XVIII
Sofi.
Las peleas familiares nunca me gustaron. Sentía que nos distanciabámos y en lugar de arreglar nuestras diferencias, solo nos enojabámos más y no nos hablamos por un buen tiempo.
Hoy, tengo la misma sensación: Angustia, y temor.
Miré por quinta vez el reloj en mi muñeca. Se supone que me vería en la cafetería del centro con mi padre y mis hermanos.
Se siente extraño ya no decir "Mis hermanas", ahora hay un varón en la familia, y aunque me agrade tenerlo a Beni, me da miedo el cambio que pueda generar su llegada.
A los pocos minutos veo el auto de Beni estacionarse en el estacionamiento.
—Por fin llegaste, creí que no vendrías.
—Estoy acá por ti, hermana, el viejo puede decir lo que quiera. —dijo bufando.
Suspire con pesar, esto iba a ser difícil.
—Ven, vamos adentro.
Ingresamos a la cafetera y nos ubicamos en una mesa del fondo. Pasaron un par de minutos cuando vimos llegar a papá con mis hermanas.
—Al fin llegaron. —murmuro con fastidio mi hermano.
—Disculpen la tardanza, ¿Esperaron mucho? —pregunto mi hermana sentándose adelante.
—No, descuida. —dije sonriendo a penas. —Entonces ¿De que querían hablar?
Recuerdos de cuando llegamos a mi casa se me vinieron a la mente.
—¿Qué quieres, papá? —pregunte cansada.
—Tenemos que hablar, tus hermanos, vos y yo, mañana en la cafetería del centro.
—Enana, vuelve a la realidad. —Sentí que Benicio me apretaba apenas el hombro.
—Lo siento ¿Qué decían?
Papá suspiró con pesadez.
—Sinceramente, no se por donde empezar.
—¿Que tal con decirnos que estamos haciendo acá? —dijo Benicio cruzándose de brazos.
—Hermano, déjalo hablar. —dije viéndolo.
—De acuerdo, habla, por favor.
—Estamos acá porque...
—Porque queremos que te integres a la familia, Benicio. —hablo mí hermana mayor en lugar de papá.
Mí cara y la de Beni eran de total sorpresa.
—¿Qué? —articulo mí hermano. —¿Es broma, no?
—No, claro que no, hijo...
—Benicio, dígame Benicio. Aún no estoy preparando para escucharlo decirme "hijo". —dijo tensando la mandíbula.
—Lo siento, Benicio. No es una broma, estamos hablando enserio.
—Cami ¿A qué te refieres exactamente con integrarlo a la familia?
—A eso lo contesto yo. —dijo papá. —Me refiero a que, si Benicio está de acuerdo, quiero darle mí apellido.
—¿Es decir que...?
—Que te llamarías Benicio Ponce en lugar de Benicio Nieves
—¿Solo es eso? ¿Darme tu apellido? ¿Con eso planeas alivianar tu culpa de no haber estado durante veinte años?
—Yo no sabía que tenía un hijo, Benicio, Sara nunca me lo dijo. Te contaré todo pero necesito que me escuches, por favor.
—De acuerdo, una sola oportunidad, te escucho.
—Cuando Cami y Mari eran chicas, mí esposa y yo tuvimos algunos problemas. Ella estaba embarazada y...
—¿De Sofi? —pregunto cortando la historia.
El negó con su cabeza, cosa que me sorprendió. ¿Cuántos secretos me están ocultando?
—Mi esposa estaba embarazada y lo perdió. Tuvo un aborto espontáneo y eso nos afectó mucho como matrimonio. Peleábamos más, dormíamos separados, fue cuando conocí a Sara, ella trabajaba en un bar. Ella me enseñó a ver la vida de otra forma, y en cierto punto se lo agradezco.
—¿Y qué pasó? ¿Por qué dejaste a mamá?
—Mi esposa se enteró de que la engañe con Sara, estaba furiosa, se quería separar y yo también. —admitió en voz baja. —Cuando fui a enfrentar a Silvana, ella me dijo lo siguiente: Por mis hijas, estoy dispuesta a perdonar tu infidelidad, pero debes organizar tus prioridades. O la elijes a ella o a tu familia. Si te vas con ella, te vas para siempre de nuestras vidas. Piensa bien y has las cosas bien." Ahí comprendí que lo mío con Sara, a pesar de lo que ella me hacía sentir, nunca iba a pasar a más. Esa noche le dije a Sara que ya no podía verla y nunca más supe de ella. Tiempo después nació Sofi y dimos por olvidada esa historia. Sara nunca me dijo que en uno de esos encuentros, ella había quedado embarazada, lo siento Benicio, en verdad lo siento.
Miré a mí hermano que para este entonces su cara estaba bañada en lágrimas.
—Yo...
—Benicio no esperamos que perdones a papá de la noche a la mañana, pero quiero que intentemos llevarnos como lo que somos, hermanos. —dijo Mari agarrando su mano. Cami la miro asintiendo.
