Capítulo 29: Una última oportunidad
Me quedo un buen rato afuera de la casa mirando a todos lados antes de entrar. Mi cuerpo se desliza por la puerta hasta llegar al suelo y cubrir mi rostro con las manos para adentrar los dedos en mi cabello, apartándolo de la cara.
—Está... Viva... —Se escapan las palabras de mis labios mientras las lágrimas les imitan—. Viva... Viva...
Me doy cuenta de que salí desnudo, pero realmente poco me importa... Joder... Está viva.
Me adentro en la casa y recojo las escasas cosas que tengo. Dudo un poco y me cuesta aún caminar bien, pero no llega a ser un verdadero problema.
Este sería el último regalo a Dalia... Trataré de salvar su vida. Es tonto y a veces lo acepto, pienso poco en cómo reaccionaría la gente a si no estoy o lo que yo sienta... Realmente me veo como un apoyo, algo que sirve para ayudar a otros y... Esta vez solo debo hacerlo.
Me trato de auto-convencer de que puedo con esto, puedo... sobrevivir al circo tomando el papel de ella... e incluso, de no ser así, no creo que se me vaya a extrañar más.
Dibujo una pequeña sonrisa en mi rostro mientras seco las gotas de agua con el dorso de mi mano y salgo de la casa para toparme con la oscuridad del inicio de la noche.
Siento un silbido y Daga cae del techo.
—Parece que no tendré que completar el trabajo... —Comenta entre risas y guarda el arma que refleja un ligero brillo en su cinturón.
—¿Qué haces aquí? —Me sorprendo al verle.
—Ahora nada, solo guiarte de vuelta. ¿Se te olvida que soy tu verdugo? Si no regresabas debía matarte, aunque quise darte un plazo de algunas horas —me dice sonriendo cual niño.
—Debí imaginarlo... —Expreso cansado—. Siempre detrás de tus acciones hay una trampa.
—Mmm... Realmente no, yo te había contado claramente las reglas del juego. Tú eres muy confiado —me responde y ambos empezamos a caminar de vuelta al circo—. Por cierto, Pluma.
—¿Si? —Le digo mientras su mano da un ligero golpe en mi espalda.
—Bienvenido de vuelta, es bueno que regreses a casa. —Sus palabras me pesan, pero no me duelen, por algún motivo.
No quiero hablar más, estoy agotado y él no se calla todo el camino, es Daga siendo Daga.
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Cuando llegamos al lugar, Daga me detiene por el hombro.
—Tengo función principal en unos minutos, luego la nocturna. Puedes venir conmigo y te incluyo levemente en el show. Es eso lo que queda. Ya en esta ciudad secuestramos a los menos destacables. Si buscamos más ya nos empezarían a notar —Me comenta.
—Está bien, voy a hacerlo. Pero ¿cuál acto será? —Comento tratando de parecer lo más calmado posible, me trato de mentalizar.
—Será uno sencillo, aunque en este podrías morir fácil... Tu fuerte es la cuerda, así que serás el que ayude a cruzar a otro.
—Daga... ¿Tú eres consciente de que no puedo lograrlo?
—Si tú caes los aplausos serán mayores... Pero si podrás, solo que tienes miedo Pluma.
—Obvio que tengo miedo, son varios metros de altura —le contesto.
—No, me refiero a que tienes miedo sobre el hecho de que te gusten demasiado las alturas... Las amas y se te dan natural —me dice Daga sonriente.
Si caigo... ¿Igual liberarán a Dalia? Debo hacerlo bien... Quizás... Pueda salvar a la persona al otro lado de la cuerda y no dejarle caer como la otra vez.
—Acepto —digo.
—Esta será una oportunidad para ti —me dice mientras se marcha.
—¿Oportunidad? ¿Por qué? —Respondo con curiosidad.
—Yo lo verás. —Agita la mano mientras se despide.
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Llego a la función principal usando el boleto de entrada que me dejo Látigo. Él está ahí, dando órdenes a los leones de forma natural. Incluso veo a Soga ayudar en el reparto. Aplaudo como un loco al ver que pudo al menos hacer de extra.
Al lado mío un niño se ve feliz ante los shows de mis compañeros, cosa que realmente me saca una leve sonrisa. Espero que no vea nunca la otra función... Si solamente fuese esta.
Látigo me encuentra en el público y su mirada se cruza con la mía, nos quedamos así unos dos segundos hasta que se tiene que despedir para darle paso a otro actor.
Luego siento que avanza alguien por los asientos para sentarse a mi lado, es él, justamente él.
—Me gusta como actúas... —Digo sin mirarle, simplemente lo reconozco.
—Entonces aceptaste. —Se le ve realizado y a la vez algo molesto, pero cruza su brazo por encima de mi hombro para pegarme a él—: Disfruta esta parte, con entrenamiento podrás entrar a esta también.
—¿Ya me hablas? —Digo sin expresar mucho—. En mi idioma.
—No vas a morir, creo en ello... Tú no... —¿A qué se refiere con "Tú no"?
—¿Ya alguien le pasó?, ¿cercano a ti? —Pregunto y él solo mira al frente haciendo caso omiso a mis palabras.
¿Alguien importante murió para él? ¿Por eso tan apegado a no empatizar?... No puede ser, solo somos juguetes para él. ¿Quizás esa persona que le envió la carta sepa algo?
—No pienses tanto, no necesitas saber —me dice para mirarme a los ojos tras sentir mi invasiva mirada y robarme un beso extendido—. Suerte, Jeremy.
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Salimos de la fundación juntos, mi mente se mantiene en lo que me espera, no soy capaz de disfrutar nada del presente. Un objetivo, todo por un objetivo, luego de eso... Ya nada importará.
Látigo me guía hacia la zona del bosque, aún quedan varias horas para lo acordado y es el momento en que muchos toman.
—Esta es la última función nocturna en esta ciudad, así que luego de que termine no tendrás que vivirlo más hasta la liberación de esa mujer —se refiere de esa forma a Dalia.
—Así... Será mejor, es decir, ¿qué mi vida se define en este momento?, y la posibilidad de que ella sobreviva.
—Sí —me responde—. También por el hecho de que actuará contigo, Jeremy.
Látigo abre una de las carpas y se ven unas treinta personas amarradas metidas dentro de jaulas. Ninguna se molesta en resistirse, menos una mujer de cabellos negros y mirada acusatoria.
Ella agarra fuerte sus manos contra los barrotes, me observa con detenimiento y su mirada se ilumina.
—¡Jeremy, ayuda! —Grita al reconocerme, dejándome saber que es ella.
—Dalia... —Suelto para ir rápido a su pequeña prisión en forma de jaula a ayudarla.
Sin embargo, las manos de Látigo me detienen por la muñeca.
—No te apures, ya viste que está bien. Es tu responsabilidad, si sigue así o no, actuarán juntos esta noche —comenta para luego soltar su agarre.
Contrario a lo que espera, soy incapaz de moverme, me quedo de piedra... ¿A quién debo dejar caer es a Dalia? ¿Y nuestro trato?
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