34. PARÍS
NOTA: Más adelante, cuando digo que hablan español espero entiendan que en verdad es como decir ingles, pues ellos hablan ingles porque viven en Reino Unido. Solo que digo español para que no suene raro.
El lugar en donde Adam me llevó fue el hospital. Él decidió que era oportuno hacer checar mi hombro. Con Adam presente en la sala de comandos me realizaron todo tipo de exámenes para poder diagnosticarme.
Ya tarde en la noche, iba caminando por el pasillo del lujoso hospital seguida unos pasos más atrás por Adam. En mi cabeza resonaba el diagnostico que me había dicho el médico
"Tus hombros están muy dañados. ¿Por qué no te hiciste un chequeo cuando sucedió lo de la silla?... Si recibes tratamiento a partir de ahora, no se verá afectada tu vida diaria. Pero nadar..."
Con el Doctor llegamos a la conclusión que mi lesión en el hombro radicaba en el día que fui secuestrada y recibí el golpe de la silla en mi espalda. Aunque la silla era algo vieja, se destruyó cerca de mi hombro y eso lo había dislocado. Tendría un tratamiento infalible, sin embargo debía olvidarme de nadar si quería continuar con mi vida normal.
Nadar se había convertido en mi pasión, en mi escape de la realidad. Quitarme la piscina era como si se le quitara sus libros a un lector. Me sentía devastada.
Llegué hasta el instituto Rickford y caminé hacia la piscina en donde me senté en una de las reposeras del alrededor, aún desconcertada y descorazonada. Guardé un gran silencio y luego de un suspiro una lagrima de escapó de mis ojos.
— ¿Dime porque a mí? —sollocé al ver que Adam se sentó a mi lado. —Entiendo que no soy muy bonita, tampoco inteligente además soy pobre... Pero, solo había una cosa que me encantaba hacer y que hice bien porque me gustaba —solloce nuevamente mientras mis lágrimas se escapaban. Una tras otra. Este último tiempo me encontraba realmente débil. Quitarme mi pasión era lo único que faltaba para desmoronarme. —Los doctores dijeron que no... debo nadar de nuevo —era tan doloroso incluso repetir aquellas palabras. Adam se acercó un poco más a mí y depositó su mano en mi hombro. —Dime ¿que hago ahora?... no se hacer otra cosa.
—Puedes empezar a buscar algo nuevo —susurró con ánimos de consolarme. Pero eso no era algo tan sencillo. Parecía como si el mundo hubiera tomado la decisión de acabarme.
—Tú tienes tu música... David tiene la cerámica... Nathan y Andrew heredarán los negocios familiares... todos están siguiendo su camino que eligieron desde un inicio —sollozaba mientras trataba de ocultar mis lágrimas con mis manos. Nadar no solo era un pasatiempo, se había convertido en parte de mi vida—No sé lo que voy a hacer —observé que Adam se levantó y se acuclilló a mi lado, para después limpiar mis lágrimas con sus pulgares delicadamente.
—Te ayudaré, te lo prometo. Juntos lo encontraremos —forcé una sonrisa y asentí débilmente.
Después de sentirme menos adolorida, Adam me llevó a su casa, y mientras esperaba en su sala observé su foto familiar, con sus padres y sus abuelos.
—Ven, siéntate —mencionó Adam mientras dejaba en la mesa unas tazas de té. Pronto dejé la foto en donde estaba y me senté al lado de Adam. —Yo fui el causante —susurró y lo observé un poco intrigada. —Causante del accidente.
— ¿Qué?
—Lo recuerdo vagamente. Estaba en el asiento de atrás, jugando. De pronto cubrí los ojos de mi papá cuando estaba conduciendo... Dijeron que me envolvió con sus brazos para protegerme. Todos pensaron que había sido un milagro. Y eventualmente, mi abuelo... ya no volvió a esta casa. Él probablemente no quiere ver a su nieto, quien mato a su hijo — comentó en un modo tranquilo sin embargo sentía que en lo profundo de su voz había un sutil sollozo. — En ese momento, ella tomo mi mano y me ayudo a comenzar de nuevo. Esa persona... — dijo y bebió un poco de su té. Pensaba en quien podía ser aquella persona, y no tardé en ver la foto en donde Adam estaba con Katherine y con el caballo de obsequio. —Creo que es mi turno ahora. Tomaré tu mano y te ayudaré a comenzar de nuevo—dijo mientras me miraba fijamente, intenté esbozar una sonrisa, pero fue imposible así que observé la pequeña taza.
