19. PRIMERA CITA
Al siguiente día salí temprano por la mañana a hacer un poco de ejercicio. A pesar de que la noche anterior había nevado y el suelo tenía rastro de esto, me agradaba correr alrededor de la nieve. Sin embargo después de 20 minutos observé que cuatro sujetos en traje estaban detrás de mí, dos estaban hablando, uno leyendo el periódico y otro mirando el puente.
Decidí no preocuparme por eso y seguir corriendo, sin embargo, después de otros 10 minutos me detuve y volteé. Observé de nuevo a esas personas con gafas oscuras simulando hacer ejercicio. Obviamente nadie que haga ejercicio estaría usando un traje formal negro.
Comencé a estirarme delante de ellos, y cada uno se encontraba distraído haciendo algo diferente, unos estaban haciendo flexiones en una baranda y otros estiraban su pierna, así que aproveché ese factor de distracción para salir corriendo.
Los hombres comenzaron a correr detrás de mí, sin embargo antes de poder cruzar la calle para pasar de una cuadra a otra, una limosina negra se detuvo al frente mío obligándome a detenerme. Un señor vestido también de traje abrió la parte trasera de la limosina y de esta salió Andrew.
— ¿Qué estás haciendo en el vecindario de alguien más tan temprano en la mañana? —le reclamé colocando mis manos en mi cintura.
—Las calles están congeladas. Deberías estar en casa ¿A dónde vas? —mencionó tranquilamente.
—Estoy haciendo ejercicio.
—También te ejercitas como pobre. Vas a enfermarte, entra. —ordenó señalando el auto.
— ¿Por qué?
—Dijiste que estabas haciendo ejercicio —fruncí un poco mi ceño ante esa respuesta, pero antes de poder decir algo, Andrew me jaló por mi chaqueta y me obligó a entrar.
(...)
No entendía cómo ni porqué estaba en la mansión Rickford y menos de la razón por la que las mucamas me hicieron usar un traje de color crema de chaqueta y falda acompañada con unas calcetas y guantes del color café.
Me guiaron hacía una parte del jardín en donde Andrew estaba esperando al lado de dos carritos de golf.
— ¿Qué haces? Apúrate —ordenó Andrew mientras me observó y sonrió. Segundos después se montó en una de los carritos. ¿Se había burlado de mí? Entendía que esta ropa era ridícula pero no había necesidad de reírse. Que tonto.
En el campo de golf, Andrew hizo en el primer intento un tiro perfecto, a lo que todos los empleados aplaudieron.
—Inténtalo —dijo Andrew mientras me entregada el palo de golf.
—No sé jugar —respondí secamente mientras me cruzaba de brazos.
—Ven te enseño —dijo Andrew mientras me hizo acercar a él y desde atrás tomaba mis manos para ubicarlas de la forma correcta en el palo de golf. —Dobla tus rodillas un poco —me incliné para golpear la pelota, pero Andrew hizo que me enderezara un poco. Golpeé la pelota y esta se movió solo unos pocos centímetros...
¡Pero la había movido! Eso era lo que contaba. Di pequeños saltos de alegría mientras Andrew soltaba una leve sonrisa y me decía que lo intentara de nuevo. Esta vez lo hice con más fuera, sin embargo el palo se me soltó y salió volando hacia mi izquierda. Giré y observé como el palo de metal aterrizaba sobre la cabeza de un hombre de seguridad.
—Lo siento señor —dije mientras se llevaron al guardaespaldas no sé a dónde... Después de varios minutos, llegué a la conclusión de que los tiros de Andrew eran rápidos y precisos a diferencia de los míos.
A pesar de que la pelota iba a otra dirección o el palo salía volando, yo sentía que fue un gran tiro y lo celebraba de todos modos. Tiré de nuevo la pelota, pero esta cruzó una zanja y cayó a la laguna. Pronto comencé a quitarme los calcetines que llegaban hasta mi rodilla y me dispuse a entrar a la laguna, sin embargo Andrew me detuvo y me cargó en su hombro sin importarle mis gritos.
— ¡Andrew, bájame! —gritaba pero Andrew se tomó toda la libertad de ignorarme y cargarme hasta la mansión.
