Capítulo 3

"Aunque te creas insignificante, siempre hay alguien que te necesita. O esa persona todavía no apareció... o la tienes cerca, pero no te das cuenta"

~*~

Toqué la puerta de la oficina de la directora de la academia y esperé a que me diera permiso para ingresar.

—Vy mozhete proyti (Puedes pasar). —Abrí la puerta e ingresé con una media sonrisa para dar una buena imagen.

Aquel lugar estaba muy organizado y pude saber el nombre de la directora gracias al pequeño cartel que había en su escritorio.

—Dobryy den', miss Katerina (Buenas tardes señorita Katterine) —dije firme y a la vez con un poco de "amabilidad".

—Buenas tardes, sé que eres la nueva estudiante de intercambio, no es necesario que me hables en ruso, sé hablar inglés.

Asentí.

La señorita Katterine era una mujer de unos treinta y cinco años de edad, pero lucía de una forma maravillosa, tenía un aspecto elegante e intimidante.

Un aspecto que cualquier mujer de su edad desearía poseer.

—Te guiaré hasta tu habitación y te daré un rápido recorrido por la academia.

—Sí, gracias.

La señorita se levantó de su asiento, caminó hasta la puerta, la abrió y salimos de su oficina.

—Los dormitorios se dividen en dos secciones, el de la derecha es el de las mujeres, el de la izquierda el de los varones y está prohibido que alguna chica o chico ingrese a la sección contraria a la que pertenece. Si se rompe esa regla, el estudiante podría llegar a ser expulsado.

Mientras escuchaba la explicación de la señorita Katterine, observaba cada parte de la academia, era un lugar bastante amplio, había bastante vegetación y en el "patio" podías encontrar pequeños montes con árboles y césped.

—Si sigues caminando por aquí, llegarás a los salones para que continúes con tus estudios y a través de estos pasillos están los auditorios de baile y música.

En los auditorios aún había personas practicando y vi que en el más grande había un chico de cabello negro que tocaba un violín.

Él tenía los ojos cerrados y se podía notar que tocaba con mucha pasión.

El violín... sabía tocarlo, pero hace mucho que no lo hacía. Mi madre me había prohibido hacerlo aunque tenía curiosidad por saber su motivo, sin embargo, no la contradije y con tristeza acaté su orden.

Miré al chico de reojo hasta que este abrió sus ojos y me devolvió la mirada.

Sus ojos eran grises.

Y ninguno apartó la mirada de los ojos del otro.

Entonces, me di cuenta de que aquel chico que tocaba el violín era el mismo que vi cuando entré a la academia.

Era curioso que volviera a verlo tan pronto, pero así como en la primera vez que lo vi, no le tomé importancia y giré mi vista al frente.

Seguí caminando junto a la señorita Katterine y llegamos a un lugar donde habían dos grandes puertas corredizas de vidrio.

—Y por último, este es el comedor, está abierto toda la semana desde las cinco de la mañana hasta las once de la noche. Bien, ahora regresemos a los dormitorios para mostrarte tu habitación.

La directora giró con rapidez y comenzó a caminar.

En el camino mi mente no dejaba de imaginar como sería estar en esta academia, ¿Todo seguiría igual o algo cambiaría? No dejaba de preguntarme si fue correcto venir hasta aquí, pero ya era muy tarde para retractarme, estaba en la academia Bolshoi, tenía que seguir.

Y aunque odiaba admitirlo... estaba asustada.

Tenía miedo de lo que me pasaría estando aquí, no entendía que es lo que ocasionaba esa emoción con exactitud, pero definitivamente no iba a demostrarlo.

—Llegamos, esta será su habitación señorita Ailee y no tendrá que compartirla con otra persona por si se lo pregunta. Cada estudiante tiene su propia habitación y cada una cuenta con su propio baño y muebles básicos, usted puede decorarla como desee. Eso sería todo, mañana empezará con sus clases. Hasta mañana y bienvenida a la Academia Bolshoi. Que descanse.

—Hasta mañana y muchas gracias.

La señorita Katterine se retiró y yo entré a la habitación. Era amplia, tenía una cama y unos cuantos muebles que pronto cambiaría.

Ordené las cosas que habían en mi maleta y me recosté en la cama, prendí mi celular y de inmediato comenzaron a llegar montones de mensajes y notificaciones de llamadas perdidas.

