☀️ ፧ 𝗱𝗼𝗰𝗲 • ✦⁾

✦ #12 — ᴅᴀᴛᴇ
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Pasar la pastilla le costó un par de tragos más, y es que el objeto era grande, difícil de que pasara con dos simples tragos.

Pero era necesario, el dolor de cabeza llevaba matándolo desde hacía unos días atrás.

Cuando dejó la botella de agua a un lado, observó el chocolate. Ese que Riki le dio y no, no se lo había comido. 

Lo dejó en su mesa de noche, para así observarlo todas las mañanas al despertar.

Pero seamos realistas, se moría de ganas por probar un poco, pero se abstenía, todo por tener algo que Riki le regaló.

Y entonces fue que recordó. En treinta minutos debía estar en camino a su cita con Riki.

—¡Demonios! —corrió al baño, a ducharse rápidamente.

El sonido de la puerta abriéndose lo hizo parar a media carrera.

—¿Qué haces aquí aún? —Beomgyu se quitó los zapatos mientras hablaba—. Debes estar preparándote para tu cita con-

—¡Sí! Lo sé, voy a ducharme.

Luego sólo el sonido de la puerta del baño se escuchó. 

Beomgyu notó el bote de las pastillas abierto, y la botella de agua al lado. Sabía que Sunoo tomaba las pastillas cuando el dolor era básicamente insoportable.

Por lo que no le extrañó, y guardó todo aquello.

Minutos después, Sunoo vestía su hoodie negro, sus pantalones y sus tenis, incluso olía a aquel rico perfume que su hermano mayor le había regalado.

Se veía muy lindo, e incluso Beomgyu se lo hizo saber.

Las pastillas que había tomado hace un rato, surtían efecto, el dolor se había aliviado; iba a tener una linda tarde junto a Riki.

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Riki veía a lo lejos como Sunoo caminaba dando pequeños saltos, haciendo que su cabello rebotara, hasta que lo vió, y paró con aquello.

Tan tierno.

Sunoo se le hacía tan lindo, tan tierno. Un poco precipitado para el tiempo que llevaban conociéndose, pero Sunoo logró captar su atención desde el primer minuto.

Cuando lo tuvo frente a él, notó el sonrojo en sus mejillas, haciendo que el corazón de Riki corriera rápido, muy rápido.

—Te ves más lindo de lo normal —dijo Riki—. ¿Eso es posible?

Ni siquiera tuvo oportunidad para responder cuando sintió el brazo de su hyung rodear su cuello, comenzando a caminar.

—¿Dónde quieres ir? —el rubio trató de romper el silencio—. Hay una heladería cerca, ¿quieres ir ahí o-

—No, no, helado está bien, hyung.

Riki sonrió.

Sunoo se conformaba con cosas sencillas, salidas simples, nada extravagante. Para él, lo que contaba era el tiempo, los recuerdos con la persona con la que estabas, no el lugar o que fueras a comer, siempre y cuando estuvieras con la persona, todo lo demás era secundario.

Pero obvio, helado es helado.

El tamaño que le sacaba Riki era lo suficiente como para que caminar con una mano en su hombro no fuera incómodo.

Además, olía muy bien, desde el lugar donde se encontraba percibía ese olor y le estaba volviendo loco.

—Es ahí, te dije que no estaba lejos —Riki señaló el rótulo del lugar a donde se dirigían.

Sunoo se mantenía callado, estaba nervioso.

Y entonces Riki frenó de golpe, tomándolo del pecho para que no se cayera.

—¿Qué pasa, hyung? —la vocecita de Sunoo lo hizo salir de su estado.

—Está cerrado, diablos.

Efectivamente, el rótulo de “cerrado” descartaba el lugar donde podrían comer algún helado.

—Podemos ir a otro lado, hyung, hay más lugares aquí, ese no es el único.

—Sí, pero no hay otro lado donde vendan helado tan rico.

