24. PROBLEMAS


MARGARET POV'S (mamá de Alice )

Mi telenovela favorita había terminado así que no tenía nada que hacer desde las 11:00 hasta las 12:00. Ya había preparado un pobre pescado pero realmente extrañaba aquel agradable manjar que había traído la anterior noche mi yerno.

Le dije a mi hijo que buscara algo en la televisión y comenzamos a ver noticias. Inclusos los pobres merecen saber lo que sucede en su país, sin embargo, creía con toda mi fe que eso cambiaría y en pocos meses estaría viendo las noticias desde una hermosa mansión gracias a mi hija que se casaría con Andrew Rickford.

Mientras veíamos las noticias, mostraron a una hermosa mujer de cabello medianamente corto de un color castaño sin rastros de canas, además poseía unos espectaculares ojos azules que brillaban con todo su ser. 

¿Por qué los ricos tienen tanta suerte? 

No solo tienen dinero sino también belleza. La hermosa dama con un vestido envidiable era fotografiada mientras recibía unas flores blancas, así que decidí escuchar lo que decía la noticia.

"Helena Rickford, la directora ejecutiva de la cadena internacional de hoteles The Sherry-Hearthland Hotel y además presidenta actual de la compañía Rickford, ha sido elegida también como la presidenta de la asociación internacional de hotelería"

— ¿Quién es esa mujer? — pregunté con un tono de envidia. Los ricos eran muy suertudos. 

Quizás hacen pactos con el demonio o algo parecido. Es muy injusto que ellos lo tengan todo y nosotros los pobres no tengamos nada.

Observé que el pequeño Max veía asombrado el televisor y luego buscó algo en ese aparatijo del computador.

— ¿Esa mujer es la mamá de mi cuñado Andrew? —mencionó mi hijo muy sorprendido... 

¿Acaso dijeron presidenta actual de la compañía Rickford? ¿Esa hermosa mujer es la madre de mi yerno? 

De nuevo me concentré en la noticia. 

"¿Está satisfecha con el resultado?" Preguntó uno de los paparazzi a aquella envidiable mujer... Cuanto daría por verme así.

"Hasta que nos convirtamos en los mejores, nunca estaré satisfecha" Respondió la mujer con gran superioridad.

—Wow, los Rickford sí que son diferentes a los demás ¡Mira ese carisma! — dijo mi esposo con gran anhelo.

—"Hasta que nos convirtamos en los mejores, nunca estaré satisfecha" —dije imitando el tono de supremacía de la Sra. Helena Rickford. Pronto seríamos familia, debía actuar a su nivel. —Ella se convertirá en nuestra familia política, no podemos quedarnos atrás. ¿Sonó igual?

—Un poco parecido —dijo mi hijo, sin embargo el timbre de la puerta sonó... 

—¿Quién estará tocando? ¿Será el banco? ¿O el arrendatario?— supuse.

— ¿Mi cuñado Andrew? — sugirió el pequeño Max.

— ¿Andrew Rickford? —continuó mi esposo.

— ¿Mi yerno Andrew? —proseguí con mucha emoción. Él era mi esperanza para salir de esta pequeña y maloliente casa. Yo sería su suegra, él me trataría como la reina que merezco ser. Solo tenía que rezar para que él no se aburriera de mi hija Alice.

Ella es tan torpe y poco cariñosa. 

Corrimos rápido hacia la puerta, sería de mala educación dejarlo esperar mucho tiempo, Max abrió la puerta con mucha emoción.

—¡Cuñado Andr....—su voz no pudo terminar la oración, debido a que la persona esperando tras la puerta no era mi yerno, sino que era la mismísima Helena Rickford; la mujer que vimos hace unos segundos en la televisión.

— ¡Presidenta! —gritaron al unísono Max y mi esposo.

— ¿Quién llegó? —volteé a mi izquierda y observé a Alice saliendo de su cuarto usando una pijama (muy vieja y deshilachada) además su cabello estaba terriblemente desorganizado.

Inmediatamente mi hija se detuvo y observó a la mujer haciendo que la Sra. Helena clavara sus claros ojos en ella.

¡Es su futura suegra! ¡Qué emoción!

La invitamos a pasar a nuestro humilde hogar y ella un poco indecisa aceptó mientras traía con ella a un hombre rubio vestido con un traje formal... Creía recordar que ese hombre era el que nos dio la noticia que Alice había sido becada en la escuela Rickford. Inmediatamente pensé que todo fue obra del destino.