Revisé los mensajes y la mayoría eran de Hilan, Bianca, Adrián, Mary y de las "minions". Aunque también habían algunos de números desconocidos.

Apagué mi celular y lo dejé sobre el escritorio que había en la habitación.

No tenía ganas de responder a todos los mensajes. Solo quería dormir y salir por un momento de la realidad.

Me volví a recostar en la cama y me dormí.

Pronto entré a un sueño donde solo había oscuridad y voces que me atormentaban.

"¡Mamá!"

"¡Suéltame!"

¿Dónde... dónde estoy?

"¡Ayuda!"

¿Qué está pasando?

"¡Hija!"

¡No los quiero oír!

"Te lo prometo"

¿Qué?...

"¡No, no, no!"

¿Por qué?...

"Lo siento"

¡Deténganse!

"¡Lindsey!"

¡Ya no sigan!

Me senté de golpe en la cama, mi respiración estaba acelerada y el sudor bajaba por mi rostro.

Cada noche era igual, siempre tenía pesadillas que sólo lograban desesperarme y confundirme.

Aunque... esta vez me di cuenta de que lo último que escuché se parecía a lo que dijo aquel chico en la tarde.

Lindsey y Lind.

Dos nombres tan similares que en un punto de mi vida fueron importantes para mí.

~*~

Caminé por los pasillos de la academia hasta llegar al salón.

Era un día frío, me gustaba ese ambiente y por alguna razón este lugar me traía calma, pero a la vez desesperación.

La puerta estaba abierta y pude ver que había una mujer sentada en el escritorio frente al pizarrón.

—Buenos días —saludé mientras me ponía en medio de la entrada, pero me di cuenta que había saludado en inglés y no en ruso—. Izvinite, ya do sikh por ne privyk polnost'yu govorit' po-russki (Lo siento, todavía no estoy acostumbrada a hablar en ruso por completo).

La mujer giró en mi dirección y me sonrió amablemente.

—Buenos días, debes de ser la nueva estudiante de intercambio, soy la señorita Lourdes y no te preocupes, puedo hablar a la perfección en inglés. Adelante, puedes sentarte en cualquier asiento —dijo mientras me sonreía.

Asentí.

Ya no debía de hablar de nuevo en inglés, estaba en Rusia y por ende debía de hablar el idioma del país.

Miré el interior del salón e ignorando la presencia de los demás estudiantes que me miraban y susurraban cosas sobre mí me senté en el asiento o escritorio que había al lado de la ventana.

Me quedé observando como el viento mecía las ramas de los árboles.

Todo era tan pacífico y silencioso.

Tan solo había pasado un día desde que llegué y ya podía notar la diferencia que había cuando no estaba mi madre y cuando sí estaba cerca de mí.

Pero ¿Y si solo era un sueño?

Aunque trataba de no pensar en eso, me aterraba el hecho de que en realidad no había viajado a Rusia y cuando despertara me encontrara en una camilla, porque me había desmayado.

Antes ya me había pasado eso y no quería que pasara otra vez.

Vivía con el constante temor de que ya no pudiera diferenciar la realidad de los sueños.

Tal vez suene algo ilógico, pero era así. Cada sueño que tenía parecía tan real que en vez de sueños parecían recuerdos.

—Este es mi asiento —dijo una voz varonil (en ruso) a mi costado.

Salí de mis pensamientos y giré en dirección a donde se encontraba la voz.

Era un chico, el chico del auditorio. Con rapidez formulé mi respuesta mentalmente para poder decirla correctamente en el idioma.

—No veo algún nombre por aquí —dije tranquila revisando con la mirada el escritorio.

—Siempre me he sentado en este lugar y no dejaré de hacerlo ahora —dijo con molestia.

—Es una lástima —dije con un tono arrogante—, porque yo tampoco me iré a otro lugar. Además, hay muchos asientos vacíos.

—Puede que sí, pero yo quiero sentarme aquí —dijo perdiendo la paciencia.

Solté una leve risa con burla.

—Por favor, no seas tan infantil.

Lo vi tensarse y por un segundo creí haber visto sus ojos oscurecerse un poco.

