23. UN SAN VALENTÍN DESASTROSO
—Jefe, avena de calabaza —le dije al Sr. Pierre después de pedir la orden de una señora.
El restaurante de avena, -como usualmente está- es decir; casi vacío, me favoreció para poder sentarme al lado de Abby, quien estaba en un rincón sentada en una mesa con muchos moldes, chocolates y un gran libro.
— ¿Qué es todo esto?
—Mañana es San Valentín —respondió con una gran sonrisa.
Por mi parte le brindé una sonrisa pícara. Había alguien en el corazón de Abby, y eso me alegraba por lo sucedido con el estúpido de Ander.
Sí, si, era un idiota y se merecía que lo hubiese golpeado dos veces... o quizás más.
—Oh! Cuenta ¿Para quién? —le pregunté muy emocionada de modo confidente.
—No es eso. Es solo a alguien a la que estoy agradecida —sonrió nuevamente y sus mejillas se tornaron algo rosas. Aquí había algo muy sospechoso pero no deseaba presionarla. —Pero Alice, ¿Tú no le darás chocolates a Andrew? —sonreí nerviosamente... De hecho había olvidado que mañana era San Valentín. —Toma, has algo con esto —Abby me entregó unos moldes para chocolates.
¿Planeaba que yo le cocinara a él?
Jah. Buen chiste.
— ¿Por qué debería dárselos a él? —refunfuñé mientras cogía las cosas, pero observé unos envoltorios de Cupcakes y no pude evitar cogerlos. —Ok, pero dame esto también —Abby solo rió...
Si iba a cocinarle algo a Andrew, por lo menos que fuera algo que me gustara ¿No? De esa manera podré probar en el proceso.
—El estado de este restaurante es absolutamente terrible —escuchamos la campanita de la entrada y segundos después observamos a un anciano quejándose del local. —La filosofía de la comida, el chef del abismo. Creo que este horrible lugar es donde cosas como esas no existe. —Criticó mientras se sentó en una mesa.
—Señor, nuestras avenas son realmente deliciosas —dije mientras le entregaba la carta de menú.
—Fideos con salsa de frijol negro —ordenó el anciano mientras se quitaba su gorrito de lana.
¿Fideos en un restaurante de avena? Eso si que era novedoso.
—Señor, este es un restaurante de avena, si desea Fideos, debe ir a un restaurante oriental —intervino Abby con una sonrisa mientras el señor blanqueaba sus ojos.
—Fideos con salsa de frijol negro —exigió nuevamente
— ¡Señor!... Señor, venden Fideos en un restaurante cercano a la avenida —mencionó pacientemente Abby. —Por favor, vaya allá.
—Por favor espere —interrumpió el jefe Pierre. —Puedo cocinar Fideos con salsa de frijol negro—anunció mientras se dirigía rápidamente a la cocina. Observé al anciano y él comenzó a leer el periódico.
Después de unos minutos, llevé el platillo hasta la mesa del señor quien comenzó a comer rápidamente y en menos de 15 minutos ya había comido todo. No dejó absolutamente nada.
— ¿Qué le pareció? —pregunté con una sonrisa.
— ¡Ha sido los peores Fideos que he comido! —espetó bastante enojado. — ¿Cómo pueden vender comida con esa insignificante habilidad para cocinar?
— ¿Quién dijo que podía ordenar Fideos en un restaurante de Avena? —refunfuñó Abby en un murmuro.
—Pero señor, aunque sea debería pagar por el plato —mencioné con una pequeña sonrisa. ¿Cómo se le debía cobrar a una persona que no le había gustado la comida? Iniciando ni siquiera sabía cuánto debía cobrarle por los fideos.
—Ah, sí —el señor comienza a rebuscar en su maleta mientras Abby y yo acordábamos un precio, sin embargo el señor me extendió un pez medio vivo.
—Señor, solo aceptamos dinero —informó Abby un poco desconcertada.
—No voy a pagar ningún dinero después de comer una porquería como esa. ¡Tómalo! —el señor me entregó el pez... ¡Pero había comenzado a moverse! Abby y yo gritamos. El pez estaba vivo. —Díganle al cocinero o lo que sea, que la próxima vez pediré un estofado de bagre picante.
— ¿Cómo? ¿Va a regresar? —preguntó Abby un poco confundida.
