12

Dedicado a imblackflavor, mi besha y sensual novia okno xd.
(Es mi amiga, queridos humanos, aclaro, no vaya a ser que nos shipeen ahora xd)


Sam.

Me quedé en shock ante la repentina confesión de Darren.
   —Además—añadió,  poniéndose de pie, me quedé inmóvil en mi sitio, se inclinó con el cuerpo hacia mí, que aún seguía sentado, y me tomó por el mentón—me gustan los chicos como tú—continuó en un susurro, luego pasó la lengua por sus labios para humedecerlos.

  —Darren...

  —No necesitas decir nada al respecto, Sam—me interrumpió. Entonces me plantó un beso sobre los labios. Luego se incorporó nuevamente.

  —Darren, yo...—la sangre me hervía a flor de piel, el aire se sentía húmedo y asfixiante, entonces Darren soltó una carcajada repentina.

  —¡Debiste ver tu cara!—me dijo aún entre risas.

  —¿Qué?—realmente no comprendía absolutamente nada.

   —Estoy jugando contigo, tonto—sentía mi piel pálida y la sangre que me hervía debajo de los pómulos.

  —¿Entonces no eres gay?—pregunté ladeando la cabeza, él negó.

  —¡¿Entonces quieres decirme porqué rayos me has besado?!—espeté, él río nuevamente.

  —Lo siento, lo siento—dijo aún entre risas—oye—dijo retomando a su posición amistosa a mi lado—¿recuerdas cuando nos íbamos a escondidas de nuestros padres, cerca del acantilado del bosque?.

   —No me cambies de tema—dije alzando una ceja. Él sonrió y continuó.

   —¿Recuerdas que tú solías llorar?—en ese momento todo se detuvo.

Recordé entonces las veces que Darren y yo nos escapamos a nuestro lugar preferido, sólo para ver un paisaje diferente.
Recuerdo que los problemas comenzaron a principios de mi adolescencia, cuando mi padre y mi madre peleaban. Yo hacía oídos sordos y jugaba con Lisa hasta que lograba dormirla, luego me iba en busca de mi único amigo para ahogar mis penas.
  
  —Sí, lo recuerdo—respondí cabizbajo.

  —También recuerdo que solía llevar mi guitarra para animarte—ese momento fugaz pasó por mente y me hizo sonreír.

  —Lo recuerdo, ¿aún la tienes?—era una guitarra azul claro, como el cielo, que le había regalado en su décimo cumpleaños, porque había descubierto que Darren tenía un maravilloso talento natural, el cual envidiaba.

  —Sí, aún la conservo con el escrito tuyo—dijo con una sonrisa melancólica.

  —"El amor verdadero no sólo existe en los cuentos de hadas"—dije recordando el escrito—era una frase que me solía decir mi madre.

  —Ella era una buena mujer, Sam.

  —Lo sé—dije con melancolía, el viento sopló y me revolvió el cabello.

  —Fue la mejor madre que he conocido—sonreí—a pesar de que era un huérfano desamparado, ella jamás me negó la educación, el trabajo y el amor—todos los recuerdos con ella pasaron por mi mente en un segundo, entonces mi sonrisa se hizo más grande.

  —La echas de menos, ¿cierto?—me preguntó Darren, giró la cabeza para mirarme, luego lo miré yo también.

  —Mucho, mi amigo, mucho—enseguida la sonrisa de mi madre pasó por mi mente. Con tan solo una sonrisa ella lograba decirme que todo estaba bien, pero ya no era posible.

  —Sé que duele... créeme, sé como se siente—me dijo y entrelazó sus dedos con los míos. Un escalofrío me recorrió el cuerpo, pero no era uno incómodo, más bien era un escalofrío que me hacía sentir a gusto.

  —Sam—me llamó una voz que ya echaba de menos—Hanna está muy ebria, ¿podríamos irnos ya?—me dijo con una sonrisa, divertida—cuando Hanna se embriaga, cosa que acabo de descubrir, se pone un tanto... sincera con la gente—dijo mordiéndose el labio inferior, reí instantáneamente.

  —De acuerdo, vámonos—dije mientras me ponía de pie.

  —Sam—dijo Darren a mis espaldas. Voltee—¿cuando nos veremos de nuevo?.

  —Aquí tienes, amigo—le respondí, mientras sacaba una tarjeta con mi número de teléfono de mi cartera, se la tendí y él la tomó con una sonrisa, se puso de pie y la guardó en el bolsillo trasero de su pantalón—llámame.

  —Lo haré—me dijo con una sonrisa.