—Mari tiene razón, yo sé que toda esta situación es difícil, para nosotras también es difícil, incluso aún estamos procesando el echo de tenemos un hermano, pero piénsalo, solo queremos recuperar el tiempo que perdimos lejos tuyo.
Agarre la mano de Benicio y este me miró a los ojos.
—Hermano, yo sé que para vos esto es difícil, pero ¿Por qué no lo intentas? Somos tu familia, y se que jamás podremos igualar al amor que te dio tu madre, pero queremos estar para ti, porque ahora eres parte de esta familia ¿Qué dices? ¿Aceptas la oferta de Papá?
Lo escuche suspirar varias veces, para luego asentir lentamente.
—Si, yo... Quiero intentarlo, ahora que mamá se fue, no tengo a nadie y... —lagrimas resbalaban por su mejilla una tras otra. —Quiero intentar ser parte de su familia.
—Claro que si Benicio, realmente intentaremos no decepcionarte, mañana iremos al registro civil para hacer el cambio de apellido.
—Prefiero mantener el apellido de mí madre también ¿Puede ser posible?
—Claro, no hay problema. Y te vendrás a vivir con nosotros también.
Eso último me dejo sorprendida.
—¿Su esposa no tiene problema con ello? Creo que me odia.
—Por Silvana no te preocupes, yo me encargaré de ella. —aseguró papá con una sonrisa.
Benicio trato de devolverle la sonrisa pero se vio un tanto forzado.
Estuvimos hablando un rato más hasta que mis hermanas se tuvieron que ir. Se despidieron con un abrazo y le prometieron a Beni que todo estaría bien.
—Bueno, yo también debería irme, mañana te espero temprano en mí casa, a las 8:00am para ir al registro civil.
—De acuerdo, ahí estaré.
—Nos vemos Benicio. ¿Vamos hija?
Negué con la cabeza.
—Ve tú, papá, yo me quedaré un rato con Beni y luego iré a lo de Ro.
El asintió y se despidió nuevamente de nosotros saliendo de la cafetería. Sin esperar a que Beni hablé me abalance sobre él y le di un abrazo.
—Estoy muy feliz de que hayas querido intentar ser nuestra familia.
—Quise intentarlo enana. Por mí y por ti también.
Nos quedamos abrazados por unos segundos, Beni fue el primero en separase y comenzó secarse las lágrimas que tenía en la mejilla.
—Ya me voy, tengo varias cosas que pensar, ¿Te llevo alguna parte?
Negué con mí cabeza.
—No, gracias hermano, la casa de Ro queda cerca.
El se fue y yo me quedé pensando un poco las cosas.
Sin dudas, este cambio será muy grande y no estoy segura si tenga la fuerza para enfrentarlo. Lágrimas salían por mí ojos, odio las mentiras y mi familia está cargada de ellas.
Estaba por ir a lo de Ro cuando recibí un mensaje:
Rubio:
—Hola Princesa.
—Hola.
Rubio:
—¿Ocurre algo?
—No es nada.
—No me mientas :(
Diablos, odio que me conozca bien.
—Okey ¿Puede ser?
Rubio:
—Ven a casa, te estare esperando.
Suspiré dejando de lado mis problemas.
Saque mí billetera y pedí dos malteada de chocolate para llevar.
Una vez que pague, me retire del lugar y fui caminando hasta la casa de Laureano.
Llegue después de media hora. Toque el timbre y nada.
Fruncí el seño ¿No se supone que me estaba esperando?
Toque otra vez el timbre y me atendió una mujer robusta, con delantal y un moño desarreglado.
—¿Si, mí niña? —pregunto en un tono maternal.
—Estoy buscando a Laureano.
—Claro, ven, pasa. Estaba en la sala.
—Gracias. —dije pasando y cerrando la puerta tras de mí.
Camine por los pasillos ya conocidos y la señora me dejó en la sala en donde se veía una cabellera Rubia sobrepasar la cabezera del sillón.
—¿Me esperabas? —pregunte abrazándolo por detrás.
Pasando unos minutos sin contestación, escuché unos ronquidos por lo bajo.
Di vuelta todo el sillón cuando me veo a Lau durmiendo en pijama.
—¿Puede ser más tierno? —murmuré con ternura.
Me senté a su lado y con mí dedo le saque un pelo rebelde que descansaba sobre su párpado.
Deje las malteadas sobre la mesita e intenté despertar a Lau.
—Lau, Ey Lau. —dije pasando mí dedo por su cara. —Lau, despierta.
Bufé, me intenté levantar de su lado pero sentí que algo sujetaba mí brazo y empujaba mí cuerpo. Al aterrizar veo que estoy arriba del cuerpo de Laureano.
¿Me abrazo dormido? Siento mis mejillas sonrojarse.
—¿Lau? —murmuré.
—¿Mmm?