(...)
Al llegar a mi casa me encerré en mi cuarto, comencé a quitar los afiches de todos aquellos nadadores profesionales que tanto admiraba... Todo eso me hacía sentir tan mal, tan destrozada.
Ya no nadaría de nuevo, todo se había acabado. Guardé todo en una cajita y abrí mi nochero para depositarlo allí, sin embargo noté un estuche azul y mi corazón dolió con gran intensidad.
Eran los googles que Andrew me había regalado. Las gafas de natación autografiadas.
Pestañeé varias veces y tomé un pequeño suspiro para evitar llorar. Lo único que me distraía de la ida de Andrew era la natación... y ahora no tenía a ninguno de los dos.
Al siguiente día limpiaba las mesas un poco triste mientras escuchaba a Abby y al Sr. Pierre murmurar. Sentí que lo perdía todo y no tenía ánimos de nada.
—Alice... ¿Estás bien? —susurró Abby y simplemente asentí con la sonrisa más falsa que pude crear.
—Sí.
— ¿Planeas quedarte simplemente esperando? —preguntó Abby así que fruncí levemente mi ceño. —David me dijo que Andrew está en Francia por la construcción del nuevo hotel en París.
—Está en Francia. —susurré un poco desanimada por los evidentes kilómetros que nos separaban.
—Pero está cerca. Usualmente está en EEUU, ahora está en Europa —insistió Abby, pero simplemente pude suspirar.
—Yo estoy en Gales, él en Francia. Es otro país.
—Pero el mismo continente. Está relativamente cerca, tienes que ir antes que regrese a América. —insistió nuevamente y quizás debía hacer eso. Ver a Andrew después de 6 meses podía subir un poco mis ánimos. Quería verlo... No solo quería, lo necesitaba.
Pronto comenzamos a calcular a cuanto saldría el viaje a Paris, sin embargo lo más barato era £1300.00. ¿Por qué Andrew tuvo que escoger la ciudad más costosa de toda Francia? París era considerado la ciudad del amor, por ende era fascinante para los turistas... Tal vez una buena elección para un hotel, pero una mala elección para mi alcancía.
—Uhm... ¿Puedes darme un adelanto jefe? — pregunté algo apenada.
— ¿Qué? — preguntó algo aludido.
—Un adelanto. — aclaré... No sabía de donde conseguir todo ese dinero.
— ¿Tu papá hizo algo malo otra vez?
—No. Sólo lo necesito para algo.
— ¿Cuánto necesitas? —preguntó el Sr. Pierre y Abby decidió responder debido a que guardé silencio.
—£1300.00.
— ¿Qué vas a hacer con £1300.00? — preguntó sorprendido mi jefe.
—Para un boleto de avión. — expliqué jugando con mis dedos. Eso era demasiado dinero y no creía que el Sr. Pierre pudiera darme todo eso.
—Me encantaría poder dártelo, pero no puedo antes de que la nueva avena se convierta en todo un éxito —mencionó mostrando su nueva creación.
Abby mencionó que ella me ayudaría a vender la avena y me daría su parte del dinero para que yo pudiera comprar el boleto de avión. Mientras veía que en las mesas había ciento de envases de avena caliente comencé a hacer cálculos.
—Por cada plato que venda me gano £3.15 y con lo tuyo sería £6.03. Y si vendo 100 sería... —comencé a calcular mentalmente pero Abby respondió primero.
—£630.00.
—Y por 1000 platos sería... ¡£6030.00! SI vendo 2000 platos tendría más de £1200.00 y con mis ahorros completaría para el viaje y la estadía.