  —Adiós, Darren—le dijo B, que se acercó a él, lo tomó por el hombro izquierdo y le sonrió—fue un placer volver a verte.

  —Tú tampoco olvides llamarme, cariño—algo parecido al los celos me recorrió el cuerpo.

  —Aún debo comprarme un móvil, pero no te preocupes, lo haré, y si gustas algún día de estos podemos ir a beber un café, junto con Hanna—él asintió.

  —Claro, cuando gustes.

  —Blair—dijo Hanna, tambaleante. B y yo volteamos, Hanna apareció de repente, dando un portazo—¿ya podemos irnos?—hizo puchero tal como una niña de cinco años.

  —Sí, Hanna, ya voy—le dijo B con una sonrisa dulce.

  —Adiós, Hanna—le dijo Darren, ella elevó una ceja y abrió la boca para hablar, pero ninguna palabra salió de sus rojos labios.
  —¿Darren?¿eres tú, mi amigo?.

  —No, Hanna, él es tu madre—dije sarcásticamente. A Blair se le escapó una pequeña risa, luego se tapó la boca con las manos para evitar reír, porque lo siguiente que sucedió fue la respuesta de Hanna.

  —¿Mamá?—preguntó acercándose a Darren, lo tomó por los hombros, apartando a B de un empujón,  y lo examinó detalladamente.

   —Mamá estás muy peluda—le dijo tocándole la barbilla con la mano. B y yo nos mirábamos de reojo, apretábamos la mandíbula  tratando de no reírnos a carcajadas. La escena era muy divertida, el rostro de Darren mezclado de confusión y diversión, Hanna totalmente ebria, despeinada y desprolija, tocando a Darren y examinando cada detalle de su rostro.

  —Shh, ¡Hanna es hora de dormir!¡niña mala!—le espetó, B y yo soltamos unas carcajadas por lo bajo, entonces Hanna se echó a llorar y abrazó a Darren por la cintura, pidiéndole perdón.
 
  —Ya no llores Hanna, vamos a dormir, ¿de acuerdo?—le dijo B para tranquilizarla.

   —¿Papá?—le dijo mientras volteaba.
  —Así es, yo soy tu padre, Hanna—respondió B, mientras, le acariciaba el cabello—es hora de dormir, has sido una niña mala, Hanna.

  —¡Lo siento padre!¡no lo volveré a hacer!.

  —No, no hables, ahora tu madre te cargará hasta la cama, ¿de acuerdo?—Hanna asintió haciendo puchero.

Darren la cargó en brazos y justo cuando estábamos por irnos de nuevo hacia adentro para salir por la entrada principal, un hombre fornido y enorme nos detuvo, yo choqué contra su pecho y parpadee un par de veces para poder aclararme la vista de nuevo. Tuvimos que mirar hacia arriba ya que medía unas dos cabezas más que Darren y yo.

  —¿Ustedes conocen a esta... señorita?—me dijo mientras zamarreaba a la joven que traía del brazo. La miré detenidamente, ya que ellos se encontraban del lado de adentro y nosotros del de afuera, y de su lado todo estaba oscuro, salvo por las tenues luces de colores. La muchacha que apestaba a vómito y a alcohol resultó ser Lisa, mi hermana.

  —Sí, ella es mi hermana...—dije intentando soltarla de su agarre.

  —Me está lastimando, imbécil—se quejó mi hermana intentando soltarse.

  —Su hermanita querida acaba de armar una pelea allí dentro—dijo, mientras que con la mano libre señalaba la pista de baile, que se encontraba bajando unas escaleras.

  —¿Estás herida, Lisa?—le preguntó B con preocupación.

  —Ella no—respondió el hombre fornido en lugar de mi hermana—pero sí la muchacha a la que le dejó un ojo morado.

  —Señor, ¿puede soltar ya a mi hermana?.

  —No, hasta que pague por los daños.

  —¿Daños?

  —También ha roto un taburete, el cual se lo estrelló en la cabeza a la otra joven, y cinco copas que se encontraban en la barra.

  —Ya sueltame, imbécil—dijo mi hermana luchando contra su agarre.

  —Peleas peor que mi abuelita—le contestó mientras la miraba con desaprobación.

  —Ese no es el punto, caballero, sueltela—le dije firme.

  —No hasta que no pague por los daños, caballero, si es su hermana debe pagar usted por los daños que ha causado.

  —¡Maldita sea, sueltela, he dicho!.

  —Sam—dijo B que me tomó por el hombro a mis espaldas—calma.

  —Tendré que pedirles que se retiren del establecimiento, jóvenes.

  —Con mucho gusto, sería más que un placer no volver jamás a este lugar, apesta... igual que usted—le espetó Lisa, liberándose de su agarre bruscamente.

