❝3O: I want to write you a song pt.1❞
nuevamente venía con todo, así que cuiden de su vista y cuello, por fa
—No quemen la casa chicos, por favor.
Chris salía de la casa, rezando y bajando a todos los ángeles del cielo porque no quemaran el lugar, mientras, Felix le llevaba de la mano a tirones, tratando de sacarlo de ahí.
—¡Diviértanse!— JeongIn cerró la puerta con una sonrisa.
Se giró, dispuesto a pasar el resto de su tarde en el cuarto, escuchando música, jugando algún juego, o bien, durmiendo.
Desde esa mañana tenía una feliz sensación de que pasarían muchas cosas buenas, y por supuesto que eso esperaba.
Subiendo las escaleras, vió a todos reunirse en la sala, y con ello, a JiSung sacando las cartas para jugar al Uno.
Realmente no tenía muchas ganas, por lo que su recorrido hasta el cuarto fue continuo.
Al abrir la puerta, su vista fue directamente a la cama, donde se acostó boca arriba, con sus brazos y piernas abiertas, y sus ojos apenas cerrados.
Por su mente pasaron dos cosas, ordenar un poco su ropa, y llamar a su madre, había olvidado decirle que ha estado bien, y muchas cosas más.
Estiró su mano para intentat tomar su celular de la mesa de noche, esperando que estuviera ahí, y afortunadamente sí.
Buscó el contacto de “Mamá ❤️”, y presionó para una videollamada, hacía un rato que no hablaba con ella.
Dos, tres y al cuarto timbre pudo ver el rostro de su madre del otro lado de la línea, esa hermosa mujer que sonrió al ver a su hijo.
La señora Yang estaba apenas avanzada de edad, pero si acaso se le notaba, sus facciones jóvenes seguían ahí, y esos preciosos ojos también. Esos ojos que JeongIn había heredado.
El peliazul sonrió ante la sonrisa de su mamá.
—Innie, cielo, ¿cómo estás? ¿Estás comiendo bien?
—Hola mamá— saludó, y su sonrisa no se borró—. Estoy bien, sí. ¿Tú cómo estás? ¿Y los chicos?
—Estoy bien, hijo, no te preocupes por mí— del otro lado de la línea se escuchó la risa de su hermano menor—. Los chicos están bien, te extrañan mucho, Innie, te extrañamos mucho.
La sonrisa se le desvaneció un poco, él también extrañaba a su familia, quería verlos y pasar tiempo con ellos.
—Yo también los extraño a todos, ojalá pronto pueda ir— ladeó apenas su sonrisa.
Se acomodó mejor en la cama, sentándose un poco, para que su madre pudiera ver bien su rostro.
—No te pongas triste, vendrás— dijo—. Hay alguien que queremos presentarte, así que espero que sea pronto— sonrió.
—Oh, ¿quién?— frunció su ceño, viendo a su madre sonriendo más ampliamente.
—Es una sorpresa— la señora Yang puso su dedo índice sobre sus labios, en seña de que no diría nada.
—Bien, okay— rió suavemente el chico.
—¿Cómo va todo ahí? ¿Ya estás de vacaciones, no?
—Sí— sonrió—. Nuestro grupo de amigos creció, y ahora somos algo así como un grupo, entonces salimos todos.
—Oh, Innie, me alegro por ti, cielo— la señora hizo una mueca como limpiando una lágrima falsa, y luego sonrió—. Eso me pone muy feliz, ¿y dónde están ahora? Esa no parece tu habitación.
—Oh, cierto. Estamos cuidando la casa de playa de uno de los amigos de Chan hyung. Él es uno de mis nuevos amigos.
—¡JeongIn, Dios! Ten mucho cuidado ahí, no toques nada y cuidado rompes algo que yo misma te hago pagarlo.
Lo típico de una madre protectora.
—Tranquila mamá, todo estará bien.
Escuchó el sonido de la puerta, sin tomarle un poco de importancia, dándose cuenta de la presencia de alguien.
Su mamá achicó sus ojos, amenazante apenas.
—De hecho quiero que conozcas a al-
—¡Hola tía Yang!— la cabeza de SeungMin se asomó por el teléfono de JeongIn, saludando a su tía.
—¡Minnie! Mírate qué lindo estás, quiero apretarte los cachetes— sonrió nuevamente, acercándose más al teléfono—. ¿Cómo estás? ¿Cómo está ChangBinnie?
—Gracias, tía. Estoy bien, estamos bien, sí— tomó asiento al lado de JeongIn—. ¿Y los chicos?
