46. INTENTARLO
—Tú... ¿Qué estás haciendo aquí? —Al escuchar esa voz detrás de mí, mi piel se erizó. Sabía quién era esa mujer.
—Buenas noches, señora —susurré después de girarme y comprobar que era Helena Rickford.
—Ya no soporto que te sigas metiendo en nuestras vidas —espetó después de un suspiro. — ¿Y ahora qué? ¿Te estás mostrando tal y como eres? —comentó con un semblante muy tranquilo, sin embargo me era imposible responder. —Es por eso que fui muy cuidadosa para que gente como tú y tu familia no se acercaran a mi hijo —continuó elevando su voz.
—Eso me parece una ofensa —susurré a mi defensa. —Señora, esto es un malentendido.
—Señorita, dígame. Sí una chica atrae a un hombre comprometido a un hotel ¿Qué clase de mujer es? ¡¿Cómo es que me dices que no es lo que parece?! —mencionó un poco alterada.
—Oye, Alice, ya te dije que no...—giré mi cabeza hacia mi habitación y observé que Andrew salió de allí, sin embargo su semblante cambió por uno de horror al ver a su madre y a los guardaespaldas.
— ¿Qué? ¿Te pusiste nerviosa porque mi hijo se comprometió, así que decidiste seducirlo en una noche? Pequeña audaz y estúpida chica —observé que la Sra. Rickford se acercó enfurecida con su brazo extendido con el fin de golpearme, sin embargo Andrew la detuvo.
—Para. Detente ahora —Andrew susurró sosteniendo el brazo de su madre, sin embargo, después de soltarla ella lo abofeteó a él.
—Llévense a Andrew y sáquenlo de aquí —ordenó la señora Rickford antes de retirarse. Observé como los guardias sostuvieron a Andrew y lo guiaron por el pasillo.
No pude hacer nada más que observar la escena con atención. Mis piernas flaqueaban y mis manos temblaban. Pronto, escuché que la puerta a mis espaldas se abrió, así que perdí el equilibrio.
—Alice ¿Qué pasó? —preguntó David quien me sostuvo desde mi espalda para que yo no cayera.
—Yo...Andrew...Él....
— ¿La Sra.Rickford? —supuso un poco preocupado así que asentí.
—Alice, lo siento tanto. Todo esto fue una mentira. Solo queríamos unirlos —susurró Abby al borde de las lágrimas.
— ¿Qué? —pregunté un poco confundida. De hecho estaba muy intrigada. ¿Todo el día me había preocupado por una cita falsa?
—Lo ideamos Nathan y yo. Y Abigail nos colaboró. Andrew y tú eran muy tercos y quisimos empujarlos... pero veo que lo hicimos mal. Lo siento mucho Alice —explicó David con paciencia. —Deberíamos irnos. Yo las llevo.
En pocos minutos, David se detuvo al frente del consultorio del Dr. Philippe.
— ¿Segura que quieres quedarte aquí? Es muy de noche, es mejor que vayas a casa —mencionó Abby muy preocupada antes de que yo bajara.
—Estoy bien.
—Alice, no tengo problemas de llevarte a tu casa —insistió David, sin embargo negué con mi rostro.
—Está bien, chicos —me despedí y entré hasta la pequeña sala de espera que estaba completamente vacía y oscura, sin embargo el tono de mi celular invadió el silencio del lugar. — Hola Adam—saludé después de ver quién era el que estaba llamando.
— ¿Dónde estás?
—En casa —murmuré debido a que no podía decirle que estaba en el consultorio de su abuelo.
— ¿Pero está todo bien?
—No te preocupes, estoy bien —mentí nuevamente esperando a que Adam lo creyera. En ocasiones, decir "Estoy bien" quería decir que estaba sufriendo, pero no quería que lo supieran.
—Bien, Adiós —murmuró antes de colgar.
Encendí el interruptor y pude observar que el consultorio estaba un poco sucio, así que decidí coger la escoba y el recogedor para limpiar un poco el lugar. Después de despejar la basura, tomé el trapeador y comencé a lavar el suelo, sin embargo unos pies interrumpieron mi camino. Un poco dudosa levanté mi rostro y observé que era Adam.