  —Disculpe—le dije, frustrado.

  Pasamos los cuatro por la puerta, dejando al tipo atrás, y Lisa iba varios pasos delante nuestro, caminaba apresurada y frustrada.

  —Lisa—le dije cuando la alcancé y la tomé por el brazo.

  —¿Qué quieres Sam?.

  —Cálmate.

  —Ya déjame en paz—me dijo y continuó caminando.

  —Sam—me dijo B—es mejor que la dejes tranquila, ella está ebria, y no es de esos ebrios divertidos por lo visto—me dijo con una sonrisa, entonces recordé a Hanna tratando a Darren como su madre y sonreí.

  —Vamos—les dije. Y justo cuando ya habíamos logrado atravesar el montón de gente y llegado a la puerta principal, una voz conocida me llamó.

  —Jenner—dijo su voz masculina. Voltee.

  —Hola Austin—le dije a mi mejor amigo con una sonrisa.

  —¿Qué te trae por aquí?—luego miró de reojo a los que se encontraban detrás de mí—¿quién esta linda señorita?.

  —Ella es Blair—le respondí.

Él se acercó y besó su mano.

  —Es un placer—habló B, tímida. Conocía muy bien los trucos de seducción de Austin, era como un zorro astuto.

  —Bueno Austin, amigo, fue un placer verte esta noche, pero me temo que debemos irnos.

  —¿Ya?, Sam tú no te ibas de una discoteca sin llevarte una mujer a la cama, vamos, ¿qué te sucedió?.

  —Tú lo dijiste Austin, "Iba", ahora si me disculpas, tenemos que irnos a casa.

  —¿Austin?—murmuró Hanna, la cual levantó la cabeza e hizo que Darren la bajase.

  —¿Hanna?—dijo ladeando la cabeza.

  —¿Se conocen?—preguntó B.

  —Austin, cariño, te estás tardando demasiado—le dijo una rubia que se acercó a él y lo tomó por los hombros—
las chicas y yo queremos bailar, a eso vinimos, ¿no?.

  —Claro, bombón, ya voy, no me tardo.

  —¿Y esta quién es?—dijo la joven mirando a Hanna de pies a cabeza, con rechazo.

  —Esta, cariño, es la que se comió anteriormente a tu noviesito, y tú, por si quieres saber, eres las sobras que todos dejan para el final.

  —Hanna, ya vámonos—le dijo B, tocándole el hombro con la mano derecha.

  —Descuida, sé que está ebria—le respondió la joven a B—todas las zorras hacen lo mismo.

  —¡¿A quién le llamas zorra?!
  —gritó Hanna, mientras se lanzaba al ataque.

  —¡Oigan, ya!—exclamó Darren, separándolas.

  —Austin, eres un imbécil—le espetó Hanna con ira, entonces Darren la tomó por la cintura y la cargó sobre su hombro.

  —Ya vámonos—le dije a B, pasando mi brazo por encima de sus hombros.

  —Cuando quieras llámame, Blair, será un placer conocerte—dijo mirándola de pies a cabeza con deseo, como un tigre a su presa.

  —Con ella no, Austin.

  —¿Pero cuál es el problema?, si se acostó contigo no creo que tenga problema a hacerlo conmigo—dijo seguido por unas carcajadas de las personas que venían con él.

  —Tú no sabes de qué hablas, Austin—la ira comenzó a acumularse en mi interior.

No sabía si Austin estaba ebrio, y si todas esas palabras eran producto del alcohol o solo puro reencor guardado en su interior. Entonces justo cuando estaba a punto de darle una golpiza a Austin para que cierre la maldita boca, contemplé como se retorcía en el suelo, a causa de un golpe.

  —Ya cierra la boca, maldito imbécil—le espetó B—no vuelvas a acercarte a mí, maldito cerdo—le dijo con una mueca de desagrado.

  —Vámonos B—le dije rodeándola con el brazo, dejando a Austin atrás.

  Caminamos hasta el aparcamiento, Hanna se había dormido nuevamente a causa de su estado de embriaguez, Lisa estaba hecha un desastre repleto de ira, y Darren tenía unas enormes ojeras, parecía agotado.

  —Bien, Hanna—dijo Darren cuando le abrí la puerta del automóvil y echó a Hanna dentro—Lisa—le dijo haciéndole una especie de reverencia para que entre ella también, mi hermana bufó como respuesta y se sentó en el asiento trasero, justo al lado de Hanna.

  —Bien, Darren, amigo, fue un placer volver a verte—le dije estrechando su mano.