Después de que las mucamas me hicieran bañar y me entregaran mi ropa lavada, bajé donde estaba Andrew quién me guió hacia otra limosina y me obligó a subir. Más tarde, el auto parqueó delante de un gran y conocido restaurante japonés, Andrew me hizo bajar y me tomó la mano hasta llevarme al restaurante.
Pronto llegaron dos camareros con un atún gigante y el chef comenzó a cortarlo delante de nosotros. Todos sus movimientos eran precisos y la comida se veía realmente exquisita, escuchaba a mi estómago rugir y sentía que era cuestión de segundos para que comenzara a babear. Minutos después, toda la mesa estaba llena de deliciosos platillos y rápidamente comencé a comer como si mi vida dependiera de ello.
Observé que Andrew solo me miraba y sonreía... él no estaba comiendo solo decidió observarme comer. Normalmente me sentiría incomoda, pero la comida estaba magnifica que ni siquiera sentí vergüenza por la forma en que comía.
—Come, come — dije con la boca llena de comida, pero recordaba que mi madre siempre decía que era mala educación hablar con la boca llena, así que tapé mi boca con la mano. Andrew volvió a sonreír y comenzó a comer. —Ya me llené —dije con el estómago casi a explotar después de varios minutos.
—Si ya terminaste, vámonos —Andrew se levantó de la mesa y fue a pagar. No quería escuchar cuanto sumó la cuenta. No quería asustarme, así que esperé en la mesa. —Alice, vamos —segundos después regresó Andrew y arrastró mi silla con una mano para que yo me levantara
—Puedes seguir, ya te alcanzo —le sonreí mientras me alejaba de Andrew y me devolvía al restaurante.
Cuando tenía en mis manos unas bolsas en la que había comida que dejamos, les agradecí a los dos camareros y salí en busca del auto de Andrew, sin embargo tropecé con una persona y la comida se esparció en todo el suelo.
—OMG ¿Quién es esta? —escuché una voz femenina así que levanté mi rostro y observé al trío de bobas y unos tres chicos con ellas.
— ¿No es Alice Lawler? —mencionó Sunny cruzando sus brazos observando al suelo.
— ¿Qué está haciendo esta aquí? —preguntó esta vez Miranda con repugnancia.
— ¿Saben quién es ella? —preguntó uno de los chicos que las acompañaban. Ellas inmediatamente negaron con sus rostros.
—Oye, ¿Pero es eso? —mencionó otro chico señalando la comida en el suelo. — ¿Acaso vino a recolectar basura? —todos se rieron mientras tapaban su nariz con sus manos.
— ¿Vas a comerte las sobras de la comida? —rió Ginger esta vez mientras yo seguía sentada en el suelo. Yo solo quería que mis padres y Max probaran aquella deliciosa comida, pero... ahora estaba arruinada. — ¿Puedes esperar un momento? Cuando acabemos puedes llevarte nuestras sobras —rieron al unísono nuevamente.
— ¿Qué estás haciendo? —escuché la voz de Andrew, así que Ginger, Miranda y Sunny abrieron sus ojos en señal de sorpresa. — ¿Por qué sigues aquí? —preguntó mientras observaba el suelo durante pocos segundos.
—Oh! Andrew cuanto tiempo —saludó uno de los chicos pero simplemente Andrew lo ignoró.
— ¿Quién es ella? ¿Tu sirvienta? —preguntó con burla el primer chico antes de que Andrew lo agarrara desde su camisa.
— ¿Quieres callarte? ¿O quieres leer en la noticias de mañana que tu compañía se está hundiendo? —amenazó Andrew sin ni siquiera mirarlo porque estaba observando que yo seguía en el suelo.
—M-me equivoqué, lo siento —se disculpó el chico bastante apenado... o quizás asustado.
—No a mí —dijo mientras soltó el chico y lo empujó cerca de mi dirección.
—Lo siento, por favor perdóname —dijo el chico mientras me ayudaba a levantarme del suelo. No sabía que responder, solo me sentía avergonzada y miré de inmediato a Andrew quién tomó mi mano y me sacó del restaurante.