— ¿Qué haces aquí? —susurré muy confundida.
—No sabía que esta era tu casa —mencionó mordazmente debido a que le había mentido.
—Es...que... no podía dormir, así que vine a tomar un poco de aire —traté de explicar, sin embargo Adam me seguía mirando. Un poco incómoda decidí seguir trapeando.
Mientras lo hacía, Adam se interpuso en mi camino, cambie mi dirección y él continuaba interponiéndose, fue así por lo menos una 3 veces hasta que él me quitó el trapeador.
Lo observé fijamente y él apoyó el trapeador en la pared antes de envolverme en un cálido abrazo. Sostuvo delicadamente mi cabeza en su hombro para evitar que yo me moviera y luego comenzó a acariciar mi cabello.
Enamorarme de Andrew fue fácil, permanecer enamorada fue un desafío, dejarlo ir era lo más difícil y pensar en tener que seguir adelante era todo un triunfo.
Pensaba que el día que lloré al lado de Isabelle había sido suficiente, pero me equivocaba. Odiaba que Adam me viera llorar, así que esta vez mis lágrimas fueron silenciosas pero impregnadas con dolor y sufrimiento.
Era realmente difícil renunciar a alguien a quien no se dejaba de pensar todos los días.
(...)
Caminaba tranquilamente por el instituto para ir a mi casa, hasta que escuché el grito de unas estudiantes así que rápidamente me di cuenta que los aclamados F4 andaban por el campus.
Yo estaba a dirección contraria de ellos, así que pude ver fijamente a Andrew unos segundos al igual que él conmigo, sin embargo Andrew fue el primero en romper el contacto visual y seguir su camino.
Era triste ver como una persona que estuvo tan cerca de mí podía llegar a ser un completo extraño.
Después de que el bullicio pasara, escuché una llamada de mi celular. Era mi madre. Ella solo pedía que regresara a casa, sin embargo su voz estaba muy preocupada y eso hizo que yo tuviera un mal presentimiento.
Rápidamente me subí a mi bicicleta y conduje hasta mi casa, caminé hasta el segundo piso y me dirigí al cuarto de mi madre. Ella estaba acostada en la cama con unos trapos mojados encima de su frente.
Se veía muy enferma.
— ¿Qué sucedió? —pregunté con evidente preocupación. Mi madre tenía los ojos llorosos y mi papá estaba sentado a su lado.
—Pregúntale a tu padre —espetó mi mamá en un susurro antes de toser.
—Nos van a embargar la casa —informó mi padre sosteniendo con fuerza una carta blanca.
— ¿Por qué? Nosotros estamos pagando la deuda. —dije nerviosamente. Comencé a preocuparme de que la Sra. Rickford hubiera interferido en algo.
—No por nuestra deuda. Sino por la deuda de un amigo de tu padre —comentó mi madre con voz afligida. — ¿Dime que vamos a hacer? ¿Cómo le serviste de fiador a alguien que no podía pagar sus deudas? Ya teníamos suficientes con las nuestras —reclamó mi mamá muy enojada. A pesar que yo siempre había apoyado a mi papá, coincidía esta vez con ella.
—Eso fue mucho antes de que nuestra situación cambiara —comentó mi padre en defensa. —Además mi amigo solo pidió mi firma.
— ¿Tu firma? ¡Ahora por una simple firma nos están embargando! —gritó mi madre perdiendo toda calma.
—Tranquila, mamá —susurré mientras le cambiaba la pequeña toalla de la cabeza, sin embargo escuché una llamada de mi celular, era un número desconocido — ¿Hola?
— ¿Este es el número de los señores Lawler? —preguntó una señora formal desde el otro lado de la línea.
—Sí señora, yo soy su hija.
—Llamamos de parte del centro de Artes.
—Oh, sí.
—Sus padres no han reportado aviso desde hace una semana —avisó la señora, así que solté un suspiro. Mis papás no podían perder ese trabajo.
