Capítulo 9: Alas y caídas

Escucho la voz de Daga y luego su risa mientras mi cuerpo yace tendido cual muñeco en la red.

—Es normal caer, no te preocupes —comenta él.

—Lo imagino —le respondo mientras trato de moverme para salir de ahí, pero solo me enredo y es algo difícil.

—¿Te ayudo? —dice Daga mientras se acerca.

—Yo puedo solo —le respondo, la verdad es que no tengo cara para pararme o estar cerca de él ahora, me muero de la vergüenza. ¡No vuelvo a tomar, nunca más!

Con dificultad termino de salir y llego donde él.

—Estabas nervioso y distraído, esas cosas no te pueden molestar en el aire —comenta Daga.

Es curioso lo pequeño que es, le saco una cabeza.

—Puede que sí, es solo que pensaba en mi familia.

—¿Tienes familia?, aquí pocos tienen o los echaron de ellas.

—Es algo así, en sí soy huérfano, pero la familia de aquella chica me crio lo mejor que pudo. Siempre dependiendo de las calles.

—Te va a gustar aquí.

—¿Eh?, ¿a qué te refieres? —le respondo curioso.

—Al circo, encajas aquí. Tenías esa aura de disfrutar estar en lo alto. Te gusta caminar por esa soga, separarte del suelo y estar libre. Si te esfuerzas puede que llegues a ser del elenco principal —dice mientras coloca una mano en mi hombro.

—Lo tendré en cuenta, Daga —respondo tranquilamente, pero la verdad creo que tiene un poco de razón, sin embargo, no debo olvidar mi verdadero objetivo.

—A demás, no dije jugando lo de anoche —me dice de la nada.

—¿Perdón?

—Por lo que veo Látigo se me adelantó, pero no lo decía jugando.

Se me suben los colores y a la vez algo de enojo. Sin embargo, todo queda sepultado por la vergüenza. No pensé que beber tanto me llevaría a ese punto.

—No, él no hizo nada. Solo dormimos.

—Está bien, me conformaré con esa respuesta. Voy a entrenar que tengo show hoy.

Recuerdo lo fácil que hizo todo en la función y cómo emocionó al público. Realmente es bueno en ello y quisiera... Poder ser así y caminar alto. No, primero el trabajo.

—Hasta luego, Daga.

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Llego a mi carpa para terminar topándome con a una mujer más joven y desnuda de espaldas. Parece tener varias marcas en su cuerpo como viejas cicatrices. Logro ver el contorno de sus senos desde esta posición mientras termina de vestirse.

—Hay hombres en la tienda —le digo cubriendo mis ojos.

—¡Ah! —Se sorprende y cubre agachándose—. No sabía, lo siento.

Me acerco a mi cama y me dejo caer abriendo los ojos. La chica es rubia y bajita, casi como Daga, de hecho parece él en mujer.

—No vi nada... No te preocupes.

—Perdón, es que... Soy nueva, me inscribí hoy —dice con mucha emoción y la voz temblorosa.

—Yo también, llegué ayer. Entonces ahora somos tres. Cuando llegue Soga te la presento.

—¿Soga?, ¡oh!, cierto, soy Alice. Bueno, aquí me dicen Nube. Entré por la parte del contorsionismo.

—Un gusto, Nube, soy Pluma —le respondo. Debo decir que es tierna y me parece adorable.

—Puedes... Decirme ¿qué hay que hacer?, no sé los itinerarios.

—Bueno, ahora nos toca ir a preparar la comida. Las labores se rotan entre todos. Mientras no seas parte del elenco principal te toca trabajar.

—No tengo problemas con ello —dice mientras sonríe cuál ángel.

—¡Pluma! —grita Soga mientras entra en la habitación, su olor a sudor invade el sitio.

—¡Báñate, puerca! —le pico, aunque la verdad yo también necesito uno.

—A eso venía, nos toca baño —me dice preocupada.

—Tal parece que te desagrada. Por cierto, ella es Nube. Será nuestra otra compañera de habitación.

—Un gusto enana, qué pequeña es. La alimentaron mal —responde Soga y le lanzo un zapato. Contra todo pronóstico me divierto con ella y creo qué... No, tengo que centrarme.

—Un gusto... Soga —dice nube nerviosa.

—Vamos al baño entonces —digo y recuerdo las marcas en mi cuerpo de anoche, mierda.

—Pervertido de tres demonios. Yo me llevo a Nube, tú dale para el de los hombres —dice mientras se lleva a la chica de cabellos rubios. Soga le saca como tres cabezas, le llega por el pecho.

—Mira quién lo dice. Seguro querías colarte en el de los hombres.

Soga hace silencio.

—Ni me lo rebates, no puedo contigo. Vayan, vayan. Organizaré unas cosas y les sigo.

—Nos vemos pronto... Pluma —me despide Nube con su voz dulce.

Miro la litera sobre mi cama cuando ellas salen y me detengo a pensar en los hechos de la otra noche. No los sexuales, sino las marcas de arañazos en el suelo con sangre y esas personas con máscaras que entraron cuando ya no había función. Algo pasa aquí y debo saber que es, cada día se hará más difícil encontrarte, Dalia.

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Llego a los baños masculinos y hay como unas diez personas desnudas bañándose. Dios mío, qué incómodo.

Me arrimo a mi esquina con un cubo de agua y me empiezo a bañar a jarro contra jabón.

—Fría —digo para mí cuando la siento correr por mi espalda—. Podría resfriarme por esto.

Observo por un segundo las marcas de mi cuerpo y sacudo la cabeza, basta de darle importancia a esto, fue solo un error.

Una toalla cae de pronto en mi cabeza y me cubre. La quito y volteo para ver quién es y está Látigo.

Se encuentra vestido con la misma ropa con que se fue en la mañana, a diferencia de las personas del lugar que están desnudos.

—¿Qué pasa? —Me levanto cubriendo mi cintura con esta.

Él señala fuera del baño.

—¿Qué salga?

Asiente.

—¿Por qué?

Se señala a sí mismo.

—No entiendo.

Revira los ojos y me levanta en peso sobre su hombro cuál saco de papas.

—¡Bájame! —grito mientras pataleo, pero él no me hace caso. Toma mi ropa antes de salir.

De fondo oigo las voces de los demás cuchicheando del tema:

—¿Ese no es Látigo? —dice un extraño barbudo.

—Sí, parece que tiene nuevo juguete —responde otro que está en los huesos.

—A ver cuánto le dura este —es lo último que escucho de los presentes antes de ser sacado del lugar.

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Buenas :3, ojalá tengan un lindo día.

¿Qué creen que piensa Látigo sobre Pluma?

¿Qué les parece Nube?

¿Daga es tan amable como parece?

Kirara

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