39. ME VOY

MARATÓN!!!

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En la mañana Adam y yo estábamos esperando el bus que nos llevaría hasta el aeropuerto. Intentaba sonreír para simular que todo estaba bien...

Pero solo me estaba mintiendo a mí misma. Hace unos días había llegado a París con las esperanzas de ver a Andrew... Incluso había pensado en poder ir con él a los Campos Elíseos que él había mencionado.... Sin embargo, llegaría a Cardiff con el corazón roto.

Que irónico.

— ¡Hey Adam! ¡Adam Walcott! ¡Adaaaam! —escuché unos gritos que llamaban a Adam, así que automáticamente los dos volteamos para ver el dueño de aquella voz.

—Jean, hola —saludó Adam a un chico que se acercaba a nosotros.

— ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste? —preguntó el chico con una gran sonrisa.

—Uhm. Llegué hace unos días. Hace mucho que no te veo.

— ¿Por qué no me dijiste que vendrías a París? Te he extrañado, ¿Cuánto tiempo de quedas?

—Estamos a punto de irnos —respondió Adam mirándome así que simplemente asentí.

­— ¡No puedes! No puedes, no te puedo dejar ir así. ¡Adam, vamos a mi casa!­—sugirió el chico de manera infantil... No es por discriminar, pero ese chico parecía tener otra orientación.

—Lo siento, vengo con alguien —sonrió observándome así que de nuevo sonreí.

— ¿Y tú qué? — mencionó el chico con desagrado. — ¿No me digas que tienes... novia? —el chico me seguía viendo con disgusto, así que Adam sonrió de diversión mientras yo me sentía bastante incómoda. — ¿Y porque viniste de repente Adam?

—Lo siento, vine a visitar a Andrew.

—Ah! Cierto. Imagino que debe estar muy ocupado. Es imposible no verlo mínimo 5 veces al día en alguna revista o en la televisión... ¿Y los demás?

—David y Nathan se fueron ayer en la mañana.

—Me hubieran avisado que llegarían —reprochó el Jean infantilmente. —Si ella acepta ¿Te quedarías un día más? —Adam me observó así que simplemente pude sonreír de manera nerviosa.

Jean algo molesto tomó mi mano bruscamente y me arrastró detrás de unos pilares.

—Oye, soy amigo de Adam. Fuimos a la escuela juntos —mencionó el chico así que fingí una sonrisa. ¿Qué tenía yo que ver con todo eso?

—Ah, ¿En serio? Gusto en conocerte.

— ¿Sabes? Estoy muy enfermo. ¿Puedes hacerme un favor? —preguntó el chico con cara de cachorrito, así que lo escuché atentamente. —Quédense en mi casa ¿Si? Solo por un día.

Observé al chico que tenía cara de súplica... Él dijo que estaba enfermo y quería estar con Adam... Sin embargo estar en París empeoraba mi ánimo.

Solo quería estar en mi casa comiendo un bote de helado con Abby mientras veíamos una película tonta.

— ¿Eh? Hm. Bueno —susurré un poco confundida y observé que el chico saltó de alegría.

—Gracias —mencionó mientras caminó de nuevo hacia donde estaba Adam. Un poco dudosa lo seguí.

— ¿No pasa nada si nos quedamos un día más? ¿Verdad? —le pregunté a Adam un poco tímida así que él sonrió y depositó su brazo en mi hombro para comenzar a caminar.

—Realmente ha pasado mucho tiempo ¿No? —interrumpió Jean después de empujarme y separarme de Adam.

En definitiva a Jean le gusta Adam.

Ese chico me estaba odiando... Sería un largo día...

Al llegar a la casa de Jean, me di cuenta que era enorme y estaba decorada a un estilo muy francés. Jean servía muchos platillos en la mesa principal mientras yo caminaba por la casa admirando el lugar.

—Huele delicioso, soy un gran chef —dijo Jean a sí mismo mientras olía la exquisita comida. Por su acento reconocí que era francés, sin embargo hablaba muy bien español.

—Hablas muy bien el español. ¿Cómo aprendiste hablarlo? —pregunté intentando sacar un tema de conversación.

