56. COMIENZO Y FIN
MARATÓN 3/4
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ADAM POV'S
Me levanté después de escuchar un ruido que provenía de afuera. Los rayos del sol inundaban toda mi habitación así que tomé la decisión de salir al recordar todo el desastre que había formado Alice la noche anterior.
Al llegar al comedor observé que mi abuelo servía en la mesa varios platillos, así que decidí observar sin hacer ningún sonido.
—Recuerdo que te gustaba esto cuando eras un niño —mencionó sin verme mientras organizaba otros platos. Observé que el desayuno consistía de alimentos con caritas sonrientes y en forma de animales... Eso era lo que desayunaba todos los días antes de la muerte de mis padres. —Siéntate, comamos.
—Perdón, no quiero —me excusé rechazando el desayuno.
—Al menos come esto —me ofreció una galleta espolvoreada de azúcar, sin embargo sin decir una palabra decidí retirarme.
Él no podía pretender que todo estaba bien... Él no podía pretender que yo olvidara 15 años de sufrimiento y agonía por la muerte de mis padres sin que mi abuelo estuviera a mi lado... Eso eran cosas que no perdonaría ni olvidaría.
Una hora más tarde, después de escuchar que mi abuelo se había ido de la casa, tomé la decisión de salir de mi cuarto y caminar hacia la cocina por algo de beber, sin embargo toda mi atención fue captada por el desayuno infantil que hacía que recordara cientos de cosas que creía haber olvidado.
No estaba seguro por la razón por la que me senté en el comedor y comencé a comer lentamente ese desayuno. Hacía 15 años que no probaba ese sabor.
Recordaba que mis padres no podían hacer que yo comiera los vegetales, así que mi abuelo descubrió que la única forma en que yo comiera saludable era decorando la comida en forma de animales. Era algo tonto, pero en ese entonces funcionaba.
Sin embargo lo único que yo no comía eran la aceitunas e incluso de grande tampoco lo hacía... Observé los tres platos vacíos y el del centro tenían las aceitunas reunidas que no quise comer y por inercia observé los platos vacíos de mi abuelo y también él había dejado las aceitunas.
Quizás había cosas que nunca cambiaban.
(...)
Después de bañarme y cambiarme de ropa salí hacia la sala con intenciones de ir a la fundación de música, sin embargo me detuve a ver a mi abuelo en la sala.
—Hola —susurró, pero no respondí al oír el timbre sonar. Caminé hacia la puerta y observé a Alice, así que la dejé pasar.
Eso era otra cosa que nunca cambiaba. Ella seguía siendo igual de entrometida pero con tiernas intenciones.
— ¡Hola! ¿Como les fue? —preguntó con una sonrisa, sin embargo me molestaba que ella tomara la decisión de juntarme con mi abuelo sin haberme consultado.
— ¿Qué haces aquí... —pregunté, sin embargo fui interrumpido por mi abuelo.
— ¿Y tan temprano?
—Ah ¿Yo? Para que vayamos a trabajar los tres —fruncí levemente mi ceño después de escucharla. ¿Por qué debía ir a la clínica de mi abuelo? Odiaba que ella siguiera haciendo cosas sin previo aviso. —Vamos, vamos. Ya que somos tres personas vayamos en el carro —insistió mientras tomaba del brazo a mi abuelo y con su mano libre me arrastraba también a mí hacia mi auto.
Al llegar al consultorio observé a Alice servir té en la sala de espera. Me sorprendía el número de pacientes que había en un lugar tan pequeño... También me sorprendía ver a mi abuelo trabajar como médico después de ser un ministro.
—Aquí tienes, ten cuidado ¿Si? —Alice decía con una gran sonrisa a todas esas personas mientras les entregaba la taza de té. —Señor, ¿Me permite el termómetro? —le preguntó a un señor y él con una sonrisa obedeció. —Ah, qué bueno. Su temperatura está normal.
Seguía admirando la forma en que Alice atendía de manera cordial a toda esa gente, ella tenía un cierto don para agradarle a las personas.
—Por favor no hagas ruido, ¿Puedes tocar tu armónica por allá? —Alice le preguntó a un niño de 8 años, sin embargo los niños de esa edad pueden ser un dolor de cabeza.
— ¡No quiero! —gritó el infante antes de sacar la lengua y tocar con todas sus fuerzas la desanimada armónica. — ¡Tonta!
—Señora Robert, es su turno —dijo la única enfermera que había en el local, así que una señora que cargaba a un bebé se levantó.
— ¿Puedes cuidar por favor a mi hijo? —preguntó la señora adulta a Alice. Ella estaba cargando una bandeja de tazas, así que se me acercó y me estiró la bandeja junto a unos termómetros.
Un poco confundido los recibí y Alice se acercó nuevamente a la señora para recibir al bebé.
—Joven, ¿Podrías darnos algo de té? —preguntó una señora adulta y observé que Alice cargaba al bebé. No tuve otra opción que acercarme a los pacientes y tomar el anterior trabajo de Alice.
No entendía muy bien yo que hacía en la clínica sí debía estar el centro de Artes, pero de alguna u otra forma estaba entregando té caliente y midiendo la temperatura.
—Yo también quiero té.
—Oh, qué joven tan guapo.
— ¿No quieres ser mi yerno?
Observé un poco alarmado a Alice después de escuchar todo lo que decían esas señoras, sin embargo ella sonreía de manera burlona mientras me veía y al mismo tiempo jugaba con el bebé.
Minutos después esos niños de la armónica me estaban enloqueciendo. No era la primera vez que escuchaba como asesinaban a la música, sin embargo estos niños estaban masacrando todo el buen gusto de la armonía. Además había mucho bullicio en la pequeña sala y todo eso se sumaba a mi dolor de cabeza.
