75. F4
PENÚLTIMO CAPÍTULO.
Va a ser muy corto porque no quería dejar muy largo el final así que lo dividí en dos partes ;)
—Vaya, parece que fue ayer cuando usaste este uniforme —murmuró mi padre planchando la vestimenta de la escuela Rickfrod. —Y hoy estás por graduarte.
—Wow hermana, serás una graduada de la escuela Rickford —comentó mi hermanito con mucha alegría.
—Y bien, ¿Qué planeas usar para la graduación? —preguntó mi mamá con una sonrisa de oreja a oreja.
—No voy a ir —refunfuñé depositando mi cabeza en la mesa de la sala. — ¿Por qué iría?
— ¿Cómo? Te vas a graduar del instituto Rickford. Obvio que tienes que ir —reprendió mi madre con voz severa.
—No te preocupes por mí —murmuré antes de escuchar una notificación de mi celular.
Andrew: Estoy afuera de tu casa.
—Hmm... mamá, voy a salir —avisé antes de buscar un suéter para salir al encuentro con Andrew.
Bajé las escaleras hasta la tintorería y al salir a la calle solo pude ver su desorbitante auto parqueado... Obviamente sabía que era de él. Nadie en este barrio estaría usando un convertible negro y lo dejaría tan campantemente en la calle.
Era como si ese carro tuviera un cartel gigante que decía "róbame".
Después de confirmar de que Andrew no estuviera en el carro, caminé hacia el pequeño parque de al frente en donde antes solíamos reunirnos.
Y como lo supuse, Andrew estaba apoyado en su auto rojo en la mitad del parque, fruncí levemente mi ceño al recordar el auto negro, así que giré mi rostro y observé que el Sr. Tanne subió a ese carro y se alejó con rapidez.
—Feliz graduación —dijo Andrew interrumpiendo mis pensamientos.
—Gracias —comenté con una gran sonrisa. Era como si hubiera ganado una guerra o algo por el estilo... bueno, convivir con los estudiantes ricachones de la institución Rickford sí que fue toda una odisea.
— ¿Aún estudiaras medicina? —preguntó después de que yo me acercara a él y me apoyara en su carísimo auto extravagante.
— ¿Por qué preguntas eso? —refunfuñé cruzando mis brazos.
—No creo que entres con esa cabeza —mencionó en tono burlón.
—Para tu información ya estoy becada.
— ¿Dices becada? —repitió entre risas, sin embargo al ver que yo no reía él guardó silencio. — ¿Hablas enserio? —asentí— ¿Mi madre lo hizo? —preguntó abriendo sus ojos en señal de sorpresa.
—Supongo. No he hecho ningún examen de ingreso, así que no hay razón para que me bequen. Esto debe ser obra de la Sra. Rickford.
— ¿Es acaso una aprobación o una...
—No lo sé —interrumpí. —Tal vez sea la calma antes de la tormenta, pero aprendí algo después de conocer tanto tiempo a la Sra. Helena; Vive los buenos momentos al máximo.
—Buen punto —comentó Andrew levantando sus hombros. —Entonces, reformularé mi pregunta... ¿Planeas conservar la beca con esa cabeza? Lo dudo.
—Oye —chillé en tono ofendido antes de darle un fuerte golpe en su hombro.
—Eso dolió... Yo diría que una doctora como tú podría ser peligrosa. Nadie quisiera ser tu paciente.
— ¿Qué?
—Sin bisturí y te las ingenias para hacerle daño a la gente —comentó en tono burlón haciendo referencia al anterior golpe que propiné en su hombro.
—Oye, pensé que habías venido a felicitarme —refunfuñé separándome del auto para hacerme delante de él. — ¿Viniste a burlarte de mí?
Andrew sonrió y acto seguido también se separó del auto. Él se hizo delante de mí y me obligó a inclinarme a su carro rojo. Estaba rodeada en sus brazos, y la carrocería del auto era un obstáculo para escapar
— ¿Q-que estás haciendo? —murmuré al sentir que toda la sangre subió a mí la cabeza, especialmente a mis mejillas.
