ha finalizado.

Norman simplemente tragó aquellas palabras que tenía en su boca. No pudo continuar discutiendo con su padre, él lo amaba mucho pero su sobreprotección lo molestaba. El camino se tornó silencioso hasta llegar a casa.

Mientras tanto Emma y Ray se quedaron en la entrada esperando a su abuelito Alfred a que vaya por ellos. Días iban con el señor mientras que en otros; tomaban el autobús y para suerte o desgracia de Ray, ese día era hoy.

- Ray no te preocupes, encontraremos una solución para que no nos separemos y podamos seguir viviendo para toda la...

- ¡Emma! Intervino el moreno. - Quiero pedirte un favor especial, no quiero que le digas nada a nuestro abuelo. Finjamos que no sucedió nada hoy día.

- ¡Estás loco! Ray... él debe saberlo, no puedes quedarte simplemente callado.

-Emma, es lógico que nuestro abuelo lo sabe, servicios sociales son los encargados de comunicar cualquier situación que esté a la causa... es solo que no quiero tener que lidiar con esta conversación de camino a casa.

- ¡Pero Ray!

-Emma, no seas necia si no me ha dicho nada de seguro debe ser por algo.

- ¡Ray! Escucha lo que voy a decirte. No te dejaré que te separes de mí, así sea lo último que haga.

-Emma... ¿por qué te empeñas en poner las cosas más difíciles?

- ¡Solo escúchame Ray!

-No, tú escúchame a mí. Ray se acercó más a Emma, puso sus manos en sus hombros y la encaro, miró fijamente a sus hermosos ojos verdes dejándolos sumamente cerca.

-En todo este tiempo he querido decirte algo muy importante y sé que si calló... yo jamás me lo perdonaría y más ahora que vamos a ser separados, así yo no desee irme con mi nueva familia, es un hecho que yo no podré estar contigo ni un maldito segundo más. Emma yo te a-...

-Pip- pip- el sonido de la camioneta de su abuelito los interrumpió.

- ¡Vamos chicos que esperan suban! Exclamó con una sonrisa en su cálido rostro.

Para Ray esa fue una señal del destino, aunque inútilmente creía en esas cosas. Se separó de Emma y débilmente correspondió la sonrisa de su abuelo, dejando a Emma sorprendida por lo que acababa de pasar. Ray estaba a punto de decirle algo importante, pero ¿Qué era? Lo más seguro es que al llegar le preguntaría. Ella hizo lo mismo, sonrió a su abuelo y fueron juntos a casa. Tal y como lo prometió, Emma no dijo nada del asunto de los padres de Ray. En el camino pasaron por un KFC para comprar pollo frito para la cena. Efectivamente Alfred ya conocía la situación y el futuro de su nieto. En la noche cuando Emma esté dormida hablarían de hombre a "hombre".

El abuelo mientras preparaba un poco de arroz, Emma hacía una deliciosa limonada y Ray ensalada. Sirvieron la mesa y disfrutaron de la cena. Todos aquellos pequeños momentos, Ray los atesoraba en su corazón como si fuesen los últimos. Una vez terminados los alimentos, Emma estaba dispuesta a levantar la mesa, pero Alfred la interrumpió.

-Hija, porque no sales con Ray a distraerse un rato. Yo los lavaré.

-Pero abuelo- respondieron los dos al mismo tiempo.

-No discutan muchachos.

Alfred sabía perfectamente que ese par tenía una conversación pendiente. Salieron y se sentaron en la entrada de su casa, esa noche la luna estaba más brillante que nunca.

(más o menos así me imaginaba la casa del abuelito jeje)

- ¿Ray que era lo que tenías que decirme? Preguntó Emma esperando respuesta alguna.

-Nada

- ¿nada? Es mentira, estabas tan decidido a decirme algo. Exijo saber que es.

-Ahg... cielos Emma como molestas, pues bien, te lo diré. Lo que necesitaba comentarte era que yo te quiero y que me dolería separarme de mi hermana.

- E- entonces. ¿era eso? Contestó ingenuamente pero aun así esas palabras no la convencían, había algo más fuerte, la determinación de Ray se lo decía.

-Sí eso, Emma.

- ¡No te creo! Oso... oso mentiroso- dijo en son de burla.

- ¿Ara? ¿Todavía sigues con eso? Respondió sorprendido.

- ¡Por supuesto! Ahora dime lo que en verdad tenías que decirme.

- ¡Ja! ¿De verdad quieres saberlo?

-Sí, quiero saberlo Ray.

-Bien si tanto insistes. Emma yo te amo.

- ¡Q- QUÉ...! Dijo sorprendida. Sus mejillas comenzaron a colorearse ante tal pícara confesión.

-Jajaja, mira tu cara toda roja Emma contestó este burlón.

- ¡R- ray! P-por qué dices esas cosas tan repentinas.

- Ton-ta, eso te pasa por no creer lo que digo. Comentó, mientras le rascaba la cabeza

- Ray... no está bien que juegues así conmigo. Eso no se hace.

—Solo era broma Emma, no es necesario que pongas esa cara.

—L-o se Ray...—Emma puso su cabeza sobre el hombro del Moreno, dejando escapar unas lágrimas de su rostro.

-Ray... no quiero que te separes de mí, ¡por favor no lo hagas!

-Créeme que lo menos quiero es separarme de ti. 《Porque de verdad te amo》 está última frase la dijo mentalmente, su determinación se vio nuevamente fragmentada, guardándose así su confesión de amor.

Continuará...

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