—Adam... él me enseñó —explicó con una enorme sonrisa.

—Entonces aprendiste a hablarlo por Adam —repetí mientras servía té en una taza de cerámica. La levanté para tomar un poco de la bebida, sin embargo Jean con cara de horror me arrebató la taza.

—Esta taza es muy especial —comentó mientras la giraba y mostraba que en el vaso estaba impresa una foto de él al lado de Adam con el fondo de la estatua de la libertad.

Al parecer la foto era de hace algunos años porque Adam tenía el cabello un poco largo....

Este chico estaba obsesionado con Adam. Era algo tierno.

Minutos más tardes Adam apareció en el comedor, así que todos nos dispusimos a comer el delicioso manjar.

Tenía demasiada hambre, quizás llorar había abierto mi apetito. Además ¿Cuándo sería la aproxima vez que comería de esa forma?

—Todo se ve delicioso —mencioné sonriente. Observé que Jean cogió una servilleta de tela, así que hice lo mismo y lo ubiqué en el cuello de mi camiseta, a diferencia de Jean y Adam que la pusieron entre sus piernas.

Jean alzó su ceja al verme, sin embargo eso no me importó ¿Quién decía como debía colocar una servilleta de tela? Pronto cogí un tenedor para sacar algo de uno de los platillos, sin embargo Jean imitó mi acción con rapidez y evitó que lo cogiera. Decidí sacar otra cosa, sin embargo la acción se repitió, una y otra vez con todos los platillos.

Un poco enojada observé los platos de comida. Quería comerlos, pero Jean no me dejaba. Ese chico en serio me odiaba.

La mesa era circular y tenía encima un vidrio movible, así que Jean giró el vidrio haciendo girar también un platillo hasta al frente de Adam.

—Sírvete ¿Si? Es el más delicioso —aseguró Jean observando a Adam con una enorme sonrisa. Yo simplemente tomaba un vaso de jugo, (que era lo único que podía coger), sin embargo observé que la mesa volvió a girar, y el platillo que antes estaba en el lado de Adam, ahora estaba al frente mío.

—Come —mencionó Adam terminando de girar el vidrio. Con una sonrisa de victoria comencé a devorar todo el platillo. Era sencillamente delicioso.

Había olvidado toda etiqueta y norma para comer, simplemente comía todo lo que estaba cerca de mí, dejando a Jean algo impresionado y haciendo que Adam soltara una leve sonrisa.

Después de la comida, Adam decidió salir a la terraza a respirar aire fresco, y después de unos minutos, Jean lo persiguió.

Por mi parte caminaba por todo la sala algo aburrida, sin embargo la curiosidad me estaba matando, y como buena chismosa decidí esconderme para escuchar lo que ellos hablaban.

—Esa chica no es bonita —lo primero que oí fue la voz de Jean quien comenzó a criticarme. —Es bajita y no tiene casi nada de busto. Y la forma en la que come es demasiado...

— ¿Qué es lo que quieres oír? —mencionó Adam soltando una leve risa.

—Dime ¿Esa chica... es tu novia?

— ¿Qué piensas tú? —respondió Adam con otra pregunta.

—Veo... que a ti te gusta mucho ella —refunfuñó el chico un poco molesto.

— ¿Por qué? —preguntó Adam un poco divertido. No sabía si reírme de la situación o seguir guardando silencio. Era imposible que yo le gustara a Adam.

—Cuando la miras... sonríes como antes. ¿No lo crees?

— ¿Qué?

—Cuando Kathe estaba cerca, tú siempre sonreías —explicó Jean.

— ¿Recuerdas que te dije que vine para hablar con Andrew?  —mencionó Adam cambiando rápidamente de tema. —Viajé hasta aquí para verlo... Pero esa no era mi razón principal. Vine para acompañar a Alice.

— ¿Esa chica iba a hablar con Andrew?

—Sí —susurró Adam en respuesta.

— ¿Cómo? ¿A esa chica le gusta Andrew? —preguntó Jean un poco incrédulo. —Está apuntando a un árbol muy grande. —comentó con tono de burla. Comencé a respirar e intentar imaginarme cualquier otra cosa...