— ¿Qué clases de personas trabajan en este sucio y terrible restaurante? —refunfuñó el señor antes de salir.
—Adiós —susurré al ver como salía del local. — ¡Jefe! —grité mientras le entregaba el pez.—No deje que lo moleste. Parecía que sufría de Alzheimer —intenté motivarlo pero él seguía con un triste rostro.
— ¿Podemos probar un poco? —preguntó Abby señalando un plato de Fideos restante encima del mesón. El Sr. Pierre se lo entregó y ella me pasó un tenedor así que comimos al mismo tiempo... En ese instante un solo pensamiento cruzó en mi mente...
¿Cómo ese anciano pudo decir que el sabor era terrible? Estos eran los mejores fideos que había probado en mi corta vida.
—Jefe, es mejor que cualquier otro restaurante —dijo inmediatamente Abby. Yo concordaba con ella.
(...)
Miraba el cuaderno y pasaba hoja tras hoja minuciosamente. Realmente no quería estudiar. Solo observaba desde mi ventana la calle y recordé el parque decorado de flores y luces...
Tontamente esbocé una pequeña sonrisa.
"Mañana es San Valentín" "Alice, ¿Tu no le darás chocolates a Andrew?"
Las palabras de Abby retumbaban mi cabeza así que después de girar mi lápiz ciento de veces decidí bajar a la cocina.
No me juzguen.
Ni siquiera yo sabía porque hacía esto.
Comencé a trabajar arduamente en los chocolates y pude reconocer que tenía habilidades con la manga pastelera a pesar que era mi primera vez. Me concentré hasta en el más mínimo detalle. Y me alegré con el resultado, el sueño comenzó a invadirme, así que después de guardar los chocolates y comprobar que eran más de las 3:00 am decidí ir a dormir.
Sip, eran las 3:00 am.
Usualmente si me acostaba a esa hora, era por motivos laborales, no por hacerle chocolates a una persona.
Al siguiente día, Andrew me escribió que fuéramos a un lugar, así que yo propuse que nos encontráramos a las 19:00 al frente del centro comercial Mermaid Quay.
Por mi parte, llegué media hora antes, por alguna razón me sentía muy nerviosa. Esta sería la primera vez que nos veríamos después de... eso.
— ¿Por qué querías que nos encontráramos en un lugar como este? —me alerté a escuchar una voz, así que volteé y observé a Andrew.
Tontamente sonreí.
—Te pedí amablemente a que vinieras. ¿No puedes simplemente aceptarlo? Ven, Sígueme.
—Hace frío. Entremos a algún lugar primero —se quejó guardando sus manos en su abrigo blanco.
—Solo sígueme.
— ¿A dónde? Me vas a llevar de nuevo a un lugar extraño para causar problemas. ¿No es así? —lo fulminé con la mirada mientras contenía mis ganas de golpearlo. Comencé a caminar dejando a Andrew atrás, pero en pocos segundos él ya estaba caminando a mi lado.
(...)
—Es divertido, es cálido y además el café y el té son gratis —me senté al lado de Andrew mientras le entregaba una taza de café. Casualmente en el lugar en donde estábamos era parte del consorcio de los Rickford.
—No fue hecho para gente como tú —mencionó con burla mientras tomaba el café.
Realmente hacía un esfuerzo para no golpearlo.
—Ah, parece que el propietario carece del servicio al cliente. No puedo evitar preocuparme por el futuro de su compañía —comenté con burla. — ¿Es así como el dueño trata a los clientes?
—Tú no eres un cliente. Tú solo estás robando el café —mofó con burla. —Oye, ¿Qué es eso? —preguntó señalando con su rostro un paquete beige con un listón azul.
Ese era el paquete en donde guardaba los chocolates para él.
— ¿Esto? —pregunté mientras lo levantaba del suelo. —No es nada —negué avergonzada. Me dispuse a colocarlo nuevamente en el suelo, sin embargo, Andrew fue más rápido y me quitó el paquete en un segundo.
Él de forma curiosa removió la bolsa beige descubriendo una cajita roja, después deslizó la tapa de la cajita y se encontró con las galletas que yo había hecho.
Eran 12 galletas de chocolate y vainilla. Las galletas tenían forma de rostros y en la parte del cabello lo había hecho ondulado. Cada galleta imitaba una diferente expresión...
