15
En casa todo estaba en silencio.
Mamá estaría trabajando lo que me dejaba completamente sola con mi pensamientos.
No me arrepentía de haber dejado tirado a Damián en un lugar tan lejos y apartado, podía llamar a cualquiera para que lo recogiese.
Ignoré todas sus llamadas y las de Amaia, no tenía ganas de hablar con nadie, por primera vez me sentía feliz con mi soledad.
Me quedé dormida mirando una peli hasta que la puerta de mi habitación anunciaba a alguien tras de ella.
— Entra mamá — grité frotándome el rostro.
¿Por qué se dormía mejor cuando era una siesta de dos horas y no cuando dormíamos toda la noche?
Para mi sorpresa no fue mi madre la que interrumpió en la habitación sino un Damián completamente enfadado.
— Hola Piglet.
— ¿Qué carajos haces aquí? ¿Cómo entraste?
La pregunta se respondió por sí sola cuando una Amaia sonriente asomó la cabeza.
— Hola chica.
— Tú, traidora — la señalé — ¿Por qué lo has dejado entrar?
— Me ha contado lo que ha sucedido, y tenéis que hablar.
No, no quería hablar con él, no quería explicación.
— Piglet — Damián camino hacia mí y me moví tratando de alejarme.
— Detente — pedí —. Y no me llames Piglet, es estúpido.
— Estúpido es que tú y yo no nos hayamos besado aún — no dejó de aproximarse a pesar de mis reclamos y mi cuerpo no tardó en convertirse en un manojo de nervios.
— Claro, si no me hubieses rechazado cuando te besé...— contraataqué —, ya no importa, largate.
— Lo has entendido todo mal amor.
« ¿Acaba de decir amor? ¿Me acaba de decir amor? » - acallé mis pensamientos cuando su cuerpo invadió mi espacio.
— No te he rechazado porque no quisiese besarte, sino porque no era el momento, nuestro primer beso no puede suceder en un circunstancias de tristeza — no me dio tiempo a responder cuando se acercó a mí y depósito sus labios sobre los míos.
El beso no desprendió fuegos artificiales, ni hizo bailar mis sistemas. Me llenó de una paz que no había sentido nunca, me hizo sentir protegida y deseada. Me hizo sentir plena.
Mis manos volaron hasta sus cabellos y los acaricié como tanto había deseado hacerlo.
— Se siente mejor de lo que imaginé — susurró cerca de mi cuello.
— Se siente mejor de lo que imaginé — repetí.
Mi cuerpo completo se erizó haciéndome ruborizar.
— Yo... — no sabía que decir, ni siquiera tenía palabras para expresar cuando un ruido en lo bajo me alarmó —. Espera aquí.
Bajé las escaleras en completo silencio evitando hacerme notar cuando vi a mamá tirando su bolso en el piso . Me disponía a ir hacia ella un hombre apareció de la nada y comenzó a besarla.
« ¿QUÉ CARAJOS? »
— Mamá — fue lo único que logré decir cuando al bajar otro escalón no observé lo que hacía y caí doblando mi brazo derecho en el proceso —. ¡Mierda!
— Shiloh — el grito de mamá desató una ola de lamentos, disculpas y la aparición de Damián —. ¿Qué...?- intentó preguntar pero solté un lamento antes de que pudiera cuestionar cuelquier cosa.
— Me duele mucho mamá. — traté de levantarme pero mi cuerpo no tenía la fuerza necesaria y al intentar mover mi brazo derecho solté un grito doloroso.
Llegamos al hospital en menos de un segundo. Quería sonreír por el escenario que se había formado pero el dolor había causado que lágrimas cayeran, dolía demasiado.
Mamá iba junto a mi en la parte trasera de su coche lanzando frases tranquilizadoras que solo me ponían nerviosa, odiaba los hospitales, le tenía fobia a los pinchazos, no quería ir por nada del mundo pero el dolor me estaba consumiendo.
El novio, amigo o lo que fuese de mi madre iba conduciendo y a su lado estaba Damián con cara de preocupación.
— Ya estamos — comentó el señor.
Tres horas después estába esperando a que mi madre terminara de llenar los papeles correspondientes para poder ir a casa con mi nueva escayola.
— Ni con un brazo fracturado dejas de estar perfecta —Damián a mi lado me acariciaba el brazo sano y yo le dedicaba pequeñas sonrisas.
Me habían colocado anestesia pero aún sentía dolor, mamá decía que era psicológico pero la molestia seguía ahí.
Había echado a su nuevo amigo apenas habíamos llegado al hospital a pesar de mis réplicas y las de él. Fue gracioso verla nerviosa.
Amaia por otro lado había llamado a Damián alrededor de unas treinta veces para saber que había ocurrido, lo que significaba que cuando llegara a casa ella estaría ahí haciendo miles de dramas.
— Vamos — anunció mamá dirigiéndo una mirada curiosa a Damián.
Teníamos mucho que contar y mucho que explicar y lo confirmé cuando su mirada recayó en mi.
Sería una noche interesante.
🦋🦋🦋
Había logrado que Damián fuese a su casa sin protestas y que Amaia se tranquilizara lo suficiente como para dejarme ir al baño sola.
— Mamá — grité desde mi habitación.
No pasaron ni tres minutos cuando hizo acto de presencia.
— Ven aquí jovencita, tenemos que hablar — intenté imitar su tono intimidante para lograrla calmar un poco.
Desde la caída estaba con los nervios de punta, no la juzgo, pero no había sido nada grave y como ya le había repetido miles de veces no había sido culpa de nadie más que mía, toda la vida he sido así de torpe.
— ¿Que hacía ese chico aquí?
— ¿Tienes novio?
Las dos preguntamos al mismo tiempo y reímos por lo sincronizadas que habíamos quedado.
— Damián, bueno... él y yo tenemos algo — expliqué vagamente —. Pero no está definido y no ocurrió absolutamente nada — aclaré cuando sus ojos se achicaron.
— No es mi novio, es solo un amigo del trabajo, tenemos algo pero no está definido — repitió.
Conversamos un rato más hasta que ella fue para su habitación.
Damián: ¿Cómo está la pequeña Piglet accidentada?
Observé el mensaje de Damián que había llegado al rededor de una hora y sonreí.
Shiloh: Accidentada.
Nos mensajeamos unos horas más hasta que decidí dormir. Mañana sería otro día y ya eran las tres de la madrugada.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top