11
Capítulo dedicado a TeamInvisible, un grandioso equipo que te invito a conocer.
Allí estábamos, bajo la luz de la luna y las tenues luces rosadas. Ella me miraba esperando una respuesta, con esos ojos, esos ojos que brillaban y me recordaban al océano, tan azulados, turbios y dulces, repletos de bondad, sinceridad y valentía.
—Porque te amo, Blair—dije finalmente. No sabía qué iba a responder ante esa confesión. Me miró fijamente. Tenía miedo de cómo podía llegar a reaccionar a tan repentina confesión. El aire estaba húmedo y sentía que me ahogaba poco a poco.
Entonces sucedió algo inesperado: ella se acercó a mí, sin dejar de mirarme con esos ojos intensos, puso sus manos sobre mi pecho y levantó la mirada-ya que yo era más alto que ella-luego deslizó sus manos lentamente, tocando mi pecho a través de la tela, luego entrelazó las mismas alrededor de mi cuello. No dejaba de mirarme, sin expresión alguna, pese a la distancia a la que nuestros cuerpos se encontraban uno del otro. Luego se acercó lentamente a mis labios y supe que iba a besarme, tampoco es que me resistiera. Quería besarla y ella a mí, así que así fue. Era un beso apasionado, que me daba una sensación de cosquilleo que me recorría el cuerpo. Nos separamos, apoyé mi frente contra la suya, quedando a una distancia bastante corta.
Estábamos jadeando.
—Dime que me quieres—le dije.
—¿Qué?—dijo en un susurro, puso las manos en mi pecho para separarse.
—Dime que me quieres—el viento sopló y el cabello le cubrió el rostro, entonces se lo aparté para poder verla mejor—siempre que me besas me dejas con la intriga de porqué lo haces, entonces dime, ¿tú me quieres?.
—Sam...
—B, ¿tú me quieres?—la interrumpí con firmeza.
—Yo... no lo sé—respondió finalmente.
—¿Cómo que no lo sabes?.
—No lo sé—me dijo, pude notar que se puso incómoda. Me acerqué a ella y la tomé por los hombros.
—No puedes decirme que no me quieres, que no sientes nada—insistí—no vas a decirme que me besaste sólo porque estabas aburrida o porque se te daban las ganas, porque sé que tú no eres así.
—Sam... yo...
—Dilo, no tengas miedo, B.
—Sam no recuerdo qué es amar a alguien, ¿qué se supone que debo sentir al respecto?.
—¿Y si te digo que yo tampoco lo recuerdo?—un silencio se apoderó del lugar.
—Si ni tú ni yo lo recordamos, ¿cómo se supone que voy a estar segura de lo que siento?.
—El amor está lleno de inseguridades, y si ninguno recuerda lo que es amar, entonces tenemos toda la vida para recordarlo...—me miró con esos hermosos ojos azules como el océano, me invadieron las ganas de decirle lo mucho que me importaba y que me estaba volviendo loco.
—No lo sé, Sam—hizo una pausa y fijó su mirada en un punto inexistente, hacia el suelo—Apenas te conozco, ¿estás seguro de que puedes decir que me amas?.
Y no supe qué decir. Tal vez estaba en lo cierto.
—Vamos—me dijo al cabo de unos minutos, me cogió de la mano y me invitó a volver con el resto. Asentí con la cabeza y ella me devolvió el gesto con una sonrisa. Nos dirigimos de nuevo hacia adentro, con el montón de gente. Íbamos hacia la mesa en donde nos encontrábamos antes, pero en eso oí una voz, que me resultaba familiar.
—¿Blair, eres tú?—volteamos. Allí estaba Darren, el chico tímido del estudio.
—¿Darren?—dijimos al unísono. Las luces de colores me dificultaban la visión.
—¿Sam, Blair, ustedes se conocen?—ambos asentimos con la cabeza.
—¿Y qué los trae por aquí?—nos preguntó, mientras ponía las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
—Vinimos pasar el rato—respondí, asintiendo con la cabeza.
—¿De qué hablas?—dijo B, inesperadamente—Vinimos a divertirnos, a hacer locuras y a aprovechar la noche al máximo.
—Sí, eso—dije y él rió.
—¿Estás solo?—le preguntó B.
—No, vine con unos amigos de hecho, pero me han dejado solo y los he perdido. Estaba buscándolos y... pues, lo hallé a ustedes.
—¿Quieres venir a sentarte con nosotros?—lo invitó Blair, enseguida se le dibujó una sonrisa en el rostro.
—Claro, ¿por qué no?—dijo y nos siguió hasta la mesa en donde habíamos dejado nuestras cosas.
—Así que... Darren, ¿tú también quieres probar suerte esta noche?—le dije, seguido por un guiño cómplice.
—Sí, eso esperaba pero... no hay de mi tipo aquí—asentí.
—Cuéntame, Darren, ¿qué clase de chicas te gustan?.
—No... no lo sé, yo...—lo noté incómodo. Llevaba una camisa celeste, unos jeans oscuros y rasgados que dejaba sus rodillas al desnudo, el cabello peinado hacia arriba y hacia el costado, era un muchacho apuesto, no comprendía porqué no tenía suerte.
