prólogo

¿Cómo pueden juzgar a un hombre, sin saber lo que siente por alguien o sin tener conocimiento de su vida?

Mi nombre es Erick, soy sacerdote desde hace seis años, fui trasladado a un pueblo no tan lejos de la capital. La verdad es, y no les puedo mentir, que a mis treinta y cinco años nunca pensé acostumbrarme al cariño de las personas de estas tierras, ya que por orden de la iglesia, y por los votos que hice hace un tiempo no podía vivir mucho tiempo en un mismo lugar, sin embargo, lo que les diré tal vez sonará descabellado, pero jamás en mi vida pensé enamorarme de alguien y mucho menos de alguien a quien le llevo veinte años de edad, aun así la vida está llena de sorpresas y aún más está llena de cosas que no esperamos.

Un día simplemente espero que el mundo y mis hermanos en la fe me entiendan, ya que sobre el corazón no podemos mandar, tristemente para la sociedad el vestir sotana, ser un representante de "Dios" en la Tierra representa el no poder amar ni ser amado de una manera más humana y carnal, por eso si estás leyendo esto, espero tengan compasión de este pobre hombre, carnal y de sentimientos como cualquiera de ustedes.

Para muchos no seré más que un sacrílego, un pecador sin más que hacer que perder el tiempo y botar a la basura más de 10 años de estudio, más de una década de confinamiento lejos de los míos, en la soledad y también en la compañía de otros compañeros locos como yo, que nos negamos una vez al mundo y vivimos lejos de cada tentación sobre la faz de la Tierra.

Pero cabe decir que realmente también amamos a los demás, por eso mismo vivimos lejos y nos entregamos a la vida consagrada a Dios, espero que me entiendan y también me perdonen por romper todo aquello en lo que los demás creían o pueden creer.

Y por lo que más quieran no me juzguen por las acciones que les voy a relatar a continuación....

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