40. NUEVO SUEÑO
MARATÓN!!!
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CADA 13 VOTOS ACTUALIZO, VAMOS COMENTEN 👊 ❤ yyyy perdón por la demora pero es que pensé que se reuniría los votos en un día jajaja no sólo en u medio día
—Ya está lista la orden —mencionó el señor Pierre mientras colocaba un plato de avena en el mesón. No tenía ánimos de nada, sin embargo era mi trabajo y simplemente no podía negarme a hacerlo.
—Disfrute su comida —Susurré un poco desanimada a unos clientes de la mesa después de entregarle la avena.
—Señorita... Esto no es lo que pedí —mencionó el cliente, sin embargo antes de poder reaccionar, Abby se acercó rápidamente.
—Lo siento, de inmediato traeré la orden.
¿Qué estaba sucediendo conmigo? No podía hacer nada bien. Confundía las órdenes o me tropezaba y destruía las vasijas. Era un completo desastre.
—Abby, soy totalmente patética. Sé que debo estar bien y dejar de un lado el pasado para poder seguir adelante... Pero solo me veo en problemas —susurré con una sonrisa forzada.
—Alice entrega esto —ordenó el Sr. Pierre mientras me entregaba un paquete de domicilio del restaurante.
—Ah, yo iré. ¿Dónde es?—respondió rápidamente Abby, sin embargo el jefe negó.
—Alice, tú tienes que ir. Entrega la comida y espera a que el cliente termine. No olvides traer los recipientes —asentí a lo que dijo el Sr. Pierre. Sin embargo todo eso era algo extraño. ¿Por qué debía esperar a que el cliente terminara?
Caminé hasta la dirección indicada y un poco dudosa me adentré a lo que parecía ser un pequeño lugar de consultas médicas.
Observé que había unos 10 o 12 pacientes y una enfermera les tomaba la presión. Seguí caminando hasta que vi al fondo al señor Philippe, el abuelo que iba al restaurante a ordenar cosas extrañas.
Sin embargo, luego de observarlo un rato, todo me indicó a que él era el medico de la pequeña clínica.
—Oye tú, la que está parada allí —dijo el señor mientras me observaba.
— ¿Yo? —pregunté un poco extrañada.
—Sí, tú. ¿Quién más? Ven acércate a ayudarme.... ¿Qué no ves que los pacientes están esperando?
Por alguna razón terminé ofreciendo té caliente a los pacientes, luego comencé a jugar con un bebé mientras su madre era atendida. Hice todo lo posible para que el pequeño Jasper no llorara hasta que finalmente se quedó dormido. Seguí ayudando en todo lo que pude durante varias horas hasta que caí dormida.
—No te duermas aquí, vete a tu casa —mencionó el Sr. Philippe haciendo que yo despertara. Un poco confundida observé el reloj de la pared y marcaban las 19:30.
—Aquí tiene —comenté mientras le entregaba la bolsa del domicilio.
—Si vas a hacer eso, has bien tu trabajo. Sirve la comida en mi escritorio —ordenó mientras se adentraba a lo que parecía ser su pequeña oficina. Me levanté del asiento y comencé a colocar la avena en la mesa.
—Me dijeron que no me podía ir hasta que se comiera todo —mencioné con una sonrisa. —Buen provecho —continué mientras le entregaba los cubiertos. Observé que el Doctor comenzó a comer tranquilamente, sin embargo varías preguntas aparecieron en mi mente. —A propósito...Sr, ¿Qué es lo que hace? ¿Cómo conoció a mi jefe? — esperé su respuesta, sin embargo él siguió comiendo —Sr. ¿Usted en verdad es médico? ¿No será alguien ilegal? —el Sr. Philippe rió fuertemente antes de contestar.
— ¿Tu dirías que soy un medico falso? —negué automáticamente con una risa nerviosa.
—un poquito —susurré poco audible haciendo que el Señor riera con más fuerzas, hasta que unos gritos de una mujer nos interrumpieron.
— ¡Doctor! ¡Me duele mucho! ¡Me duele el estómago! —el señor Philippe corrió hacia la mujer y yo lo ayudé a cargarla hasta la camilla.
Una hora después, estaba siendo testigo de todo un parto. Al inicio me asusté un poco, pero después ayudé a la mujer a relajarse y le entregaba todo lo que necesita al Dr. Philippe.
Había presenciado una de las cosas más hermosas de esta vida; un nacimiento.
Había sentido escalofríos en todo mi cuerpo, era como si hubiera descubierto un nuevo mundo que no conocía. Era la primera vez que dejaba de pensar en Andrew o la natación.