Andrew dirigió el carro hacia su casa, sin embargo lo parqueó en una parte del jardín donde había un gran telón que simulaba ser un auto cine. Observé la película durante unos minutos, sin embargo era una película muy romántica y se me dificultaba poder respirar.
¿Qué debía hacer? No podía ni tragar saliva. Tantos pensamientos vagaban por mi mente mientras intentaba ver la película. ¿Por qué hacía tanto calor? Me concentré de nuevo en la película, pero los personajes se abrazaron y comenzaron a besarse debajo de la lluvia. ¿Por qué de repente salía esa clase de escena? Mi corazón comenzó a acelerar cada vez más rápido y evité voltear mi cabeza hacia Andrew, así que decidí comer un poco de palomitas, pero al meter mi mano en el bote de palomitas, Andrew también lo intentó y nuestras manos se tocaron durante breves segundos.
Instintivamente nos observamos durante varios segundos que parecían eternos, Andrew comenzó a acercarse hacia mí. Mi corazón latía de una manera sobrehumana y solo aceleró más al sentir la respiración de Andrew en mi rostro. Cerré rápidamente mis ojos hasta que escuché el tono de llamada de mi celular.
Rápidamente busqué mi celular en los bolsillos de mis pantalones y comprobé que mi padre era el que llamaba.
—Hola.
— ¡Alice! —escuché unos gritos de felicidad por parte de mi familia. —Ven a casa, ven a casa, debemos mostrarte algo —escuchaba más ruido pero eran de mucha alegría.
— ¿Sucedió algo?
—Sí, pero nada malo. ¡Es algo magnífico! ¿Sigues con el joven Andrew?
—Ah, sí. Pero ya iba a casa —dije observando el reloj del auto que indicaba las 23:00
—Entonces apúrate, apúrate —fue lo último que escuché antes de que ellos colgaran.
Andrew me llevó hasta mi casa, así que subí al segundo piso y escuché la risa de mi familia. Me acerqué hasta la mesa, y ellos estaban comiendo un festín de comida japonesa.
—El atún está muy fresco.
—Mira, mira como está decorado.
— ¡Atún! ¡Atún! Que delicioso —decían mis padres y Max mientras comían del manjar parecido al que cené hoy con Andrew.
— ¿De dónde vino todo esto? —pregunté extrañada al ver el tamaño de aquel banquete.
— ¿Por qué preguntas lo obvio? —mencionó mi madre mientras siguió comiendo.
—Mi cuñado Andrew, mandó todo esto —dijo Max con la boca llena de comida mientas señalaba toda la mesa.
—El chef en jefe lo trajo personalmente —dijo mi padre esta vez con una enorme sonrisa.
—Trajo un atún gigante y lo preparó al instante —continuó Max
— ¡Pensé que el atún era una ballena! —prosiguió mi padre mientras estiraba sus manos y seguía comiendo.
Decidí que mi familia debía de festejar por lo menos hoy, han tenido mucho trabajo con la tintorería y se merecían un pequeño descanso, así que no me opuse a que comieran el manjar que ordenó preparar Andrew. Llegué a mi cuarto bastante cansada y me senté en mi pequeño escritorio hasta que sonó una notificación de mi celular. Observé que era un mensaje de Andrew y mi corazón aceleró por décima vez en el día.
"Te digo esto de antemano porque quizás te moleste, pero no te traje eso a ti, sino a tu familia"
De mi rostro se escapó una pequeña sonrisa hasta que otro mensaje llegó.
"No comas ni una sola rebanada, ya te comiste lo de todo un año."
Por inercia mi sonrisa se ensanchó así que respondí a su mensaje.
"No comeré nada porque estoy llena, no porque tú me lo prohíbas. Adiós"
Automáticamente llegó otro mensaje así que lo revisé.
"Está bien, descansa Alice"
De nuevo unas cosquillitas invadieron mi estómago y mi corazón aceleró drásticamente.
(...)
Al día siguiente Abby hablaba con el Sr. Pierre de cómo conoció a un chico. Usualmente yo estaría muy emocionada, pero mi mente divagaba en otro lugar.
