LIBRO NUEVO GRATIS RECOMENDADO
Cuatro chicas universitarias fingen ser de clase alta para filtrarse entre chicos ricos y hacerse de una fortuna, hasta que algo no sale como esperaban...Crueles, sanguinarias, seductoras, bienvenidxs a esta historia llena de mariposas, tantas que te pueden embriagar hasta hacerte devolver. Arde, bebé, arde🔪
Esta noche nos juntamos con las chicas a hacer pijamada y ver Caracortada.
Nos juntamos cada noche que no tenemos muchas ganas de ir a clases temprano para el día siguiente, lo cual podría ser muy criticable considerando que tenemos una reputación que mantener.
Hemos decidido que será a tono con lo que señala un trending de tik tok viejo, pero que nunca falla. Pongo el móvil a grabar vídeo en cuanto le abro la puerta primero a Nina.
Morena, bella, labios gruesos, quizá la boca más naturalmente sensual que verás en tu vida. Sus rulos están más pronunciados que nunca, probablemente por la humedad y viene vestida con un pijama color verde. En brazos trae un montón de cosas color verde que las enseña para la cámara.
—Sabes que no me gustan los snacks a base de pepinillos—le digo, mirando una de las bolsas—. Oh, vaya, traes algo que realmente me llama la atención.
—Métete la mano en los bolsillos, belleza—me dice, dándome una manotada en la mano para evitar que meta mis dedos entre sus cosas.
Pongo los ojos en blanco y sigue mirando a la cámara.
—En primer lugar, traje un paquete de doritos. En segundo lugar, pepinillos. También traje cervezas Heineken, manzana verde...
—¿Manzana? ¿Qué crees que haremos con una fruta?
—Te la comes. Y por último, traje gomitas.
La miro por detrás y sonrío. Ella sonríe también.
—¿Qué hay del frasco? —. Señalo el fondo de la bolsa. Está claro que trae hierba ahí.
—Es solo un buen consuelo.
—Muchas gracias, cielo.
—Gracias a ti, ahora iré a armarme un... ¡Ay!
Mi amiga se vuelve a la cama, pero antes de subir, tropieza con algo que la hace caerse encima del colchón de mi queen size.
—Qué hijo de puta—farfullo, observando la mano que sale debajo de la cama y le ha intentado sostener el tobillo a mi amiga.
Tiene sangre entre las uñas y los dedos, lo cual está provocando una mancha en el suelo de mi habitación.
—¡Así jamás podré tener alfombra! —me quejo, dándole un buen pisotón con el talón que apenas le deja fuerzas para moverse y regresa bajo la cama.
—¿No que te ibas a deshacer del cuerpo? —me pregunta Nina.
—No es tan fácil.
—Eres toda una carnicera, Catalina. No vengas con estupideces ahora.
—Lo siento, pero no a todas se nos da bien el trabajo limpio y sin dejar rastro sino hace rato que le hubiese puesto una alfombra a este cuarto.
Tocan el timbre.
Cielos, soy terrible mentirosa, la carnicera no soy yo.
Vuelven a tocar.
—¡Ya voy! —. Pongo el móvil a grabar nuevamente.
Me echo un vistazo desde la imagen que me devuelve la pantalla y corroboro que estoy linda. Bah, estoy normal. Jamás fui una chica con mala autoestima, pero es parte del oficio mantener siempre los ánimos en alto. Mi cabello es negro azabache, mi piel tan pálida como la luna llena en primavera, delgada porque mi metabolismo así lo quiso, probablemente más de lo que me gustaría y alta relativamente hablando (puede que esté pasando el metro setenta y tanto) gracias a mi linaje paterno que me ha conferido buenos genes en el crecimiento al igual que en la pigmentación miel de mis ojos por la vía materna.
Aún grabando voy hasta la puerta principal y abro.
—¡¿Quién quiere pizza?!
Paz.
Rubia clásica de ojos azules, con sus colitas sagradas por gominas de diferentes colores y detalles que le confieren un aspecto casi infantil, pero que ella sabe lucir perfectamente al igual que una delantera digna de una actriz de películas para adultos.
Cuando llegamos, muchos chicos quedaron encantados en el campus con su típica belleza y el acento francés, aunque su nombre no lo sea.
Bueno, los nombres son un tema aparte.
—Esa caja no es roja—suelta Nina desde atrás.
Paz entra, deja la caja de pizza sobre la frazada y enseña que trae Coca Cola y pizza. Bueno, no es algo estrictamente rojo completo, pero está perdonada ya que se ve delicioso.
—Rayos, me ruge el estómago—digo, sacando un trocito de ají picante que me meto en la boca y la picazón me resulta divertida.