(...)
Al siguiente día durante mi receso caminé hasta las escaleras de incendio y admiré el panorama. El sol brillaba y los pájaros cantaban. Era como si hubiera nacido una nueva Alice.
Saqué una botella de leche y comencé a tomarla. Nada mejor que leche por la mañana para recobrar tu día.
—Así que aún vienes aquí —escuché una voz a mis espaldas y al girar observé a Adam con una sonrisa.
—Adam, ¿Quieres? —mencioné mientras señalé la leche. Él asintió así que saqué otra botella de mi mochila.
— ¿Sucedió algo bueno? —preguntó un poco extrañado. Al parecer no solo me sentía feliz, sino que que mi rostro me delataba.
— ¿Cómo te diste cuenta? —pregunté e inmediato Adam tocó la punta de mi nariz.
—Tu cara habla.
Sonreí con fuerza y me dispuse a contar todo lo que sucedió ayer en el parto.
—Si alguien me escuchara, diría que se me zafó un tornillo. Sé que hay personas que se reirían de mí si les digo que quiero ser... Doctora —susurré con una leve sonrisa.
—Dime, Alice Lawler ¿Estás loca? —mencionó después de un suspiro. Lo observé un poco sorprendida, sin embargo él comenzó a reír sutilmente. — Es difícil encontrar algo que te guste hacer... No es fácil descubrir lo que amas... Así que, ¿Qué importa lo que digan de ti? ¿Desde cuándo te ha importado lo que los otros piensan?
—De acuerdo —mencioné con una sonrisa. Adam tenía razón, yo sería la que estudiaría mucho y les demostraría a todos lo que podía llegar a hacer.
—Si quieres hacer algo, no lo quites de tu mente.
— ¿Aun si me lleva muchos años?
—Aunque te lleve siglos —respondió inmediatamente. —Entonces... ¿Salud por el nuevo sueño de Alice Lawler? —preguntó alzando la botella de leche.
— ¡Salud! —respondí entre risas haciendo chocar mi botella con la de Adam,( simulando que fueran unas copas de vino)
Esa misma tarde fui a la biblioteca de la escuela para buscar libros que me ayudaran a preparar el examen de ingreso a la universidad para el campo de medicina. Había demasiada información y comprendí que el cuerpo humano era más complejo de lo que imaginaba.
Después de varias horas en la biblioteca decidí irme antes de que anocheciera más, no les había avisado a mis padres, y tal vez se preocuparían.
Mientras caminaba por la avenida, un televisor de un local llamó mi atención, porque en la pantalla se evidenciaba a Andrew caminar junto a su madre rodeados de periodistas.
—En un momento haremos una rueda de prensa —mencionó la Sra. Rickford con esperanzas de que los camarógrafos se alejaran, sin embargo no tuvo éxito.
—Por favor solo unas palabras —insistían los sujetos, así que Andrew decidió hablar mientras caminaba.
—El crecimiento de la Compañía Rickford comenzará a partir de ahora. Solo esperen y vean—aseguró antes de subir a una limosina negra.
Tomé un gran suspiro y abracé con fuerza los dos libros que traía en mis manos.
Hay personas que aparecen en tu vida para enseñarnos lesiones que nunca hubiéramos aprendido si se hubiesen quedado...
— ¿Alice? —escuché una voz femenina pronunciando mi nombre, así que giré y observé a una mujer bajando de una limosina negra. Una mujer hermosa, castaña y con unos ojos azules que me hacían recordar nuevamente a Andrew.
—Isabelle —susurré forzando una sonrisa.
—He querido hablar contigo y me alegra poder verte —comentó con una gran sonrisa. —Ven vamos —dijo invitándome a entrar al auto, sin embargo negué con mi rostro. —Mi madre no está en casa.
—No es por la Sra. Rickford —susurré. Por parte no quería ir a su casa por esa señora, sin embargo ella no era la razón principal.
—Mi hermano sigue en Francia —insistió un poco esperanzada así que simplemente me resigné.
Minutos más tarde me encontraba en una salita de la habitación de Isabelle mientras tomábamos el té y comíamos unas galletas.
—Supe que fuiste a París —mencionó un poco curiosa.
—Bueno... la verdad es que... sentí que debía cerrar el capítulo con Andrew para poder continuar con mi vida —dije forzando nuevamente una sonrisa. Fingir que estaba bien, dolía aún más. —Creo que fue buena idea haber ido, porque ya lo olvidé por completo.