—Alice ¿Algo anda mal? —preguntó Abby bastante preocupada, pero antes de poder responderle, el celular de mi mano sonó anunciando una llamada, rápidamente revisé y el nombre de Andrew se reflejaba en la pantalla.
Torpemente sonreí y mientras mis manos temblaban contesté. Esto era realmente ridículo. No entendía porque Andrew hacía que mi cuerpo fuera todo un caos.
—Oh! Hola Andrew —saludé rápidamente.
—Hola —respondió, sin embargo cogí un papelito de un dulce y comencé a presionarlo contra el celular imitando una interferencia en la señal.
—No puedo oírte. Estoy en la tienda muy ocupada ¡Hay MUCHOS clientes! ¡Muchos! Estoy muy muy muy muy ocupada ahora mismo así que tengo que trabajar hasta tarde. Perdón, perdón —dije antes de colgar y tomar una gran respiración. Nunca había hablado tan rápido en mi vida.
—Alice, ¿De qué tienda estás hablando? —rió el Sr.Pierre mientras observaba el local y solo había dos clientes.
No entendía muy bien por qué había hecho eso, pero algo en mi cabeza no encajaba, me sentía muy incómoda y no comprendía lo que era. Solo escuchar su voz hacía que perdiera todo mi control y no entendía por qué.
Después de terminar mis clases, me dirigí a la piscina de la institución. Mi cabeza estaba hecho un caos, pero el agua podía relajarme y hacer que olvidara al menos, por un momento lo que me aquejaba. Saqué mi cabeza del agua y me acerqué a la orilla, sin embargo observé unos zapatos así que subí mi rostro para saber quien era la persona.
—Adam —dije con una pequeña sonrisa mientras él me saludaba con su mano. Minutos después nos encontrábamos en una plaza del instituto y Adam me invitó un café.
—Gracias.
—Ten cuidado, está caliente. ¿Practicas durante el receso también? —preguntó con una sonrisa así que solo asentí.
—Solo porque sí.
—No parece que sea solo porque sí. Parece que entrenaras para ir a los juegos olímpicos —comentó tras soltar una sutil risa.
—Me siento mejor después de nada, eso es todo —respondí con una sonrisa mientras le daba un sorbo al café.
— ¿Algo anda mal? —solo pude sonreír ante su pregunta y decidí cambiar el tema.
—Adam ¿Qué hay de ti? ¿Por qué estás en el instituto? —pregunté tras ver la hora. Eran las 17:00 y las clases habían terminado hace ya algunas horas.
—Dejé un informe en clases —mencionó antes de que su celular sonara y él contestara. —Ah, hola Andrew —yo estaba tomando un sorbo del café y me atranqué automáticamente después de escuchar el nombre de Andrew. — ¿Yo? Estoy en la escuela. Aquí está Al...—rápidamente hice gestos con mis manos para que negara que yo estuviera aquí, por suerte Adam me hizo caso. —Bien, aquí te espero. Estoy en la plaza 3B al frente del edificio de segundo año. Bien entendido —fue lo último que dijo antes de colgar. —Andrew está en la universidad, así que ya está en camino. Si esperas 5 minutos podrás verlo.
—Ya veo —sonreí forzadamente mientras le di otro sorbo al café. — ¿Sabes? Estoy un poco ocupada y había olvidado que debo apurarme en volver a casa. —Me excusé con una falsa risa.
—Andrew ya casi llega, podemos llevarte a casa y llegaras más rápido que en el autobús.
—No, no. Me tengo que ir. Gracias por el café —forcé nuevamente una risa y le entregué el café antes de salir corriendo.
Al llegar a mi casa, mi familia estaba viendo un programa de comida y parecía que babeaban al ver los manjares.
—Se ve delicioso —dijo mi papá.
—Y mi hermana nada que va a otra cita —agregó mi hermanito Max sin que vieran mi presencia.
—Estaría bien que fueran a un restaurante chino la próxima vez ¿No? —mencionó nuevamente mi padre con una gran sonrisa.
—Deberían ir a uno Italiano —sugirió mi madre. Esperen, se estaban refiriendo a ¿Otra cita con Andrew?
—Sí, ¿cómo se llaman esos caracoles? —preguntó Max señalando el televisor.
