↳ 🍸 Capítulo XX ೃ࿔

• Yoongi •

- Dos semanas después -

Mi padre había venido hasta Londres para hacer unos negocios con la familia de Jackson y otras personas más, así que estos momentos me encontraba con mi padre y sus socios hablando sobre esos negocios.

Por otro lado, hoy revelaría si la cirugía de Mei había resultado o no, el miedo me carcomía internamente. No había podido acompañarlas al doctor por el mismo hecho de que mi padre había venido, así que había acordado con la madre de Mei llegar a la casa de los Wang luego de terminar de trabajar.

Me estiré en el asiento y solté un suspiro pesado; los socios de mi padre habían salido a deliberar su decisión. Solo quedábamos mi padre y yo en la oficina.

—¿En qué piensas? —preguntó mi padre sacándome de mi pequeño trance.

—En Mei —respondí mirando hacia la gran ventana que tenía la oficina.

—¿Mei es la chica de la que me hablaste?

—Sí —suspiré enamoradamente.

—¿Cómo la conociste? —preguntó curioso.

—Un día después de llegar a Shanghai, vi del otro lado de la calle a una chica y me entró una gran curiosidad por conocerla y cuando finalmente pude verla de cerca me di cuenta que ella era ciega. Aún así nos seguimos conociendo más y al principio la veía como una amiga, incluso su madre me pagaba por cuidarla —suspiré—. Pero con el tiempo, la amistad creció y yo me comencé a enamorar de ella, entonces comenzamos a salir, y ahora estoy acá en Londres esperando que ella pueda volver a ver.

—Vaya hijo —habló mi padre palmeando mi espalda—. Nunca te había visto así por una chica, me siento muy orgulloso de ti, ahora eres todo un hombre.

—Gracias papá —lo miré—. Aunque ella no sabe la parte del pago —bufé—. ¿Qué debo hacer?

—Deberías decirle lo que sucedió, explícale que ya no te pagan, también dile que tus sentimientos hacia ella son reales, en resumen hijo... se honesto.

—Está bien —lo miré—. ¿Debería decírselo hoy?

—No creo que hoy sea el día indicado —sobó su mentón—. Estoy seguro que tú encontrarás el momento adecuado.

Seguimos hablando de otros temas durante unos veinte minutos hasta que la reunión se reanudó.

(...)

Dos horas y media después, los negocios ya habían sido aprobados, ahora mi padre era accionista en dos nuevas empresas, y otras cosas que no son tan relevantes como para recordarlas.

Entre a la casa y me encontré a la madre de Mei llorando desconsoladamente en la sala, Jackson estaba abrazándola y se veía triste también, me acerqué a ella y pregunté lo que era obvio.

—¿No resultó verdad? —pregunté con miedo.

—No, no funcionó —habló la señora Ling entre sollozos.

—¿Dónde está ella? —pregunté.

—Está arriba, no te recomiendo subir —respondió Jackson.

—Sabes que igual subiré —hablé mientras corría subiendo las escaleras.

Llegué a la habitación de Mei, toqué la puerta y abrí la puerta, pude ver que ella estaba sentanda en la cama llorando, iba a acercarme cuando ella habló.

—¿Es cierto Min Yoongi? —habló levantando la cabeza.

—¿El qué cariño? —hablé mientras las lágrimas comenzaban a salir.

—No te hagas Yoongi, tu sabes muy bien de lo que hablo —pasó sus manos por su cabello—. Te lo preguntaré una vez más. ¿Es cierto que mi madre te pagaba por cuidarme?

—Sí, es cierto —admití ya llorando.

—¡Soy una idiota! —exclamó levantándose de la cama—. ¡No puedo creer que fui tan estúpida como para no darme cuenta!

—Mei no, eso fue antes —hablé poniéndome frente a ella—. Yo te amo de verdad, lo que siento por ti es real —hablé entre sollozos.

—¡De no haber sido por mi mamá y su idea de pagarte por cuidarme, nunca te hubieses fijado en mi!

—¡No digas eso! —hablé tomándola por los hombros—. Yo si me pude haber fijado en ti, desde el momento en que te vi me gustaste.

—¡Mientes! —gritó—. ¡Tu solo mientes! ¡Dijiste que todo estaría bien y mírame! ¡Seré una maldita ciega por el resto de mi puta vida! ¡Te odio!

—Mei no por favor, no sabes lo que dices —hablé acercándome a ella.

Me armé de valor e intente unir nuestros labios, pero mi intento fue en vano ya que ella me abofeteó.

—¡Déjame en paz! —ambos comenzamos a llorar más—. ¡No te quiero tener cerca nunca más! ¡Te odio por haberme dado esperanzas! —sollozó —. Pero me odio más a mi por creerte —susurró.

—¡Cariño por favor no digas eso!

—¡Lárgate! ¡No te quiero tener cerca nunca más!

—¡Mei no! —grité—. Prometí nunca dejarte y no pienso irme sabiendo que estás mal —elevé mi voz.

—¡Vete! ¿Acaso no entiendes? ¡Ya no te quiero cerca! —me empujó hacia la salida—. ¡Largo Min Yoongi! ¡Fuera de mi vida!

En ese momento comprendí que pelear por ella sería en vano, con el corazón hecho pedazos me atreví a hablar.

—Está bien me iré —hablé intentando hacerme el fuerte—. Pero si cruzo esa puerta, quiero que sepas que nunca volveré, me alejare de ti tal y como lo deseas.

—Bien —habló fríamente—. Ahora lárgate.

Salí de la habitación llorando y bajé hasta la sala, la madre de Mei me abrazó y se disculpó conmigo varias veces.

—Discúlpeme usted a mi señora Ling —hablé sollozando—. Prometí tantas cosas que no resultaron.

—Tu no sabias que la cirugía no resultaría hijo —me abrazó —. ¿De verdad te irás?

—Tengo que hacerlo —sorbí mi nariz—. Es por el bien de todos.

—Piénsalo bien, te estás precipitando en tomar una decisión.

—No —hablé firmemente—. Mei me pidió que me fuera y eso haré, no quiero que sufra más, debo hacerlo.

Hice caso omiso a lo que la señora Ling decía, limpie mis lágrimas y caminé hacia la salida de la casa, pedí un taxi y di la dirección del hotel en donde me estaba quedando junto a mi papá. Días antes me había tocado irme con él, para así poder ayudarlo mejor.

Al llegar le pagué al conductor y subí hasta la habitación que me habían asignado, arreglé mi maleta y marqué a una aerolínea para comprar un boleto, luego llame a mi padre.

—Iré a Corea contigo —hablé serio.

—¿Tan pronto?

—Sí —sorbí mi nariz—. Ya no tengo nada que hacer ni aquí, ni en Shanghai. Te veré en Seúl mañana.

—Como digas hijo —habló mi padre. Corte la llamada y lloré aún más fuerte.

(...)

Ya estaba en el aeropuerto, ya todo estaba decido, volvería a Seúl a trabajar junto a mi padre y cumpliría mi promesa, no volvería a buscar a Mei.

Por más que mi corazón me rogará que no lo hiciera, yo sabía que lo correcto era irme y dejarla en paz. Ella ya había sufrido mucho y yo solo era un dolor más para ella, no tenía porque seguir ahí.

Tomé mi maleta y caminé hasta a la sala de abordaje, con miles de ideas rodando por mi cabeza, abordé el avión e intenté olvidar el dolor que cargaba en mi corazón.

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