—La verdad... es que me hubiera gustado mucho que estuvieras con mi hermano... creo que es una lástima —comentó soltando un suspiro. —Pero.. aunque ya no estés con él, espero que sigamos siendo amigas.
—Sí —afirmé esbozando una sonrisa.
Seguimos hablando que cosas triviales hasta que observé el reloj y vi que era muy tarde. Me despedí de Isabelle y tomé rumbo hacia la salida, sin embargo mis pies inconscientemente me llevaron hasta la puerta entre abierta de la habitación de Andrew.
Me debatí mentalmente si debía entrar o no, pero tomé la osadía de hacerlo. Al dar un paso dentro de la enorme habitación, el olor característico de Andrew se hizo presente.
Todo su cuarto olía a él. Era como si Andrew estuviera allí, pero no era así. Seguí caminando paulatinamente y todo estaba igual a como lo recordaba; los muebles, las decoraciones, las cosas carísimas que eran innecesarias. Todo seguía allí.
Me acerqué a un marco doble de fotografía, en una estaba Isabelle en un vestido de boda, y en la otra foto estaban Andrew y ella sonriendo.
Poco a poco tantas cosas volvieron a aparecer en mi mente... Solté una amarga sonrisa al recordar el día en que me asusté al despertar en el cuarto de un desconocido.
El día anterior a ese fue la primera y única vez que me había embriagado... Andrew me llevó ese día a su casa con la excusa de que no podía llevarme en ese estado con mis padres.
También recordé cuando él curó mis heridas con tanta preocupación a pesar de estar enojado conmigo Recordé incluso nuestro primer "Hola", nuestro primer beso y hasta el último... Todas aquellas sensaciones y recuerdos iban a ser para siempre, incluso si jamás se volverían a repetir.
Caminé al lado del sofá de la sala de la habitación y me acerqué a un gran telescopio blanco. Los telescopios permiten ver objetos lejanos, como los astros, las estrellas y... la luna.
"Porque la luna de Alice Lawler nunca podrá alejarse de la estrella de Andrew Rickford. No importa que suceda, no perderé a mi luna"
Reí amargamente al recordar la cadena de plata. La estrella había decidido separarse de la luna al fin de cuentas.
¿Por qué me sucedía esto? ¿Por qué cada vez que intentaba salir adelante el destino conspiraba para que no pudiera olvidar a Andrew?
—Está bien, no te contengas —susurró Isabelle mientras me abrazaba maternalmente. —Tan solo llora, saca todo afuera —continuó acariciando mi cabellera.
—I-Isabelle, n-no quería decírtelo, p-pero te mentí —sollocé mientras mis lágrimas caían con intensidad. —N-no estoy bien. F-fui a París porque quería ver a tu hermano —cada palabra era un grito de dolor mezclado con llanto. —N-no puedo creer que haya cambiado tanto —me era imposible seguir conteniendo esa incertidumbre y dolor en mi pecho.
Todo eso se estaba impregnando en mí y se apoderaba de todos mis sentido. ¿Por qué simulaba ser fuerte si no lo era? En ese momento volví a quebrantarme y lloré con todas mis fuerzas en el hombro de Isabelle sin poder sentir ningún consuelo.
—Alice... Gracias —susurró mientras comenzó a secar mis lágrimas con tranquilidad. —Estoy muy agradecida de que me abras tu corazón. Escúchame con atención. Andrew regresará contigo. Por favor, no quiero que te des por vencida. Prométeme darle una oportunidad. ¿Si? —sin poder responder rompí a gritos y chillidos. Perfectamente todos los trabajadores de la mansión pudieron haberme escuchado.
—No me duele que él actuara como si no me conociera —susurré mientras controlaba mi llanto. —O que no tratara de detenerme cuando me fui —mis susurros volvían a convertirse en sollozos — Me duele no haberle dicho gracias —sollocé aún más fuerte. —No he podido decirle que lo amo... Nunca tendré otra oportunidad para hacerlo.
Era algo curioso, porque existió un momento durante mi llanto en el cual ya estaba casi desahogada, sin embargo parecía que mi cabeza buscara otro mal y triste recuerdo para seguir llorando.
ABBY POV'S
Caminaba con tranquilidad hacia mi casa, mientras cruzaba la gran avenida solo podía pensar en Alice. Ella seguía devastada por lo de Andrew... y me destrozaba a mí recordar la gran sonrisa el día en que consiguió el dinero para ir a París... y recordar su forzosa sonrisa con sus ojos cristalinos al regresar a Cardiff.
Ella era buena mentirosa, pero no iba a creerme su actuación. Era mi mejor amiga, conocía cuando ella sufría y eso también rompía mi corazón.
