33. 6 MESES

Seguían pasando las noches, y cada vez que observaba una estrella fugaz, deseaba con toda mi alma que Andrew regresara.

6 meses fueron eternos. Observar cada noche la luna mientras leía una y otra vez su último mensaje, fue tan doloroso.

Todo fue tan rápido, tan emocionante, tan profundo... Que nunca pensé que me haría tanta falta.

Él estaba al otro lado del mundo, y yo solo podía desear que el horizonte se cortara en dos. Estaba tan lejos para verlo.

Observaba las estrellas desde Cardiff y él tal vez desde Norte América... Me preguntaba si Andrew también las veía.

Supongo que no tenía tiempo para hacerlo. Ni siquiera tenía tiempo para llamarme o para escribir un mensaje.

¿Cuántos días había pasado desde que vi su rostro o escuché su voz? Nunca decidí enamorarme de él, pero lo había hecho con mucha intensidad.

Cerca o lejos, donde quiera que Andrew estuviera, yo lo seguiría amando. Pero era algo triste vivir solo con recuerdos.

(...)

Mientras limpiaba las mesas del restaurante de avena decidí escuchar un rato las noticias, sin embargo todas hablaban de lo mismo desde los últimos 6 meses.

"Estas son las noticias más recientes: La compañía Rickford está en una grave situación debido a la muerte de su Presidente, Darell Rickford"

"Su situación es crítica debido a que se confirmó la construcción de dos hoteles en París y Venecia"

"La mesa directiva han tomado esta crisis como una oportunidad y prepara un ambicioso proyecto a nivel mundial."

"El heredero de la compañía Rickford, está supervisando este particular proyecto directamente"

"Los ojos del mundo están puestos sobre el heredero de la compañía, Andrew Rickford"

Decidí apagar el televisor y no seguir martirizándome con más noticias... Era doloroso. Comenzaba a olvidar como era su voz y que tan azules eran sus ojos.

— ¿Aún no hay noticias de él?­ —preguntó Abby así que en respuesta guardé silencio. —­Ya han pasado más de seis meses....No importa lo ocupado que esté. ¿No debería al menos hacerte una llamada?... ¿Él sigue en contacto con los F4?

—Supongo que solo está tratando de ser cauteloso... todos parecen ocupados —susurré forzando una sonrisa. Desde hace 3 meses que no hablaba con David y Nathan... Solo había mantenido contacto con Adam y agradecía con fervor su compañía al igual que la de Abby. Gracias a ellos, esos 6 meses no habían sido imposibles de vivir.

No recordaba como vivía mi vida antes de conocer a Andrew... todo era tan monótono... sin emoción, suspenso o drama. Pero ahora, solo podía sentarme a esperar que él regresara de sus viajes, sin embargo eso era realmente triste, no obstante mi corazón rechazaba a seguir a adelante...

Andrew había prometido que regresaría y yo le creería. Me era imposible a amar otra persona que no fuera él.

—Tal vez está muy ocupado con la universidad y la empresa —mencionó Abby, así que yo asentí nuevamente. —Pero yo no lo veo así. Tal vez está muy feliz con todas las chicas que está conociendo y se olvidó de sus propios amigos —refunfuñó un poco molesta mientras me ayudaba a limpiar las mesas.

— ¿Qué estás diciendo? Yo también he estado en Tŷ Hywel —mencionaba el Sr. Pierre dormido en una de las mesas. Abby y yo nos miramos y sonreímos levemente. ¿Tŷ Hywel? Esa era la casa de los miembros de la Asamblea Nacional de Gales y de su personal. 

Mientras Abby grababa con su celular al jefe hablando dormido, la puerta del restaurante se abrió.

— ¡Que pasa con el cocinero que siempre está durmiendo! ¡Mira el estado de este restaurante! — se escuchó de pronto en todo el local. Era el anciano de la otra vez, de hecho él tomo la costumbre de venir dos veces a la semana en los últimos meses.

—El abuelo vino de nuevo —comentó Abby un poco cansada. Entre Abby y yo decidimos llamarlo abuelo, y al parecer al señor Philippe no le molestaba.

—Señor, ¿En qué puedo ayudarlo hoy? — pregunté amablemente mientras el señor tomaba asiento.