No quería recordar a Andrew.

—Andrew la amaba —respondió Adam, así que sentí mi corazón acongojarse de nuevo.

—Espera ¿Qué? ¿Andrew por fin amó a alguien que no fuera a él mismo? —continuó mordazmente. — ¿Realmente piensas que me creeré que el gran Andrew Rickford se interesó en esa chica ordinaria?

—No me importa si me crees o no. Solo intenta dejar de molestarla. Ella está lastimada y necesita ayuda.

—Bien. La dejaré en paz. —respondió el chico. — ¿Andrew la botó?

—Jean, ni una sola palabra al respecto —ordenó Adam, así que decidí devolverme a la sala e intentar pensar en ¿cómo estaría mi familia y Abby?

(...)

Adam me llevó a recorrer el casco antiguo de la ciudad, llegamos a un mirador en el cual se podía observar casi todo. Pronto bajamos al down town y fuimos a distintos monumentos. Fuimos a iglesias antiguas y observamos la arquitectura del lugar.

Luego caminamos cerca de la plaza principal en la cual un guitarrista estaba cantando con mucho público alrededor. Después fuimos a un local de comidas típicas en donde quedé fascinada con unas Milhojas. Eran unas especies de hojaldres con merengue y crema pastelera, espolvoreadas con azúcar.

Se veía delicioso.

— ¿Quieres probarlos? —preguntó Adam mientras buscaba su billetera la cual no encontró.

—No te preocupes, yo tengo suficiente dinero — comenté con una sonrisa. —Combien ça coûte? —pregunté en francés a la vendedora. Eso era una de las pocas cosas que sabía decir.

—Six for €30

—Ok —mencioné mientras buscaba mi billetera.

—Où venez-vous? —preguntó la mujer, así que Adam respondió a lo que sea que hubiera preguntado.

—Cardiff, Royaume-Uni —supuse que la mujer había preguntado nuestra nacionalidad. Después de encontrar mi billetera le entregué los euros a la señora.

—Belle couple nouvellement marié— comentó la vendedora y Adam rió levemente. No entendía muy bien francés. Pero sabía que Belle era hermosa y marié era casados... ¿Esa mujer creyó que éramos una pareja de recién casados?

Pronto la mujer me entregó las Milhojas y me dio también unas extras. Que mujer tan amable.

—Merci —dijo Adam antes de seguir caminando.

Lugo, fuimos a observar el trabajo de un caballero que dibujaba amuletos de la buena suerte. Me encantó uno y quise comprarlo, sin embargo al rebuscar mi billetera no la encontré.

—Espera aquí un segundo —mencionó Adam mientras se alejaba.

Después de unos minutos decidí buscar a Adam, sin embargo al caminar, observé una pequeña multitud reunida, así que me acerqué y observé que estaban admirando a Adam quien cantaba con una hermosa voz y tocaba con destreza una guitarra.

La canción la había escuchado antes, era Firefly de Ed Sheeran.

♫Caí enamorado.

Pequeña, acuéstate conmigo. Cose tu corazón, en mi manga.

Permaneceremos en silencio viendo las estrellas fugases. Si eso te ayuda a dormir.

Hay una luciérnaga suelta en esta noche, mejor atrápala antes que incendie este lugar.

El mundo se ve a través de tus ojos.

Hazme entrar en calor con tus labios. Corazón a corazón. Derríteme.

Hace demasiado frio en esta ciudad

Cierra los ojos e inclínate hacia mí. Tú eres la única que me ayuda a conciliar el sueño

En poco tiempo el estuche de la guitarra estaba llena de dinero. Adam no solo sabía tocar muchos instrumentos, sino que también tenía una voz maravillosa.

—Con eso es suficiente ¿Verdad? —preguntó Adam observándome después de terminar su improvisada función.

—Sí —mencioné después de reírme a carcajadas.

Nunca imaginé a Adam tocando con una guitarra prestada en la mitad de una transitada calle de Paris.

Más tarde, íbamos caminando hacia la casa de Jean, sin embargo el tacón de mi zapato se rompió.

