↳ 🍸 Capítulo XII ೃ࿔

Regresamos a casa de Mei y la hermana de Hoseok se fue a desempacar a mi casa. Mei estaba dormida en su habitación, según ella no había descansado lo suficiente. Hoseok y yo estábamos sentados en el sofá de la sala hablando.

—¿Entonces lo hiciste con ella? —preguntó Hoseok curioso.

—Sí —admití nervioso— lo hicimos ayer.

—¿Te gusta ella verdad? —preguntó mi amigo sonriendo.

—Me está costando admitirlo —suspiré y volví a hablar en coreano—. Pero sí, me gusta Mei.

—Deberías declararte, estoy seguro que harían bonita pareja —sonrío.

—Quiero hacer las cosas bien con ella, quizá el tener relaciones primero no fue lo mejor —rasque mi nuca—. Pero no lo pude evitar.

—Comprendo —asintió—. Pero... ¿ella ya sabe que... —se acercó a mi y susurró—, su madre te paga por cuidarla?

—No —agache mi cabeza—. No quiero que ella piense mal de mi, necesito el dinero, pero también me gusta ella —pase mis manos por mi cara frustrado—, pero si se llega a enterar seguro me manda derechito a la mierda.

—No pienses así, se nota que Mei es compresiva.

—Algún día le explicaré todo —suspiré pesadamente y me recosté en el sofá.

(...)

Hoseok se había ido a mi casa a descansar, yo estaba en la sala viendo televisión. Mei estaba recostada en mis piernas escuchando música en sus audífonos. Inconscientemente comencé a acariciar su cabello, noté que ella tenía los ojos abiertos y los tenía puestos en mí, como desearía que ella pueda verme.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos en cuanto recibí una llamada, revisé quien era y resultó ser la madre de Mei.

—Buenas tardes Shui —hablé poniendo el teléfono en mi oreja.

—Hola Yoongi —habló de otro lado de la línea la señora—. ¿Qué tal están?

—Todo bien señora. ¿Qué tal todo allá en Londres?

—Pues bien, realmente no he venido por negocios; he venido por Mei —bufó—, he hablado con varios doctores para analizar su caso. Y solo uno de ellos está dispuesto a operarla.

—¿Y eso que tiene de malo?

—Solo hay un 40% de probabilidad para que Mei recupere la vista.

Me levanté del sofá y caminé hacia el jardín para seguir hablando.

—¿Me está diciendo que es muy poco probable que Mei vuelva a ver? —hablé más bajo.

—Exactamente, y si la operación no resulta Mei quedara ciega para siempre.

Al escuchar eso sentí mi pecho arder, y lágrimas rebeldes amenazaban con salir. Inhalé y exhalé repetidas veces para intentar calmarme.

—Yoongi yo necesito hablar con ella para consultárselo.

—Está bien —suspiré una vez más, regrese a la sala y le entregué el celular a Mei.

Subí hasta la habitación de Mei, me senté en la orilla de la cama y apoyé mis codos en mis rodillas; cerré mis ojos y comencé a llorar en silencio.

Escuché como Mei tocaba la puerta y entraba.

—Yoongi ¿dónde estás?

—Estoy en frente de ti cariño —ella se acercó a mi y puso sus manos sobre mis mejillas acariandolas.

—Lo siento —hablo ella, para luego abrazarme.

—¿Por qué te disculpas? —pregunté haciendo que ella se sentara sobre mis piernas.

—Por mi culpa estás triste —suspiró—. He decidido hacerme la operación; será dentro de cuatro meses, quiero que estés ahí conmigo Yoongi.

—Lo estaré pequeña, siempre estaré para ti —besé sus labios.

—Tengo miedo Yoongi, ¿y si no resulta?

—Todo estará bien pequeña —besé su mejilla—. No pensemos en eso ahorita. Mejor pensemos en nosotros —besé su cuello haciéndola soltar un gemido.

Ella aún seguía sobre mi, nos besábamos muy apasionadamente. Mei quitó mi camisa, yo también me deshice de la suya y comencé a dejar besos por, clavícula. Retiré su sostén y comencé a lamer sus senos; pude ver como Mei se estremecía, mis pantalones ya me comenzaban a apretar.

En un movimiento rápido bajé sus shorts, y también baje mis pantalones. Mei se movía sobre mi de adelante hacia atrás.

—Creí que tenías dolor por lo de ayer —hablé con notable excitación en mi voz.

—Hagámoslo antes de que me arrepienta.

—Tus deseos son mis órdenes cariño —baje mi bóxer y me coloque un preservativo, baje las bragas de Mei.

La volví a sentar sobre mi, haciendo que mi longitud entrará en su feminidad. Ambos soltamos gemidos de placer, ella se sostuvo de mi hombros y yo comencé a dar estocadas más rápidas y profundas.

Los gemidos invadían la habitación, al igual que el sonido de nuestros cuerpos chocando.

(...)

Ambos estábamos sudados y ya exhaustos, una gran sábana cubría nuestros cuerpos. Mei estaba recostada sobre mi pecho, y yo acariciaba su espalda desnuda.

—¿Será así todos los días? —pregunté sonriendo.

—No me molestaría en lo absoluto —hablo Mei aún recostada.

—Vaya y yo tan tranquila que te veía pequeña —solté una pequeña risa.

—Podrá sonar raro, pero cuando estoy contigo olvido que soy ciega, porque tu eres como mis ojos y siento que veo el mundo a través de ti.

Ese comentario hizo que me sonrojara inmediatamente, mi corazón se comenzó a acelerar.

—Mei yo... digo... ¿tú quieres sa-lir maña-na?

—Claro que sí Yoongi, ¿A dónde iremos?

—Será sorpresa pequeña —besé su cabeza—. Ahora duerme que mañana necesitarás muchas energías.

—Buenas noches Yoongi —me abrazó—, gracias por todo, te quiero.

—Yo también te quiero pequeña —me acomodé mejor con ella en brazos y ambos caímos en un sueño profundo.

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