20

—Claire, abre la puerta —escuché a mamá del otro lado.

Me puse de pie con pereza, no era un tema del que quería tratar abiertamente con ella —. Dame un segundo —rodé el cerrojo.

—¿Cómo es eso de que ya tienes novio? Irías sólo por una malteada —sus manos estaban posadas en sus caderas, su entrecejo un poco arrugado y su respiración forzada.

—Lo sé, pero sucedieron cosas mamá, y...

—¿Qué cosas, Claire? —sus ojos parecían dos enormes platos.

—Nada de lo que te imaginas —reí —. Eres algo pervertida —me senté sobre la cama—. Sólo caminamos de la mano y nos dimos un par besitos.

—¿Un par de besitos? ¿No crees que es muy pronto?

—Lo sé, pero lo quiero. Además aún no le he dicho que sí.

—Sólo te pediré algo —tomó mi rostro entre sus manos —. Cuídate mucho ¿sí? —me dio un beso para despedirse.

—Tú igual, ¿entendido? —le grité una vez estuvo en la puerta, asintió.

Ya había dado uno de los pasos más importantes, sólo me restaba dar el segundo. Volví a recostarme en la cama, observé mi reloj despertado, marcaba las 8:30, muy temprano para ir a la cama «Pero Marcos prometió llamarte más tarde... Lo sé, pero ¿quién puede ir a la cama con el estómago vacío?»

Mamá estaba en la cocina, tarareaba abiertamente una de sus extrañas canciones. Tomé asiento en la mesa de comedor y me quedé observándola por unos minutos.

—¿Qué hay para cenar?

—Hay cereal, pero si lo deseas puedo prepararte algo más complejo.

—El cereal está bien.

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