  —Lo mismo digo, Samy—me respondió, con una sonrisa dulce.

  —A ti también Blair, fue un placer volverte a ver.

  —Ojalá podamos vernos más seguido, amigo—le dijo ella y se estrecharon en un fuerte y cálido abrazo. Algo parecido a los celos me recorrió el cuerpo nuevamente.
 
《Tranquilo, Sam, sólo son amigos, sólo amigos.》

  —Con gusto, cariño. Luego llámame, y te invito a ti y la otra loca-demente de Hanna a beber algo, ¿te gusta la idea?—le dijo, entonces ella asintió y sonrió con aprobación.

   —Adiós, Darren—besó su mejilla y subió al asiento de copiloto.

  —Adiós, Sam—me dijo y me besó en la mejilla él también, sonreí y le dije "adiós" en un susurro.

Le di la vuelta al automóvil para poder estar del lado del piloto, entonces abrí la puerta y miré a Darren por una última vez. Él me sonrió con esa blanca y espléndida dentadura, esos labios rosados, esas pequeñas arrugas casi imperceptibles en sus ojos, resultado de tantas sonrisas y felicidad. Sentí un cosquilleo que me recorrió hasta la punta de los dedos, entonces él dio media  vuelta sobre sus talones, y comenzó a caminar en dirección contraria a nosotros. Me adentré en el auto y lo puse en marcha.

  Ya a las afueras de la ciudad, lejos del molesto bullicio, todo, al menos dentro del coche, era nada más que silencio. Ella miraba por la ventanilla la mismísima oscuridad del campo. Todo el viaje de vuelta a casa era en silencio, sólo se oían, de vez en cuando, los ronquidos de Hanna, y las groserías en susurros de Lisa.

  Al llegar a la mansión, el enorme portón de metal se abrió con tan sólo presionar un botón. Luego, una vez dentro, llevamos a Hanna hasta el cuarto de B para que pudiera descansar en paz. Lisa, por otro lado, lanzó sus tacones por la sala de estar y se retiró a su habitación. Yo fui hasta la cocina por un vaso de agua y unas pastillas para el dolor de cabeza.
 
  —Sam—me dijo B, apareciendo de repente. Voltee.

  —Casi muero del susto— le dije con la mano sobre el pecho.

  —Lo siento—dijo con una sonrisa, encogiéndose de hombros.

  —¿Qué sucedió?.

  —No, no sucedió nada—dijo, acercándose hacia la isla de la cocina—sólo quería agradecerte.

  —¿Agradecerme?—le interrogué, ladeando la cabeza.

  —Sí, yo... quería agradecerte por lo de esta noche, me he divertido mucho—dijo con una sonrisa dulce.

  —¿De nada?—respondí un tanto confuso, me reí por un instante. Ella rió también.

Por primera vez en mucho tiempo mi sonrisa era sincera y me dolían las mejillas de tanto hacerlo.

  —Pues... me hace muy feliz que... que así fuera—continué. Ella sonrió.

  —Oh, sí, Sam, hay... un pequeño problema...—dijo, algo insegura, mientras se rascaba la nuca.

  —¿Problema?.

  —Sí, Hum, verás Hanna se ha tumbado en mi cama y... pues, no creo que sea posible que pueda dormir con ella—dijo y soltó una risa nerviosa.

  —Dormirás en mi habitación —solté.

  —Yo iba a decir si podía dormir en el sofá...—dijo señalando hacia la sala de estar.

  —Hace frío esta noche, dormirás en mi habitación—la interrumpí, y tragué la pastilla, seguido de un sorbo de agua.

  —¿De acuerdo?—continuó, confusa.

  —Ven—le dije, caminando hacia ella, la tomé de la mano y la conduje hasta mi cuarto.

  —Puedes ponerte la pijama y luego me avisas cuando estés lista, mientras iré a buscar la bolsa de dormir.

  —Claro—dijo, y tímidamente salió de la habitación para ir en busca de la ropa para dormir. Yo hice lo mismo y me dirigí al garage en busca de mi bolsa para acampar.

Encendí la luz del lugar, hacía frío allí. Mi auto estaba aparcado en el centro, a los costados se encontraban, cuidadosamente, mis herramientas, las cuales brillaban a causa de la tenue luz que las alumbraba. Luego había unas cuantas pilas de cajas polvorientas y viejas, que contenían fotos y otros recuerdos de mi vida.

  —¿Dónde rayos la habré dejado?—musité por lo bajo.

  Comencé a remover y a arrojar cosas por todas partes, hasta que al fin logré hallar lo que buscaba. Entré de vuelta a la casa, y el calor de mi cuerpo se equilibró nuevamente.