—Además tengo ahorrado, y podría darte £100.00 para que puedas divertirte en Paris —sugirió Abby pero negué con mi rostro. Ya era suficiente que me entregara el dinero por las avenas, no podría aceptar sus ahorros. —Vamos, Alice. Estarás en la ciudad del amor, debes comprar algo para ti. Eres mi mejor amiga, es lo mínimo que puedo hacer en este momento —suplicó Abby pero me seguí resistiendo.
—Aquí tienen chicas —dijo el Sr. Pierre mientras nos entregaba más cajas. Por ahora mi mayor preocupación era vender 2000 cajas de avenas.
En menos de 20 minutos ya estábamos promocionando afuera del local. "¡Sabrosa avena de abullone!" Era lo que gritábamos en la avenida, sin embargo la gente nos ignoraban o miraba simplemente, así estuvimos bastante tiempo soportando el frío.
Las ventas realmente no funcionaban. Comenzaba a perder mis esperanzas hasta que una camioneta blanca parqueó cerca de nosotras, observé que de esta descendió Adam y su chofer y atrás de ellos se detuvieron dos autos deportivos, uno naranja y otro amarillo. De esos coches salieron David y Nathan algo divertidos al vernos a nosotras vender sin ningún éxito.
—Yo compraré uno señorita — dijo David en voz alta, demasiado como para que las personas lo escucharan. Abby se quedó estática al verlo y luego esbozó una pequeña sonrisa.
Los chicos pronto se pusieron en campaña y en un dos por tres el puesto estaba abarrotado de chicas que comprarían cualquier cosa que ese trío de chicos les vendiera. Pronto había más de 300 personas fuera del local. Yo las dirigía hacia dentro del local feliz, a ese paso de seguro vendería los 2000 platos.
Mientas atendían a las chicas, observé que el Sr. Pierre se acercó a Adam y le entregó una galleta de caramelo.
—Probablemente te gustará. Es tu preferido —dijo y se fue, dejando a Adam un poco extrañado, pero pronto comenzó a sonreír. Me causó mucha curiosidad lo que sucedió, sin embargo estaba demasiado ocupada atendiendo los clientes.
Los tres de F4 junto con Abby y yo fuimos a una cafetería luego de la ardua faena de trabajo. David me sonrió y me entregó las ganancias del día.
—Creo que debes hacer la cuenta, Alice —recibí con una gran sonrisa el sobre de dinero y solo podía pensar que estaba a pocos pasos de ver de nuevo a Andrew.
—Wow, no pensé que haríamos tanto dinero —observaba el montón de billetes del sobre y parecía una ilusión. Habíamos vendido aproximadamente 3000 platos. —Que emoción, pero yo no fui la única que lo ganó. ¿Creen que está bien que lo acepte?
—Puedes tomarlo —interrumpió Nathan con una sonrisa mientras me entregaba un vaso de café.
—Abby, sobró algo de dinero, ¿Segura que no quieres que te lo de?
—Tranquila Alice, ya te dije que lo consideres un regalo ¿No es así chicos? —preguntó mientras le daba un sorbo a su café y todos asintieron.
—Fue divertido para nosotros —aseguró David con una sonrisa.
—Pero ¿Por qué llegaron de repente? —preguntó Abby y coincidía con ella. David y Nathan miraron a Adam y los tres rieron sutilmente.
—Quiero que nos acompañes a un lugar —mencionó Adam con una sonrisa así que asentí.
Una hora más tarde, estábamos en la piscina de la escuela. Por mi parte ya me había cambiado con mi traje de baño mientras Adam, Nathan, David y Abby me observaban.
—Nadadora a su posición —dijo Nathan así que caminé hasta la orilla de la piscina. — ¿Lista? Adelante —comencé a nadar y con eso se me vinieron todos los recuerdos a la mente.
