↳ 🍸 Capítulo XIX ೃ࿔

• Mei •

Luego de las indicaciones que nos dió el doctor, me hicieron pasar a una sala para cambiarme, me puse la bata y una enfermera me ayudó a sentarme en una silla de ruedas, luego de eso me llevaron hasta otra habitación para anestesiarme.

Pasados unos quince minutos, comencé a sentirme con sueño, poco a poco me había quedado dormida.

(...)

Yoongi

No me habían dejado acompañar a Mei hasta el hospital, así que decidí ir a dar una vuelta por la ciudad; caminé durante toda la mañana por las calles de Londres.

Revisé la hora y ya eran las doce del medio día. Mi estómago comenzaba a rugir, así que entre a una cafetería y con mi mal inglés logré ordenar pasta y una ensalada.

Estaba comiendo tranquilamente cuando recibí una llamada de mi papá.

—¿Hola? —hablé pegando el celular a mi oreja.

—Hola Yoongi —habló mi padre el otro lado de la línea—. ¿Qué tal todo?

—Muy bien —sonreí—. ¿A qué debo tu llamada?

—Solo quería asegurarme de tu estado —contestó—. ¿Ya tienes trabajo?

—Sí, me pagan por cuidar de una chica —respondí casi en un susurro—. Bueno me pagaban —suspiré—. Es una historia difícil de explicar.

—Supongamos que entiendo —habló mi padre—. Hijo...yo necesito que vuelvas a Corea.

—¿Cuándo?

—Lo más pronto posible —respondió mi padre.

—Yo no puedo regresar —admití.

—¿Por qué?

—Estoy en Londres —hablé luego de tomar un trago de soda.

—Necesito de tu ayuda para cerrar unos negocios.

—¿Ahora si necesitas mi ayuda?

—Siempre la necesité, pero tú debías aprender primero a mantenerte por si mismo —suspiró.

—No prometo regresar pronto, pero en cuanto pueda lo haré —hablé.

—Está bien —respondió—. Confío en ti hijo.

—Gracias papá, hablamos otro día —me despedí y colgué la llamada.

Terminé mi comida, pagué la cuenta y me retiré del restaurante, caminé a paso lento hasta llegar al hotel y subí hasta la habitación. Encendí la televisión y me puse a ver una película.

(...)

Desperté y miré la hora, eran las ocho de la noche asi que tomé mi celular y marqué el número de la mamá de Mei.

—Hola Yoongi —habló de otro lado la señora.

—Hola buenas noches —hablé —. ¿Ya salió de cirugía?

—Hace un par de horas salió, ahorita sigue sedada, el doctor dijo que lo más probable es que va a despertar hasta mañana.

—¿Y cuando regresarán? —pregunté mientras mordía mi dedo pulgar.

—Mañana mismo —suspiró—. Nos iremos a la casa que los Wang tienen acá en Londres, Mei necesita reposar y allí estará mejor.

—Está bien —respondí—. ¿Arreglo las maletas?

—La mía ya está lista hijo, solo arregla la tuya y la de Mei si puedes, por favor.

—Yo las arreglo, no hay problema, debería descansar se escucha cansada.

—Eso haré, descansa hijo —suspiró—. Mañana será un día largo, buenas noches Yoongi.

—Buenas noches —sonreí y colgué la llamada.

Dejé mi celular en la mesa de noche y me dirigí al baño a cepillarme los dientes, luego de eso me volví a acostar e inmediatamente me volví a dormir.

(...)

Me encontraba bajando las maletas del carro, un señor se acercó y tomó algunas maletas, me ayudó a cargarlas hasta las habitaciones que nos habían dado. Bajé nuevamente las escaleras y me encontré con un Jackson muy sonriente.

—Hola Yoongi —sonrío saludándome.

—Hola —hice mi mejor intento de sonrisa—. ¿Qué tal?

—Muy bien —miró hacia la puerta—. ¿Y Mei?

—No tardará en venir —respondí—. Su madre me habló hace unos minutos, avisándome que ya habían salido del hospital.

—Espero y la cirugía resulte —suspiró—. ¿Cuándo sabremos si resultó?

—En dos semanas —respondí metiendo mis manos en los bolsillos de mis pantalones.

Unos minutos después aparecieron Mei y su madre, quien se notaba que estaba cansada. Por otra parte Mei llevaba unos parches que cubrían sus ojos. Corrí hacia ella y la abracé.

—Te extrañe tanto cariño —besé su mejilla.

—Solo me fui dos días amor —sonrío nerviosa.

—Fueron dos días muy eternos —respondí mientras la volvía a abrazar.

—Hola a todos —habló la madre de Mei—. Yoongi podrías llevar a Mei a su habitación por favor, ella debe descansar —habló la madre de Mei.

—Está bien —sonreí y tomé la mano de Mei.

La ayudé a subir las gradas y aún tomados de las manos caminamos hasta su habitación; abrí la puerta de esta y la guié hasta la cama. Ella se quitó los zapatos y se acostó quedando boca arriba, me acosté al lado de ella imitando su acción.

—¿Cómo te sientes? —pregunté mientras la miraba.

—Para ser sincera ya me siento mejor, el miedo ha desaparecido casi por completo.

—¿Casi por completo? —pregunté enarcando una ceja.

—Sí —suspiró—, estamos a un paso de saber si resulta o no.

—Si resultará pequeña —besé su frente—. Todo estará bien.

Nos quedamos hablando de varias cosas sin sentido, hasta que Mei se quedó dormida. Me levanté de la cama, bajé de nuevo y me dirigí hacia la cocina en busca de comida.

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