  —Está haciendo algo de frío afuera—le dije a B mientras abría la puerta de mi habitación, me giré para cerrarla y voltee nuevamente—¿Quieres que encienda la calefacción un poco...?—Me había quedado sin palabras.

Ella estaba sentada en la punta de mi cama de dos plazas, llevaba el cabello suelto, aparentemente recién cepillado, unos shorts y una remera rosados a juego, y unas pantuflas blancas y mullidas. Tenía la cabeza gacha y los pies en punta contra el suelo. Estaba boquiabierto y no lo disimulaba en lo absoluto. Ella me miró.

  —Está bien así, no te preocupes—me respondió con una sonrisa.

  —De acuerdo—dije, tartamudeando, con una sonrisa tonta.

   —Bien, voy a armar mi bolsa de dormir—dije y caminé hasta la ladera de la cama—¿No te importa si la hago al lado de la cama?—
añadí, señalando el sitio, entonces me miró confusa.

  —Creí que yo iba a dormir ahí...

  —No, no, tú duermes en mi cama, y yo aquí.

  —Pero...

  —Shh—le interrumpí, llevándome el índice a los labios—no vas a hacerme cambiar de opinión.

  —Eres terco, Sam Jenner—dijo, con una sonrisa y una ceja elevada. Entonces abrí las cobijas para que ella se metiera dentro. Así lo hizo, una vez que ya estaba debajo de la cobijas, la cubrí con ellas.

   —Gracias—me dijo, tenía las mejillas ruborizadas y una sonrisa tonta en los labios.

Entonces tendí el saco de dormir en el suelo y, luego de ponerme el pijama, me metí dentro.
 
  —Por cierto, toma—dijo y me lanzó una almohada a la cara, riéndose.

  —Gracias—le dije, divertido—¿Puedes apagar las luces?, hay un interruptor encima de la mesa de noche.

  —¿Este?—preguntó,  señalando el interruptor de color blanco, asentí y ella apagó las luces.

  —Buenas noches—dije en la oscuridad.

  —Buenas noches—susurró.

Me sentía algo incómodo y sólo, tenía miedo, quería acostarme a su lado y protegerla de las pesadillas. Tenía algo de frío, una pequeña ventisca entraba por una rendija de los ventanales que daban al balcón. Tirité un poco. Ella estaba en silencio, quizás mirando el blanco techo, o en posición horizontal mirando a la nada misma, en la oscuridad.

Había tanto silencio que, sí escuchaba atentamente, se oía su respiración. Quería dormir a su lado, abrazarla, protegerla del frío, y sólo con estar a su lado decirle que jamás volvería a estar sola.

  —Sam—dijo en un susurro.

  —¿Si, B?—le interrogué, mientras di un bote y me senté.

  —Quieres dormir conmigo, ¿cierto?—dijo finalmente.

  —¿Qué?.

  —Sé que así lo quieres—añadió.

  —¿Y cómo puedes estar segura de ello?—las manos me sudaban y las mejillas me ardían.

  —Porque yo también quiero dormir contigo esta noche—soltó finalmente. Entonces di un brinco y enseguida me subí a la cama, a su lado. Me arropé bajo las cobijas y me acosté de lado, para estar cara a cara con ella.

  —¿Quieres que te abrace?—le dije, acariciando un mechón de su cabello que me acariciaba el rostro.

  —Sí, tal vez—respondió—pero con una condición—añadió.

  —¿Condición?—le pregunté, confuso.

  —Si vas a abrazarme, tienes que jurar que jamás vas a soltarme...

  —¿Y por qué habría de soltarte?...—susurré, entonces ella tomó mi brazo, sus dedos estaban fríos y olían a rosas, lo pasó por su cintura, y se acurrucó a mi lado.

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HOLA GENTE HERMOSA!.

Sí, lo sé, otra vez me he atrasado con el capítulo, pero quiero compartir con ustedes que no estoy pasando los mejores momentos de mi vida, por así decirlo. Últimamente no me he encontrado bien ni anímicamente ni de salud, por lo tanto me ha costado expresarme y tener inspiración. La gente de mi entorno no ayuda mucho que digamos, entonces no tengo ni el apoyo ni la ayuda necesaria. En fin, aquí he vuelto con un nuevo capítulo, espero que sea de su agrado y que lo disfruten.

Sin más preámbulos, quiero presentarles lo que he hecho:

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  Haré uno para cada personaje, y los pondré al comienzo de la historia, gusten:).

Bueno sin más que decir, nos leemos en el próximo capítulo.

♡¡Besos de dinosaurio!♡

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