—Parecen muy sorprendidos por mi visita inesperada —dijo la mujer marcando formalmente cada palabra. Se notaba en sus poros la elegancia.

—Ah! No se preocupe, porque mi yern...—observé que aquella mujer arqueó su ceja, así que corregí inmediatamente. No deseaba espantarla del lugar. —No, lo que quiero decir es que nos hemos acostumbrado, gracias a su hijo.

— ¿Andrew ha estado aquí antes? —preguntó un poco alarmada y con ¿desprecio?

Espero que no haya sido eso. 

— ¡Por supuesto! No solo ha venido, sino que también ha dormido aquí —continuó mi esposo muy emocionado, observé a mi hija y ella solo veía un punto fijo del suelo. —Preparamos Arancini, fuimos al spa público, comimos brochetas de pescado...—rápidamente lo pellizqué para que se detuviera.

—Iré al grano —mencionó la mujer con superioridad.

—Oh, claro, usted es una persona muy ocupada —la apoyé con una sonrisa. 

Si seremos familia es bueno dar una buena impresión.

—Creo que cuando una persona nace, nacen en mundos separados con funciones específicas que deben cumplir —mi esposo y yo asentimos con una sonrisa. —Andrew es un chico que debe de encargarse no solo de Gran Bretaña o Europa, sino de todo el mundo.

—Oh, claro, el renombrado grupo Rickford —intervino mi esposo con mucha alegría. La mujer la cual no tenía ninguna expresión en su rostro continuó.

—Y haré todo lo que esté en mi poder como su madre, para asegurarme que cumpla con su deber.

—Y yo haré todo lo que esté en mi poder para que mi hija haga muy feliz al joven Andrew. Me esforzaré en educar a Alice como una buena pareja —proseguí con una sonrisa.

—Creo que no me entiende... ¿Saben lo que se necesita para que crezca un buen césped? —inquirió Helena Rickford. ¿Qué tenía que ver el césped con la felicidad de Alice y mi yerno? Sería un sueño cumplido que Alice llevara el apellido Rickford.

— ¿Abono? —respondió mi esposo un poco inseguro.

—Sacar las malas hierbas —explicó observando a mi hija Alice. ¿Sacar la mala hierba? —Lo más importante es sacarlo desde la raíz. Esa que le hace daño al pasto. 

¿Esa señora estaba comparando a Andrew y Alice con el césped?

— ¿Está diciendo que nuestra Alice es una mala hierba para el joven Andrew? — complementé mirando a aquella señora. Observé inmediatamente a mi hija y sus ojos comenzaron a cristalizarse. Odiaba ver a mi hija a punto de llorar.

—Me alegra que entienda lo que estoy diciendo —agradeció la mujer con una sutil sonrisa.

¿Mi hija mala hierba? ¿Por qué? ¿Por no ser rica? Puede que no tenga dinero, pero eso no significa que sea una mala influencia y una mala persona. 

—Por lo general se mata la hierba con aerosoles venenosos, pero esta vez...—la mujer guardó silencio y luego continuó. —Gerente Tanne.

—Son 300 millones de Libra esterlina —dijo el hombre rubio mientras abría un gran maletín lleno de grandes billetes. ¿Había dicho 300 millones? Observé a mi familia y todos mirábamos con mucho asombro y alegría, a excepción de mi pequeña Alice que estaba a punto de llorar.

—Si no es suficiente podemos darle más —sugirió la glamorosa mujer. —Dado que ha sido mi error descuidar a mi hijo.... Gerente Tanne por favor —mencionó señalando un folder negro.

—Sí, señora —el hombre sacó un contrato y se lo entregó a Alice con un fino lapicero. "Promesa Escrita" Leí en el título. —Es un contrato donde prometes no reunirte nunca más con el joven Andrew Rickford. Todo lo que debes hacer es firmar aquí.

—Disculpe.. —susurró Alice mientras sollozaba.

Como madre me era una tortura ver a mi pequeña hija así. No dejaría que nadie la humillara, absolutamente nadie.

Rápidamente corrí hacia la cocina y tomé un tazón de arroz. Sabía que lo que cometería sería un grave error, pero no dejaría que esa mujer hiciera llorar a mi adorada hija. Me acerqué a la Sra. Helena y vertí todo el cereal blanco en su cabeza.

— ¡Váyase ahora! —grité muy sulfurada.

—Están cometiendo un grave error —advirtió la mujer.

