☀️ ፧ 𝘃𝗲𝗶𝗻𝘁𝗶𝗰𝗶𝗻𝗰𝗼 • ✦⁾

✦ #25 — ᴋɪss
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El camino hasta sus respectivas habitaciones fue en silencio. No incómodo, era tranquilo, relajante.

Llevaban sus manos entrelazadas; a pesar de que sólo había sido un beso, querían mantener el contacto, por lo que se llevaron de la mano durante todo el trayecto.

Pasar entre las personas tomados de las manos era algo inusualmente nuevo, y les gustaba.

Para Sunoo, Riki había sido su primer todo, su primera cita, algo así como su primer amor, y su primer beso.

Por el lado de Riki, podía decirse que también era algo parecido; estaba consciente de que toda su vida había sido atraído por chicos, había tenido algunas citas, pero nunca llegaron a nada, hasta que llegó ese precioso pelirosa que le cambió todo.

—Espera —Sunoo soltó su mano, agachándose para amarrar su cordón suelto.

Cuando hizo el nudo, se topó con la sorpresa de tener a Riki —casi— encima suyo.

Estaba cerca nuevamente, y no tuvo ninguna pena de tomar la espalda baja de Sunoo con una sola mano, atrayéndolo más hacia él, sintiendo su respiración en su cuello, debido a la altura.

Sunoo alzó su vista, colocando una mano en el pecho del contrario, buscando los orbes de Riki, lo que no le costó, pues él ya estaba observándolo.

Era la mayor tensión que jamás pudo vivir; pero le gustaba.

La mano que se encontraba ocupada, apretaba fuertemente el peluche que Riki había ganado para él, producto de los nervios.

La única mano libre de Riki se colocó en el cuello del pelirosa, acariciando su cabellos levemente, y su otra mano le daba caricias.

Tenían sus labios entreabiertos, con las respiraciones agitadas aún y las pulsaciones de sus corazones latiendo a mil por segundo.

Las ganas de tener nuevamente el contacto de sus labios aumentaba conforme los segundos pasaban, aumentando también el calor de sus mejillas.

—Riki —susurró Sunoo.

—Sunoo —fue lo último que se escuchó de alguno para estrellar sus labios contra los del menor, quien correspondió.

En el medio del pasillo, donde todo estaba oscuro y el sonido del viento por detrás azotaba; sus corazones latían al mismo ritmo.

Dando pasos muy, muy cortos, Riki comenzaba a llevar a Sunoo hasta la pared más cercana por dos razones.

Razón uno; para no ser vistos tan fácilmente, dado que estaba en el medio del pasillo.

Razón dos; subir el nivel del beso.

No estaban tan lejos de llegar hasta la habitación del menor, y Riki por dentro recordó que Soobin le pidió no llegar esa noche.

Sunoo sintió el frío de la pared colarse por alguna parte de su espalda, además de sentir cuando chocó con ella.

Los chasquidos podían escucharse levemente, dándose muy pequeñas pausas para poder recuperar el aire.

La mano que una vez estuvo en el cuello de Sunoo bajó hasta la cintura de éste, continuando con su atracción hacia su cuerpo.

En cambio, las manos del pelirosa soltaron el peluche, dejándolo en el suelo un par de minutos, para poder tomar el cuello y las mejillas del alto, acariciando ambos con cuidado.

Inconscientemente, una de las manos de Riki hizo presión en la cintura del menor, haciéndolo soltar un pequeño quejido, que hizo a Riki sonreír en medio del beso, y a Sunoo sonrojarse.

Levemente, el menor golpeó el pecho del mayor, para que le dé espacio de poder respirar un poco más, regular su respiración y poder hablar.

Tampoco fue tanto lo que se separaron, seguían teniendo su cabeza centímetros de distancia.

Cuando Riki se inclinó para seguirlo besando, Sunoo lo paró.

—Vamos... Vamos al cuarto —pudo apenas decir con la respiración agitada.

Los ojos de Riki se abrieron, sonriendo pícaramente.

—... ¿Quieres que vayamos a tu cuarto?

—Sí —asintió—. Aquí alguien-

Se detuvo cuando vió la sonrisa de Riki, pícara, y sus ojos apenas visibles, y esa jodida hermosa sonrisa que le encantaba tanto.

Pero tenía que seguir hablando, sabía lo que Riki estaba pensando.

—No hablo de eso, hyung —bajó su rostro dado el calor de sus mejillas—, alguien puede pasar y vernos y nos meteríamos en problemas.