—Lo siento, pero mis padres han estado enfermos últimamente, pero no se preocupe yo iré inmediatamente.
Al llegar al centro de Artes tuve que pedirle al supervisor que me permitiera reemplazar a mis padres, sin embargo él un poco dudoso finalmente aceptó.
Observé detalladamente la magnitud de trabajo que tenía por delante y sin dudarlo mucho puse manos a la obra. Después de dos horas tenía limpio los salones, sin embargo el mayor problema sería el hall principal. Era demasiado grande, y mi hombro dolía mucho.
Opté por limpiar primero los enormes ventanales, sin embargo, mientras lo hacía, observé el difuso reflejo de alguien quien creía conocer. Sin demora, giré mi rostro comprobando que la persona que me estaba viendo era Adam.
— ¡Adam! Pero... ¿Qué haces aquí? —murmuré muy confundida, así que él giró y señaló un gran cartel.
"Centro de Arte Walcott –Sala de conciertos"
— ¿Y tú? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó con un poco de diversión al verme limpiar los vidrios.
—Ahh, ehm, bueno... Tuve un pequeñísimo problema.
— ¿Vas a limpiarlo tú sola? —preguntó después de ver el enorme ventanal. De hecho era gigante... En vez de pared era vidrio. ¿A quién se le ocurría construir algo así?
—Bueno, estoy en el proceso de hacerlo —comenté soltando una risa, sin embargo observé que Adam se quitó su lujoso reloj, luego arremangó las mangas de su traje y por último tomó un trapo y rociador y se puso a limpiar a mi lado.
— ¿Por qué estás haciendo eso? —pregunté demasiado confundida.
—No me creías, te dije que era bueno limpiando —mencionó con una sonrisa mientras limpiaba los vidrios superiores.
—Ehm...pero...yo.... Gracias —murmuré antes de seguir limpiando los vidrios inferiores.
— ¿Señor que está haciendo? —preguntó un señor a nuestras espaldas, al girar observé al supervisor con cara de horror al ver a Adam limpiar las ventanas.
—Ah, hola supervisor Lewis —saludó Adam sin dejar de limpiar. —Estaba algo aburrido y decidí limpiar un poco después de mi última función.
—Está bien señor, solo procure descansar —mencionó el supervisor bastante extrañado antes de irse. Yo también me extrañaría si viera a mi jefe limpiando las ventanas. Tenía tanto que agradecerle a Adam.
Tiempo después, los dos estábamos entretenidos limpiando las ventanas de una manera sincronizada, así fue durante unas dos horas hasta que finalmente terminamos la parte de las ventanas.
—No puedo dividir el pago —le mencioné a Adam mientras le entregaba un vaso de café de una expendedora. —Así que a cambio te doy un café y un paseo —continué con alegría como si se hubiera ganado la lotería.
— ¿Un paseo? —él sonrió algo extrañado, así que unos minutos después ambos estábamos montados en una sillitas saca brillo a motor. Comenzamos a pasear por todo el hall y eso hacía que el suelo se brillara. Nos estábamos divirtiendo y estábamos limpiando al mismo tiempo, era como matar dos pájaros de un solo tiro.
Me sentía un poco agotada... de hecho estaba bastante exhausta, no recordaba estar así desde que tuve mis cuatro trabajos, tal vez me estaba exigiendo más de lo que mi cuerpo aguantaba.
Le avisé a Adam que iría al baño y mientras me miraba al espejo comenzó a fallarme la visión y me fue imposible no caer al suelo.
Mi cuerpo llegaba a mi límite.
(...)
Días después estaba concentrada haciendo mi tarea en el descanso. No había tenido la oportunidad de hacerla. Además ayer no fui al colegio porque Adam y mis padres me obligaron a descansar.
Después de que me desmayé, Adam me llevó a su casa y me cuidó esa noche, hasta el siguiente día en que insistí estar bien, sin embargo nuestro acuerdo fue que ese día estuviera completamente en reposo.