—Oye Alice, mañana....adsahdlkspfkpajio
Bueno, exactamente no escuché "adsahdlkspfkpajio" por parte de Andrew, fue de alguna u otra forma para plasmar que no entendí lo que él dijo, porque justo en ese momento, una moto endemoniada pasó a nuestro lado con un sonoro motor que hizo imposible que yo pudiera escuchar lo que Andrew había dicho.
Nuevamente pensé que era obra del destino al hacer ese tipo de cosas. Me refería a aquella vez que sucedió exactamente lo mismo. Andrew me había dicho algo, pero el estruendoso sonido del avión hizo que fuera imposible para mí entenderle y por consecuencia él tuvo que esperar 4 horas bajo la nieve.
Eso había pasado hace 2 años, pero parecía tan poco tiempo.
— ¿Entendiste? —dijo con una sonrisa a lo que yo respondí con una extraña mueca. —Te mataré si esta vez llegas tarde.
Cielos, ¿Él que había dicho?
—Ve a casa y descansa —sonrió antes de darme un casto beso y lo siguiente que observé fue como Andrew subió a su auto y pronto se alejó de mi vista.
Cielos, ¿Qué fue lo que dijo? ¿Ir a dónde? ¿A qué horas?
(...)
Encontrar trabajo seguía siendo sumamente difícil. Sentía que debía ayudar en casa en especial ahora que pronto ingresaría a la universidad.
Rickford University cubría mi matrícula, pero no compraba mis libros y otras cosas, eso lo debía conseguir por mi propia cuenta... Y suponía que eso no era nada barato.
Con ese pensamiento en mente seguí organizando la clínica. Tenía sumo cuidado de no dañar el uniforme ya que este sería el mismo que llevaría en la universidad.
¿Saben lo que yo estaba haciendo el día de mi graduación? ¿El día añorado de cualquier adolescente en donde cierra un capítulo para abrir otro nuevo? ¿El día en donde se celebra y festeja con emoción el paso para ser mayores y autosuficientes?
Bueno, el día de mi graduación yo estaba limpiando la clínica.
—Abuelo Philippe, haré té después de tirar la basura —comenté levantando las dos bolsas de basura.
—Ah, sí claro Alice.
No me malinterpreten. Yo no estaba en la clínica en contra de mi voluntad. El abuelo Philippe insistió en que hoy no trabajara pero de todas formas lo hice.
No me emocionaba ir a un salón lleno de ricachones que criticaban absolutamente todo. Los únicos amigos que tenía en esa institución era a los F4 y ellos ya estaban en la universidad, así que por obvias razones no asistirían a la graduación de los chicos de preparatoria.
Después de botar la basura en el depósito afuera de la clínica, limpié mis manos y me dispuse a entrar nuevamente... bueno, hubiera hecho eso si no fuera por la gran y extravagante limosina blanca que se detuvo a mi lado.
Esa limosina era tan al estilo de Andrew.
Un señor vestido con traje formal se apeó del largo vehículo y abrió la puerta para mí.
Volteé con las esperanzas de que hubiera alguien a mis espaldas, sin embargo después de girar como unas tres veces llegué a la conclusión de que la limosina tenía el propósito de recoger a Alice Lawler y llevarla a cierto lugar que desconocía.
Sí, en definitiva esto era uno de los tantos caprichos de Andrew.
No tuve otra opción que subirme al gran coche y decidí dormir un poco hasta que este se detuviera, sin embargo no lo hizo en la mansión Rickford, sino en un salón de eventos.
Un poco extrañada, me adentré al lugar y pronto una música clásica invadió mis oídos.
Palmeé mí frente al ver en donde estaba. Unas inmensas ganas de querer matar a Andrew invadieron mi cuerpo al leer un gran colgante que decía;
"Graduación de la escuela Rickford"
Rápidamente reconocí a la mayoría de mis compañeros, por lo menos los hombres porque las mujeres estaban irreconocibles con tantas capas de maquillaje.