Diferentes expresiones de Andrew; enojado, triste, feliz, curioso, risueño...
—Los hice para dárselos a alguien más, pero los arruiné —me excusé inmediatamente... Aunque sabía perfectamente que Andrew reconocería que las galletas fueron hechas en base a sus rostro. —Se ven terribles ¿no? Pero saben bien —nerviosamente esperé a que dijera algo, pero él solo observaba la caja en silencio. —Me voy a comer uno —cogí la primera galleta que vi, pero antes de llevarla a mi boca, Andrew me la quitó.
—Me diste la caja a mí, así que todas las galletas son mías —él observó la galleta y sonrió sutilmente, así que me fue imposible no sonreír también.
Segundos después se escuchó desde el parlante del centro comercial una voz alegre que decía...
"Sí, hemos esperado mucho tiempo. ¡El evento de un celular gratis por el día de San Valentín comenzará ahora! ¡Todos lo que desean jugar a la pareja colgante, bajen ahora!"
Miré un poco suplicante a Andrew y él en respuesta arqueó su ceja. Sin embargo, yo quería ese celular gratis, a mis padres le serviría de mucho.
Levanté a Andrew del sofá y prácticamente lo arrastré hasta el primer piso. Por suerte llegamos a tiempo y fuimos seleccionados como una de las 20 parejas en participar.
—La economía debe estar muy dura, todos se apresuraron tan pronto como dije "Empiecen" —dije el locutor muy alegre.
Como inicio, el locutor dijo que dijéramos "Listos" después de decir nuestro número. Las anteriores 9 parejas lo dijeron muy emocionados, mientras que nosotros, la pareja #10 solo fue audible mi voz ya que Andrew no dijo nada. Sabía que él tenía una cara de "Voy a matarte" así que no quise ver su rostro.
—La regla es simple, sin considerar el género, uno deberá ser cargado por el otro. La última pareja en pie será el ganador del celular Extortionate SC. Recuerden que este evento es patrocinado por la compañía Rickford. Recuerda, Sí es Rickford, es tu mejor inversión —finalizó el sujeto. Observé que Andrew blanqueó sus ojos. "Sí es Rickford, es tu mejor inversión" Me reí levemente tras escuchar el eslogan de la compañía.
El locutor dio el aviso para que las parejas se subieran y todas lo hicieron, excepto yo.
Les contaré brevemente lo que tuvieron que haber visto las pocas personas del público.
Una tonta y baja chica de cabello oscuro intentaba subirse a las espaldas de su novio. Sin embargo el muy amargado chico de cabello ondulado no mostraba ningún interés para agacharse aunque fuera un poco.
El locutor ante esto le dijo "Hombre necesitas agacharte más."
Ya llevábamos unos cuantos minutos de competencia y varias parejas ya habían perdido. Luego el locutor hizo que los que sostenían hicieran unas sentadillas, después que estuvieran 10 segundos sobre un pie y saltar y otras cosas, así hasta que después de 57 minutos solo habían dos parejas en pie.
Nosotros y una mujer que cargaba a su pareja.
—Lo h-haré lo m-mejor y aguantaré h-hasta el final —dijo entrecortadamente la mujer roja como un tomate mientras cargaba al chico.
—Oh! Vamos, esfuércense más... y ustedes ¿hasta dónde aguantaran? —dijo el locutor mientras colocaba el micrófono cerca de la boca de Andrew y unas dos cámaras grababan todo.
—Hasta que gane —espetó Andrew enojado.
No describiré más la actitud de él. Supongo que es más que suficiente con decir que estaba realmente enojado.
—Que confianza tienes chico, tu novia debería darte un mensaje para apoyo —dijo el locutor al acercarme el micrófono, pero yo solo pude reír nerviosamente. —Ah, sí. No hay necesidad de mensaje, estás feliz solo con estar colgada encima de él.
Pasaron otro minutos, y nosotros y la otra pareja seguíamos de pie, aunque personalmente creía que esa mujer no aguantaría por mucho más.
—Si se enteran que el hijo de la presidenta de la corporación está haciendo esto, saldrá en la primera plana de los periódicos —gruñó Andrew en forma baja para que solo yo lo escuchara.