Mi primera competencia, cuando tuve que limpiar la piscina por culpa de Andrew, en mi entrenamiento por mi estadía en el instituto y varios momento más. Cada brazada me generaba un profundo dolor en mi hombro, pero era más doloroso el dolor en mi corazón... Esa sería la última vez que nadaría. Puse todo su esfuerzo para no flaquear en mi última vez dándole vueltas a la piscina.
Al llegar a la orilla me quedé ahí mientras lloraba por debajo de los googles. Adam se acercó y amablemente me ofreció su mano para salir. Luego ya que estuve vestida comenzó la ceremonia preparada por los 3 chicos. Adam comenzó dando el discurso.
—A partir de ahora...Vamos a empezar, la ceremonia de retiro de la nadadora Alice Lawler. Primero, vamos a dar nuestro distinguido reconocimiento por Um...—dijo Adam, y Nathan entre risas le quitó la carpeta para seguir hablando.
—Este diploma de servicio distinguido es para la Srta. Alice Lawler. Esta persona tiene el talento para nunca rendirse y meterse en muchos problemas además de ser la única atleta becada de la Institución educativa Rickford.
—Por su capacidad para domesticar...a los miembros del brutal F4, en especial a su líder Andrew Rickford. Sin que nadie la ayudara superó cada una de las pruebas con su absoluta perseverancia.— continuó David mientras todos tratábamos de aguantar las carcajadas. —Felicitándola por sus logros, atentamente, el grupo de los F4 —finalizó mientras le entregó el diploma a Adam, quien se acercó a mí para entregármelo. Todos aplaudieron al unísono y solo pude sonreír.
Valoraba tenerlos cerca. Ellos también resultaron ser muy diferentes a lo que todos pensaban.
—Alice, un final significa un nuevo comienzo —dijo David con fin de animarme.
—Ahora ve a París por Andrew y pégale muy fuerte por no llamar —continuó Nathan entre risas mientras levantaba sus puños.
—Muchas gracias —mencioné agradecida para después ser abrazada por Abby.
—Alice, que tengas buen viaje —dijo Abby sin romper el abrazo.
—¡Me voy a divertir mucho! —grité con alegría mientras me separaba de Abby y levantaba mis brazos.
Sacaría provecho a este viaje, y lo que más me motivaba era poder ver a Andrew de nuevo.
(...)
Luego de bastantes horas de vuelo, por fin aterricé en la ciudad de París. Nerviosa iba caminando con diccionario y plano en mano tratando de entender los letreros aunque por suerte muchos estaban en español. Caminé hasta la salida y me encontré con un taxista.
—Girl, 100 dollars au centre de Paris. —arqueé mi ceja al escuchar al taxista hablar ¿francés?
— ¿100 dólares? — pregunté.
—Oui, 100 dollars, vraiment pas cher —no entendí muy bien, pero sabía que "Oui" era un sí... Eso era realmente costoso, no iba a pagar tanto por un taxi.
—Désolé—dije "Lo siento" en Francés... o eso es lo que había leído horas antes en el diccionario.
Mientras me quejaba mentalmente observé que un enorme bus se detuvo a una cuadra, así que salí corriendo detrás de él a pesar de que estaba usando tacones. Al subirme, el viaje desde el aeropuerto hasta el hotel fue realmente relajante. Observaba por la ventana todo París y era en verdad muy hermoso.
La ciudad gozaba de preciosas vistas y avenidas adornadas con palmeras y árboles exóticos. Luego el bus pasó por el casco antiguo de la ciudad donde grandes edificios se encontraban emplazados por ambos lados de las calles. Comencé por alguna razón a hacer un cuadrado con mis dedos en son de tomar una foto, ya que no tenía cámara digital más que la de mi celular que ahí no servía. Cuando llegué a la parte más nueva vi cómo se mezclaban los elementos arquitectónicos antiguos con los nuevos, además de haber mucha gente por todas partes. El bus finalmente se estacionó fuera de un lujoso hotel llamado "Venettian".
Descendí del bus cautelosa, ya que tenía que ver el modo de entrar al hotel sin que me notaran, pues, no tenía como pagarlo y además sólo iba en busca de alguien. Recorrí un poco el lugar para darme cuenta de la enorme estructura que era el hotel en sí y con todos los edificios que lo acompañaban.