—Escargot, y es comida francesa —respondió mi madre soñadora. Segundos después sonó el timbre y Max se levantó a abrir la puerta sin embargo la cerró nuevamente de un portazo.
— ¿Quién era? —preguntó mi padre a Max mientras él solo balbuceaba cosas que no entendía. —Si eran los de la renta diles que tus padres no están.
—A....A— mencionaba con una voz entrecortada mi hermano.
— ¿Ustedes pidieron algo mientras no estábamos? —preguntó mi madre así que yo negué desde la cocina y tomé un vaso de agua.
—An...An
—Si es el banco dile que tus padres murieron —dijo mi madre mientras disminuía el volumen del televisor.
—Andrew, ¡Es mi cuñado Andrew! —soltó de golpe Max haciendo que yo casi me atragantara con el agua. ¿Andrew estaba aquí? ¿En mi casa?
— ¡¿Qué?! —mis padres se levantaron y corrieron hasta la puerta. La abrieron muy emocionados y detrás de esta estaba Andrew esperando.
¿Por qué Andrew estaba en la entrada de mi casa?
—R-r-Rickford —tartamudeó mi madre mientras soltó el control del televisor.
— ¿Estaría bien si puedo pasar? —preguntó Andrew después de toser y temblar levemente ¿Estaría enfermo? Rápidamente mis padres lo dejaron pasar y acomodaron nuestro sillón más nuevo para que él se sentara.
— ¿Qué haces aquí tan tarde? — refunfuñé a Andrew un poco molesta, pero fue mi padre el que respondió.
— ¿Qué quieres decir con tarde? Son solo las 22:00
—Es temprano en la noche —continuó mi hermano con una sonrisa.
—Suegro...—dijo Andrew pero fue interrumpido por los gritos de mi padre. ¿Qué le pasaba a Andrew? ¡Mi papá no era su suegro!
— ¡Oh! ¡Soy su suegro! Cariño escuchaste, me dijo suegro —mencionó mi padre con mucha emoción mientras llevaba sus manos hacia su corazón. Mi madre observaba con expectativa mientras tocaba su pecho.
—Y suegra —solo bastó esa palabra para que mi madre comenzara a hiperventilar y chillar de la felicidad. Por mi parte deseaba golpear mi cabeza contra la pared y desaparecer del lugar. —¿Podrían dejarme pasar la noche aquí?
— ¡¿Qué?! —grité esta vez yo mientras lo asesinaba con mi mirada ¿A qué se refería con pasar la noche aquí? Él tenía una casa en donde dormir y era bastante grande y cómoda. ¿Por qué tenía que venir a mi casa? Observé a mis padres que parecían que tuvieran un ataque al corazón. — ¿Te has vuelto loco? ¿Por qué quieres dejar tu buena casa para dormir en la mía? Además ¿Quién dijo que podías quedarte en mi casa?
—Yo lo hice —dijo mi padre a defensa de Andrew. Simplemente tuve que guardar silencio, pues esta casa era de mi padre y no podía oponerme a su decisión.
—Yo también lo dije —continuó mi madre dándose leves palmadas a su pecho.
—Es tan tarde, claro que puedes quedarte —insistió mi papá apoyando a Andrew. Yo me crucé de brazos y fulminé a mis padres.
—Ya son más de las 22:00 ¿A dónde va ir tan tarde en la noche? —salió en la defensa mi madre mientras Andrew simplemente sonreía.
—Cuñado, puedes dormir conmigo —dijo Max a lo que mi madre tapó su boca.
— ¡Ni hablar! Él dormirá con tu hermana —afirmó mi madre.
— ¡¿QUÉ?! ¡NO! Ni hablar, ¡Me niego! ¡Me niego! —dije mientras formaba una X con mis brazos. ¿Qué le pasaba a mi familia? Observé que Andrew se regocijaba en una sonrisa. Tonto, tramposo, él sabía que mi familia no se negaría a su presencia.
Minutos después de que mi padre le prestara una sudadera azul, Andrew salió del baño, sin embargo la sudadera le quedaba a la altura de sus tobillos. Me fue imposible no reír, pero mi madre me dio un codazo para callarme.
