Había anotado su nombre en la primera hoja de su cuaderno, muy pequeño, apenas podía leerse, pero estaba seguro de que así ni olvidaría el nombre del chico nuevo.

—Yang— le susurró Felix—. ¿Recuerdas como respirar?

—No seas-

Tuvo que darse sus segundos para poder asimilar que esa voz ronca, y a su vez suave, le estaba hablando a él.

Pero además de eso, asimilar el hecho de que estaba tocándolo.

HyunJin estaba tocando su hombro, tratando de llamar su atención.

JeongIn ni siquiera sé atrevía a voltear, seguía con los ojos bien abiertos, sorprendido, y viendo en dirección a Felix.

El mismo tuvo que hacerle señas para que despertara de su sueño y volteara al llamado de atención del mayor.

Hizo su mejor esfuerzo por no congelarse, únicamente mostrando una sonrisa de su parte, una que demostraba debilidad, susto e impresión. HyunJin tuvo que hablar para desaparecer ese gesto de la cara del peliazul.

—¿JeongIn, no?— el mismo asintió, lentamente—. Soy HyunJin.

La sonrisa que mostró el pelinegro, fue suficiente para que el corazón de JeongIn comenzara a correr muy, muy rápido.

Asustando a HyunJin al ver que no respondía.

—Hwang, por favor, los amigos se hace fuera del salón de clase— el profesor le había salvado los pelos a JeongIn—. Le agradecería que hiciera silencio.

—Sí— se giró sobre el asiento, manteniendo la cabeza gacha—. Disculpe.

JeongIn no había apartado su mirada de HyunJin.

Y es que no lo culpaba, HyunJin se cargaba una belleza natural en él, In estaba atónito de que un ser tan celestial como lo era él, le haya hablado.

HyunJin volteó su cabeza levemente hasta el banco donde se encontraba JeongIn, y le sonrió dulcemente.

El corazón de Yang le jugaba una muy, muy mala pasada, y estaba seguro de que eso no quería olvidarlo.