10

Sam.

Dentro del coche reinaba el silencio. Todas estaban confundidas y extrañas. Eso me pasaba por juntarme con mujeres.

  —Entonces...—Dijo mi hermana para cortar el silencio—¿a dónde vamos?.

  —A casa de Hanna—dije sin quitar la vista de la carretera.

  —¿¡A mi casa?!—preguntó Hanna que se había sobresaltado.

  —Si—afirmé—¿puedes ser tan amable de decirme dónde es?.

  —¿Hemos estado dando vueltas a la ciudad todo este tiempo?—preguntó B desde el asiento de copiloto, la cual hasta entonces no había dicho ni una sola palabra.

  —¡Gira aquí!—se apresuró a decir Hanna, y seguí sus órdenes.

  —¿Es aquél departamento?—Hanna asintió con la cabeza y pude verla gracias al espejo retrovisor—¿eso responde a tu pregunta, B?.

  —Sí aquí, Sam—me dijo Hanna. Aparqué el coche enfrente de las puertas del edificio antiguo. Era enorme, desgastado y cubierto de moho en ciertas partes, la pintura, casi invisible, era de un color crema hace muchos años, pero ahora, a causa de la humedad y los años, estaba desgastada y sin vida, las puertas de roble llevaban anuncios pegados cuidadosamente, tenía unos cinco pisos y todos ellos con grandes ventanales que daban a una pequeña azotea.

Bajamos del coche y hanna sacó de su bolso negro unas llaves que abrieron las rechinantes puertas de madera. En el Hall había unas cuantas masetas con plantas de inmensas hojas, un ascensor con reja metálica y unas enormes escaleras de roble desgastado y cubierto de polvo.
 
  —Disculpen si no es agradable—dijo luego de presionar el botón del ascensor. Se dirigió a Lisa y a mí—sé que no acostumbran venir a lugares como este—dijo Hanna avergonzada.

   —Está bien, Hanna—dijo mi hermana—debes pensar que toda nuestra vida hemos vivido cubiertos de lujo, y no es para más, pero mi madre y su familia eran tan humildes como tú, y créeme que disfrutábamos más en los suburbios que rodeados de lujos y comodidades—esa que había oído no sonaba a el maldito demonio al que acostumbraba a escuchar, era increíble.

  —Es cierto—intervine—no te avergüenzes, Hanna.

  —Tú cierra la boca—espetó Lisa. Retiro lo dicho, era una maldita arpía.

El ascensor se abrió de una vez por todas y nos llevó al apartamento de Hanna. Todo allí dentro estaba perfectamente acomodado y limpio, la humildad era presente en su casa, y eso era fantástico.

  —Siéntase en casa—dijo quitándose los tacones y arrojándolos a un rincón.

  —De acuerdo—Dijo B y se lanzó a uno de los sofás. Suspiró.

  —Con permiso—dijo mi hermana tomando asiento al lado de B.

  —Sam—llamó Hanna—. Sigo sin comprender porqué hemos venido a mi apartamento, no es que me moleste ni nada, sólo que... no comprendo.

  —Oh, lo siento—me disculpé. No les había dicho los planes que tenía en mente y todas estaban muy confundidas—esta noche, señoritas, iremos a disfrutar el verano nocturno como se debe—las tres se miraron entre sí.

  —¿Y... a qué te refieres con eso, Sam?—preguntó Hanna confusa y divertida.

  —Necesitamos quitarnos de encima los nervios y el estrés, así que espero que se muevan —dije—quiero que se vistan muy guapas, excepto tú, B—abrió los ojos como platos, com gesto ofendido—y que me digan que aceptan mi propuesta.

  —No es mala idea—dijo mi hermana—¿ustedes qué creen?.

  —¡Claro, es lo que más necesito, por favor!—exclamó Hanna que se retiró de la habitación dando saltitos, luego Lisa la siguió de igual manera.

  —¿Tú que dices, B?—ella había estado en silencio oyendo todo lo que decíamos con atención.

  —No lo sé...—sabía que tenía miedo, la última vez que había estado en un lugar así lo había perdido todo.

  —B—le dije tomándola por los hombros—no va a suceder nada, lo prometo. Jamás te dejaré sola—sus ojos me contemplaron hasta lo más profundo de mi alma y brillaron cual lucero.

  —¿Jamás?.

  —Jamás—le dije.
  —¡Blair, qué esperas, se nos hace tarde!—exclamó mi hermana. B se rió instantáneamente. Y me miró por última vez antes de retirarse de la habitación.