—Tú-

—Hey, tranquilo Alex. Deja que se siente ahí, ella llegó primero después de todo —dijo un chico castaño de ojos marrones mientras empujaba a "Alex" hacia atrás.

Regresé mi vista a la ventana y de nuevo en mi mente apareció ese chico de ojos grises el cual tenía algo que no me dejaba tranquila.

Y no, no era atracción, mas bien era curiosidad mezclada con desconfianza.

"Sentía" como si lo conociera, como si algo dentro de mí me dijera que era él, pero ¿Quién era él?

No lo comprendía, por un lado trataba de recordar si lo había visto en algún lado, pero no lograba nada era como si una barrera inmensa me impidiera el camino hacia mis recuerdos. Además, se notaba a leguas que no estaba estable mentalmente, podía percibir el poco control que tenía sobre sí mismo y esas personas pueden ser muy peligrosas que ciertas situaciones.

Pasaron unos minutos y la señorita Lourdes empezó con su clase.

~*~

—Bien, eso sería todo por hoy estudiantes. Vayan al auditorio de baile y que tengan una excelente tarde, hasta mañana.

Todos recogieron sus cosas y comenzaron a salir tratando de no hacer mucho desorden.

Esperé a que la mayoría se retiraran y cuando lo hicieron caminé hasta la puerta, posé mi mano en la manija hasta que sentí la mirada de alguien a mi atrás, pensé que era algún otro estudiante así que abrí la puerta y cuando estaba por salir la voz de la persona a mi atrás me detuvo.

—Necesito... necesito hablar contigo —dijo de forma fría y seria.

Giré un poco y lo vi, de nuevo era aquel chico de ojos grises.

Lo miré indiferente y a través de su mirada traté de descifrar que era lo que quería de mí. No deseaba involucrarme de algún modo con él.

Aunque su semblante era frío y serio, pude ver que en sus ojos había confusión, tristeza y un toque de esperanza y emoción, lo cual me impidió deducir sus intenciones.

De las pocas interacciones que habíamos tenido, solo tenía un concepto de él, "persona con índice de ser psicópata", tal vez estaba exagerando, pero había pasado por tantas situaciones que no sería extraño que él lo fuera. Sin embargo, no podía asegurarlo, ya que recién lo conocía.

—No pensé que fueras de los que al conocer a una chica intentan tener algo con ella —dije con burla.

—¿Qué?

—Parecías ser alguien serio y más educado —dije tratando de molestarlo, sabía que él no tenía las intenciones que mencioné, pero quería ver cual era su reacción. Al final no tenía nada que perder, ¿o si?—. Que desilusión, pensé que por fin había encontrado a alguien que encajaba con mi personalidad.

Él se quedo en silencio por unos minutos mientras fruncía el ceño levemente.

—Solo bromeo, pero de todas maneras mi respuesta es no, no hay nada de que hablar. Apenas nos conocemos.

Giré y caminé en silencio en dirección al auditorio de baile como indicó la maestra.

Al llegar al auditorio vi que la mayoría de estudiantes ya estaban con sus respectivos trajes de baile.

Cuando ingresé fui directo a los vestidores, abrí el casillero que tenía mi nombre en una pequeña placa plateada, saqué la ropa y me la coloqué.

Me sorprendió un poco que ya me hayan separado un casillero con placa, puesto que hace poco llegué, pero decidí no darle más vueltas al tema y observé como me quedaba la ropa de baile.

La ropa era como un vestido, por dentro había un body gris de manga larga, por la cintura tenía unida una falda de tul gris semi-transparente que llegaba hasta las rodillas y tenía la forma de pétalos.

Por último, llevaba unas zapatillas de ballet.

Salí del vestidor, me coloqué entre los demás estudiantes y empecé a estirar un poco.

De pronto, sentí la mirada de alguien sobre mí, me detuve un momento y miré con disimulo a mi alrededor.

Mi mirada se detuvo en el chico de ojos grises que me miraba fijamente.

Él se encontraba recostado en la pared con los brazos cruzados sobre su pecho, di un rápido recorrido por su vestimenta y lo miré con una ceja alzada de forma burlona y me reí un poco, lo cual provocó que él me mirara con el ceño fruncido.

Estaba acostumbrada a ver ese tipo de trajes de baile para hombres, pero solo quería distraerme un rato molestándolo y lo había logrado.