Entonces fue cuando comencé a sospechar. Mientras hablaba con B y reían juntos, supuse que él estaba enamorado de ella, claro que podía ser una suposición errónea, pero no me cabían dudas.
—Oigan, no vinieron a dejar la marca de su trasero en la silla—dijo Hanna, que apareció con Lisa repentinamente.
—Vamos—continuó Lisa, tomándome del antebrazo para llevarme a la pista de baile—levanten esos traseros de allí.
—¿Y quién es tu amigo, Blair?—le comentó Hanna a B, dándole golpecitos codo a codo.
—Él es Darren—lo presentó, Hanna lo saludó con un beso en la mejilla—Darren ella es Hanna, mi amiga.
—Un placer, cariño—dijo él con una sonrisa.
—Bueno, ¿qué esperan?—espetó Lisa—¡vamos!¡muevan esos traseros a la pista de baile!—todos las seguimos, hasta llegar al centro de la pista. Comenzamos a bailar, dando botes y saltos, y movimientos de cadera alocados, más bien éramos como niños en una discoteca. De repente todo se detuvo, al ver a B bailar, mi cuerpo, mi corazón y el mundo entero se detuvo, era como un sexy ángel moviéndose de lado a lado, con movimientos sensuales y divertidos, ella era un ángel caído del cielo.
—¡Sam!—me gritó Darren, a causa de la música fuerte, tomándome del hombro—no me siento bien, ¿crees que puedes acompañarme a tomar aire, amigo?.
—¡Claro!—le dije, respondiendo con el mismo gesto.
—¿A dónde van?—Me dijo B a gritos también cuando nos divisó.
—¡Iremos a tomar un poco de aire!—ella asintió—¡no me tardo!.
Otra vez bajo la luz de la luna y el aire húmedo me encontraba, pero esta vez con Darren. Miré hacia el cielo e inspiré profundo, dejando que el aire fresco entre a mis pulmones, exalé, cuando volví la mirada a la tierra me di cuenta de que Darren no estaba a mi lado. Se encontraba sentado sobre un banco de mármol, con la mirada hacia abajo. Me dirigí hacia él y me senté a su lado.
—¿Te sientes mejor?—le pregunté mientras tocaba su hombro con mi mano, al parecer se estremeció por mi tacto, entonces retiré la mano.
—Jamás creí que te volvería a ver, Samy.
—¿Qué?.
—¿No me recuerdas, de verdad?—me dijo, mirándome fijamente con una sonrisa melancólica. Hice un esfuerzo para analizar lo que me estaba diciendo Darren. Él rió instantáneamente, mostrando una blanca y perfecta dentadura.
—Éramos niños, mi padre era el mayordomo de tu casa.
—¿Tú padre era Albert?—recordaba muy bien a ese hombre, no sólo era el mayordomo personal de mi padre, sino que era como un gran amigo para él, y su hijo, un niño de mi misma edad, vivía con él en la mansión ya que su madre había fallecido días antes de que su padre fuera contratado por mi familia. Ambos estaban solos y destrozados, no éramos esas familias que trataban a sus empleados como sabandijas o esclavos, entonces mi padre me había animado para jugar con el niño mientras su padre trabajaba. Recuerdo que solíamos ser los mejores amigos, hasta que mi padre murió.
—Sí, Albert era mi padre—me dijo—él murió, de tristeza y depresión por la muerte de mi madre. En la cárcel, para ser más precisos, después de que lo acusaron de ser el culpable de la muerte del señor Jenner.
—Lo siento mucho, Darren—una culpabilidad enorme me invadió—espero que no intentes matarme por venganza como en las películas—él rió.
—Veo que no has cambiado, Sam—me reí.
—Tú tampoco.
—Entonces... ¿Blair es tu novia o algo así?—me preguntó y mis sentidos se pusieron alerta, otra vez ese cierto interés hacia ella.
—No, no es mi novia—le dije, él subió las piernas y entrelazó sus manos rodeándolas, luego apoyó la barbilla sobre sus rodillas—¿porqué preguntas?.
—Curiosidad—asentí con la cabeza lentamente.
—¿Tienes interés en ella?—solté finalmente.
—No—respondió—Sam... a mí no me gustan como ella...
—Oh, ya comprendo, amigo—le dije con tono pícaro, dándole golpecitos con el codo.
—No, no hablo de eso—me dijo entre risitas, con la mirada hacia abajo.
—¿Entonces?.
—Sam...—dijo, luego chasqueó la lengua y me miró fijamente, sus ojos marrones brillaban—Sam—repitió, lo noté incómodo, y pude ver como su rostro de teñía de rojo—¿Sam, sabías que soy gay, no?.
《¿Qué?》
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¡HOLIS AMIGUITOS!, aquí estoy con un nuevo capítulo. Disculpen la tardanza, como he dicho antes, este es el tiempo en el que cierran trimestres así que he tenido mucho trabajo por parte de la escuela.
Si tienen preguntas sólo manden al privado.
¡Voten y comenten!
🐊😘¡Besos de dinosaurio!😘🐊
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