—Pero hyung-

—También venden gomitas y pastel.

—Hyung-

—Y venden un café frío muy rico.

Sunoo rió suave por el pequeño drama que estaba haciendo el otro—. Hyung, no importa, podemos ir a otro lugar.

—Pero- ah, olvídalo, vamos.

Caminaron y caminaron sin dirección alguna.

Pasaron por varios lugares, y a fin de cuentas, apetito no hubo.

Sunoo se mantuvo callado la mayor parte del tiempo, escuchando todo lo que Riki decía.

No es que no quisiera hablar, los nervios se lo impedían.

Lo único que podía sacar como respuestas eran “sí”, “no”, “hyung” y pocas frases cortas.

Al final de tanta caminata, llegaron hasta un parque donde afortunadamente podrían ver el atardecer sentados desde una banca.

Sunoo se quedó solo un momento, Riki dijo que volvería, iría a buscar algo y regresaría, mientras, él esperaba ahí.

Y sintió otra vez aquel incómodo punzón en su cabeza, haciéndolo cerrar sus ojos con presión, llevando sus manos a su cabeza, tratando de ignorar el dolor.

Odiaba aquella jaqueca, y ahora más que nunca, pues estaba arruinando el día que estaba teniendo con Riki.

—Sunnie —abrió sus ojos grandemente al escuchar como decía su nombre, viniendo de él sonaba tan lindo y su corazón corrió a mil—. ¿Estás bien, lindo?

Se quedó en un estado de shock, procesando.

Primero le dijo “lindo” en la tapa del chocolate, después le llamó “perfecto”, le dijo ”Sunnie”, y se escuchaba tan jodidamente tierno viniendo de él y ahora le volvía a decir “lindo”. ¿Acaso quería matarlo?

—Estoy bien, hyung —dijo entre lo que pudo, quitó sus manos de su cabeza, enfocándose en los ojos de Riki, quien estaba enfrente.

—Bien —sonrió, mostrando su linda sonrisa que hizo a Sunoo derretir un poco más—. Tengo algo para ti.

Sunoo alzó sus cejas, realmente no esperaba que le regalara algo. Bueno, le había regalado un chocolate, ya es algo.

No había quitado su vista de los ojos del mayor hasta que vió que tenía una mano detrás de su espalda, ocultando algo.

Sunoo frunció el ceño.

Por su parte, antes de mostrar lo que ocultaba en su mano, Riki sonrió más ampliamente.

Un hermoso girasol.

Esa imagen no se arrancaría de la cabeza ni en mil años; Riki sonrojado, con una sonrisa, sosteniendo un girasol en su mano, para él, y detrás el sol ya cayendo.

Podría tatuarse aquello.

Aún sin creerlo, lo tomó, apreciando lo hermoso de aquella flor. 

—G-gracias, hyung —después de apartar la vista de la flor, vió a Riki, quién se encontraba ya buscando su mirada.

—¿Alguna vez has buscado el significado de un girasol? —Riki ladeó su cabeza.

—... No —frunció su ceño nuevamente.

—Búscalo cuando llegues a tu dormitorio.

Eso lo hizo confundir un poco, pero lo haría, definitivamente lo haría.

Ahora sin el sol, decidieron volver cada uno a su dormitorio, al día siguiente tendrían clase y deberían estar temprano.

Lo gracioso de aquello fue que el viaje de ida fue corto, creyó que fue por el pequeño drama que Riki hizo debido a que la heladería estaba cerrada.

Pero el viaje de vuelta, fue un poco más largo.

Hacía frío, últimamente él viento daba más fuerte y la brisa era más fresca.

No sabe en cual parte el camino, sus manos se rozaron, mucho menos cuando Riki tomó su mano y la entrelazó con la de él.

Trataba de desviar su mirada de la flor que llevaba en su mano, pero era básicamente imposible.

Tampoco se quejaba. Ese día había sido tan maravilloso.