Nina se acerca con una lata de cerveza abierta en mano y tras comerse un ají, me convida cerveza y yo también bebo de la de ella. Le pasamos a la recién llegada y escuchamos una voz gimotear.
—A...Ayu...
"Ayuda" está pidiendo, claramente no es un buen indicio de que estaremos tranquilas esta noche, pero soy capaz de soportarlo.
—No se deshizo de él—pregunta Paz.
—¡¿No te deshiciste del cuerpo?!—con un tono burlón añade Nina robándole la cerveza y le da un trago nuevo.
—No me parece bien que nos expongas de este modo—me critica Paz.
—Y deja de grabar—añade Nina ante los gimoteos.
—¿Puedo pasar?
Ambas nos volvemos a la puerta girando de repente y observamos a quien falta para completar nuestra cita de cuatro de esta noche.
Caridad.
Nuestra chica faltante.
Tiene el cabello rapado, sus ojos grises pintados como una diosa egipcia y los aretes en sus orejas siguen en su lugar pese a que ya está con el pijama puesto.
Sus aretes son dos pastillas. O sea, tienen esa forma, como si fuesen pastillitas de caramelo de esas que sirven para bailar en fiestitas.
Su pijama es blanco y trae un bote enorme de helado.
—¡Graba! —añade Paz.
Claro, ahora sí quieres que lo haga.
—¡Rayos, qué rico! —suelto entusiasmada observando lo que Caridad trajo y muestro. Ella tiene pijama blanco con lunares y enseña que trae helado sabor a Crema Cookies y chocolate blanco con trocitos de bizcocho.
—¡P...por... fav...!
Las tres soltamos un suspiro y la recién llegada pregunta:
—¡¿No te deshiciste del cuerpo?!
—No puedo creer que nos arruinase todo el vídeo—insiste Paz desde la cama, metiendo manos en la bolsa de cheetos de Nina.
—Yo no puedo creer que tenemos helado, pero no nevera—añado.
El tipo sigue gimoteando.
—Solo... Lo ignoremos—les propongo. Ellas no parecen muy de acuerdo, pero nos subimos las cuatro a mi cama, ponemos la enorme caja de pizza al medio y mi portátil al frente. Mientras elijo la película de Caracortada para ver hoy tal y como acordamos, el cuerpo debajo de la cama inspira con dificultad como si se estuviera ahogando.
—¡Escucha, muñeco! —le grita Nina con pizza en la boca—. ¡Si cierras el pico, quizá te convidemos luego una porción de esta pizza que está deliciosa!
—¿Acaso no escuchas que se está muriendo ahogado? —pregunta Paz.
—Estoy segura de que no va a morir de esa manera—añade Caridad, también sacando una porción—. Ya debería estar muerto.
—¡Chissst que ya empieza! ¡Google, baja las luces! —le digo a mi aplicación del Home conectada a los focos del cuarto y las luces quedan tenues, lo suficiente para empezar a ver la película sin molestias y ver lo que comemos.
El tipo abajo intenta estirar nuevamente su mano, pero deduzco que se muere en el momento que ya no le tengo que poner más atención a su quejido.
¿Seré capaz de matarle yo misma si no termina de morir? No nos dio un ápice de pena eliminarlo, le traíamos ganas hace rato.
No somos unas asesinas, yo le dije a mis amigas que soy una carnicera, pero eso no es cierto. Yo no soy quien eliminaría realmente a este sujeto.
Se lo merecía.
Hubo un momento en que fui buena y, sí, juro que intenté ser buena, pero las condiciones de la vida a veces son un poco más extenuantes que eso.
Ahora tenemos nuevos desafíos, una nueva universidad y a un montón de niños ricos que se mueren por nosotras.
Toc, toc.
Llaman nuevamente fuera de la puerta.
—¿Por qué no tocan timbre? Le puse timbre a este cuarto y portero precisamente para que no se atrevan a abrir la puerta—me quejo.
—¿Esperas a alguien? —me pregunta Paz.
Caridad le da pausa a la película.
No espero a alguien en particular, pero sí conservo el deseo de ver a un chico del cual no me quiero deshacer esta noche y puede que sea quien está llamando fuera.
—¿Quién será? —pregunto, acercándome a la puerta y observo nuevamente la mano fuera de la parte inferior de la cama.
Echo un vistazo por la mirilla.
Y el corazón se me viene a la garganta.
—Chicas—les digo, volviéndome a ellas con el horror calando hondo dentro de mí—. ¡¡Afuera está la policía!!
SIGUE LEYENDO GOOD GIRLS ACÁ EN MI PERFIL DE WATTPAD
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top