Él comenzó a abrir sus ojos de a poco, y se percató de nuestra posición, pero lo que hizo me sorprendió, al contrario de alejarme, me terminó de jalar y quedamos acostados sobre el sofá abrazados.
—Te extrañe. —murmuro con una sonrisa.
—Yo... yo también.
—Ahora ¿me dirás porque tan seria antes?
Suspiré acomodándome de forma que mi rostro quedara oculta entre su mentón y su hombro.
—Papá nos estaba esperando anoche y nos pidió juntarnos los... cuatro juntos. —dije limpiando una lagrima traiciones—, nos reunimos en la cafetería del centro y ellos le pidieron a Beni que sea parte de la familia.
—¿Y el acepto?
—Si, lo hizo, el cuenta con el apoyo de mi padre y de mis hermanas pero me duele que mi familia me oculto tantos secretos, tantas cosas que yo no sabía y que era ciega. Benicio vivió toda su vida sin un padre, tenia a su madre pero yo se que no es lo mismo, el necesitaba a su padre y siento que mi familia le arrebato eso.
—Comprendo pero no es tu culpa, princesa, por lo que me has contado, la madre de Benicio fue quien decidió no buscar a tu papá.
—Lo se, pero no puedo evitar pensar que mis padre pudieron manejar las cosas de diferente maneras sin deja a un pobre niño sin su padre.
—Eres increíble ¿Sabes? Te preocupas por tus hermanos más que nadie.
—Eso no es cierto, tu te preocupas por Cassy, por cierto ¿Donde está? Hace tiempo no la veo.
—Esa mocosa esta en la casa de ese mocoso.
—¿Quien? —pregunte con el seño fruncido.
—Ese niño que conoció en el parque. Son uña y mugre, literalmente viven juntos.
—Creo que son adorables, creo que en un futuro serían una linda pareja.
—Sobre mi cadáver. —dijo Lau enderezándose. —Jamas dejaré que ese chiquillo se acerque a mi princesa con esas intenciones.
—Ven acá, no seas el hermano celoso. —dije haciendo que ponga su cabeza sobre mi regazo.
Él me sonrió y comenzó a murmurar una melodía.
—Sono te hanasanaide, hanasanaide
Boku ga sobani iru kara
Donna toki demo waratte, waratte...
El tomó mi mano y la entrelazo mientras cantaba.
—Hana wo sakasete yo. —terminé de cantar por el.
—¿Te sabes esa canción? —preguntó sorprendido.
—Digamos que alguien que conozco está obsesionada con la canción. ¿Y vos como la conoces?
—Digamos que Cassy está obsesionada con esas cosas y se me pegó.
—¿Si sabes de qué es esa canción? —levante una ceja.
—La verdad no, cuando le pregunté a Cassy de dónde había escuchado eso, me dijo que era una serie. Le creí. ¿Por qué? ¿Debería preocuparme?
Lo pensé un momento, para luego negar con mí cabeza.
—No debes preocuparte, te contaré de que trata solo para que sepas lo que hace tu hermana. Es un anime, japonés, que cuenta la historia de dos hombres, es todo.
—Dime que no tiene escenas de sexo. —rogó cerrando los ojos.
Volví a pensarlo. Que yo recuerde no era tantas pero es mejor que no lo sepa.
—No, no tiene.
Suspiró aliviado.
—Hablare con esa criatura.
—Deja de ser tan sobreprotector.
—No puedo evitarlo, es mí princesa.
—Eres un amor. Cassy tiene suerte de tenerte como hermano.
El me sonrió y me abrazo por la cintura.
—¿Ya tienes todo para el campamento?
Negué con mí cabeza.
—Por suerte lo corrieron para el Martes, así que tendré que ir mañana.
—¿Quieres que te acompañe?
Negué.
—No te preocupes, tu también debes prepararte.
—Es cierto, pero debo solo comprar algunas cosas.
Estuvimos un rato conversando hasta que me llamaron de casa.
—Debo irme, seguro mamá se enteró que Benicio se mudará a casa.
—¿Quieres que te acompañe?
Asentí con mí cabeza.
—Bien. Vamos.
Salimos los dos tomados de la mano. Era raro, no éramos pareja pero ya nos comportábamos como una.
Llegamos a mí casa y el se despidió de mí con un beso en la mejilla.
—Nos vemos, avísame si necesitas algo, princesa.
—Tu igual, Rubio. Descansa.
Entre a casa y ahora sí era el caos.
Mamá estaba sentada en el sillón, llorando. Mis hermanas estaban a un lado y papá estaba enfrente.
—¿Qué pasa acá?
Mamá levanto la mirada y me observo.
—Que te diga tu padre.
—Ya le dije.
—Momento ¿"Ya le dije"? ¿Ella lo sabía?
—Le dije hoy.
—Esto es el colmo. Me voy. No soporto estar acá. Voy a irme por hoy a la casa de tu tía. —dijo mirándome.
Y seguido salió azotando la puerta.
Esté día a sido de locos. Demasiado drama para mí gusto.
4•11•2021
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top