¿Todo eso le pertenecía a Andrew? No me había dado cuenta todo lo que poseía la Compañía Rickford... Tal vez comenzaba a entender su desaparición por 6 meses. Él estaba encargado de este hotel, además de otro en Italia.
Cuando logré dar con la entrada al lobby del hotel principal, tranquilamente me dirigí hacia el lugar. Mientras por mi lado pasaban lujosas limusinas que se dirigían al mismo hotel.
En una de ella precisamente iba Andrew, el cual al llegar, rápidamente descendió para entrar. Mi corazón se acongojó al verlo, sin embargo él no se inmutó de mi presencia, comencé a gritar su nombre, pero él no me escuchaba. Corrí con mis fuerzas y dejé tirada mi maleta, lo único que tenía en mente era abrazar a Andrew. Necesitaba escuchar su voz. 6 Meses fue demasiado tiempo.
Gritaba pero él no me escuchaba y estaba hablando con un señor uniformado, veía como entraba al hotel y yo estaba varios metros lejos de él. Observé también que otros 5 hombres se acercaron a escoltarlo y en pocos segundos Andrew ya no estaba en mi campo de visión.
Entré sin dudar al hotel Venettian, sin embargo no sabía a donde ir... El hotel era verdaderamente grande, toda la infraestructura me estaba mareando un poco. En cuanto llegué al lobby central dos hombres me interceptaron el camino.
—Ceci est uniquement pour les VIP—dijo uno de los grandes hombres mientras obstaculizaba mi camino. No había entendido nada pero comprendí que dijo VIP... Supuse que esta entrada era VIP y yo no tenía permiso para entrar.
—Yo he venido.... —comencé a hacer señas para que me entendieran. —a ver a Andrew.
—Mademoiselle, vous ne pouvez pas venir ici —dijo el otro hombre mostrándome la salida.
—Yo, espero a Andrew —intentaba hacerles entender con señas y mímicas, pero era en vano. Los sujetos no me entendían.
—S'il vous plaît prendre votre retraite— asentí con mi rostro al ver que me señalaban la salida, sin embargo aproveché un momento de su distracción y corrí para adentrarme al lobby pero esos dos enormes hombres me cargaron hasta afuera del hotel.
—Digo la verdad, solo pregúntenle a Andrew Rickford —insistí nuevamente y los dos hombres se miraron.
— ¿Andrew Rickford? l'héritier? —asentí con una sonrisa. Los dos sujetos se miraron nuevamente, comenzaron a reírse y me cerraron la enorme puerta.
Un poco desilusionada regresé por donde había venido y tuve suerte que mi maleta abandonada siguiera en buen estado. Decidí caminar un poco en París mientras pensaba en la forma de poder entrar al hotel. La vista era sencillamente encantadora, deseaba poder verla al lado de Andrew.
Después de una hora vagando por el alrededor me dirigí de nuevo al hotel, no sabía en donde estaba y el mapa que tenía no lo entendía, así que decidí no alejarme mucho de Venettian. Mis pies estaban doliendo y solo pensaba que fue una pésima idea usar tacones. Me senté sobre mi maleta de ruedas y observaba a las limosinas y buses pasar.
Estuve bastante tiempo sentada hasta que cerca de mí, pasó una chica rubia corriendo a tomar un bus, a esta se le calló una especie de guía en español. La recogió y comencé a hojearla contenta ya que esa guía si la entendía.
Con esto me fui a recorrer un poco la ciudad y entusiasmada comencé a probar la comida que podía pagar. Me demoraba un poco calculando lo que equivalía los precios de Euros a Libra esterlina, y tuve suerte que en el lugar que había terminado no eran tan costosas las cosas.
Todo era tan delicioso, y había muchas cosas que en Cardiff no se comía. Fue sin duda una linda experiencia.
—vous pouvez manger —me dijo un hombre mientras me entregaba unos rollitos de carne que al parecer eran muestras gratis por la forma en que le ofrecía a todos. Probé el pequeño manjar y sabía delicioso. En definitiva tenía que comprar más.