¿Cómo era posible que mi tacón se hubiera roto en la mitad de las calles de Paris? El cielo en realidad conspiraba contra mí. Traté de seguir caminando normal para que Adam no lo notara, sin embargo fue imposible.

Decidí quitarme los zapatos y caminar descalza hasta la casa de Jean, sin embargo observé que Adam se agachó al frente de mí dándome la espalda.

—Súbete a mi espalda —mencionó con diversión.

— ¿Qué?

— ¿O prefieres que te lleve en mis brazos? —sonreí nerviosamente y luego miré mis zapatos estropeados.

—Eh... hmm... bueno yo... Está bien —susurré mientras me subía a su espalda. Pronto Adam comenzó a caminar con facilidad.

—Gracias —dijimos al unísono, así que nos fue imposible no reír.

— ¿Por qué me das las gracias? —pregunté mientras me aferraba a él para no caer, sin embargo no era tan necesario porque él sostenía mis piernas. —Soy yo quien debe agradecer —Adam se comportó de maravilla conmigo este último tiempo. Realmente él sabía cómo apagar la llama de mi corazón.

—Esta es la primera vez que gano mi propio dinero.

—Oh...

—Por ti hago cosas que nunca pensé que podría hacerlas.... Así que, gracias —simplemente sonreí y observé que habíamos llegado a la casa de Jean. Me estiré un poco para abrir la reja y Adam siguió caminando hasta dejarme en la sala.

(...)

A la mañana siguiente abrí mis ojos un poco cansada, observé que era las 11:00 am, había despertado un poco más tarde de lo habitual. Aún medio dormida fui a tientas al baño a hacer mis necesidades hasta que vi que la puerta se abrió y de esta apareció Adam quien rascó la parte trasera de su cuello.

—No le pusiste seguro a la puerta —mencionó para luego alejarse y cerrar la puerta.

Un poco adormilada intenté comprender la situación, hasta que la capté demasiado tarde.

Pronto reaccioné, y un grito resonó por la casa, la manzana y probablemente el vecindario completo. Deseaba que el suelo me tragara o quería ahorcarme con el cable del teléfono. Qué vergüenza.

Una hora más tarde seguía en mi habitación muerta de la vergüenza, mientras afuera Adam estaba tocando la puerta y Jean moría de la risa a su lado.

—Alice por favor sale, ¿vas a estar así todo el día? —dijo Adam en un nuevo intento, pero simplemente resonó mis silenciosos gritos que cubría la almohada. —Ok, voy a salir un rato, así que sal y come.­ — Agregó y finalmente se marchó.

Después de unos minutos, decidí salir temerosa de mi cuarto y agradecí que estaba sola. Bajé hasta el comedor y encontré una bandeja con mi desayuno donde había un papelito con la letra de Adam que decía:

"Memoria Borrada por completo"

Después de unas horas, regresó Adam avisando que nuestro vuelo saldría pronto. Así que rápidamente empaqué mi maleta y organicé el cuarto en el que había dormido.

Cuando llegamos al aeropuerto, Adam me entregó el pasaje de avión y comprobé que tan costoso era.

— ¡¿Primera clase?! —pregunté exaltada. Si solo el viaje normal era tan costoso no quería imaginar cuanto costaba primera clase. — ¿Vamos en primera clase? —Adam asintió como si fuera lo más normal. —Es muy caro. Puedo viajar en clase normal —mencioné mientras le entregaba el pasaje a Adam.

— ¿Normal? —repitió Adam un poco confundido. — ¿No estás hablando de clase económica? ¿O sí? —asentí como si fuera lo más obvio. —Clase económico es muy incómodo. No viajaré allí —explicó muy campante antes de ir a hacer el Chek-in.

Tomé un suspiro intentando no recordar a Andrew... esa era una respuesta que él daría. Mientras esperaba a Adam, saqué de mi bolsillo la delicada cadena de estrella y luna.

Después de este día no volvería a ver a Andrew. Nunca lo volvería a hacer. Me monté en su juego sin importar las consecuencias y fue demasiado para mí.

La realidad era lo que quedaba cuando todo lo demás terminaba... Sin embargo, la realidad no era lo que dolía, sino las expectativas y juicios que le añadí.