La señora se alejó del teléfono para poder verlos mejor—. Ellos están bien, Minnie, quieren verte.
—Oh, espero poder ir cuando Innie vaya de visita.
—Esperamos poder verte, los extrañamos— sonrió un poco nostálgica.
Desde que JeongIn entró a esa institución hace ya un tiempo, no contaba con la misma disposición horaria como para poder ir de visita a su casa, por algo tenía que compartir con JiSung.
Llamaba a su madre cuando podía y tenía suficiente tiempo, ya que la mayor parte se la pasaba de un lado para el otro con sus cosas, atendiendo sus asuntos y estudiando.
—Nosotros también los extrañamos— copió su acción.
—Oh, ¿qué me estabas diciendo, Innie?— la señora retomó lo que su hijo estaba diciéndole, tratando de cambiar la conversación para evitar llevarla un poco menos triste.
—Que quiero que conozcas a alguien, pero luego, cuando vaya de visita también lo llevaré.
—¿Lo traerás? ¿Ya tienes novio, Innie?
—No, mamá, él no-
Ella rió un poco más fuerte—. No te preocupes, no pensaba juzgarte— guiñó su ojo—. Claro que sí, Innie, traélo a casa cuando vengas, así puedo conocerlo.
El chico suspiró con un leve sonrojo en sus mejillas y decidió cambiar el tema—. Les diré que volvamos un poco antes, así podremos ir a verte.
—Por supuesto, cielo. Sólo avísame, así les preparo una deliciosa comida.
—Eso haremos— se metió Kim, sonriéndole a su tía.
—Bien— sonrió—. Ya no les quito más tiempo. Disfruten mucho, SeungMinnie cuida de mi bebé, y tú cuida de tu primo, Innie. Cuídense, adiós.
—Eso haré— sonrió SeungMin.
—Sí mamá, adiós, te amo— sonrió también el peliazul.
Una última sonrisa de parte de su mamá, y la llamada se acabó.
La verdad no sabe cómo y en qué momento pasó por su mente la idea de llevar a HyunJin a su casa, pero ahora tenía que hacerlo, ya le había dicho a su madre, no había vuelta atrás.
—¿En serio vas a llevar a HyunJin a tu casa?
—Ya no me queda de otra— hizo una mueca—. ¿Qué pasa? ¿Venías a buscarme?
—Sí— asintió rápidamente, tomando asiento frente a él—. ¿Quieres pasear? Sólo seremos tú y yo caminando por ahí. Quiero tiempo de calidad con mi primito.
¿Y ahora como le decía que no? Ya le había dicho que sí a HyunJin, y siendo total y completamente sincero, no quería dejar al pelinegro.
Pero SeungMin era su primo, y se lo merecía.
Podría ir otro día con HyunJin, aún tenían tiempo en ese lugar, además, Seung no sabía que ya tenía planes, no lo culparía.
Suspiró, y sonrió—. Bien.
—Bien, te espero abajo— sonrió antes de salir del cuarto.
El azabache se tapó la cara con una almohada, gritando en ella. La almohada impedía que el grito se escuchara, así que fue un punto a su favor.
Se quitó la almohada, respirando un poco agitado por la falta de aire, y se levantó.
Ahora tendría que buscar a HyunJin para decirle que no puede salir con él. Por un demonio, lo que le faltaba.
Tomó los zapatos que estaban junto con el resto de cosas que había llevado.
Los llevó en la mano, y fue bajando la escalera de a poco.
Parecía tonto, e incrédulo quizá, el hecho de que estaba armándose un lío mental por cómo tratar de decirle a HyunJin que dejaran la salida para otro día, sin que él o el mayor se sintieran mal.
Y no tanto para su suerte, localizó la cabellera negra de HyunJin en un sofá.
Se acercó hasta ahí jugando con sus manos, un poco tímido y nervioso.
Lo pensó un momento. Estuvo casi por decirle que no a SeungMin y no decirle nada a HyunJin, pero a fin de cuentas, terminó tocando el hombro de HyunJin, haciendo que este volteara con una sonrisa en su dirección.
—Hey— sonrió el mayor, guardando su teléfono.
—Hey— dijo tímido de la misma manera que el pelinegro—. Eh, ¿podemos hablar?
—Sí, claro— se levantó del sofá, siguiendo a JeongIn que le seguía hasta la cocina.
Al llegar se giró hacia él, alzando un poco su cabeza, debido a la diferencia de estatura, para poder mirarle a esos hermosos ojos, observando ese lindo lunar.
