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«Barriga llena, resto de la tarde contenta»

La chica estaba recostada a la pared, su pecho subía y bajaba rápidamente, el chico se encontraba a pocos centímetros de ella, sus bocas se unieron en un beso.

La puerta se abrió y miré por encima del hombro, mamá entro con ojos de cansancio, lanzó su bolso al sofá y caminó a la cocina.

—Un día pesado ¿eh? —comenté.

—Si —escuché el ruido que causó al rebuscar entre los trastos —.¿Pasta?

—Moría de hambre —le contesté —.¿Puedo salir mañana por la tarde? —me apresuré a decirle antes de que su humor se vuelva insoportable.

—¿Salir? ¿A dónde? —se tiró a mi lado en el sofá.

—A tomar una malteada —dije mirando fijamente el televisor.

—¿Malteada? —tomó un bocado de pasta —. Está muy rica. Entonces ¿Con quién irás?

—Un chico del...

—Ya veo —tomó otro bocado —Está bien puedes ir, pero es sólo una malteada —rió.

—Por supuesto.

Continuamos mirando la película —¿Te gusta ese chico?

—¿Qué? no. ¿De dónde sacas esas ideas? —«¿Me gusta? Claro que te gusta».

—Sólo es una pregunta, no te pongas así.

Dejé a mamá en el salón y me dirigí a mi habitación necesitaba estar sola, además ya había obtenido lo que quería.

Ya deseaba que llegara el otro día, deseaba ver a Marcos. Mi corazón empezó a latir rápidamente una vez su rostro se mostró en mis pensamientos.

«Tomaremos una malteada juntos»

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