Riki le brindaba una completa paz, que comenzaba a odiar que el día se acabara tan rápido, él quería volver a repetir aquello.

—¿Está bien que haga eso? —la voz de Riki le sacó de sus pensamientos.

—¿Qué cosa, hyung?

—Tomarte de la mano, ¿está bien?

Lo pensó un segundo antes de responder que sí.

—Mientras que no la sueltes, sí.

Se golpeó mentalmente por haber dicho aquello, apartando la vista de la flor, con los ojos cerrados, volteando su cabeza al lado contrario a Riki.

—No tenía planeado soltarla.

Y sí, por poco y se desmaya, pero para su suerte, ya estaban entrando a los pasadizos de los dormitorios donde Sunoo convivía con Beomgyu.

Riki se encontraba en el siguiente a ese, no tan lejos.

Una vez frente a la puerta, Riki se posicionó frente a Sunoo, ahora tomando sus dos manos, viéndolo a los ojos.

Estaba nervioso, había un total silencio, pues sólo estaban ellos dos, se lamía los labios buscando las palabras correctas para decirle al pelirosa frente a él, acariciaba sus manos y tenía la cabeza gacha.

Sunoo moría de ternura por estar observando aquella escena, inevitablemente riendo suave.

—M-me gustó pasar la tarde contigo, Sunnie —dijo del mismo modo, alzando su cabeza—. ¿Deberíamos repetirlo?

Y el impulso apareció como una chispa en su cuerpo, poniéndose de puntitas, acercándose a Riki, y dejando un beso en su mejilla, haciendo arder el rostro del mayor.

—Claro que sí, hyung —sonrió soltando las manos de Riki, sintiendo el frío, y dándose la vuelta hacia la puerta de su dormitorio—. Gracias por hoy, descansa, buenas noches.

Riki quedó perplejo, ni siquiera pudo hablar, nada. Hasta que se dió cuenta de que estaba solo, tocando su mejilla, ahí donde Sunoo había dejado un pequeño beso.

Sunoo por su lado, cerró la puerta detrás de él, con una sonrisa y su corazón latiendo a mil por hora.

. . . . . . . . . . . . . . . . ꒰ ☁︎ ꒱ ,,  ⌲ 

Nuevamente sus labios se encontraban.

El ritmo cardíaco de Jungwon se sincronizaba con el de Jay, haciéndolo reír en medio de ese beso.

Leves chasquidos se escuchaban en la habitación del menor, quien afortunadamente tendría el dormitorio para él y Jay.

Se encontraba debajo del otro chico, mientras el mayor acariciaba su cintura por debajo de la tela de su pijama en el beso.

—Espera, espera —dijo Jay, deteniéndose con la respiración bastante agitada—. Algo suena, creo que es tu teléfono.

—Déjalo, no es nada —también con la respiración agitada respondió.

—Pero-

Ni siquiera respondió porque Jungwon había vuelto a devorar sus labios, retomando lo que habían dejado.

Jay le hizo caso, y volvió a recorrer sus manos por el torso de Jungwon, nuevamente, debajo de su pijama.

Pero el teléfono no dejó de sonar.

Se había cortado, pero una segunda llamada había aparecido.

Jay se separó otra vez—. Contesta, Jungwon, alguien no llama dos veces seguidas por alguna estupidez.

Jungwon rodó sus ojos, buscando el teléfono bajo la mirada de Jay.

Cuando lo tomó, vió que era Beomgyu, y de paso vió la hora, casi las doce.

—¿Qué?

—Es Sunoo —del otro lado de la línea, Beomgyu se escuchaba asustado.

Jungwon se levantó rápidamente de la cama, el tono de Beomgyu le había asustado. Jay por su parte le observó preocupado por la actitud del de hoyuelos.

—¿Qué pasó?

—Estamos en el hospital, Sunoo tuvo una crisis, debes venir ahora.

—Voy para allá —fue lo último que dijo para cortar y tratar de salir lo más rápido.

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