­—Sopa Real.

— ¿S-sopa Real?—pregunté algo confusa mientras Abby levantaba sus hombros. — ¿Qué es eso señor?

— ¿Sabes qué? Está siendo muy injusto señor... ¿Por qué pregunta por cosas como esas en un restaurante de avena? Hasta ahora usted ha ordenado fideos, sopa de pescado, enchilada, pollo guisado y...—complementé por ella inmediatamente.

— ¿Brucelas a la brasa envuelto en...? ¿Cómo era? —pregunté un poco confundida. — ¿Cerdo y que más?

—Ah, tangpyon...?—complementó a medias Abby igual de confundida.

—Estas niñas son iguales de ignorantes que el incompetente del cocinero. ¡Es TangPyongChae, idiotas! —reprendió el señor, así que Abby y yo sonreímos al recordar ese extraño nombre. —Ya no estén perdiendo el tiempo y tráiganme mi comida. Muévanse, rápido.

Cuando el Sr. Pierre terminó de cocinar, yo le llevé la bandeja con los platos al Sr. Phillippe, sin embargo mis hombros dolían con mucha fuerza. Desde hace unos meses me dificultaba mover mis hombros, supuse que se debía a que últimamente nadaba más de lo normal.

Mi familia superó la etapa de crisis económica, mi padre había conseguido un trabajo más o menos estable y pude reducir mis cuatro trabajos a solo dos. Eso era una buena noticia.

— ¿Qué tal su sopa Real? —pregunté al ver que se comió hasta el último pedazo y lo culminó con un eructo.

— ¿Quieres saber? A mí me enseñaron que la comida no se desperdicia, ¿Qué no ven el trabajo que me costó comérmelo todo?

— ¿Ah sí? Pues yo creí que se iba a comer hasta el plato —comentó Abby un poco divertida.

—Díganle al cocinero que usar vajillas de cerámica se desperdicia en su comida. —refunfuñó el anciano mientras recogía los platos.

—No solo es el cocinero, también es el jefe —mencionó Abby contradiciendo de nuevo al Sr. Phillippe.

—Patrañas, no sé lo que hablas niña —se quejó el señor mientras se colocaba su abrigo. Observé que afuera estaba lloviendo así que corrí hasta una esquina del restaurante donde había dejado un paraguas.

—Señor, está lloviendo y no trajo paraguas, ¿verdad? Puede traérmela después —mencioné con una sonrisa mientras le entregaba la sombrilla.

—En el momento en que te veo, me recuerdas a una flor de loto —aseguró con una sonrisa en su rostro.

— ¿Flor de loto?

— ¿Sabes porque las flores de loto crecen en el barro? —negué con mi rostro a la pregunta formulada por el Sr. Phillipe. —Eso te lo dejo de tarea —fue lo último que dijo antes de sonreírme y salir del local.

—Alice, escúchame bien. Ese hombre sabe muy bien lo que dice —aseguró el Sr. Pierre mientras leía un periódico.

Abby y yo nos miramos un poco extrañadas y decidimos continuar trabajando. Al llegar a mi casa, ayudé a mi familia en su pequeño negocio; Fabricación de peluches.

Le colocaba meticulosamente escarcha a un peluche de felpa hasta que Max colocó al frente mío un peluche rosado con un mechón de cabello cobrizo.

—Hermana ¿No se te parece a Andrew? —lo observé un poco estática y después de forzar una sonrisa me concentré de nuevo en la escarcha. —Mira el cabello rebelde castaño.

—No se parece en nada —interrumpió mi madre. — ¿Es ese chico tan lindo o tan adorable como ese peluche?

—Por supuesto, no se parece a él en nada—prosiguió mi padre. — El joven Andrew se parece más a un tigre o un león. ¿No es cierto?­ — dijo meneando un peluche, levanté mi brazo para detenerlo pero un dolor punzante y repentino en mi hombro me lo impidió.

—Hermana, ¿Te duele el hombro de nuevo? —preguntó Max preocupado, así que rápidamente cambié mi cara para no preocupar.

­—No... estoy bien.

—Mis hombros me duelen también. Trabajo inclinándome todos los días. Oh, realmente duele. Al menos Alice puede nadar y relajarse un poco — se quejó mi madre de pronto.