La puerta se abrió e ingresó una mujer con un semblante serio, era la señorita Katterine.

Puse una expresión fría y presté atención a cada cosa que ella hacía.

—Buenas tardes, empecemos con la clase de inmediato, todos retrocedan y dejen la mayor parte del auditorio libre, por favor.

Retrocedí un par de pasos junto con los demás.

El auditorio era muy espacioso y cuando todos se colocaron en un lado, quedó un gran espacio que era iluminado por los rayos de sol que traspasaban por la ventana.

Aquella imagen por algún motivo me pareció reconfortante y conocida.

Un fugaz recuerdo pasó por mi mente.

~*~

—A********, mira —dijo una niña de unos siete u ocho años de edad.

Era yo.

—¿Qué cosa? —preguntó un niño de su misma edad colocándose al lado de la niña.

Nos encontrábamos en un gran auditorio que era iluminado por los rayos de sol que traspasaban por las grandes ventanas que mostraban un lindo campo con árboles.

—Mira, ¿No crees que es hermoso? —dije mientras daba vueltas en el centro del auditorio abriendo los brazos—. Es como si me dijera que este es mi lugar, que aquí puedo volar tan alto que nadie podría detenerme, siento una emoción tremenda —dije con una gran sonrisa.

Me detuve y miré a mi acompañante dedicándole una alegre y dulce sonrisa.

—Pues si, es un lugar muy hermoso kotik, la academia Bolshoi es un lugar espléndido —dijo mientras se acercaba a mí.

—Cuando sea más grande, asistiré a esta academia.

—Dirás, "Asistiremos".

Ambos nos miramos con alegría, cualquiera diría que solo éramos grandes amigos o cualquier otra persona amante del romance pensaría que era un amor infantil, pero aunque fuéramos solo dos niños de ocho años nuestro cariño era especial, era diferente al amor juvenil.

Nuestro cariño era puro, estaba más allá de ese sentimiento que todos conocemos como amor.

¿Amistad?

No, no era amistad, era más que eso.

¿Amor de hermanos?

No, tampoco era eso exactamente.

¿Amor?

No... definitivamente no era eso.

Entonces, ¿Qué sentíamos?

No lo sé, ni siquiera yo lo sé. Pero puedo afirmar que era un sentimiento único. Nos necesitábamos mutuamente para llenar el vacío que cada uno sentía. En mi caso, ese vacío se debía a la carencia de un pilar importante.

Lástima que el destino decidió que lo mejor era alejarnos y que en un futuro al encontrarnos aquel lazo que teníamos fuera obstruido por una gran barrera... una barrera que no sería tan fácil de pasar.

Una barrera inmensa que lleva dolor, decepción, tristeza, sufrimiento y arrepentimiento...

Y  es...

La barrera del olvido...

~*~

Aquella escena me pareció algo absurda, ya que no recordaba haberla vivido o presenciado. Así que solo pensé que era alguna alucinación o producto de mi imaginación.

Volví a prestar atención a la señorita Katterine que ahora se encontraba parada en medio del auditorio mirándonos fijamente a todos hasta que sus ojos se posaron en mí de forma discreta.

Su mirada era intimidante y seria.

Cualquiera comenzaría a temblar o sentiría miedo y nervios al instante.

Pero yo no era cualquiera.

Yo no me sentía intimidada, no sentía nervios ni miedo.

Estaba tranquila y relajada con una expresión fría, pero atenta a todo lo que sucedía a mi alrededor.

—Señorita Ailee. —Sonreí de lado, estaba segura que me iba a mencionar. Sin embargo, los demás parecían sorprendidos por mi elección. Pero era obvio, ya que esa era mi primera clase y necesitaban ponerme a prueba.

—Acérquese, por favor.

Caminé con confianza y me paré al costado de la señorita Katterine.

Sentía la mirada de varios estudiantes sobre mí, pero solo mostré una expresión de indiferencia.

—Joven Axel, también acérquese, por favor.

De entre los estudiantes se acercó un muchacho con una gran sonrisa.

Era el mismo que apareció mientras aquel chico me reclamaba sobre su asiento.

—Pero que hermosa se ve el día de hoy, señorita Katterine —dijo mientras se paraba en frente de nosotras—. Y hola de nuevo a ti también, mira que rápido nos volvimos a encontrar —dijo mirándome.