Pronto escuché que Adam se acercaba y guardé mi collar de nuevo en mi bolsillo. Adam se puso de rodillas y sacó una caja de su mochila y luego comenzó a quitarme mis zapatos.

— ¿Qué? —pregunté un poco extrañada por su acción sin embargo no me respondió, sino que abrió la caja revelando las baletas grises anacaradas que había visto la anterior vez. —Esos...

— ¿Te gustan? —preguntó con una sonrisa mientras se dispuso a colocármelos.

— ¿Por qué me los compraste?

— ¿No podía comprártelos? Solo piensa que es un regalo por haberme ayudado a conseguir mi primer dinero —sonrió después de colocarme ambos zapatos.

—Adam —susurré con una tonta sonrisa mientras admiraba las baletas. Sin embargo levanté mi vista y todo comenzaba a destruirse nuevamente.

Andrew estaba en el aeropuerto... Y se estaba acercando a nosotros.

— ¿Por qué viniste? —preguntó Adam levantándose del suelo.

—No tengo por qué responderte. —espetó Andrew sin mirarlo porque sus ojos azules se concentran en mí. ¿Él porque hacia lo que quería? ¿Por qué después del incendio en mi corazón quería seguir destruyéndome? — ¿Qué piensas que estás haciendo? —preguntó observándome fijamente.

— ¿Con que derecho vienes a preguntar eso? —intervino Adam con un gruñido.

—¡Cállate Adam! —gritó Andrew, sin embargo Adam ni se inmutó.

—Por ti, la dejé ir.... Porque ella era la novia de mi mejor amigo, por eso no la busqué más. Te di muchas oportunidades, incluso te ayudé. —mencionó Adam perdiendo su control. —Pero ya no lo voy a tolerar más —fue lo último que dijo antes de recibir un golpe en el rostro por parte de Andrew que hizo que cayera al suelo.

— ¡Andrew! ¡Para ya! —intervine con mis lágrimas a punto de derramasen. Su presencia me estaba matando. — ¿Por qué viniste? —pregunté reuniendo todas mis fuerzas. — ¿Vas a decirme algo? ¿O no?

Debía cerrar esta puerta. Debía hacerlo. No quería seguir sufriendo.

Observé que Andrew mordió con fuerza su labio hasta que hizo que un pequeño hilo de sangre se derramara, también observé que apretó con fuerza su puño y comenzó a respirar aceleradamente.

—Bien, ya lo entiendo —susurré debido a que Andrew no respondió. Observé que él dejó caer una caja morada al suelo sin dejar de verme. —Me voy —sollocé mientras tomaba mi maleta y me agachaba para recoger la caja de los zapatos que Adam me había regalado.

Adam también recogió sus cosas y ambos nos encaminamos para tomar el avión.

Me sobraban ganas de ir a abrazar a Andrew, pero no lo haría. Hay cosas que deben hacer las personas para seguir adelante.

Una de las decisiones más difíciles de mi vida fue haber hecho eso, sin embargo, sino lo hacía, seguiría atormentándome de por vida esperando a alguien que no regresaría.

Un poco dudosa giré mi cabeza, y lo que observé hizo que sintiera una daga perforando mi corazón.

Andrew estaba tirado en el suelo llorando fuertemente mientras el Sr. Tanne lo abrazaba con el fin de consolarlo.

Pronto sentí que Adam me abrazó y decidí esconder mi rostro en su pecho. Olvidar la imagen de Andrew llorando como un niño sería algo imposible... Él se veía tan indefenso... desamparado, débil, desmoronado....

Me destrozaba ver esa nueva faceta en su rostro... Era peor que cualquier dolor que había sentido antes... Sin embargo, aunque me lastimara y esto me doliera por un tiempo, no me dolería para toda la vida.

Mi corazón y mi cerebro concordaron que esto era suficiente. No sabía si agradecerle al destino por haber conocido a Andrew, o culparlo por habernos separado.

Me estaba rindiendo ante él, y solo podía desear que Andrew fuera muy feliz.

#SoyMalaColocandoTitulos


KATHERINE PIERCE

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