—Cariño...nosotros podemos ayudarte a relajarte. ¡Max vamos!­ — dijo mi padre y ambos se pusieron de pie sonrientes y se fueron a darle masajes a mi mamá. Simplemente reía de la situación y para no tener que disimular más mi dolor de hombro me fui a mi cuarto.

Al llegar, me senté en mi pequeño escritorio y tomé uno de los peluches que de hecho estaban en toda la casa. Saqué de un cajón la hermosa cadena que Andrew me había regalado hace unos meses y se la puse al peluche rosa.

—Torpe —me quejé dándole un leve golpe al peluche. —Deberías llamarme, no es como si te hubieras ido al espacio —seguía reclamándole por alguna razón al peluche de felpa. —Solo espera a que te vea y te golpearé —finalicé golpeando repetidamente al peluche.

Observé mi celular y como todos los días seguía leyendo su mensaje. "Espérame...Regresaré pronto. Te amo Alice Lawler"

¿Pronto? ¿Pronto? ¿Qué era pronto para Andrew? ¿Un año? Mientras leía y releía el mensaje con un dolor punzante en mi pecho escuché el tono de llamada de mi celular y observé que era un número desconocido.

— ¿Si hola? —pregunté un poco extrañada. No solía recibir llamadas de números desconocidos.

— ¿Margaret y Joseph Lawler se encuentran? —preguntó una voz masculina desde el otro lado de la línea.

— ¿Qué necesita?

—Llamamos de parte de la fundación de Arte de Gales, solicitamos el trabajo de sus padres que se mostraron anteriormente interesados. ¿Puedo hablar con uno de ellos? —mencionó el señor y después de que yo soltara un grito de alegría salí corriendo hacia la sala con una gran sonrisa.

— ¡Mamá, papá! —gritaba emocionada mientras señalaba el celular sin que las palabras salieran de mi boca.

— ¿Por qué gritas tanto? —preguntó mi madre cosiendo un peluche.

—¿Finalmente te llamó Andrew? —sugirió con emocionó mi padre pero negué inmediatamente.

—Un señor está llamando y dice que ya tienen trabajo —mencioné y mi madre saltó con emoción. —Aquí está la llamada.

— ¿Hola? Sí, soy Joseph Lawler.... Si muchas gracias.... Sí mañana a las 8, sí señor. Sí, allí estaremos señor. —mi padre cortó la llamada y abrazó a mi madre y luego a nosotros. — ¡Tenemos trabajo!

Gritábamos de la emoción, mis padres conseguirían un trabajo estable con un sueldo estable. Las cosas comenzaban a mejorar en mi familia... Tal vez no todo estaba tan mal.

Al siguiente día después de clases me dirigí a la piscina y nadé varias horas como lo hacía en los últimos meses después de reducir mis horas laborales. El agua seguía siendo mi distractor, sin embargo no rendía tanto como solía hacerlo por el molesto dolor de mi hombro.

Quería pensar que solo era un dolor de tensión porque no deseaba ir al médico. Mi familia había tenido muchos gastos e ir al hospital significaría otro gasto y la condición de mis padres no se lo permitían solventar.

Al llegar a la orilla observé que alguien se acercaba y era Adam quien estiró su mano para ayudarme a salir. Con una pequeña sonrisa acepté, sin embargo cuando él haló mi brazo el dolor de mi hombro se intensificó.

—Alice ¿No has ido al hospital?

—Sí, ya fui. Pero dijo que no tenía nada —forcé una sonrisa y giré para no observar a Adam... Me era casi imposible mentirle.

—Cámbiate y luego me sigues ¿Si? —mencionó, así que asentí un poco extrañada. Cuando me cambié y me coloqué un suéter blanco decidí buscar a Adam que estaba recostado en un muro. Él a verme prácticamente me arrastró hasta el auditorio principal de la institución.

En el escenario además del habitual piano había una cámara instalada y al frente de esta una silla. Adam hizo que me sentara en la silla y mirara la cámara, así que arqueé mi ceja para que explicara.

—Está bien, solo habla —mencionó mientras se acercaba a la grabadora.

— ¿Sobre qué?