Mientras hacía mi tarea de álgebra observé que una pequeña mancha de sangre cayó en el cuaderno, un poco extrañada toqué mi nariz y comprobé que esta estaba sangrando.
Me levanté de mi escritorio y busqué un pañito para así poder ir al baño a limpiar por completo la sangre. Mientras caminaba por el pasillo del segundo piso, observé que Andrew subía las escaleras y a pesar de que me vio, decidió seguir derecho.
Intenté actuar normal a pesar de que su indiferencia me lastimaba tanto... Éramos dos desconocidos con recuerdos en común.
(...)
Al llegar a mi casa, Max me dijo que una persona me estaba esperando en el parque. Él dijo que no tenía más detalle, así que un poco indecisa salí de mi casa y me dirigí al dichoso parque.
No sabía exactamente porque había decidido correr hasta el parque... De hecho estaba lloviendo y hacía mucho frío para salir... Sin embargo sentía que debía ir.
No iba a mentirme a mí misma, en el fondo deseaba que fuera Andrew, a pesar de que sabía que él no era. Mientras caminaba, sentí que alguien me abrazó por la espalda, supe inmediatamente que no era un hombre debido a sus delicadas manos y a su perfume femenino.
Lentamente me giré y observé a Allie echa un mar de lágrimas, todo su rímel se había corrido, su nariz estaba roja y además su cabello estaba completamente mojado.
— ¿Pasó algo? —pregunté un poco confundida al ver a Allie en ese estado.
—Es Andrew... Andrew...—susurró haciendo que sus sollozos aumentaran. Mi corazón comenzó a doler y pensé en las múltiples cosas que le podía haber sucedido a Andrew.
— ¿Qué le ocurrió a Andrew? ¿Pasó algo malo con él?—pregunté inmediatamente bastante alarmada, sin embargo observé que Allie negó levemente con su rostro.
—Me dijo que quiere salir conmigo —sollozó emocionada mientras me abrazaba. —Quiere intentar lo del compromiso.
Sentí que mi cuerpo estaba fallando, mi vista comenzó a nublarse y decidí esconder mi rostro en el hombro de Allie.
Sus palabras dolían más que la profundidad de una espada, y yo me estaba convirtiendo prisionera de mi propia cárcel.
—Estaba tan emocionada que pensé que iba a enloquecer, así que inmediatamente vine a contártelo —sollozó con una gran sonrisa mientras me soltaba del abrazo. —Alice, ¿No me vas a felicitar?
—Felicidades —susurré al sentir mis ojos cristalinos. Iba a llorar, pero no podía hacerlo... Y me sentía una pésima amiga. Debería estar contenta por Allie, y aunque lo intentara era imposible.
¿Cómo era posible que una palabra significara la felicidad de una persona pero también la desgracia de otra?
— ¿No crees que es muy romántico enamorarse de tu prometido? —sollozó con felicidad mientras limpiaba sus lágrimas.
—Sí —murmuré antes de sentir que Allie me abrazaba de nuevo.
—Muchas gracias, ahora tengo una amiga a la que le puedo contar todo —agradeció con un hilo de su voz mientras me abrazaba con cariño... y yo me culpaba de que yo no pudiera hacer lo mismo... Sería lo más falso que hiciera si la abrazaba como si estuviera feliz.... Estaba feliz por ella, pero no por mí.
Esa noche me encerré en mi cuarto y no quise hablar con nadie. Ese dolor en mi pecho incrementaba cada segundo, mi respiración se volvía agitada y sabía que las lágrimas no tardarían en salir. Ni siquiera me había dado cuenta en el momento que caí al suelo. Solo se repetía aquellas palabras una y otra vez en mi mente "Me dijo que quiere salir conmigo. Quiere intentar lo del compromiso "
No lo pude evitar, la habitación que estaba silenciosa comenzó a llenarse con mis sollozos, cada vez más altos.
Y ahí estaba yo, llorando en el suelo sin ningún consuelo, sin ganas de parar y solo queriendo desaparecer.... Aunque fuera solo por un momento.
KATHERINE PIERCE
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