¿Cómo hacía Alice para soportar eso todo los días?
— ¿Puedes prestarme por favor la armónica? —pregunté amablemente, así que el niño un poco extrañado me la entregó.
Me senté en el centro de la sala y comencé a tocar una canción que recordaba sus partituras con perfección.
Cuando le enseñé a Alice a tocar Say Something en el piano, lo repetí tantas veces que incluso memoricé su melodía en todos los instrumentos... Hacía algunos años que no tacaba una armónica, sin embargo recordaba cómo hacerlo... Ese era uno de los primeros instrumentos que aprendí a tocar.
Los pacientes guardaron silencio mientras yo tocaba la tierna melodía, los niños me miraban con atención e incluso el bebé dejó de llorar.
—Eso fue hermoso.
—Bravo.
—Eso es lo más lindo que escuché en mi vida.
—Tienes mucho talento muchacho.
Escuchaba con dificultad lo que decían las personas mientras aplaudían, sin embargo observé a Alice y ella levantó su pulgar con una gran sonrisa.
—Gracias —susurró poco audible, pero pude leerlo de sus labios.
Quizás era yo el que debía agradecerle a ella.
DAVID POV'S
Caminaba alrededor de las esculturas del taller mientras observaba mi mano enyesada. Quizás el haber cometido el error de enfrentar a unos tipos en estado de ebriedad fue una gran equivocación y descuido de mi parte.
Por mí y por mi carrera.
Pero no fue mayor equivocación que haber dejado ir a Rache... Ese mismo día por la mañana concordé con ella salir a la exhibición de artes del museo...
FLASHBACK
—Hace tiempo que no vengo aquí —mencionó Rache admirando las nuevas piezas de artes del museo.
— ¿Recuerdas cuando mi abuelo nos regañó por jugar al escondite aquí? —pregunté haciendo que ella soltara una tierna risa.
—Como castigo tuvimos que limpiar el taller por una semana.
—Sí, y cuando dijiste que tenías frío y yo encendí el horno pero casi causo un incendio —mencioné recordando las estupideces que había hecho por ella. Yo era solo un niño, y mi prioridad siempre había sido verla feliz.
—Fuiste tú quien dijiste que tenías frío —reprochó fingiendo indignación, sin embargo yo recordaba otra cosa.
— Fuiste tú ¿no?—insistí, sin embargo difusos recuerdos aparecieron en mi mente; ella era buena tolerando el frío, así que no había forma de que se quejara por eso. —Espera ¿Fui yo? —escuché la risa de Rache, sin embargo segundos después ella guardó silencio.
— ¿Cómo sigue tu madre?
—Sigue igual —susurré al recordar a mi madre postrada en una cama que sobrevivía gracias a unos tubos. — ¿También quieres saber de mi padre?
— ¿Cómo está él?
—Supongo que bien.
—Tú estás bien ¿Verdad? —preguntó, sin embargo no podía mentirme a mí mismo. Solo pretendía que mi vida era perfecta, cuando en realidad nada salía como yo lo deseaba.
— ¿Alguna vez quisiste saber de mí?... ¿Por qué lo hiciste? —pregunté en un murmuro. Fueron más de dos años sin ella. Tuve que sobrevivir sin Rache todo ese tiempo. — ¿Cómo pudiste desaparecer sin decir nada?... Rache, eres como el aire que respiraba —susurré después de pensar en cómo me sentía en toda esa situación. —Siempre estuviste en las buenas y en las malas.
—Nunca fui aire para ti, David —admitió en un susurro. —Quizás fui una brisa pasajera que se confundió con el aire... Yo creí que podía quedarme a tu lado para siempre si lo deseaba.
— ¿Qué tratas de decir? No lo entiendo.
—Que la brisa una vez que pasa, no vuelve al mismo lugar.
FLASHBACK END
Me acosté en la banca mientras cerraba mis ojos y recordaba detalladamente las palabras de Rache. Aunque ella insistiera que no era mi alma gemela, yo tenía un concepto muy diferente.
Ella fue mi comienzo y mi final.
Era mi todo y la había perdido.
— ¿Por qué estás así? —abrí mis ojos al escuchar una voz femenina, sin embargo mis nulas esperanzas se esfumaron al ver a Abigail.
— ¿Sabes?, quiero dormir un poco. ¿Podemos hablar en otro momento? —me excusé intentando ser amable.
— ¿Por qué has cambiado tanto desde el día en que nos conocimos? ¿Eh?
—Basta —susurré. Lo último que necesitaba eran los sermones de Abigail. —No molestes.
—Entonces te aguantas, porque si no lo digo ahora tendré que ser una espectadora más de tu patética vida.—admitió haciendo que me llevara una gran sorpresa. —David, eres un mentiroso, inmaduro y para colmo un cobarde.
— ¿Cómo?
—Tú dijiste que no querías lastimar sus sentimientos —no recordaba cuando se lo había dicho, sin embargo era cierto. No quería herir a Rache, pero ya lo había hecho. —Pero la verdad es que siempre tuviste miedo de salir lastimado. Tenías miedo de que Rachele se alejara de tu lado.
—Abigail...—intenté detenerla, sin embargo ella seguía insistiendo en comentar todo eso.
Tal vez en el fondo era cierto, pero no quería admitirlo, incluso si me mentía a mí mismo.
—Sí lo sé. Tu manera de comportarte y tu forma de ser es solo una simple máscara... pero a pesar de eso, el David que amo se asemeja a un niño que le teme al amor y a que lo abandonen. —fue lo último que dijo antes de entregarme la pieza de rompecabezas con la letra D.
Pov's de Adam y de David!
¿Quieren que sigan profundizando en la historia de David?
KATHERINE PIERCE
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