Habré esperado por lo menos una hora, sentado en el sofá, que era de un color amarillo que me recordaba a un limón, mirando cuadros con fotografías que estaban colgados en las paredes blancas. Analicé una fotografía en la que Hanna era una niña, en la cual sonreía con sus dientes de infante, llevaba el cabello recogido en dos coletas desprolijas y despeinadas, a su lado, sonreía otro niño de ojos azules, parecía algunos años menor que ella, su cabello dorado resplandecía por los rayos del sol, su sonrisa me recordaba a alguien, pero no recordaba a quién.

  —Su nombre era Luke, era menor que yo, era un buen amigo—dijo Hanna apareciendo de repente.

Voltee para verla, llevaba un vestido corto y ajustado, de color dorado, tenía  lentejuelas del mismo color  adheridas por todas partes, llevaba el cabello suelto y revuelto, tenía unos tacones negros de punta redonda. Estaba maquillada completamente, llevaba los labios de un rojo chillón e intenso, tenía los ojos delineados con delicadeza, sus mejillas estaban ruborizadas y una sombra negra cubría sus parpados.

  —¿Asistían a la misma escuela?—le pregunté.

  —Sí—afirmó mirando la fotografía con anhelo—pero además éramos vecinos, cuando vivía al sur, en Cambrige—asentí y miré el retrato una vez más, de veras la sonrisa de aquél niño se me hacía familiar.

  —¿Que les perece?—dijo una dulce voz que anhelaba oír.

  —Estás hermosa, perra—le dijo Hanna y ella rió mostrando su blanca dentadura.

  —Estás... hermosa, B—dije por fin.

《Oye Sam, creo que tienes un poco de baba por ahí.》, me dijo mi subconsciente.

Ella llevaba puesto un vestido rojo camersí, como el primer día que la vi, iba a juego con sus labios carnosos, su larga cabellera estaba suelta y alisada, llevaba puestos unos tacones negros de punta redonda que resplandecían a causa de la luz que se reflejaba en ellos, estaba cuidadosamente maquillada, los ojos delineados de negro, con un ligero rubor en las mejillas y una sombra negra casi invisible, ella estaba hermosa.

  —No tienes que agradecermelo—dijo mi hermana dándome unos golpecitos en el hombro—¿porqué todo lo que hago se ve maravilloso?, sinceramente tendrás mucho éxito en tu nuevo empleo, Blair.

  —Gracias, Lisa—dijo regalándole una sonrisa.

  —¿Que tal nos vemos?—dijo mi hermana mientras las tres se alineaban y posaban como modelos de revista.

  —Se ven...—dije—se ven... mmm... están perfectas—les dije con aprobación. Ellas sonrieron.

  —Bueno, ¿qué estamos esperando?, ¡vamos, vamos!—dijo Hanna, así tomé mi abrigo, el cual había arrojado en el sofá al llegar, y rápidamente nos fuimos.

Las luces de la discoteca me cegaban, eran para atraer a jóvenes como nosotros, como moscas a la miel. Aparqué el coche en el estacionamiento del lugar y nos dirigimos hacia la entrada. Dentro de la discoteca todo estaba oscuro, el aire estaba pesado y caluroso, olía a acumulación de gente, sudor y al casi imperceptible ambientador de limón. Estaba repleto de mujeres y hombres refregando sus cuerpos los unos con los otros, algunos se besaban apasionadamente en los rincones oscuros como amantes bajo la luna, otros se decían secretos al oído y se iban del lugar para "estar más cómodos", otros bailaban al compás de la música fuerte, con el alcohol recorriendo sus venas y obligándolos a hacer cosas de las que, en la mañana siguiente, se arrepentirían.

Las luces de colores iluminaban la pista de baile, tomamos asiento en una mesa del rincón y le pedimos a una mesera que nos trajera unos refrescos.

  —Oye es la primera vez que me permiten entrar a una discoteca—dijo mi hermana.

  —El dueño del lugar es amigo mío—le respondí.

  —Oigan miren a ese bomboncito que mira hacia aquí—señaló Hanna.

  —Pues ve y salúdalo—le propuso B, Hanna sonrió, se levantó de su asiento y se acomodó el vestido.

  —Okay, deseenme suerte, amigos—nos guiñó un ojo y se alejó pavoneándose.

  —Aquí están sus bebidas—dijo la chica, mientras les entregaba los vasos a Lisa y a B—y aquí está tu bebida extra fuerte, cariño—dijo en tono juguetón—si necesitan algo más sólo llamenme, lo que sea—dijo seguido por un guiño, el cual iba dirigido a mí.

  —Vaya, parece que alguien tendrá muchísima suerte esta noche—dijo mi hermana, burlona.