—Oye tranquilo —dije mientras me sostenía desde su cuello.
—Estoy exhausto.... Si necesitas un celular.... Dímelo. Te lo compraré.
—El propósito es ganarlo por mi cuenta.
— ¿Por tu cuenta? Yo soy el que hace todo el trabajo.
Por parte él tenía razón, sin embargo yo daba mi esfuerzo estando colgada en el por más de una hora.
Eso contaba ¿Cierto?
—Por última vez siéntense y párense —mencionó el locutor para ambas parejas.
Estaba tan cerca de conseguir el celular para mis padres. Sin embargo, Andrew se enderezó e hizo que yo cayera, vi que estaba estático mientras observaba al frente, así que decidí observar lo que él miraba; más de 20 hombres uniformados con traje negros, pero eso no fue lo que más llamó mi atención, sino que fue la mujer en el centro de ellos.
Una hermosa mujer no más de 50 años, describir su elegancia era imposible en una sola oración, simplemente todo su alrededor emanaba gusto y distinción.
—Finalmente el primer lugar es para la pareja #4 —continuó el locutor mientras las personas celebraban. De nuevo me concentré en aquella señora quien miraba fijamente a Andrew para después observarme detalladamente a mí. Por primera vez en mi vida había sido intimidada en aquella magnitud. Por inercia me escondí detrás de la espalda de Andrew mientras me era imposible olvidar aquellos ojos penetrantes cargados de odio.
—Gerente Tanne, encárguese —ordenó con voz calmada aquella mujer, sin embargo a pesar de no mostrar ningún sentimiento mi piel se erizó al escuchar su voz, era algo áspera y ruin.
— Si, señora —un hombre rubio a la derecha de aquella mujer se acercó profesionalmente al locutor. —Le pido encarecidamente que evite transmitir esto en la televisión.
— ¡¿Qué?! Tenemos un permiso que nos permite grabar el evento —se defendió el locutor mientras mostraba un papel.
—Siento eso, pero los acuerdos han sido cambiados —insistió el Sr. Tanne.
— ¿Quién ordena eso? ¿Eh? —espetó nuevamente el locutor un poco enojado.
—Pediré que nos entreguen las cámaras. Pagaremos por ellas y le daremos un agradecimiento por su colaboración —negoció profesionalmente el hombre rubio.
— ¿De cuánto estamos hablando? —preguntó el locutor esta vez con interés.
—Por favor acompáñeme —finalizó el hombre para alejarse junto con el locutor. Observé de nuevo en donde antes había estado la mujer, sin embargo ya no estaba y solo pude percibir a 10 de los hombres alejarse, y el resto se acercaban a nosotros.
—Son órdenes Señor —mencionaron al unísono dos hombres que sostuvieron a Andrew de sus brazos y lo arrastraron lejos lugar. Por mi parte seguía estática hasta que reaccioné y me acerqué a la ventana para observar lo que sucedía en las afueras del centro comercial; un guardaespaldas sostenía un brazo de Andrew y otro hombre lo sostenía del otro brazo mientras Andrew reclamaba, segundos después Andrew se soltó del agarre y subió a una limosina negra.
ABBY POV'S
Acomodaba mi gorrito de lana mientras esperaba que David llegara. Esto podría ser un poco tonto, pero quería agradecerle por todo lo que hizo aquella vez. Memoricé donde era su casa o taller y decidí esperarlo afuera, en la nieve.
No sabía cuánto tardaría, tampoco avisé que llegaría, sin embargo la esperanza era lo último que se perdía.
Eso rimó ¿No?
Observaba mi reloj y ya llevaba una hora afuera, sin embargo antes de irme escuché unas risas acercarse, después de unos segundos observé a David con dos mujeres hermosas, una a cada lado de sus brazos.
—Srta. Abigail ¿Qué te trae por aquí? —preguntó un poco confundido al verme afuera de su casa.
—Lo que pasa...es que yo...
—David, debe de haber venido a traerte chocolates —me interrumpió una de las mujeres a su lado.
—Ahh! Hoy es San Valentín —mencionó como si lo hubiera olvidado.
—Linda, tu nariz está roja, debiste de haber esperado mucho —continuó la otra hermosa mujer... Parecían modelos, tal vez lo eran.