—Lo que quieras decirle a Andrew. Hay una manera de llegar a él... Ha sido difícil comunicarse con Andrew después del funeral, pero recibirá este mensaje —aseguró con una leve sonrisa mientras señalaba la cámara.

­—Adam, esto es tan repentino. Realmente no he pensado, ni tengo nada que decirle.

—3...2...Listo —dijo antes de levantarse y sentarse en el piano.

—Ah...yo...bueno...esto...Andrew...yo. —observé a Adam y negué con mi rostro. —De veras no puedo hacer esto.

—Solo habla, él escuchara cuando pueda el mensaje —insistió, así que asentí mientras mordía mi labio.

—Ah... hmm... Andrew... ¿Me escuchas? —escuché la leve risa de Adam, pero aun así continué. —Desde el día en que desapareciste he pensado en ti y...es... extraño —mencionaba con un hilo de voz, casi en un sollozo. Quería verlo de nuevo, 6 meses había sido mucho tiempo sin él. —Solo me viene a la mente que discutíamos... todos mis recuerdos son de nuestras peleas, pero aun así, sonrío cuando pienso en ti —aseguré con una pequeña sonrisa y con mis ojos cristalinos.

Nos insultábamos, nos ignorábamos, discutíamos, peleábamos. Y todo porque nos amábamos.

—Andrew ¿C-como has estado? —continué con una forzosa sonrisa, esas sonrisas que esconden dolor. — ¿Cuándo vas a volver para pelear conmigo? Creo que te echo de menos —finalicé limpiando una lágrima de mi rostro la cual no me di cuenta que se había escapado de mis ojos. Observé a Adam y después de sonreírme con ternura giró hacia el piano y comenzó a tocar una melodía un poco triste pero al mismo tiempo alegre.

Decidí pararme y sentarme a su lado mientras tocaba algunas teclas. En esos 6 meses, Adam me había enseñado a tocar algunas canciones en el piano, y aunque no era experta me gustaba la melodía que generaba.



ABBY POV'S

Caminé hasta la casa de David, hace algún tiempo no lo había visto, además deseaba saber si él sabía algo sobre Andrew. A pesar que Alice decía que estaba bien, yo sabía que no era cierto. Entré un poco nerviosa al ver que la puerta estaba medio abierta y observé a David trabajando con un jarrón de arcilla.

Se veía tan concentrado y todo movimiento era tan delicado, puro y perfecto. Sin darme cuenta comencé a sonrojarme levemente y una tonta sonrisa se me escapó de mis labios. En ese momento reconocí que David tenía un gran don y por nada era considerado uno de los mejores alfareros del continente.

— ¿Acaso soy tan guapo? —preguntó sin dejar de trabajar con el jarrón, inmediatamente quité mi vista encima de él y observé a cualquier otro lado. — ¿Sabes? No hay chica que no se haya enamorado de mí después de verme así.

— ¿Quién se ha enamorado de quién? He venido porque tengo que hablar contigo — dije con el ceño fruncido.

— ¿Es acerca de Andrew y Alice? — preguntó sin dejar de ver trabajar en la escultura con arcilla.

—Si.

—Dímelo —mencionó limpiando sus manos con un toalla húmeda.

— ¿Qué te digo? — pregunté un poco extrañada. Lo que trataba de decir era si él sabía algo de Andrew ¿Por qué no había contactado con Alice? Entendí los primeros 2 meses, pero ya habían pasado un poco más de 6 meses.

—Aún no has cambiado tu manera de pensar. ¿Esperando aun a tu alma gemela? — comentó con una risa burlona.

— ¿Y eso que tiene que ver?—refunfuñé cruzando mis brazos.

— ¿Crees que Andrew sea realmente la pareja de Alice en esta vida? ¿Compañeros eternos o almas gemelas? ¿Puede ser eso posible?

—Bueno...—iba a responder pero David rápidamente me interrumpió.

—Sra. Abigail ¿No crees que estás reflejando en Alice tus creencias sobre relaciones?

— ¿Perdón? —pregunté un poco ofendida.

—Si fuera tú, empezaría a buscar mi alma gemela. Aunque... la verdad no sé si exista —guiñó su ojo y tocó de nuevo el jarrón para seguir moldeándolo.