  —Para tu información, yo siempre tengo suerte, niña—dije orgulloso—más que tú, seguro.

  —¿Quieres apostar?—dijo Lisa desafiante. Se levantó de su asiento, se acomodó el vestido, se tiró el cabello hacia atrás de los hombros y comenzó a caminar, pavoneándose, hacia un grupo de chicos que, aparentemente, tendrían unos dieciocho años, y que se encontraban dos mesas antes que la nuestra.

  —¿Alguno de ustedes quiere bailar conmigo, muchachos?—oí que les dijo mi hermana, más bien gritó a causa de la fuerte y aturdidora música.

Enseguida todos los jóvenes de la mesa se pusieron de pie y siguieron a Lisa hasta la pista de baile, luego comenzaron a bailar junto con ella. B rió.

  —Creo que ella no mentía—se burló aún entre risas.

  —¿Disculpa?, aquí el más lindo soy yo, todas mueren por mí—le dije orgulloso.

  —Oh, claro, se nota, mira aquí está Angélica y Ruth—se burló—¿Como están muchachas?, ¡cuanto tiempo sin verlas!.

  —Ya, deja de burlarte—dije entre risas.

  —A que no logras conquistar ni a una sola—me dijo desafiante.

  —¿Eso crees?, a que tú no puedes atrapar ni a uno sólo.

  —Hecho—dijo y le dio un trago a su bebida.

  —¿Qué?.

  —Si para el final de la noche logro conquistar a tres chicos ganaré yo.

  —¿Y qué ganarías preciosa?
—levanté una ceja.

  —Si yo gano—dijo ella levantando una ceja también—tendrás que ser mi fotógrafo en mi trabajo y hacer todo lo que yo te diga.

  —Entonces osaré perder, no comprendo cual es el castigo—ella rió.

  —Dije que tendrías que hacer todo lo que yo te diga, ¿estás dispuesto?.

  —Más que dispuesto preciosa.

  —De acuerdo—dijo poniéndose de pie. Se acomodó el vestido que se le había subido hasta los muslos, se acomodó el cabello, me miró con esa expresión divertida y desafiante y se acercó a la pista de baile, luego comenzó a moverse sexy al compás de la música.

Enseguida un grupo de chicos se agrupó a su alrededor, ella me veía a lo lejos y me sonreía con malicia. Quería jugar sucio, pues así sería. Me puse de pie, me acomodé la chaqueta y me peiné con los dedos hacia atrás y noté a un grupo de chicas guapas a mi derecha, le guiñé un ojo a B y me dirigí a ellas.

  —Hola, señoritas—les dije, ellas sonreían entre risitas como niñas de preparatoria.

  —Hola, guapo—me dijo una morena muy guapa.

  —Hola, cariño, ¿que tal todo?—saludó otra, ésta era una rubia de ojos azules cuyo vestido se le apegaba al cuerpo tanto que parecía que le faltaba el aire.

  —¿Gustan bailar?—todas asintieron y me siguieron hasta la pista de baile. Me acomodé justo al lado de B para enseñarle su derrota. Aunque verla bailar junto con otros chicos hacía que mi cuerpo sientiese algo parecido a los celos. Sin embargo, esta noche era para divertirse, y no pensaba irme con las manos vacías.

  —¿Eso es todo lo que tienes?
—le grité a B, a causa de la música fuerte apenas se oía lo que nos decíamos.

  —¿Quieres ver más?—dijo y tomó a un muchacho por el cuello, luego se puso a bailar junto a él, más bien refregaba su cuerpo contra el de él, entonces fue cuando se me ocurrió darle un golpe final a la situación. Me acerqué a la morena que me había hablado antes, la tomé por la nuca y la besé con locura. Se escuchó un fuerte "Uhhh", proveniente de los chicos y chicas que bailaban a nuestro alrededor. Me separé de ella y B miraba boquiabierta: había ganado el primer punto.

  —Cariño, ¿quieres que nos pongamos "más cómodos"?—me susurró la morena al oído.

   —Claro, yo invito los tragos—le respondí y nos acercamos a la barra, con algo de dificultad debido al montón de gente que nos impedían el paso.
  —Deme la bebida más fuerte que tenga—le pedí al cantinero—uno para mí y otro para la señorita—él asintió y yo sonreí—aún no me has dicho tu nombre, preciosa.

  —Me llamo Cara, guapo.

  —Sam—me presenté—supongo que no viniste aquí con tu novio o algún otro tipo que pueda hacerme trizas, ¿cierto?—dije fingiendo estar alarmado, ella se rió.

  —No, no tengo novio, vine con unas amigas, pero ellas me han dejado sola al parecer.