Sí, Hwang HyunJin le tenía como un niño perdido.
—¿Qué pasa? ¿Estás bien?— HyunJin le sacó del pensamiento al ver que no había comenzado a hablar.
—Sí, es sólo que— oh, ahí venía, no—. Ehh, ¿podemos... podemos dejar la salida para mañana, quizá? SeungMin me dijo que quería tiempo conmigo, y no supe cómo decirle que no.
HyunJin sonrió, achicando sus ojos, naturalmente hermosos—. Sí, por supuesto, no te preocupes.
Una de las manos de HyunJin se dirigió hasta el cabello azul de JeongIn, acariciándolo suavemente, dándole un poco de paz.
Sus ojos se encontraron una vez más, perdiéndose completamente en los del otro.
Un sentimiento en su pecho le inundadaba de ganas por abalanzarse sobre él, y besarlo, besarlo de una manera que demuestre todo lo que le hacía sentir.
Y HyunJin, él quería también hacer lo mismo, abrazarlo y llenarlo de todo aquel sentimiento hermoso que JeongIn causó a su corazón desde el primero momento en el que lo vió.
Mas ninguno podía hacerlo, y no era sólo por el hecho de que tenía cuatro ojos encima de ellos observándolos por la puerta, no, es que aún no tenían el valor para decirlo.
Seguridad tenían de que sentían el mismo amor el uno por el otro, pero la barrera que nos les permitía decirlo, era la inseguridad de no ser correspondido, y les daba miedo, además del sentimiento de no ser suficiente para el otro.
Cuando en realidad, los dos se amaban en silencio, y aunque se lo habían demostrado en pequeñas nuestras de afecto, quizá sólo uno podía estar listo para el siguiente paso.
Quería arriesgarse, porque sentía que valía la pena, el chico valía la pena.
—D-Debo irme, Seung está esperando— dijo aún sin apartar su mirada.
—S-Sí, por supuesto— HyunJin se hizo un poco hacia un lado, para dejarlo pasar.
El primero en despegar su mirada, fue JeongIn, quién rápidamente se fue de la cocina, chocando con aquellos cuatro que estaban ahí.
Sin decir mucho, salió de la casa, colocándose sus zapatos esperando a SeungMin.
Salió minutos después, mientras escuchaba como se despedía de ChangBin.
El día estaba soleado, hermoso, pocas nubes y se veía ese lindo celeste.
Además, la brisa de mar entraba por sus fosas nasales, y el sonido de las olas por sus oídos, y con ello, las pisadas de SeungMin.
—Ustedes dos se traen una tensión sexual que da miedo— comentó caminando ya junto a su primo.
—Cállate— dijo—. ¿A dónde vamos?
—Antes de salir, busqué algo que sé que te gusta— le observó por el rabillo del ojo—. Y no hablo de HyunJin.
El chico suspiró—. ¿Me vas a decir o no?
La carretera no estaba tan lejos de la casa, al igual que la ciudad. Sólo era cuestión de una caminata de quince minutos para que llegaran a la civilización.
—Hay un lugar con videojuegos cerca, sé cuánto te gustan, así que iremos ahí, pero antes, almorzaremos en un restaurante que está por... allá— señaló un local de comida que se veía bastante llamativo.
Se dirigieron hasta dicho lugar, viendo como poco a poco las personas comenzaban a aparecer en pequeños grupos.
—A veces me asusta que me conozcas tanto.
—Lo sé, pero puedo usarlo a tu favor.
—Y para mí desgracia también— sonrió falsamente.
—Por favor, In— abrió la puerta del lugar, dejando pasar primero a JeongIn, y luego él—. Sabes que nunca podría hacerte algún daño.
—Eso es cierto, gracias— con la mirada, buscó una mesa, encontrando una al lado de la ventana.
—De nada— caminaron hasta el lugar, siendo seguidos por una mesera.
Luego de que les dieran el menú, y cada uno haya elegido lo que querían comer, SeungMin recogió sus manos para darle una fulminante mirada a su primo, quién lo vió con miedo y extrañes.
Se volteó tratando de averiguar si veía a alguien detrás de él, pero al no ver a nadie, volvió hacia el frente con el ceño fruncido—. ¿Qué te pasa?
—Hablemos de tu novio— JeongIn rodó los ojos.
—HyunJin no es mi novio.
SeungMin rió—. Yo no dije que habláramos de HyunJin.
JeongIn se sonrojó.