Mientras caminaba, un auto a gran velocidad se detuvo forzosamente a mi lado. Observé un poco extrañada el extravagante carro hasta que el piloto bajó la ventanilla.
—Srta. Abigail —saludó David con su característica sonrisa seductora. —Sube —ordenó guiñando su ojo, así que decidí seguir caminando. — ¡Abigail! Es importante —insistió, así que después de pensarlo decidí subir al auto. —Ten —me entregó dos tarjetas doradas, así que decidí abrir una de las ostentosas tarjetas y aunque su contenido era algo extenso solo me bastó leer el título.
— ¿Andrew nos está invitando a su cumpleaños? —pregunté un poco perpleja.
—Así es.
— ¿Me estás diciendo que Alice también está invitada a esa fiesta?
—Sí.
— ¿Por qué? ¿Por qué debería hacerlo? Andrew además...— tomé un suspiro y decidí continuar —Diré la verdad, él dejó a Alice y ella está devastada por su culpa —mencioné tranquilamente observando la tarjeta.
—Tengo una sospecha, quiero asegurarme de que estoy en lo correcto —respondió con serenidad.
—Y si te equivocas lastimaran a Alice nuevamente —Lo mejor que ella podía hacer era seguir con su vida. Vivió perfectamente más de 16 años sin Andrew, así que podía vivir toda su vida sin él. Solo fue su primer amor, lo iba a superar como lo hace todo el mundo.
—Abby, si todo fue una mentira de Andrew, entonces, estoy en lo correcto. Pero sino, Alice debe saberlo —insistió nuevamente. ¿Por qué nadie se preocupaba por el corazón de mi amiga? Yo solo quería lo mejor para ella. David solo deseaba que la relación de Andrew y Alice no se acabara, pero para mí Andrew se podía ir al infierno.
— ¿No es como matarla dos veces?
—Sí Andrew ya no la ama, Alice tiene que borrarlo de su mente por completo... Ya te había enseñado eso —mencionó antes de bajar del auto. Un poco dudosa decidí seguirlo hasta la cajuela del automóvil. David comenzó a entregarme unas cajas decoradas, no solo eran dos o tres sino que eran ¡Seis!
— ¿Para que todo esto? —pregunté sin verlo al rostro debido a que todas esas cajas obstaculizaban mi visión.
—Si vas a la guerra debes llevar armadura —mencionó con una sonrisa. ¿Guerra? ¿Armadura? A David se le había zafado un tornillo de su cabeza.
Al siguiente día en el restaurante le mencioné a Alice lo de la invitación del cumpleaños #20 de Andrew, sin embargo ella negó inmediatamente.
—No iré, no te acompañaré —rechazó mientras limpiaba unas mesas.
— ¿Nunca lo vas a volver a ver? ¿Está bien que todo termine así?—pregunté un poco seria. Tal vez David tenía razón... Alice necesitaba olvidar a Andrew por completo.
Accedí a hacer esto porque recordé cuando yo estaba lastimada por culpa Ander... Si no fuera por David, nunca hubiera cerrado ese capítulo de mi vida.
Si yo terminé devastada por un idiota y mentiroso como él, no quería imaginar cómo se sentiría Alice, quien se enamoró de Andrew con tanta intensidad.
—Dicen que ya regresó a Cardiff, además es su cumpleaños ¿No te gustaría felicitarlo? —continué haciendo que Alice comenzara a divagar mentalmente. — ¿No tienes nada que decirle a Andrew?
Pronto escuchamos el sonido de la campana que anunciaba un cliente, así que interrumpió los pensamientos de Alice.
—Bienvenido —Saludó, sin embargo palideció al ver a un hombre rubio adulto en un traje elegante. —Sr. Tanne....
—Buenos tardes, señorita Alice Lawler —saludó el hombre muy formalmente.
—Buenas tardes, ¿Puedo ayudarlo? —preguntó Alice muy confundida. Sí ella estaba confundida yo lo estaba aún más.
—Hoy es la fiesta de cumpleaños del joven Andrew.
— ¿Por casualidad lo envió Andrew? —pregunté esta vez yo al ver que Alice seguía pasmada.
—No, no fue él —respondió el señor antes de buscar algo en el blazer de su traje. Segundos después le entregó a Alice una tarjeta dorada. —La presidenta Rickford espera que asista a la fiesta de cumpleaños.
¿Por que creen que la bruja quiere que Alice vaya a la fiesta?
¿Alice podrá hablar con Andrew?
Repito: ¿Andrew o Adam?
KATHERINE PIERCE
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