—Salga ahora ¡¿No me oye?! Max llama a la policía. Joseph, has algo —exigí bastante furiosa, sin embargo la mujer no se inmutó, ni siquiera cuando el arroz comenzó a caer de su cabello hacia su ropa.

— ¿No se arrepentirán? No soy una mujer generosa, no habrá segunda oportunidad.

—Tampoco es que quisiéramos reunirnos con una mujer como usted de nuevo —espeté mientras señalaba la puerta.

—Vayámonos —mencionó la Sra. Helena mientras el asistente recogía las maletas.

— ¿De dónde sacaste ese coraje? —preguntó mi esposo después de que la mujer saliera de nuestro hogar.

—Mamá me impresionaste. Nunca antes me había sentido tan orgulloso de ti — continuó mi hijo Max con una sonrisa. —Tú nos mostraste que el orgullo es más importante que el dinero.

— ¿Cómo que el orgullo puede ser más importante que el dinero? El dinero es más importante. En un mundo capitalista, el dinero es la cosa más importante en lo que sea que hagas, ¿De qué sirve el orgullo? 

Cuando hice lo que hice, no pensé en el dinero, tampoco en el orgullo... Solo en mi hija. No dejaría que la lastimaran de esa manera. Solo que no puedo decirles eso. Las personas siempre tienen que pensar en el dinero, sin embargo hay casos de excepción... como tu familia.

—Mamá, ¿Entonces porque hiciste eso? —preguntó Max como si yo tuviera 3 cabezas.

—Esa mujer solo nos trajo £300.000.000. ¿Esperaba que estuviéramos contentos con eso? —expliqué inventando mi mejor excusa. —Cada europeo y más si son ciudadanos de Gales conoce a la compañía Rickford. Incluso un niño de 3 años sabe quiénes son. ¿Y solo nos traen £300.000.000?

— ¿Entonces? —preguntó Alice arqueando su ceja.

—Olvídalo, solo cásate con el joven Rickford. Y aunque esa señora esté viva, no va a vivir para siempre, entonces, toda la fortuna de la compañía Rickford te pertenecerá a ti también, ¿Qué demonios son £300.000.000?

—Mamá...—refunfuñó Alice un poco enojada.

—Debes ser fuerte y audaz. Nuestra meta es la distribución Rickford, aviación Rickford, electrónicos Rickford, la industria automotriz, los hoteles... En fin, todo eso será tuyo.

— ¡Mamá!

— ¿Qué? ¿Quién sabe si saldrás en las noticias 20 años después? —mencioné tras escuchar su quejido.

—"No estaremos satisfechos, hasta convertirnos en los mejores" —continuó mi esposo imitando la voz de la Sra. Helena. —Cariño, no sabía que tenías un motivo tan profundo detrás de eso —solo asentí con un poco de orgullo, sin embargo, yo era la única que sabía la verdadera razón por la que la hice... Claro que toda la compañía Rickford también era un motivo muy importante, pero no tanto como mi hija.



ALICE POV'S

Como de costumbre decidí ir a nadar para liberar toda mi tensión. Toda mi mente recorría aquellas palabras de esa mujer de cabello castaño... "Lo más importante es sacarlo desde la raíz. Esa que le hace daño al pasto" Yo era esa hierba mala que no dejaba crecer a Andrew...

"¿Quieres decir que la Sra. Rickford vendió a su hija?" "Si lo dices así suena más cruel"

Toda mi cabeza martillaba alrededor de esas palabras. Nunca imaginé que la madre de Andrew fuera tan vil y cruel como para hacer eso. Después de nadar dos horas, decidí salir del agua y mientras caminaba para salir del edificio, escuché aquella bella melodía familiar. Me guié por el sonido del piano y me llevó a un auditorio.

Abrí suavemente la puerta, y al entrar, observé a los lejos, en el escenario, a Adam siendo iluminado por la única luz prendida mientras tocaba en un gran piano blanco.

Se veía tan tranquilo, con tanta paz... como hace tiempo que no lo veía; relajado y solitario.

— ¿Tienes boleto para el concierto? —preguntó Adam dejando de tocar y observando donde yo estaba.

— ¿Por qué estás aquí tan tarde? — pregunté mientras me acercaba a él.

— ¿Y qué hay de ti? ¿Qué es lo que haces aquí tan tarde? No creo haber escuchado que la natación haya sido incluida en los Juegos Olímpicos de invierno.

—Yo...solo...