  —No creo que te hayan dejado sola del todo.

  —¿Y aquella joven?, ¿es tu novia o algo así?—dijo señalando a B con la cabeza.

  —¿B?, no ella no es mi novia, es más bien... una conocida.

  —De acuerdo—dijo asintiendo—aunque se veían lindos juntos.

  —¿De qué hablas?—dije entre risas.

  —Vamos, cariño, sé que estás aquí conmigo por alguna razón, y no creo que sea porque quieras evitarla—dijo tomando mi mano—tú tienes miedo, ¿no es cierto?.

  —¿Miedo, yo?, claro que no, ¿cómo crees?.

  —Sí, tienes miedo—afirmó con una sonrisa dulce.

  —No tengo miedo.

  —Escucha, Sam, lo que haya sucedido en tu pasado no afecta las decisiones que tú tomes ahora, todo lo que te sucedió es por alguna razón, créeme.

  —¿Y tú como sabes sobre mi pasado?.

  —No lo sé, no sé que sucedió en tu pasado, sólo sé que todos tenemos uno y a veces creemos que puede influir en nuestras vidas, pero no es así, Sam.

  —¿Y eso que tiene que ver con B?—le pregunté. El cantinero nos entregó nuestras bebidas, las cuales tenían un color naranja chillón, asentí con la cabeza en modo de agradecimiento.

  —Gracias—dijo ella con una sonrisa, tomó el sorbete de colores que estaba en el vaso como decoración y comenzó a revolver lentamente con ella la bebida—tu pasado no tiene que ver con ella, sino que contigo, con lo que sientes hacia ella.

  —¿Lo que siento?, ella es sólo una chica que apenas conozco, no comprendo.

  —Sam, no intentes engañarme, sé que estás locamente enamorado de ella.

  —¿Es muy obvio?—ella asintió mientras le daba un sorbo a su bebida.

  —Ella es pasó en tu vida por alguna razón—me dijo seguido por un guiño.

  —¿Qué quieres decir?.

  —¿Sam?—me llamó una dulce voz que deseaba oír. Voltee y ella estaba ahí con su sexy vestido rojo—¿tienes un momento?.

  —Fue un gusto conocerte, Sam—me dijo Cara poniéndose de pie—te dejo mi tarjeta para no perder contacto, ¿si?—asentí y tomé la pequeña tarjeta—nos vemos.

  —Que linda muchacha—dijo B con una sonrisa sincera.

  —Lo sé, ¿qué necesitabas decirme?.

  —¿Podemos ir a un sitio más tranquilo?—me preguntó, asentí y la seguí hasta la azotea del lugar.

  —Bien, dime.

  —Ganaste, dime qué debo hacer como premio para ti—me dijo sin dejar de sonreír.
  —B, ¿puedes decirme qué es lo que he ganado?, esta sólo fue una absurda y divertida competencia, no he ganado nada.
  —Pero hicimos una apuesta, ¿lo recuerdas?.

  —De acuerdo—dije, luego pasé mi lengua por mis labios para humedecerlos—¿quieres saber qué quiero en realidad?.

  —Dime—di unos pasos hacia adelante para acercarme a ella, hasta que sólo nos separaban unos centímetros.

  —Quiero que te quedes conmigo para siempre, B.

  —¿Quedarme contigo?¿por qué?—asentí con la cabeza.
 
Dilo, Sam》.

Tomé aire, me llené de coraje y seguridad, la tomé por los hombros y lo dije finalmente.

  —Porque te amo, Blair.

Entonces sucedió algo que no me esperaba. Algo que hizo que mi corazón casi se saliese de mi pecho.

__________♡__________

¡¡Holaaa a todos!!, se que me he tardado en actualizar, pero como verán es un capítulo bastante extenso, además estoy en el tiempo justo en el que en la escuela están cerrando las notas del primer trimestre y he estado bastante atareada con tareas, exámenes y cosas aburridas por el estilo. En fin, ¿qué habrá sido eso que Sam no esperaba que sucediese?¿B le habrá dicho algo?¿ella se habrá ido?¿qué habrá sucedido?, si quisieran dejarme sus teorías sería muy divertido, prometo no dejarlos con la intriga por mucho tiempo, quizás actualize antes porque el jueves me voy de viaje y volveré el lunes por la mañana aparentemente así que quizás, si me da el tiempo lo publicaré antes al próximo capítulo.
Bueno, sin más que decir, su sensual escritora  (okno) se despide.

¡Besos de dinosaurio!

Casi lo olvido!!!
A pedido de Clara_Morsa aquí está mi dibujo, es de fnafhs, ¡espero que les guste!:



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top