—Pero ya que veo que quieres que hablemos de él, dime, ¿todo bien ahí arriba?— sus ojos se dirigieron hasta su pecho un segundo, refiriéndose a su corazón y sentimientos, luego volviendo a sus ojos.
—Sí, todo bien— habló por lo bajo.
—... ¿Y cuando darás el siguiente paso? O él, no lo sé, pero quiero estar ahí para grabar y ponerlo en su noche de bodas.
—Seung, me da mucha pena... ¿Y si me rechaza? ¿Y si no siente lo mismo?
—¿Soy yo o tu amnesia te hace ciego por no ver cómo HyunJin está loco por ti?
JeongIn ladeó su cabeza, sin que el chiste le hiciera gracia.
—Okay no, pero en serio, desde aquí puedo ver cómo HyunJin también siente lo mismo por ti.
SeungMin pasó su vista hacia el ventanal del lugar, viendo como a lo lejos, las cabelleras negras, azul y castaña de sus amigos pasaban rápido por el otro lado de la calle.
Mierda. Pensó justo cuando vió que JeongIn estaba por ver en su misma dirección.
—Oh, mira, ahí vienen nuestros pedidos— la dirección de su vista pasó hasta la chica que se acercaba de nuevo a su mesa con su comida—. Gracias— dijo cuando les dejó en frente sus pedidos.
—Me gustaría decirle a HyunJin lo mucho que me gusta, hyung— tomó sus palillos, acomodándolos entre sus dedos—. Pero tengo miedo, de su rechazo, y de no ser suficiente para él.
SeungMin levantó su vista, hacia su primo, que dejó caer una apenas visible lágrima que limpió con rapidez.
—Oye— llamó su atención—. Eres más que suficiente para cualquier persona, no sólo HyunJin, y si esa persona no lo valora, pues de pierde de un gran chico como tú, porque eso eres, JeongIn, un gran chico con un corazón y sentimientos puros.
Internamente, JeongIn lloraba por no creer ser merecedor de una persona como lo era su primo. De verdad se sentía feliz de tenerlo.
—Gracias, hyung— sonrió levemente.
—No me agradezcas, es la verdad— repitió su acción, y luego comió un bocado—. Ahora come, no dejes que se enfríe.
×
—¡Hacia la derecha!— gritó JeongIn viendo como el chico hacia lo que podía por girar hacía ese lado.
—¡Qué no puedo! ¡Es difícil!
Y dos segundos más, en la pantalla la señal de “Game Over”, aparecía en colores blanco y rojo.
JeongIn miró con cierto desapruebo a su primero, que los había hecho perder por no girar a la estúpida derecha.
—Oh, no, no me mires así que sabes que nunca fuí bueno para esto.
—Tengo que llevarte más a lugares como este, no puede ser— se palmeó el rostro—. ¿Qué hora es? Ya quiero irme.
Indiscutiblemente, habían pasado el día entero en ese lugar, luego de comer, se dieron con la búsqueda del lugar donde SeungMin dijo que llevaría al peliazul a jugar, lo que les llevó alrededor de diez minutos.
—Diez para las ocho— guardó su teléfono—. Creo que es hora de irnos. Ve a reclamar el premio con los puntos.
Sin chistar, JeongIn se levantó del asiento, en dirección a la chica que se encargaba de contar los puntos y entregar los premios.
SeungMin, por su lado, contaba los timbres hasta que contestara.
—Te dije que yo te llamaba, Seung— ChangBin contestó al segundo timbrazo.
—Lo sé, pero casi en hora y ustedes no me daban señala de vida— bufó—. Ya vamos para allá, JeongIn ya se cansó de jugar, dile al resto.
—Sí, mi rey— rió del otro lado de la línea.
—Dios— copió su acción, viendo en dirección a JeongIn—. ¿Lix y Chan ya están ahí?
—Sí, llegaron hace un rato, tienen todo, sólo faltan ustedes.
—Bien, te veo en un rato.
—Tengan cuidado, adiós, te amo.
—Sí, gracias, también te amo, adiós— y sin más, cortó la llamada.
Caminó hasta JeongIn con una sonrisa, y no sabía si era por como le había llamado ChangBin, o si era por lo que estaba por suceder.
—¿Qué conseguiste?— pasó un brazo por sus hombros.
—Esto— le mostró unas piedritas de colores—. Son las piedras del infinito. No es mucho, pero es trabajo honesto.
—Bueno, al menos conseguimos algo— de encogió de hombros—. Vamos a casa, Innie.
Dijo antes de salir del lugar.
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