Unos estaban bailando el vals en parejas moviéndose en sincronía, otros estaban hablando en las mesas y otra tomaban unas copas de vino o champagne. Obviamente yo estaba fuera de lugar, me refiero a que estaba usando el uniforme de la institución con unas feas botas mientras que otras chicas tenían extravagantes vestidos con grandes tacones.
—Alice, ¿Por qué llegas tan tarde?
Me alarmé al escuchar una voz a mis espaldas así que giré para ver quién era.
—Nathan —susurré con sorpresa. — ¿Qué hacen aquí?
Lo dije en plural ya que no solo estaba Nathan, sino también Adam y David.
—No me digas que pensabas perderte un evento tan importante como este —reprendió David con una sonrisa.
—Ahm... bueno.
—No somos de preparatoria, ¿A qué crees que vinimos? —indagó Adam refiriéndose a mi anterior pregunta.
—Los F4 han esperado todo el día para poder bailar contigo —explicó David.
—Señorita Alice, ¿Me haría el honor de bailar esta maravillosa pieza conmigo? —interrumpió Nathan haciendo que yo soltara una gran carcajada. —Ven vamos —dijo inmediatamente cambió la pieza musical.
—Pero si yo no bailo nada —comenté entre risas al ser arrastrada a la pista de baile por Nathan.
Las chicas comenzaron a murmurar y verme con deseos de asesinato y homicidio. Agradecí que las miradas no mataran porque si fuera así, ya estaría enterrada tres metros bajo tierra.
Nathan sostuvo mi espalda para atraerme hacia él y luego con su mano sostuvo la mía. Así que con mi mano libre me apoyé en su brazo porque era demasiado alto y no alcanzaba su hombro.
Comenzamos a bailar al compás de la música y por primera vez, la persona con quien bailaba no se quejó por mi mal baile en donde pisaba sus pies.
De todos los F4, Nathan siempre fue el más amistoso. Él siempre ayudaba y apoyaba a los demás, él se preocupaba más por sus amigos que por él mismo. Un hombre comprensivo que ofrecía su corazón como soporte.
A pesar de esa fachada de chico malo y rudo, él era por dentro, el más amable y gentil de los F4. Ese era Nathan Coleman.
—Mi turno —mencionó David con una sonrisa, así que tuve un cambio inesperado de pareja.
Aunque él quisiera parecer alguien frio, David era la persona más pura y cálida de los cuatro. Gracia a él, mi amiga Abby pudo experimentar lo que es el amor verdadero.
David no era el playboy de los F4 por simple gusto, él necesitaba que una chica se tomara las molestias de reparar su corazón roto.
Y Abby, con una extraña y perseverante forma, pudo lograrlo. Reunió cada una de las partes del corazón de David y después de fundirlo a 1300 grados y pasarlo por otros desafíos consiguió su objetivo. Ahora, el corazón de David Cooper era tan fuerte como una pieza de cerámica.
— ¿No crees que es mi turno? —comentó Adam con una sonrisa en su rostro.
—Suerte. Pisa duro —dijo David esbozando una sonrisa ladeada.
—Oye —refunfuñé haciendo que David sonriera nuevamente antes de acariciar mi cabello y marcharse hacia donde estaba Nathan. —No estoy vestida para la ocasión —comenté con una risa al estar a solas con Adam.
—Estás perfecta. Creo que es el atuendo ideal para la Alice Lawler que termina su agitada preparatoria.
Como si hubiera sido Alicia quien cayó al País de la Maravillas, podía tocar la campana de emergencia y la posibilidad de encontrarme con Adam era casi al instante.
Me preguntaba si Adam sabía la profundidad de mi agradecimiento. Nunca sería capaz de olvidarlo.
Él, además de ser mi mejor amigo y mi bombero, era también mi alma gemela.
Y algo que no se debía olvidar nunca es que tu alma gemela no necesariamente es el amor de tu vida.
Adam, muchas gracias por todo.
Vota si te gustó;) pronto subiré la otra parte del capítulo
KATHERINE PIERCE
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