☀️ ፧ 𝗘𝗽𝗶́𝗹𝗼𝗴𝗼 • ✦⁾
✦ # ᴇᴘɪ́ʟᴏɢᴏ — ᴍᴀʀʀʏ ʏᴏᴜ
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Tres toques en la puerta de la casa de los Kim y su hermosa madre se acercó a recibirlos, sí, a sus siete amigos.
Con una gran y brillante sonrisa abrazó primeramente a su hijo, quién al verla luego de tanto tiempo, se sentía a punto de llorar.
El resto se les unió al abrazo, como una familia, sintiéndose cálido, sintiéndose feliz.
—Mi bebé, te extrañé tanto —al separarse de él y el resto un poco, tomó las mejillas de Sunoo, estirándolas un poco.
—Yo también te extrañé mamá —dijo quitándose las manos de su madre de las mejillas, y frotándose un poco por las reciente acción.
—¡Sunnie!— se exaltó, llendo hasta el pelirosa para abrazarlo fuertemente también.
—Hola tía —sonrió, aceptando el abrazo.
Cuando se despegó, los invitó a pasar a todos.
—Tus hermanos fueron a comprar unas cosas, volverán en unos minutos —sonrió la señora, viendo a todos ponerse cómodos en los asientos de su sala de estar—. ¿Tienen hambre? ¿Quieren algo de com-?
—Mamá —Sunoo la frenó antes de que siguiera hablando.
Se había preparado mentalmente el tiempo que tuvieron de sobra en la casa de playa de Heeseung para decirle a su madre que tenía novio.
Es que, no era sólo el hecho de que tenía una pareja, sino que era un chico. Aunque contaba con las palabras de su madre se que no iba a juzgarle de cualquier modo.
Pero aún así, la pena le invadía.
Riki por su lado estaba sudando apenas visiblemente, pero sus manos sí temblaban.
Su novio ya le había comentado que fueran o no fueran pareja, igual quería llevarlo a su casa, y presentarlo aunque sea como amigos.
Por supuesto que el rubio no dijo que no, pero debía prepararse para ello.
La señora Kim estaba atenta luego de que su hijo le detuviera a media pregunta.
Y fue entonces, que todo lo que había practicado en el cuarto, se le había olvidado.
Parpadeó varias veces, tratando de recordar aquellos, y fue cuando vió pasar a su lado el alto cuerpo, dirigiéndose a su madre.
Riki hizo una reverencia ante la señora, y al levantar la cabeza, le sonrió.
—Hola, mucho gusto —dijo del mismo modo, con esa deslumbrante sonrisa—. Soy Riki.
Sunoo estaba insólito, y quiso acercarse.
Todos los presentes estaban expectantes, esperando los siguientes actos.
—Mamá, Riki es mi novio —dijo tomándolo de la mano, entrelazando sus dedos, y con su brazo libre, abrazando el brazo del rubio, mostrando una hermosa sonrisa que mostraba sus hoyuelos.
—Oh —sólo pudo decir la señora, parpadeando rápidamente.
Ni siquiera sabía si era por lo apuesto que era su yerno, por la noticia o porque el rostro le era familiar, pero tampoco se dió cuenta que su sonrisa se había desvanecido debido a sus pensamientos.
Llegó a asustar a Sunoo y a Riki ya que no había dicho nada más.
Pero más fue la sorpresa de aquella nueva pareja, cuando la señora los rodeó a los dos con los brazos, en una abrazo cálido y sereno, lleno de cariño.
Daba grititos como si fuera una quinceañera con su primer novio, y ni siquiera era ella la que formaba parte de la pareja, pero estaba feliz, muy feliz por su hijo.
—¡Felicidades, felicidades, felicidades, Sunnie! —se separó de los dos, viendo sus caritas felices—. Y bienvenido a la familia, hijo —se dirigió a Riki.
—Gracias, señora Kim —sonrió, desapareciendo sus ojitos.
—Shh, no me digas “señora”, me hace sentir vieja —hizo una mueca—. Por favor, Omma Kim suena más bonito.
Detrás de ellos, Sunghoon un poco indignado por el trato hacia el alto, se había presente, pero en silencio, mientras recibía caricias de su novio.
—Oh, Sunnie, arriba en tu habitación hay algo para ti —dijo de la misma forma.
El pelirosa le dedicó una mirada a Riki, pidiéndole que le acompañara. Sea lo que sea que le hayan obsequiado, quería compartirlo con él.
El pelirosa asintió levemente, empezando a ser guiado por Sunoo hasta su habitación, tomado aún de la mano.
Por un momento, Riki se perdía en las diferentes decoraciones de las habitaciones.
Pero al instante supo que la de Sunoo era aquella del final del pasillo, que tenía su puerta blanca, sin ningún tipo de acomode.
Cuando giró la perilla y entraron a su cuarto, observó una caja en su cómoda.
Era bonita, de color rojo, así que se acercó a ella. Por su lado, Riki se perdía en las decoraciones interiores del cuarto.
Habían fotos mayoritariamente con Sunghoon, con sus hermanos, sus padres. Y la mayoría en diferentes actividades.
—¿Tú tomaste estas fotos? —preguntó, ojeándolas—. Son preciosas.
—Oh, creo haber tomado algunas, el resto no lo sé —formó una sonrisa en una línea.
—Entiendo.
Riki se acercó a Sunoo, quién estaba viendo lo que había dentro de la caja.
Tenía más fotos, y con ello, una cámara nueva, para que pudiera seguir capturando bellos momentos.