— ¿Te sientes frustrada? —interrumpió así que guardé silencio... Era algo normal que nadara cuando estaba frustrada y Adam sabía eso. —Ya que no tienes boleto ¿Por qué no vienes y volteas las páginas? —sonreí y asentí mientras subía al escenario del auditorio vacío sino fuera por nosotros. 

Adam se movió un poco para que yo me sentara a su lado, después de un tiempo acompañé los acordes de Adam presionando las teclas correctas de manera lenta. Adam observaba con una sonrisa mi esfuerzo, y me felicitaba constantemente. Podría asegurar que Adam era un gran profesor y realmente valoraba ese momento en donde todos los problemas relacionados con Andrew y su madre habían desaparecido.

Finalmente, Adam me llevó en su moto a mi casa, al bajarme, inmediatamente le entregué el casco.

—No me lo llevaré hoy —mencioné como si hubiera hecho un gran logro. Observé a Adam sonriendo y simplemente pensaba en lo agradecida que estaba con él. No sabía qué hacer cuando salí de la piscina, me sentía tan acorralada con tantas cosas, así que estar con Adam fue un gran descanso. Fue un gran momento.

— ¿Por qué me miras así? —preguntó Adam soltando una pequeña sonrisa.

—Solo porque sí—murmuré. —Es muy interesante.

— ¿Qué cosa?

—Es que cuando hago sonar la alarma de emergencia de mi corazón, tú siempre apareces —mencioné un poco apenada mientras me balanceaba sutilmente con mis pies.

— ¿Alarma de emergencia? ¿Cómo las que suena cuando hay un incendio? —simplemente asentí a su pregunta. —Entonces, eso es lo que seré.

— ¿Qué cosa?

—Alice Lawler, déjame ser tu honorable bombero —simplemente reí con fuerzas al igual que lo hizo Adam.

—Gracias por lo de hoy —me despedí entre risas antes de entrar a mi casa.


Al siguiente día, en el tiempo libre de mi trabajo, buscaba algún empleo extra para ayudar a mi familia, sin embargo mi celular sonó así que contesté, era mi madre. No fue muy clara, estaba llorando y dijo que volviera a casa.

Por suerte, el Sr. Pierre dijo que estaba bien, además Abby le tocaba trabajar hoy, así que ella atendería sola las mesas. Salí corriendo a mi casa y cuando llegué, todos estaban reunidos en la pequeña sala mientras mamá lloraba descontroladamente.

— ¿Qué sucedió? — pregunté sentándome a su lado.

—De repente dijeron que debíamos cerrar la tintorería —dijo mi padre muy triste mientras observaba a mi madre llorar. —El hijo del casero ha estado desempleado durante varios meses, le dijeron que sería contratado en la compañía Rickford — masajeé mi cabeza, sabía que ese problema tenía un nombre y apellido; Helena Rickford.

—El agente de bienes raíces dijo que probablemente nadie de este barrio nos va arrendar algo —sollozó mi madre mientras limpiaba sus lágrimas con unos pañitos húmedos. —Si algo no le gustaba a esa señora ¿Por qué no nos lo dijo en la cara? Tuvo que apuñalarnos en la espalda con nuestro único sustento. Es tan injusto.

—De hecho ella si vino y nos lo advirtió, pero tú la bañaste con arroz y la echaste mamá —mencionó Max.

— ¿Y qué querían que hiciera? —reclamó mi madre. — ¿De qué va a vivir mi familia y que va a comer? —solo guardaba silencio al ver a mis padres llorar al perder la tintorería. No podía evitar sentirme culpable por todo lo que había sucedido.


Al siguiente día, nosotros nos encontrábamos en la autopista. Sabía que mis papás no se rendirían fácilmente. Mi padre había tenido la idea de vender cosas a los carros de la concurrida autopista mientras esperaban que el eterno semáforo cambiara. 

—Hoy es nuestro primer día, así que nuestra vida depende de lo bien que lo hagamos —ordenó mi madre como si fuéramos unos militares.

— ¡Vendemos café caliente! ¡Café caliente! —gritó mi hermano mientras mostraba una lata de café. Luego mi padre ensayó pero mi madre y Max le corrigieron y decían que él debía gritar más fuerte y tener una sonrisa — ¡Café caliente a solo £0,58!

Pronto comenzamos a vender café y obleas, a las personas les gustaba mucho y nos favorecía el gran trancón, eso hacía que las personas se cansaran de esperar, además en pleno invierno a las personas les daba mucho frío y el café caliente era una perfecta decisión.