—... ¿Si estás consciente de-

—Shh, calla —levantó un poco su rostro—. Es para evitar, hyung.

El otro lo miró—. Siempre y cuando el problema sea contigo, acepto —guiñó su ojo, pero Sunoo no lo vió.

Había escondido su rostro en el pecho de Riki, buscando la manera en que no lo viera con todo su rostro rojo por la vergüenza.

Golpeó suave su pecho, soltando una pequeña risita que el alto escuchó.

—Ponte serio, Riki —dijo mientras hacía la acción, cosa que el rubio tomó con ternura.

—Bien, como digas, lindo.

Riki se alejó un poco, acunando el rostro de Sunoo con sus manos, haciendo que lo viera, para dejar otro fugaz beso en sus belfos, sonriendo al final de éste.

Lo tomó de la mano, Sunoo recogió el peluche que había caído, y se dirigieron a paso muy rápido hasta la habitación del menor.

Sunoo contaba los números de las habitaciones, rogando estar más cerca cada vez.

Estaba ansioso.

Buscó en sus bolsillos la llave de la habitación una vez que vió que faltaban menos de dos puertas para la de él.

Cuando estuvo frente a su puerta, las manos aún le temblaban, le costó un poco poner las llaves en el paso de la puerta, pero aún así lo logró.         

Y es que apenas entraron y cerró la puerta, sintió a Riki encima suyo, atacándolo con sus labios nuevamente.

Ni siquiera le dió tiempo de quitarse correctamente los zapatos, hizo lo mejor posible para deshacerse de sus tennis y encender la luz para no tropezar.

Riki lo tenía acorralado, una de sus manos en su cintura, y la otra la tenía en la pared, cortando aquella distancia que podría tener con Sunoo.

El menor tenía una mano en el pecho contrario, y la otra en su nuca, acariciando el cabello de Riki por detrás.

Nuevamente los chasquidos se escuchaban en medio de ese potente beso.

Sentían sus corazones latiendo alocadamente, desenfrenados.

Más que mostrar ganas, también mostraba sentimientos, esos que no se decían, pero en ese beso podían notarse.

Sus manos recorrían el torso de Sunoo suavemente, parando en sus cintura, sin querer pasar de ahí, y Kim agradecía eso.

Más que su boca, los labios de Riki comenzaron a correrse por sus mejillas, llenándolas de sonoros besos.

Sunoo sonreía por eso, cosa que también hizo el mismo efecto en Riki, quién al ver las tiernas mejillas del sonriente Sunoo, no se abstuvo de besarlas de nuevo.

En un impulso, Riki tomó a Sunoo, cargándolo, haciendo que el otro enrollara sus piernas alrededor de la cintura de el mayor para volver a besarlo.

Un poco más calmado que antes, y con cuidado de no caerse, Riki los llevó hasta la cama de Sunoo, donde los recostó.

A su lado, Riki se acostó, haciendo que el menor colocara su cabeza en su pecho, escuchando sus latidos, que aún iban rápido.

Se pegó a él como un pequeño bebé koala, abrazando su torso, mientras el mayor acariciaba suavemente la carita de Sunoo, y dejaba uno que otro beso.

Ese beso fugaz, desenfrenado y lleno de muchas ganas —que por cierto era el primero así con alguien— había sido bajado de a poco.

No podía pasar a más, claramente, ninguno se arriesgaría, y aunque podía darse, no lo harían.

En vez de eso, besos sonoros e inocentes daban en las mejillas, labios y nariz de Sunoo.

Tenía una sonrisa que jamás vió en sí, no la podía ver, pero sabía que en su vida se había sentido así con alguien.

Riki era el primero.

—Hyung —llamó el menor después de haber recibido un beso en su mejilla por parte de Riki.

—¿Sí, bebé? —preguntó con una sonrisa.

Sunoo frunció su ceño.

—¿Desde cuándo soy tu bebé? —el pelirosa se giró, apoyándose de un codo para poder ver a Riki directamente.

—¿No te gusta que te diga así? —alzó sus cejas.

—... No dije eso —volvió a recostarse en su pecho, haciendo pequeños círculos en el mismo con su dedo—. Sólo que es raro.

—¿Me lo dices a mí? Hace sólo unos días podrías haberme matado sólo con verme.

—Sí, según los chicos suelo ser amargado a veces.

—Supongo que es normal luego de- En fin, ¿qué ibas a decirme?

—... ¿Qué?

—Algo ibas a decirme, ¿o no?