—Abigail ¿No deseas entrar a tomar algo? —preguntó David con una sonrisa, pero yo simplemente pude negar con mi rostro. No entendía porque me lastimaba verlo con aquellas mujeres. No debía de sorprenderme, David era muy guapo para no tener mujeres con él...
—Vamos no seas así —insistió la segunda mujer mientras se acercaba a mí y tomaba mi brazo para hacerme entrar después de que David abriera la puerta. —Eres tan tierna, pareces una muñequita —Mencionóc on una sonrisa de portada de una revista.
—Sí, tienes razón. Parece echa de porcelana.—continuó la otra mujer mientras pellizcaba sutilmente mi mejilla. — ¿Cómo te llamas, linda?
—Puedes decirme Abby —susurré un poco decepcionada al ver en una mesa cientos de chocolates... Sabía que mi regalo no sería especial ni sorpresivo.
—Puedes dejar el tuyo ahí también —mencionó David mientras se acercaba a una barra. Me sentía muy tonta, sabía que solo entregaría los chocolates en señal de agradecimiento, pero fue triste ver esa pequeña montaña de chocolates. Obviamente a David no le importaba ninguno y tampoco le importaría el mío. Rápidamente tomé la decisión de salir huyendo del lugar.
Mientras corría para alejarme de allí, sentí que alguien sujetó mi hombro y me obligó a detenerme. A pesar que había convivido poco con él, me era posible distinguir su aroma.
—Por favor, suéltame —murmuré mientras le prohibía a mis ojos soltar una lágrima.
—Es por esto que las chicas buenas son molestas —aAfirmó después de un suspiro. —Abigail, escúchame bien. Todo lo que pasó ayer fue solo actuación. No deberías malinterpretarlo —agaché mi rostro mientras sentía que caía una pequeña lágrima silenciosa.
Ander, David ¿Ahora qué era lo que seguía? Tenía una muy mala suerte. David se agachó un poco y tomó la bolsa de regaló de mis manos.
—Te guardaré esto hasta que conozcas al chico indicado. Gracias —mencionó antes de irse.
En definitiva yo era muy buena para ilusionarme, sin embargo quería creer que la vida pone a personas en tu camino para que aprendas de ellas y te ayuden a seguir adelante. Había malinterpretado lo de David, pero aun así, seguía muy agradecida por lo que había hecho...
Solo tenía que enseñarle a mi corazón a diferenciar entre el amor y la amabilidad.
ALICE POV'S
Caminaba sola en la fría noche mientras regresaba a mi casa. Seguía sin entender lo que había sucedido pero solo comprendía que mi San Valentín había sido sorpresivamente estropeado.
No entendía quién era esa mujer o porqué Andrew la observó como si estuviera viendo a Lucifer, solo sabía que esa señora de ojos azules me había causado temor y me había hecho temblar aunque fuera solo unos segundos.
Caminaba sola y la temperatura bajaba constantemente. El bus ya no pasaba a esa hora y no tenía dinero para un taxi. Me senté en una banca mientras deseaba simplemente desaparecer. No sabía qué hacer, estaba sola, tenía frío y Andrew no estaba para ayudarme.
Quería estar en casa, quería darme un baño y deseaba con todas mis fuerzas que lo que sucedió hoy hubiera sido una terrible pesadilla. Sin embargo yo sabía que había sido verdad.
Abracé mis rodillas mientras comenzaba a balancearme. Quería estar en casa, con mamá, papá y Max y comenzar a llorar como una niña en los brazos de mi madre. No sabía cómo volver, y empezaba a sentir miedo. Estaba sola, muy sola. Abracé con más fuerzas mis piernas y comencé a llorar en silencio.
— ¿Alguien llamó a un chofer? —escuché el motor de una moto y la voz de un hombre, así que levanté sutilmente mi rostro observando quien vino a mi auxilio, era Adam.
— ¡Adam! —chillé con alegría mientras lo abrazaba.
—Sube —mencionó mientras me entregaba un casco, él tomó la bolsa de chocolates y la ubicó en el manubrio.
— ¿Cómo lo supiste? —le pregunté en un susurro.
—Ya te lo dije, me llamaron para transportar a alguien —sonrió mientras aceleraba la moto blanca.
— ¿Eh?
