↳ 🍸 Capítulo III ೃ࿔

Me desperté debido a que la señora Yun me hablaba amablemente.

—Joven Min ya hemos llegado —desabroché mi cinturón y me levanté del asiento para bajar del avión.

Y ya no estábamos más en Seúl, suspiré y me subí a la camioneta que estaba esperado a mi papá, la señora Yun y a mí. Durante todo el camino me quedé viendo por la ventana el paisaje de Shanghai, era de noche pero aun así se veían varias personas que probablemente regresaban de sus trabajos o simplemente iban caminando.

Luego de estar una media hora más en la camioneta, llegamos a una residencial que si se veía lujosa, pero no tanto a lo que estoy acostumbrado a ver. El chofer estacionó frente a una casa que era mucho más pequeña que en la que vivía en Corea.

Me bajé de la camioneta e iba a caminar hacía la entrada de la casa hasta que mi papá habló aclarándose la garganta.

—¿No piensas llevar tus maletas? —me miró con seriedad.

—Si claro —caminé de nuevo hasta la camioneta y tomé mis maletas, luego caminé como pude con ellas hasta la puerta y la señora Yun la abrió, me apresuré a entrar y me quité los zapatos.

Caminé adentrándome más en la casa hasta llegar a la sala, era acogedora y conectaba directamente con la cocina.

La señora Yun me indicó que mi habitación se encontraba al final del pasillo de la segunda planta, subí las escaleras con mis maletas y caminé por el pasillo hasta que llegar a mi habitación.

Definitivamente todo era más pequeño que la casa que tenía en Corea, arreglé mi ropa en el armario y me cambié por ropa más cómoda, abrí la ventana que había en mi habitación para ver si se veía el paisaje, pero me topé con una casa de dimensiones parecidas a la mía, solo que se veía más antigua.

De todas las luces de la casa solo la de una ventana se veía encendida y alcancé a ver la silueta de una chica, no alcance a ver bien su cara. Y luego de varios intentos fallidos de ver mejor la cara de la chica, vi como alguien le agarraba la mano y la apartaba de la ventana, luego de eso se apagó la luz. Revisé la hora y eran las 10:30 de la noche, bajé a la cocina y tomé una manzana y me dispuse a ir nuevamente a mi cuarto, iba caminando por el pasillo pero la voz de mi padre me detuvo.

—Debo regresar a Corea, la señora Yun se irá conmigo —suspiró—. Estarás bajo tu propia responsabilidad Yoongi.

—Padre por favor déjame regresar a Corea contigo, prometo ser mejor hijo y dejar la vida que llevaba.

—No Yoongi, he tenido suficiente de ti. Es hora de que te independices, busca un trabajo, ten una relación decente, adopta una mascota —se acercó a mi—. ¡Pero por favor haz algo con tu vida!

—¿Y de qué me servirá trabajar? Si yo heredaré la empresa y todo lo que necesito saber ya lo sé —hablé con ironía.

—¿Sabes dar un maldito discurso frente a los demás? ¿Sabes qué hacer si los números de finanza no cuadran? ¿Sabes alguna estrategia para mantener los productos siempre bajo el interés de los compradores? ¿Sabes cuántos ingresos y pérdidas se dan mensual y anualmente? ¡NO SABES NADA DE ESO YOONGI! —gritó—. Así que hazme el maldito favor de buscar un trabajo para aprender a administrar correctamente una empresa —suspiró pesadamente.

—Sí... pa... dre como digas —solté balbuceando.

—Ahora si me voy, te dejare solo 8,000 yuanes y no te daré más, si quieres más dinero, trabaja —mi padre volteó a ver a la señora Yun—. Señora Yun nos vamos —la señora Yun siguió a mi padre pero se detuvo frente a mi.

—Mi niño, prométeme que cambiaras y serás un gran hombre.

—No prometo nada señora Yun, pero haré mi mayor esfuerzo —la abracé, luego de eso ella salió junto con mi papá de la habitación, se dirigieron a la salida de la casa, y se subieron al auto.

Cerré la puerta de la casa y apagué las luces de la planta baja. Subí hasta mi habitación, me acosté y me puse a pensar en cómo había cambiado mi vida de un día para otro.

Con bastantes cosas rondando en mi cabeza, logré acomodarme en la cama y caer en un profundo sueño.

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