— ¿Eh? ¿Cómo se dice? ¿Argent? —recordaba que Argent era dinero así que el hombre me entendió y me mostró en el letrero. Observé que no era mucho así que fui a tomar mi billetera de mi bolsillo trasero, sin embargo escuché un fuerte ruido.
Una hermosa mujer rubia inmovilizaba estratégicamente a un hombre.
—Rends-lui son portefeuille —dijo la hermosa mujer reteniendo al hombre y forzando por una billetera... Observé que era idéntica a la mía, así que la busqué en mi bolsillo y no estaba. ¡Esa era mi billetera!
—Mi billetera —mencioné señalando la pequeña cartera rosa que sostenía con dificultad el hombre.
—Te dije que le devuelvas su billetera o te rompo el brazo —exigió de nuevo la rubia consiguiendo quitarle bruscamente la cartera, sin embargo observé que el hombre se zafó del agarré de la chica para acercarse a mí y apuntarme con una navaja en mi cuello.
Sentía pavor y comenzaba a temblar, podía sentir el frio del objeto punzante en mi cuello.
—Esperen —dijo la mujer y observé que se acercaron unos hombres uniformaron, pero se detuvieron ante su orden. —Hey, Tu parles français? Je suis une ceinture noire en Taekwondo et le karate —dijo la mujer mientras ubicaba sus brazos y piernas en posición de pelea. ¿Ella dijo Taekwondo y Karate? —juste laisser aller alors que nous pouvons terminer cette bonté. Votre crime jamais il devient de plus en plus grave —la mujer rubia de ojos verdes hablaba fluidamente francés, sin embargo algo en su acento me señalaba que no era francesa, además hace unos segundos había hablado español.
—Rester à l'écart —dijo el hombre mientras gritaba y me seguía señalando con la navaja.
—Agh, pero que necio es este hombre —susurró la chica antes de continuar. — Je vais vous donner une chance de plus —el hombre comenzó a temblar, sin embargo aún me tenía en cautiverio. —Ha pasado de ser un simple ladrón a tener un rehén —ella torció sus ojos y negó con su rostro. —Quand je compte jusqu'à trois vous mordez —dijo la mujer observándome, sin embargo arqueé una ceja y negué con mi rostro. Yo no entendía francés
—Lo siento, no te entiendo —susurré por falta de aire.
— ¿Hablas español? —asentí y ella sonrió. —A la cuenta de tres lo muerdes y corres. 1, 2...
—No, espera, espera —la interrumpí y ella me observó un poco extrañada. — ¿Lo muerdo a las 3 o después de las 3?—ella soltó un suspiro y rió levemente.
—Sí que eres una chica muy rara. Uno, dos, tres ¡Ahora! —a su señal, mordí el brazo del tipo y salí corriendo, en esto la chica aprovecho para golpearlo hábilmente y enviarlo sobre un puesto de comida. Esa chica sí que sabía pelear. No solo era hermosa sino que era hábil en el combate.
La rubia recogió mi billetera y me la entrego dándole la espalda al tipo. Felizmente le agradecí, pero pronto vi como el hombre tomaba el cuchillo y se acercaba a ella, así que me abalance contra la rubia para que cayera al suelo y no la apuñalara.
Ambas nos levantamos del pavimento y observamos que una mujer de traje negro atrapó al tipo y volvió a retenerlo completamente. De pronto se escucharon las sirenas de la policía acercándose.
Sentí como la chica tomó mi brazo y comenzó a jalarme por unos callejones, observé que a nuestras espaldas nos seguían cuatro hombres de trajes negros que al parecer venían con ella.
—No sé cómo podré agradecértelo —le mencioné a la chica después de que nuestro alrededor estuviera tranquilo. —Es bueno conocer a alguien que habla tu idioma en el extranjero.