—Andrew me escribió —respondió Adam. —Dijo que viniera a recogerte —sonreí levemente... Solo podía preguntarme como estaría Andrew ¿Y por qué esa mujer se lo llevó?
—Ahh.
—La próxima vez que suceda algo parecido, no deambules sola por la calle ¿Sabes lo difícil que fue encontrarte? Andrew solo dijo el nombre del centro comercial.
—Lo siento —murmuré un poco apenada.
— ¿Qué sucedió? Él no fue muy claro.
—Aun no lo entiendo. Unos señores llegaron escoltando a una mujer y se llevaron a Andrew —mencioné brevemente todo lo que vi.
— ¿Señora? ¿Puedes describirla?
—Sí, era adulta pero muy hermosa. Cabello castaño y ojos azules.
— ¿Era muy elegante? —asentí a su pregunta.
¿Adam la conocía? ¿Porqué un chico tan amable como Adam conocería ese tipo de mujer? O aún más extraño... ¿Andrew era cercano a esa señora?
—Si pudiera definirla en una palabra, esa sería; elegancia.
—Ella es la presidenta Helena.
— ¿Presidenta Helena?
—Para todo el mundo es conocida como la presidenta de la corporación Rickford, para Andrew como su madre —asentí nuevamente...
Espera ¿Qué?
Esa señora era la madre de Andrew. Comenzaba a comprender su reacción.
Cómo si fuera un flashback de mi vida, recordé el día de la subasta de la mansión Rickford. Yo ya había visto a esa mujer, pero en ese entonces ella era ligeramente diferente.
Su elegancia la seguía conservando, a diferencia de su expresión que anteriormente era de amabilidad y curiosidad... la Helena Rickford que vi hoy, era una cargada de odio y rencor.
—Tal vez la impactó un poco ver a su hijo... contigo —susurró poco audible. —No es que tengas algo malo, solo que la Sra. Rickford es un poco elitista.
—Entiendo —susurré débilmente.
—Hace unos años, la Compañía Rickford entró al negocio de los hoteles. Esto sucedió porque se había aliado con The Sherry-Hearthland Hotel.... En un comienzo, el mejor hotel del mundo se negaba a fusionarse con la Compañía Rickford por temor a ser monopolizados por estos.
— ¿Por qué aceptaron entonces? —pregunté un poco curiosa.
—El hijo del dueño del hotel de New York iba a cruzar los 30 años, Isabelle tenía 23 en ese entonces. Se casaron por conveniencia. En un inicio, Isabelle estaba en contra de la orden de su madre, sin embargo unos meses después accedió. Andrew comenzó a odiar más a su madre después de eso y se alejó de su hermana.
— ¿Quieres decir que la Sra. Rickford vendió a su hija por un hotel? —pregunté un poco incrédula.
—Si lo dices así suena más cruel —sonrió Adam mientras daba una curva con la moto.
Después de unos minutos, Adam estaba estacionado al frente de mi casa.
—Gracias —agradecí con una sonrisa.
—Alice... Si ocurre algo ¿Sabes que puedes decírmelo?
— ¿Algo va a ocurrir? —pregunté mientras me bajaba de la moto. ¿Era acaso eso un tipo de advertencia?
—Espero que no.
—Dudo que algo pueda suceder —mencioné después de un largo suspiro. —Honestamente no es como si Andrew y yo estuviéramos en una relación seria.
Cada vez que Andrew tenía un detalle lindo para mí, siempre ocurría algo malo. Tal vez comenzaba a cansarme de esa agitada vida. En definitiva no podía acoplarme a su estilo de vivir... Una relación de esta forma estaba sentenciada a terminar mal incluso antes de que iniciara.
— Por favor conduce con cuidado —murmuré mientras daba media vuelta.
—Alice.
—Ya dije que no es necesario que te preocupes.
— ¿Vas a entrar con eso puesto? —lo miré un poco extrañada y el apuntó a su cabeza... inmediatamente toqué la mía y recordé instantáneamente que tenía el casco de Adam puesto.
—Ah!! Estaba a punto de dártelo —mencioné con una risa fingida. Estaba tan distraída que ni siquiera noté que me estaba llevando el casco a mi casa. —Gracias —le brindé una sonrisa antes de subir al segundo piso de mi humilde hogar.
HELENA RICKFORD EN MULTIMEDIA
KATHERINE PIERCE
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