El sol ya se había puesto, y Londres brillaba con un aire misterioso. Kylie y Malia estaban sentadas en un banco, observando cómo la ciudad respiraba a su alrededor. La conexión que habían compartido durante su paseo se había vuelto más fuerte con el paso del tiempo, y el ambiente estaba cargado de una tensión dulce.

Kylie: Malia, hay algo que quiero decirte. Algo que siento desde hace un tiempo...

Malia (mirándola con curiosidad): ¿Qué es, Kylie?

Kylie: Siento que... no quiero que esta aventura termine. Desde que te conocí, todo en mi vida ha cobrado sentido. Es como si encontraras el lugar donde perteneces.

Malia se quedó en silencio, sorprendida por la sinceridad en las palabras de Kylie. Algo dentro de ella se despertó, un sentimiento que había estado oculto durante mucho tiempo.

Malia: Yo también siento lo mismo. Hay algo en ti que me hace sentir... viva. Nunca pensé que podría encontrar a alguien como tú.

Kylie acercó su mano lentamente hacia la de Malia, tomando su mano con suavidad. Un instante de silencio envolvió el aire mientras se miraban a los ojos.

Kylie: Entonces... ¿qué hacemos con todo esto? Con lo que sentimos

Malia (sonriendo): Creo que deberíamos dejar que el destino decida. Y, por ahora, vivir el momento.

La lluvia cesó, y las luces de la ciudad parecían brillar más intensamente, como si celebraran ese nuevo comienzo. De alguna manera, sabían que, aunque el futuro era incierto, juntas podrían enfrentarlo.