—... Oh —trató de recordar—. Iba a preguntarte si ibas a quedarte. No sé si Beomgyu vaya a venir y te vea aq-

—Él no va a venir —sonrió negando—. Creéme.

Y lo primero que pasó por su mente; Soobin.

—¿Se quedará con Soobin hyung? —Riki asintió—. ¿Ellos van a-

—Seguramente —volvió a asentir.

—¿Cómo lo sabes?

—Soobin es mí mejor amigo, no somos como Beomgyu o Jungwon y tú, pero es parecido.

Sunoo asintió.

Algo parecido le había contado Beomgyu hacía un par de días atrás, cuando recién comenzaba a conocer a Soobin.

—Entonces... ¿te vas a quedar conmigo esta noche? —preguntó.

—Si me lo permites, sí.

Sunoo dejó un leve beso en los labios de Riki a como pudo, estirándose para llegar hasta ahí.

—No pensaba negarme —sonrió.

Volvió a acomodarse, escuchando los —ahora— calmados latidos de Riki, que comenzaban a darle tranquilidad para poder cerrar sus ojos y poder dormir.

También sentía la respiración del mayor, su pecho subía y bajaba con tanta lentitud que parecían dormirlo.

Además, Riki estaba acariciando su rosado cabello, y entrelazando la mano que Sunoo dejó en su pecho.

Cualquiera que los veía, dirían que eran una feliz pareja que tenían mucho que dar por el otro.

Pero lo cierto era que simplemente eran amigos, por ahora.

Aunque...

—Bebé.

El otro ya adormilado, simplemente pudo responderle con un sonido afirmativo.

—Sunnie —volvió a llamarle Riki, pero fue la misma respuesta—. Sunoo.

—¿Quéeee? —alargó ya cansado en un tono ronco, haciendo el mejor esfuerzo por abrir sus ojos.

—Dame atención —Riki hizo un puchero, que fue besado suavemente por Sunoo.

—¿Algo más? —preguntó alzando las cejas.

—Sí… —el menor fue testigo del rojo de sus mejillas—. Yo... Es que, no sé cómo hacer esto, uhm...

—¿Qué pasa?

—Yo quiero pedirte que...

El otro alzó sus cejas, sintiendo como su corazón comenzaba a latir con fuerza otra vez.

Podía hacerse una idea de lo que era, más lo creía imposible.

—¿Me quieres pedir...? ¿Qué?

Riki tragó grueso, pensando en lo que diría.

—Pedirte que me pases otra sábana —dijo finalmente—. Es que tengo un poco de frío.

Sonrió ligeramente, mostrando su inocencia.

No era el momento.

Gentilmente y con pereza, Sunoo se levantó para ir por la sábana de Beomgyu, aunque a medio camino una idea se vino a su cabeza.

—Había olvidado que Beomgyu llenó de jugo su sábana, tengo que lavarla —encogió sus hombros—. Tendremos que usar la misma, ¿no te incomoda, cierto?

El otro negó.

Aprovechó y se acercó hasta el interruptor, donde apagó la luz y se metió en la cama con Riki.

A decir verdad, sí estaba cansado, tanto física como mental, pero más de su mente.

Bajo la sábana, sintió una mano de Riki en su cintura, atrayéndolo hacia sí, mientras él se acomodaba entre sus brazos.

La idea de dormir junto a él, le parecía tan apresurada como ese beso, mas no le disgustó, tampoco se negaba o se quejaba.

Ya en la oscuridad, la paz que brotaba de parte de los dos, era totalmente su mundo, un lugar donde les gustaba estar, y les gustaría estar durante mucho tiempo.

—Sunnie —le llamó el menor.

—¿Sí?

—... Te quiero.

A pesar de que estaba oscuro, Riki supo que Sunoo estaba sonriendo, y por más que quiso verlo, no pudo.

Y sí, Sunoo sí estaba sonriendo.

—También te quiero, Riki.

Sintió como su corazón comenzó a latir con más fuerza, más rápido, esas simples palabras habían significado tanto.

Y su sonrisa fue tal escuchando aquello salir de los labios de Sunoo, que lo hicieron brotar corazones.

—Buenas noches, Sunnie —besó su cabeza con cariño.

—Descansa, hyung —sonrió, apretando más su cuerpo contra el de Riki, buscando calor.

Desearía que ese día no acabara, quería tenerlo así todos los días, junto a él, dándose cariño, siendo sólo ellos dos.

Estando felices, en paz, y con mucho amor de por medio.

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