14
— La tuvimos que inducir a un coma hace unos minutos, no está nada bien la pequeña — las palabras del doctor a pesar de ser frías crearon un hueco en mi —. No sabemos como adquirió un resfriado y eso ha echo que sus plaquetas bajen precipitadamente a cada minuto que pasa —sin más desapareció justo ante mis ojos dejándome con un Damián inexpresivo y un Mark inundado en lágrimas.
Entré en la habitación encontrándome a la pequeña que tantas risas me causaba en brazos de una madre sin consuelo.
— Hola Shiloh, hoy preguntó por ti — soltó sin más —. Dicen los médicos que no se sabe cuánto tiempo podría estar así, podrían ser semanas, meses... si su cuerpo logra resistir — sollozó —. No se sabe cuando despierte en que condiciones se encontrará su pequeño cuerpecito, es mi única niña, mi bebé, mi razón de ser, ¿Qué haría yo sin ella? ¿Cómo viviría sin sus ocurrencias y sus sonrisas?
— No lo sé — me sinceré —. No lo sé — salí de la habitación dejandola sola de nuevo y decidida a partir hacia casa.
— Shiloh, hija — Mark camino hacia mí pero yo me alejé todo lo que pude.
— No, todo esto es tu culpa, es tu culpa que no la hubiese conocido hasta ahora, es tu culpa que no tengamos tiempo juntas, es tu culpa que todo esté tan mal, todo es tu culpa y nunca te lo voy a perdonar — caminé hacia la salida y me senté en la moto hasta esperar a que llegara Damián.
— Vamos — dijo quitándome las llaves —. Yo manejo.
La emoción se había ido y agradecí no tener que guiar yo de nuevo su moto furioso.
A contrario de lo que yo pensaba Damián no me llevó a mi casa, sino al lago donde habíamos compartido risas e intimidad semanas antes.
— ¿Como sabías que quiera estar aquí?
— No lo sabía.
— Solo tiene ocho años — recordé cuando nos sentamos —. Es solo una bebé que padece de leucemia, los doctores dicen que no le queda mucho tiempo y yo, yo... — las palabras se atragantaban en mi garganta y las lágrimas comenzaban a acumularse —, no la conocía hace un mes, ¿Sabes? No sabía de su existencia, no sabía que tenía el privilegio de tenerla como hermana.
« Mark nos dejó cuando yo tenía diez años, tenía dependencia emocional por él y lo pasé realmente mal tras su partida — aclaré mi voz y continúe —. Había tenido un accidente de auto con mamá, solo hacía un mes de su partida y se negó en venir a verme, no lo había visto hasta ese día, volvió porque ella me quería conocer antes de morir y... es una niña tan especial, tan especial y bella, es divertida, no se merece esto y yo lo odio tanto, odio a esa enfermedad y odio más todavía a Mark por haberme quitado tanto tiempo con ella, por no dejarnos conocernos con anterioridad, pero a pesar de eso me alegra que haya sido con ella el asombroso padre que fue conmigo. »
No dije más nada y el tampoco lo hizo.
Un silencio tranquilizador nos envolvió y me armé de valor para colocar mi cabeza en su cuello.
— Lo siento mucho por la Shiloh niña, no se merecía nada de eso.
— Yo también lo siento, lo siento mucho por ella — varias lágrimas se derramaron y las dejé estar, estába bien, ahora aquí, junto a él, estaba bien.
— Mi historia no están larga como la tuya pero es la que me ha tocado vivir, no hay mucho que decir — su mano viajo a mi cabello y comenzó a hacer pequeños masajes relajantes —. Mi madre murió, no te disculpes — pidió antes de que pudiera hacerlo —, no la recuerdo así que no duele.
« Mi padre decidió mandarme a un internado para no tener que criar a un niño que lloraba todos las noches por su madre. A los once o quizás doce logré entender que mi padre no me había llevado allí por mi bien, sino por su comodidad. Mi tía intentó muchas veces sacarme de allí pero a causa de que mi custodia estaba bajo las manos de Gerald fue imposible, hasta hace unos meses y heme aquí, con la niña más hermosa que he conocido en el mundo.
Las lágrimas seguían cayendo de mis ojos y ya no sabía si era por mi, por April o por él.
Reuní todo el valor que tenía y me erguí junto a él.
— Eres un completo engreído — recordé todo lo hablado ayer y antes de que se me fuera toda la valentía me lancé hacia él y junté mis labios con los suyos.
Esperaba caricias, esperabas besos infinitos que me hicieran olvidar todo lo ocurrido, esperaba cualquier cosa menos su rechazo.
— Piglet — murmuró cuando mi cara dejó ver la confusión o quizás la tristeza que sentía en ese momento —. Yo no...
No lo deje terminar y corrí hacia su moto.
Hace menos de 24 horas me había dicho que le gustaba y ahora me rechazaba.
¿Porqué?¿Por ser una abandonada desde que era una simple niña ? ¿Por cargar con tantos traumas?
No dejé que contestara ninguna de esas preguntas e ignorando sus llamados encendí la moto y me largué de allí dejandolo solo.
Como misma me sentía yo siempre, sola a pesar de mis amigos, sola a pesar de haber tenido una relación de tres años con Mitch, sola a pesar de tener la mejor madre del mundo, sola cuando no me faltaba nada... nada más que amor, amor del bueno, amor del puro.
Y fue justo en ese momento que lo entendí, me había vuelto una persona complaciente, una persona que era capaz de aguantar lo que fuese para que no me abandonaran, para no volver a ser esa niña perdida, pero ya no importaba, me tenía a mi y eso era lo que quizás nunca había entendió.
Me tenía a mi y era más que suficiente, siempre lo había sido, había podido siempre con todo sola y lo seguiría haciendo por mi, por la niña que fui, por la mujer en la que me convertiré.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top