—Por favor, sin comentarios fuera de lugar, joven Axel —dijo la señorita Katterine en modo de advertencia—. Bien, en esta ocasión ustedes harán un baile improvisado de la melodía que pondré dos veces, una para que vayan teniendo una idea de su danza y la otra para que la realicen.

Me sorprendí un poco ante la orden de la señorita, pero si algo me habían enseñado era a estar preparada para todo desafío.

La señorita se acercó a los equipos de música y reprodujo la melodía.

Axel y yo escuchamos con atención la melodía.

Era tranquila y algo melancólica, ya la había escuchado con anterioridad y me gustaba.

Cuando tenía diez años me encantaba escucharla e imaginarme una historia relacionada a su significado.

La melodía finalizó y Axel y yo nos colocamos en posición para empezar a bailar.

Nuestras miradas se cruzaron y decidí que lo mejor sería mantener nuestras miradas unidas el tiempo necesario para una mejor sincronización.

La melodía empezó y yo comencé haciendo movimientos suaves y precisos de acuerdo a la melodía.

Axel se acercó a mi y acompañó mis movimientos.

Prefería realizar un baile yo sola, pero para algunos pasos es necesario tener una pareja.

Seguimos bailando hasta que me separé de él y me puse a bailar a mi propio ritmo y pude ver como la señorita Katterine le hizo una seña para que me dejara el escenario libre.

Cerré mis ojos y bailé como liberándome de todo lo que me atormentaba en mi interior. Con cada paso que daba sentía que algo se encendía dentro de mí , era como si tuviera algo dentro que trataba de salir.

"Cuando bailas pareces un ángel, eres increíble"

La voz de Darien resonó en mi mente, seguí bailando, pero su imagen se volvió tan clara que ahora me encontraba fastidiada por los recuerdos que venían a mí.

La música finalizó y escuché los aplausos de todos los presentes.

Abrí los ojos y pude observar como la señorita Katterine tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro.

—Excelente señorita Ailee. Tiene un gran potencial, estoy segura que llegará muy lejos y la academia estará ahí para apoyarla.

Asentí en forma de agradecimiento y regresé con los demás estudiantes.

Sentí que por primera vez pude bailar de forma libre o al menos un poco. Sin tener a alguien que me diga que debo bailar y que no.

Siempre se me impidió realizar lo que me gustaba, amaba cantar y bailar, pero no me dejaban elegir lo que deseaba hacer.

También me gustaba tocar el piano y el violín, pero me lo prohibieron por alguna extraña razón.

Mi vida estaba completamente manipulada y lo que más aborrecía era que seguía ahí y no cambiaba nada.

Sólo era una muñeca que obedecía a todo lo que le decía su madre.

La señorita Katterine siguió sacando a demás alumnos para bailar diversas piezas.

Me estaba aburriendo y decidí salir del auditorio, pero cuando estaba a un paso de la puerta, alcancé a escuchar el nombre que mencionó la señorita Katterine.

—Aleksandr Brown Melenkov, pase al frente, por favor.

Giré y vi que el que salió fue el chico de ojos grises. Me causó un poco de gracia que lo llamara por su nombre completo, el cual era un poco extraño o al menos desde el lugar donde lo escuché se percibía así.

—Así que te llamas... —Dudé un poco, ya que no estaba segura de la pronunciación— Alexander —dije en un susurro que sólo yo podía escuchar.

Antes de que empiece a bailar salí del auditorio y caminé por los pasillos.

Entonces, escuché la voz de alguien que corría hacia mí.

—¡Señorita!¡Espere!

Me detuve y giré para ver quien me llamaba.

Era el chico con el que bailé en el auditorio.

—Ah, pensé que no la alcanzaría, ¿Cómo es que camina tan rápido? —dijo agitado mientras sonreía.

—¿Qué desea? —dije de forma distante.

—Mmm bueno, en realidad... ni siquiera yo lo sé. —Sonrió de forma avergonzada—. Salí corriendo cuando vi que no estaba. Fue una acción impulsiva.

Lo miré indiferente, no tenía intención de responderle o conversar con él.

—Me llamo Axel, un gusto conocerte —dijo extendiéndome su mano.