— ¿De dónde eres? —preguntó la mujer con una hermosa sonrisa. Incluso sus dientes eran perfectos. A pesar que la mujer se veía que era adinerada no se vestía de manera ostentosa. De hecho usaba unos pantalones de estilo camuflado con una chaqueta y unos converse blancos. ¿Cómo hacía para que una ropa tan sencilla se viera tan bien en ella?
—De Cardiff.
—Oh, una galés —mencionó conservando su sonrisa.
— ¿Tú de dónde eres?
—Soy estadounidense. ¿Es tu primera vez en París?
—Sí, es mi primera vez aquí —comenté arrastrando mi maleta con ruedas.
— ¿Y porque viniste aquí?
—Bueno, es que vine a ver a alguien —expliqué forzando una sonrisa. Comenzaba a recordar que mi objetivo era ver a Andrew, pero ya había gastado casi un día y no había tenido éxito.
—Ah, ya veo. ¿Es por tu novio? —mencionó la chica con una sonrisa picarona.
—Ah...—comencé a reír nerviosamente. —Sí, algo así.
—Que suertuda. Te envidio, ya quisiera tener uno —ella dijo después de un suspiro, así que la observé un poco incrédula. Ella era hermosa, joven, rubia, tenía los ojos verdes, sabía pelear, era carismática, con una gran personalidad y era rica. ¿Cómo era que no tenía novio? —Y ¿Que ibas a comprar? —cambió rápidamente de tema. —Antes que robaran tu billetera estabas por comprar algo ¿No es así? —asentí recordando los rollitos de carne. —Ven acá. —Con su mano me hizo un gesto para que la siguiera... ¿Era correcto seguir a extraños en un país desconocido?
Minutos después estábamos de nuevo en las calles con puestos de comida. Incluso la chica supo regatear muy bien para conseguir los productos a muy buen precio.
—Hice que me hicieran un descuento de 40 Euros —explicó después de que hablara francés con un señor de un puesto de comida. — ¿Qué opinas? Todo se puede negociar.
Aquella misteriosa chica no parecía adinerada sino fuera por los 5 guardaespaldas detrás de nosotras. Había algo que no comprendía. Si ella tenía el dinero para pagar por tantos guardaespaldas ¿Por qué buscaba rebajas en los pequeños locales de comida? Esa mujer era impresionante.
— ¿Cuánto años tienes? —me atreví a preguntar y ella sonrió.
—18, pronto 19 —aseguró comiendo un trozo de carne seca. — ¿Y tú?
—Recién cumplí 17 —Ella me sonrió y me entregó una bolsa de aquella deliciosa carne. Luego de las productivas compras llegamos hasta un cruce de calle en donde la mujer de seguridad se acercó a la chica.
—Mademoiselle, vous devez aller maintenant à l'hôtel our répondre à Mme M. Rickford etla. Ses parents se mettent en colère si vous êtes en retard —mencionó la guardaespaldas haciendo que la chica bufara.
—Diles que me perdí o no quise ir.... No ¿Sabes qué? Diles mejor que... que me comió un tigre o un león o que caí al río. No lo sé, inventa algo —respondió la mujer un poco enojada, sin embargo la señora la observó nuevamente y la chica volteó sus ojos. —Bien, bien. Diles a mis padres que ya voy.
—Merci mademoiselle.
—Ha sido un placer conocerte. Y ten cuidado ¿Eh? —se despidió de mí tocando mi hombro.
—Igualmente —le sonreí en respuesta. Levantamos nuestras manos para despedirnos, sin embargo al observar a la chica irse caí en cuenta de algo muy importante. — ¡Oye! ¡¿Cuál es tu nombre?!
—Allie, soy Allie —respondió para seguir su camino. Ni siquiera pude decirle mi nombre a ella.
Sin darle mayor importancia regresé al hotel Venettian para intentar de nuevo hablar con Andrew.
Ok, lo de francés fue puro traductor así que si alguien sabe francés y ve horrores de gramática no es mi culpa sino de google jajaja. Gracias por leer, votar y comentar ;)
Al primer comentario le dedico el próximo capítulo
Siguiente capítulo: Cambio
KATHERINE PIERCE
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