Mi madre no vendía nada, y por suerte lograba hablar de manera suave, sin embargo nosotros la obligamos a gritar para que los carros la escucharan. Todos reímos y siempre mantuvimos una gran sonrisa. A pesar de esa desastrosa situación económica, para mi familia le era imposible dejar de sonreír.



ANDREW POV'S

— ¿Por qué tengo que ir yo también? Puedes ir tu sola como lo haces siempre... Esto es un fastidio —le mencioné a mi madre mientras ella observaba al frente. Masajeé mi cabeza y solo podía desear que la bruja se fuera a algún otro negocio al exterior. Observé con frustración la carretera, sin embargo una gran congestión de carros nos habían arrastrado a un eterno tráfico que no avanzaba.

—Porque el sucesor de la corporación Rickford eres tú, no yo — respondió tomándose todo su tiempo posible.

— ¿Por qué hay tanto tráfico? ¿Por qué no vamos a otro camino? —pregunté esta vez al Sr. Tanne que estaba en el asiento delantero de la limosina. ¿A quién demonios se le ocurría conducir por la autopista a media hora del día? ¿Eran tan inútiles para no saber algo tan básico?

—Gerente Tanne, ¿Por qué no compramos un poco de eso? —observé un poco curioso a la bruja. 

—¿Comprar qué? 

—Eso de ahí, ¿Cuál es el nombre de esas cosas redondas en la calle?

—Son obleas señora. Es un postre típico de América Latina —respondió el Sr. Tanne frunciendo un poco su rostro. ¿Por qué demonios la presidenta de la compañía Rickford quería comprar galletas en la calle?

— ¿Estás loca? —espeté como si la bruja en verdad hubiera enloquecido. Ella odiaba los vendedores ambulantes. Entonces ¿Por qué quería comprar alguna de sus mercancías?

—Gerente Tanne.

—Si señora — el Sr. Tanne acató la orden de la bruja y abrió el vidrio polarizado para pedir esa cosa. — ¡Por aquí! ¿Me puede dar una oblea por favor? —seguía sin entender porque mi madre deseaba comprar la comida de la calle, ella siempre le decía a mi padre que eso era de mal gusto y esa comida llevaba impregnada la gasolina de los carros.

— ¡Claro! Son £0,60 —entendí todo al ver a la persona que vendía las galletas. Alice se acercó emocionada al auto mientras entregaba la oblea, sin embargo su sonrisa se esfumó al vernos.

—Señorita —dijo el Sr. Tanne mientras le entregaba el dinero a Alice, ella sin dejar de verme recibió el dinero. Observé por el rabillo de mi ojo a la bruja y ella tenía una sonrisa petulante.

¿Qué demonios había sucedido estos días? ¿Alice porque estaba vendiendo en la calle? ¿Qué pasaba con la tintorería? Tantos pensamientos cruzaron en mi cabeza antes de ver a Alice sonreír forzosamente y alejarse del auto.

Inmediatamente la observé marcharse intenté abrir la puerta de la limosina, pero la mano fría de mi madre me detuvo. La bruja sujetaba con fuerza mi mano, aunque yo era más fuerte que ella y podía soltarme en cualquier segundo e ir corriendo por Alice, no lo hice. 

—Tenemos una reunión importante —mencionó la bruja mientras acariciaba mi mano derecha.

El futuro de mi compañía estaba en juego. La compañía que fundó mi abuelo y que prosperó mi padre, todo estaba sobre mis manos.

—Señora, ¿Qué hago con esto ahora?

—Tíralo, huele a basura. No puede entender cómo pueden vender eso con gases de escape por todas partes, que estúpido —ordenó nuevamente mientras seguía sujetando mi mano.

—Sí señora —el Sr. Tanne subió la ventanilla. Pronto el semáforo había cambiado y los autos comenzaron a conducir lentamente al igual que la limosina...

Observé desde la ventana y percibí a Alice estática y sabía que estaba al borde de sus lágrimas. Miré de nuevo a mi madre y ella negó con su rostro mientras sujetaba con más fuerza mi mano.

¿Qué era lo que debía hacer?



ESPERO QUE LES ESTÉ GUSTANDO, DALE ESTRELLITA SI TE GUSTÓ! LE DEDICARÉ EL SIGUIENTE CAPÍTULO A LA PRIMERA PERSONA EN COMENTAR.

GRACIAS!

KATHERINE PIERCE

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