—Son un poco cortos, pero se ven bien —mencionó mi padre con una gran sonrisa.
—Oh, no importa lo que uses, todo te queda tan bien. Podrías ser modelo —dijo mi madre saliendo de un cuarto.
— ¿No crees que ese estilo será el nuevo grito de la moda? —mi padre y Max se acercaron a Andrew y subieron sus sudaderas hasta los tobillos.
— ¡Terminé los preparativos! —escuché la voz de mi madre detrás de una puerta. ¿Preparativos? ¿Qué preparativos? — ¡Tada! —dijo mi mamá dejando ver su cuarto, en donde quitaron la cama y colocaron tres colchonetas y algunas almohadas decorados con bonitas fundas florales.
—Oh, cariño, ¿Se parece a nuestra primera noche en la luna de miel? —observé alarmada a mi padre y negué con mi cabeza.
— ¡No! ¡No! ¡No! Yo no dormiré allí con él —grité mientras señalaba a Andrew y él solo reía sutilmente.
—Hablé con tu padre y él dice que no está de acuerdo que ustedes estén juntos tan rápido —miré sorprendida a mi madre. Oh, mi Dios. Oculté mi sonrojado rostro con mis manos. ¡Qué vergüenza! Quería desaparecer—Así que dormiremos todos aquí. Vamos, vamos —dijo mi madre mientras me cogía del brazo y me acercaba a un risueño Andrew.
— ¿De qué te ríes?—refunfuñé en voz baja para que solo fuera audible para Andrew, su risa aumentó así que le propicié un leve golpe en su brazo.
— ¡Alice no lo golpees! ¿Sabes cuánto vale este brazo? —dijo mi madre mientras acariciaba la zona que yo había golpeado. ¿Qué le sucedía a mi familia? Es como si todos se hubieran aliado para avergonzarme delante de Andrew.
Un rato después todos nos acostamos a dormir, en el extremo de la derecha estaba mi madre, yo me acosté al lado de ella, luego estaba Max quien tenía su pie encima de Andrew y por último, en el otro extremo estaba mi padre. Observé que Andrew seguía despierto así que decidí hablar en un susurro para no despertar a mis padres y a Max.
—Andrew, ¿En verdad vas a hacer esto?
—No lo pensé hasta que vine aquí, pero esto es realmente interesante —susurró con una pequeña risa.
— ¿Qué?
— ¿Cómo el dormitorio principal es más pequeño que mi baño?
—A mi defensa el baño de tu casa no es normal.
—Lo más interesante es que tenemos que dormir así. Somos 5 personas en un cuarto. No puedo ni siquiera moverme. No me creerán que dormí así —mencionó con desdén de burla.
— ¿Es gracioso? —refunfuñé cerrando mis ojos.
— ¿No lo es?
—Sigue disfrutándolo. Nada más no te arrepientas después.
— ¿Arrepentirme de qué? Se siente como si fuéramos refugiados, es algo emocionante —continuó con una sutil risa.
—Voy a dormir, si hablas otra vez, te golpearé —cerré mis ojos pero él siguió hablando.
—Aun así, con todos durmiendo debajo de la misma manta. ¿No parece una familia? —continuó con una sonrisa enmarcada en su rostro, pero decidí voltear mi mirada y cerrar de nuevo mis ojos. —Oye lavandera ¿Estás dormida? ¡Oye lavandera!
— ¡Tintorería! ¡Tintorería! ¡La tintorería Lawler está aquí! —cantó mi padre mientras se sentaba y se volvió a acostar inmediatamente. ¿Había olvidado decir que mi padre era sonámbulo?
—Caracoles, Sushi, puerco agridulce —Max comenzó a balbucear el nombre de comidas mientras dormía y tomó la mano de Andrew para llevárselo a la boca, pero Andrew se soltó del agarre de mi dormido hermano. Observaba la escena en silencio y una sonrisa se escapó de mi rostro.
Lo último que recordaba haber visto antes de dormir, fue a Max y a mi padre abrazar a Andrew mientras él tapaba sus oídos con sus manos.
KATHERINE PIERCE
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