Lo miré un par de segundos y luego a su mano. No entendía cual era su intención al tratar de ser amistoso conmigo.

—Eh... tal vez no sepas, pero ahora tienes que decir tu nombre y darme la mano... por favor hazlo rápido que el brazo se me está cansando.

—¿Eres bailarín y no tienes resistencia en los brazos? Que curioso.

—Oh vamos, solo dime tu nombre.

Me quedé en silencio un par de segundos para luego responder.

—Ailee.

—¿Viste que fácil era? Bueno, es un gusto conocerte Ailee. Por cierto, tu acento es diferente, ¿Eres francesa?

Lo miré con el ceño fruncido.

—Soy de Londres.

—Ahhh, tienes razón. Que tonto. —Rio de forma nerviosa—. Tu ruso es bastante fluido, hasta parece que siempre lo hubieras hablado. Tuvo que pasar como 5 años para que pudiera hablarlo así.

La verdad es que no sabía varias palabras en ruso, pero conocía lo más esencial.

Iba a mencionarlo, pero la voz de mi madre resonó en mi mente.

"Si tienes alguna debilidad o desconoces algo no dejes que nadie lo sepa, debes ser perfecta en todo"

Decidí callarme y decir otra cosa.

—¿No eres de aquí?

—No, la verdad es que vengo de Londres al igual que tú. Sin embargo, como mi madre murió cuando tan solo era un niño y mi padre... bueno, es mejor no hablar de él. La cosa es que un día mientras rondaba por las calles conocí a Alexander y a su tía. Ellos me acogieron y me trajeron a Rusia, crecí junto a Alex como si fuéramos hermanos y ahora estoy aquí.

Aquella información era innecesaria para mí, es decir ¿por qué le contarías algo tan personal a alguien que recién conoces?

—Ya veo.

Sinceramente no tenía tantas ganas de hablar con él. Sin embargo, había confirmado el nombre del otro chico.

—Sabes, eres un tanto parecida a Alexander. —Rio—. Cuando lo conocí era igual de frío e indiferente como tú.

—Te llamas Axel, ¿No?

—Sí, como el cantante de rock, Axel Rose —dijo orgulloso.

Ignoré su comentario y proseguí.

—Entonces... Axel ¿A dónde quieres llegar con todo esto?

—A ningún lado es sólo que me llamaste la atención cuando te vi y pensé que sería bueno que podamos conocernos. —Sonrió.

Quería decirle que no me interesaba en absoluto conocerlo. Sin embargo, antes de hacerlo recordé que mi madre quería que saliera con alguien para aumentar la audiencia.

Él era un buen candidato, se veía bastante extrovertido y abierto... podría manipularlo con facilidad y así evitar que mi madre siga insistiendo en que deba tener una pareja.

—Comprendo que no desees conocerme, después de todo s-

—Sabes, hace tiempo que quería conocer GUM —dije interrumpiéndolo.

Noté sorpresa en su rostro que no tardó en convertirse en emoción.

—Pero, no he encontrado a nadie que pueda acompañarme. Como sabrás, no conozco a nadie y mucho menos el lugar, todo es nuevo para mí —dije con un tono de tristeza.

Me fijé en su mirada y noté un rasgo de comprensión, pero a la vez de emoción.

—Yo podría acompañarte, no tengo ningún problema con ello, ¿te parece si vamos el sábado? —preguntó entusiasta.

—Claro, después de todo sólo nos dejan salir los fines de semana y como verás no tengo nada que hacer. —Sonreí.

—Genial, por suerte ya falta poco para el sábado. Estoy tan emocionado.

Si tan sólo supieras que lo único que deseaba era usarte a mi conveniencia.

—Si, bueno yo ya me tengo que ir a desempacar algunas cosas que tengo.

Cambié mi tono frío y distante a uno un tanto amable, aunque ya me estaba cansando de eso.

El sólo pensar en que tenía que verlo a parte de las clases me agotaba bastante.

Se veía que él era el típico chico extrovertido y abierto que hablaba más de lo pedido.

De cierto modo me recordaba a Adrián.

—Si claro. Ah, por cierto ¿Me podrías dar tu número? Es para poder contactarnos o avisar de cualquier imprevisto. —Comenzó a buscar su teléfono entre los bolsillos de su casaca—. Maldición dejé mi celular en mi casillero —murmuró.