—Me parece que... haber venido aquí fue un error —susurré un poco enojada mientras daba media vuelta para alejarme, sin embargo sentía que no había terminado. —Ya sé que tú también lo crees... el amor verdadero, y que este aparece solo una vez en la vida. Tú sabes que ese tipo de amor en verdad existe.

— ¿Qué?

—A veces cuando negamos tanto las cosas es cuando más deseamos tenerlas. Ya entiendo, tu si crees en el verdadero amor —describir la cara de David era imposible, aun así continué. —Tienes miedo de admitirlo ¿No es así?

—No sabes nada de mí —frunció su ceño, así que sonreí de manera triunfante.

—Pues es la primera vez que actúas como un hombre con sentimientos. Creo que fue buena idea haber venido.... Hablaremos de Alice otro día. Nos vemos —aseguré antes de cerrar la puerta y sonreír como si hubiera ganado una batalla.

(...)

Como casi todas las semanas el señor que visitaba el restaurante de avena estaba presente. Alice le sirvió el extraño plato que esta vez había pedido para comer.

—Disfrute su comida —dijo Alice y se fue sonriente a unirse conmigo. El caballero empezó a comer, pero de pronto de la nada emitió un grito que nos espantó a los tres.

— ¡Este plato es conocido por su presentación, pero mira esto! ¡Mira este horrible olor! ¡Mira este color! — comentó mientras seguía comiendo. Era imposible que supiera mal, se veía delicioso y que decir de su olor.

—Se ve delicioso —refunfuñé poco audible.

—Ustedes dos pueden probarlo también — comentó el jefe así que ambas sonreímos. Nos dirigimos al mesón y probamos la comida y en definitiva era una de las cosas más deliciosas que había probado.

—Tú... ¿Hiciste la tarea? —el señor le preguntó a Alice señalándola con el tenedor.

— ¿Tarea? —preguntó Alice y el Sr. Philippe asintió algo enojado. Pronto el celular de Alice comenzó a sonar y ella se disculpó y atendió la llamada. —Hola Adam... ¿Ahora?... ¿Afuera?.... Espera un momento —observé que Alice se quitó el delantal y le pidió permiso al jefe quien simplemente sonrió y asintió. —Ahora vuelvo —fue lo único que dijo antes de salir al restaurante.

— ¿Qué preparo para su siguiente visita? —preguntó rápidamente el Sr. Pierre y yo lo observé como si tuviera dos cabezas.

—Un platillo que prepares con mayor confianza. Algo de lo que tu padre se sintiera orgulloso.

— ¡Si! —el jefe mencionó con mucha emoción mientras yo fruncía mi ceño. ¿Por qué tanta felicidad con un anciano que solo criticaba su magnífica comida?

—Perfecto, adiós —mencionó el señor mientras terminaba de comer, así que me acerqué para recoger las vasijas y dejarlas en la cocina, sin embargo, observé un periódico bastante viejo y me entró una fuerte curiosidad.

"Nota gastronómica: El chef del primer ministro. El chef ejecutivo de Tŷ Hywel"

Leí el título de la vieja noticia, observé la foto principal y estaba un señor usando un uniforme de chef al lado de un señor un poco viejo usando un formal traje. Observé detalladamente la imagen y a pesar de estar un poco vieja y sin color reconocí que el chef se parecía demasiado al señor Pierre y el señor a su lado que supuestamente era el primer ministro tenía su gran parecido con el Sr. Phillippe.

Detallé la fecha de publicación y eso había sido hace más de 10 años y descarté toda idea posible. Tal vez era coincidencia. ¿Cómo el chef ejecutivo de Tŷ Hywel estaba trabajando ahora en un sencillo restaurante de avenas? Y aún más irónico ¿Qué hacía el ex primer ministro en ese restaurante comiendo gratis casi todos los días?

Cerré el periódico y al escuchar cómo se acercaba el jefe y decidí limpiar unas mesas al lado de la ventana y aproveché para ver a Alice quien estaba hablando con Adam al lado de una camioneta blanca. Segundos después ella subió al auto igual que el chico. También observé a unos metros al Sr. Phillipe quien palideció por alguna razón, sin embargo cuando iba a salir para ayudarlo él siguió caminando mientras veía como se marchaba la camioneta blanca.

Próximo capítulo: PARÍS

KATHERINE PIERCE

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