La cámara volvió a caer en la cama cuando sintió los labios de Riki encima de los suyos, en un beso que podía transmitirle el sentimiento que corría por su corazón en ese momento; felicidad, mucha felicidad.
—Te amo, Sunoo —dijo cuando se separó.
El pelirosa sonrió ampliamente en medio de ese beso—. Yo también te amo, Riki.
Se miraron un momento más, sonriendo, con sus corazones felices, latiendo de una manera tranquila, que era el sentimiento que se transmitían cuando estaban juntos.
Se sentaron en la cama, o bien, Riki, y Sunoo en su regazo, recibiendo las caricias —ahora que estaban solos— melosas de Riki sin ninguna queja.
—Seguro no lo recuerdas, pero la primera vez que tuvimos una cita-
—¿En la feria? —le interrumpió.
—Antes —negó sonrió con una sonrisa, Sunoo frunció el ceño—. Te regalé girasoles, y te dije que buscaras el significado, pero apuesto que no lo hiciste, y si lo hiciste, lo olvidaste —rió suave.
»No importa de todos modos —dejó un suave beso en sus labios—. Entre tantos significados, viene el amor profundo, y eso... eso es lo que siento por ti, un muy, muy profundo amor.
»Puede ser apresurado, pero de verdad te amo, Sunoo.
El otro sonrió, expresando un leve sonrojo en sus mejillas, que también fueron besadas por el mismo pelinegro.
—Con esa cámara vamos a capturar muchos momentos juntos, con los chicos, tú familia... Vamos a crear una historia, Sunoo.
Ni siquiera sabía qué responder, así que sólo pudo besarlo, esperando que Riki entendiera que con él y por él, estaba dispuesto a todo.
—¡Estamos aquí! —escucharon las voces abajo.
Ahora el nervioso era Riki, ya que sería presentado ante el hermano mayor y menor de su novio. Estaba asustado y Sunoo lo notó.
—No te asustes, él no te hará nada —rió, levantándose del regazo de su chico.
Salieron de su cuarto, Sunoo bajando rápido las escaleras, abalánzandose sobre sus hermanos, en un cálido abrazo.
Los hermanos Kim estaban reunidos después de mucho tiempo.
Aunque con un rostro nada familiar para Sunoo, y otro nada reconocible para sus hermanos.
Pero totalmente reconocido por Riki.
—Sunnie —dijo su madre—. Ella es-
—YeJi —finalizó la frase de la señora Kim, Riki, totalmente horrorizado, confundido y con el ceño fruncido.
—¿Riki? —ella estaba de la misma forma completamente.
—¿Se conocen? —el hermano mayor del Sunoo frunció el ceño.
¿Qué demonios estaba sucediendo?
—Sunnie, ¿recuerdas que te había hablado de mi hermana? —el otro asintió, un par de veces lo había hecho—. Te la presento, ella es mi hermana YeJi.
Todo cayó en un silencio.
—Yeonjun— llamó la chica a su prometido—. Te presento a mi hermano menor, Riki —dijo señalándolo—. Riki, él es mi prometido, Yeonjun.
—¿Tú qué? —dijeron al unísono Riki y Sunoo.
—Sí... Tú hermano se comprometió, Sunnie —sonrió la señora Kim—. Ya decía yo que de algún lado te me hacías conocido, hijo.
Lentamente, Sunoo se acercó a Yeonjun, y lo abrazó, en señal de felicitación. Riki hizo lo mismo con YeJi.
El resto de los chicos estaban viendo aquella escena enredada, tratando de explicarse entre ellos.
Sunghoon se levantó, saludó a sus primos, y los felicitó por la noticia, también sin creer que Riki y YeJi eran hermanos.
—Vamos a comer —dijo la señora Kim, tratando de romper aquel incómodo silencio.
Sunoo y Riki esperaron a que todos pasaran, para quedar sólo ellos dos un momento en la sala.
Riki comenzó a caminar primero, seguido de Sunoo, pero con metros de diferencia.
El pelirosa se detuvo en la puerta, observando como su familia estaba con sus amigos, que eran como su segundo hogar.
Lo habían acogido, a pesar de las pequeñas adversidades, le habían aceptado tal y como era.
Siempre se los iba a agradecer.
Sabía que tenía miles de aventuras por delante, con ellos, y principalmente, una nueva etapa de su vida con Riki.
Se vió la pulsera que llevaba puesta, y sonrió, sintiéndose una vez más, cálido, lleno, feliz. Su alma comenzaba a sentirse llena, contenta.
Sintió ganas de llorar, volvía a estar en casa, volvía a ver a quienes quería, estar junto a ellos, al igual que sabía que alguien lo cuidaba desde arriba.
Su padre siempre cuidaba de él, y lo sabía.
Riki se acercó a él de nuevo, tomándolo de las manos.
—¿Qué pasa? ¿Estás bien? —preguntó sacando una mano, para acomodar un poco el cabello rosa de su novio.
—Es sólo que estoy feliz, muy feliz.
Riki dejó un fugaz beso en su mejilla, haciéndolo sonreír.
—Yo también estoy feliz —sonrió—. Te tengo a ti, y a un hermoso grupo de amigos, y ahora, tengo una segunda familia.
Los dos rieron, sabían que era cierto.
—YeJi se me adelantó al matrimonio con un chico, pero algún día me casaré contigo —susurró en su oído cuando lo atrajo con sus brazos en un tierno abrazo.
—No hemos ni terminado el instituto y tú ya quieres casarte.
—Yo sólo aviso —dijo sonriendo—. Algún día me casaré contigo.
Y dicho eso, se dirigieron a la mesa, a compartir en esa hermosa noche.
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