Rodé los ojos sin que él me viera.

—Hagamos algo, te dicto mi número y si llegas a recordarlo salimos el sábado y si no... pues será para otra ocasión. —Sonreí con malicia al ver la expresión de sorpresa y miedo en su rostro.

Era algo contradictorio. Por un lado no quería salir con él, pero por el otro sabía que posiblemente esa era la única solución para lo que mi madre siempre me pedía.

—Vaya, eso... es un verdadero reto para mí, no tengo buena memoria. —Rio nervioso—. Pero está bien. Vamos, dímelo.

Le dije mi número dos veces y él lo comenzó a repetir una y otra vez.

—Creo que ya lo tengo. Adiós Ailee nos vemos pronto. —Se fue corriendo.

Regresé mi expresión a la fría e indiferente de siempre y caminé hasta mi dormitorio.

Al llegar tomé una ducha rápida y me acosté en la cama.

Cuando el sueño comenzaba a invadirme por completo y la realidad se iba alejando poco a poco, el sonido de una nueva notificación de mi celular me despertó.

—Hugh, me olvidé silenciar el celular —dije con molestia.

Me senté en la cama, agarré mi celular y lo prendí.

Era un mensaje de un número desconocido.

•¡Holaaa! por favor dime que eres tú Ailee. Soy Axel.

Al parecer había logrado recordar mi número. No tenía tantas ganas de responderle, pero no tenía de otra.

+Felicitaciones, acertó todos los números acérquese para reclamar su premio.

• Jajaja ¡Lo logré!( /^ω^)/♪♪ Pude recordarlo. Por un momento pensé que no lo conseguiría (。ŏ﹏ŏ)

+ Entonces el sábado vamos a GUM.

• Siiii. Ah, por cierto ¿Te parece bien si Alexander también viene con nosotros?

"Alexander... el chico de ojos grises, ¿Será una buena idea relacionarme con él?", pensé.

+ Si claro, no hay problema.

• ¡Genial! ♪ヽ(・ˇ∀ˇ・ゞ) bueno nos vemos luego, adiós.

+ Adiós

Me pareció un tanto infantil su forma de escribir, yo no acostumbraba enviar mensajes con caritas o algo similar a eso.

Apagué mi celular y lo dejé en la pequeña mesa al lado de la cama.

Volví a recostarme en la cama y me quedé mirando el techo de aquella habitación por un par de segundos.

Estaba agotada por completo. Aunque había sido un día "tranquilo" era cansado hablar en un idioma distinto por casi todo el día, tenía que tener cuidado en cada palabra que decía, puesto que la sola idea de decir algo de forma incorrecta me estresaba demasiado.

Finalmente el sueño volvió a apoderarse de mí sacándome de esa horrible realidad que cuando menos me di cuenta se volvió tan rutinaria, aburrida y falsa.

Mi vida constaba en actuar como mi madre deseaba que fuera y lo hice tanto que creí que esa se había convertido en mi personalidad.

A veces intentaba cambiar, pero sólo lograba sentirme aún más vacía.

Caí en un profundo sueño en el cual sólo recuerdo escuchar como una dulce y pequeña voz me decía:

"Mi pequeña kotik"


"No importa cuánto intentemos cambiar nuestro ser, siempre en nuestro interior yacerá nuestra verdadera identidad que en algún momento saldrá a la luz en el lugar, tiempo y momento necesario"

•°•°•°•°•°•°•°

Gracias por leer ☆

¡Hola! Lamento mucho el haber dejado esta historia, ha pasado un año literalmente desde mi última actualización.

Me siento mal conmigo misma por haber dejado a un lado un sueño que según yo me apasiona y que deseaba cumplirlo de todas formas.

Espero que les haya gustado este capítulo. Siento que en vez de mejorar eh bajado en mi redacción *risa nerviosa*, pero voy a seguir esforzándome y esta vez ya no puedo dejar de lado mi sueño de ser escritora y de terminar este libro al cual le tengo mucho aprecio.

Por cierto, estoy iniciando con un proyecto que es subir series fics a youtube ojalá y me vaya bien. Ah y si ven algún error ortográfico no duden en avisarme por los comentarios que siempre leo y me alegran el día.

Bueno, Helen se retira.

☆ See you ☆

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