One-Shot
Solo como nota, les sugiero tener un pañuelo cerca. Por si acaso(?)
Ah, y puede haber algo de OOC ;; Lo siento.
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Amnesia anterógrada. Esas fueron las primeras palabras que llegaron a su mente como si éstas estuvieran grabadas a fuego, aunque realmente parecían meras letras ordenadas sin sentido que llegan sin avisar y que no tienen significado alguno.
Aún mantiene los ojos cerrados mientras que siente la suavidad de unas sábanas con un dulce olor a frutas exóticas, en su rostro se forma una sonrisa llena de paz y su cuerpo empieza a removerse bajo aquella nube de tela que acaricia su desnudez en suaves caricias que, de tener piel, se le erizaría. Siente la luz del Sol intentar traspasar las cortinas, siente una enorme cama bajo su cuerpo, sin embargo se encontraba solo. De repente siente un extraño vacío en su alma y es entonces cuando siente la necesidad de abrir los ojos.
¿Dónde estaba?
No reconoce aquella habitación, no reconoce aquella cama ni tampoco reconoce aquel color azul marino que adorna las paredes. Sus intensos ojos se pasean por aquel cuarto observando aquellos adornos que le causaban una enorme curiosidad y tremendo miedo a la vez. Cuando logra despertar como es debido y se da cuenta realmente que estaba en un lugar que no reconocía se alza con rapidez apoyando con sus codos en la cama empezando a mirar a su alrededor con la respiración ligeramente agitada y con una expresión de completa confusión plasmada en su rostro. Sus ojos descienden hasta su cuerpo, notando entonces que estaba desnudo. Con temor, levanta las sábanas que ocultaban su cuerpo y sí, estaba completamente desnudo. El miedo se instala en la parte baja de su cabeza y el principio de unas lágrimas se agolpan en sus ojos mientras se vuelve a tapar como puede a la vez que acaba incorporándose del todo y se sienta en la cama, encogiéndose en sí mismo.
-¿Ho-Hola?- Alza un poco la voz mientras que nota cómo ésta le temblaba. De repente su respiración se corta dejando salir de su boca un pequeño sonido de sorpresa.
Escucha ruidos en la planta de debajo de aquella extraña casa y su primera reacción fue recoger la sábana para envolverse el cuerpo con ella. Tenía que encontrar un teléfono, llamar a la policía y salir de allí antes de saber qué demonios pasó ayer y cómo ha acabado en aquella casa. Busca como puede mientras iba tropezando con la sábana, algún teléfono, algo. Pero no había nada. Incluso cuando intenta abrir la ventana, ésta estaba completamente cerrada y hasta sellada.
Ahora el miedo empieza a instalarse en su pecho cuando la idea de un secuestro pasa por su mente; siente miedo de quien quiera que estuviera abajo haciendo ruido; tenía miedo de lo preparada que en realidad estaba aquella habitación que lo obligaba a bajar si quería salir de allí. Busca algo para poder taparse y así poder dejar de tropezarse. Abre el armario con sumo cuidado y silencio, temiendo llamar la atención de alguien, y para su sorpresa encuentra que toda su ropa estaba allí colgada y ordenada como solo él la ordenaría. Frunce el ceño intentando recordar cuándo demonios ha entrado en aquella casa y había dejado allí su ropa.
Cuando empieza a dolerle la cabeza por el esfuerzo termina resoplando y, sin darle más vueltas, se viste con rapidez. Tenía que salir de allí, llamar a la policía y denunciar a aquel ser que lo había drogado, porque esa es la única razón que se le ocurre. Un día escuchó sobre una droga que te inhibe de todo sentimiento, te deja atontado y completamente sumiso, y te hace capaz de hacer todo lo que la otra persona quiera. ¡Claro! ¡Eso ha tenido que ser! Lo han drogado y le han obligado a traer su ropa... y doblarla.
-No, eso no tiene sentido. Si me hubieran drogado yo...- Abre los ojos y se lleva las manos al trasero. Sentía una leve molestia que antes no le dio importancia, pero ahora... ¡¿Le habían violado?! –No puede ser... Tengo que irme de aquí- susurra y se apresura en abrir, con sumo cuidado, la puerta de la habitación haciendo una leve mueca cuando chirría un poco.
Como puede pasa por el hueco que ha podido abrir sin querer haber más ruido y mira curiosidad aquella segunda planta de una casa completamente desconocida para él. Si se detenía a pensarlo, la verdad es que era bastante bonita. Era grande y los acabados de madera eran preciosos.
Bien parecía que aquella casa era hecha para él porque tenía todo lo que siempre deseó de una casa.
Sacude la cabeza para concentrarse y dejar de pensar en tonterías en un momento de vida o muerte como ese. Se frota la cara con frustración mientras que, con todo el silencio que podía tener, va bajando la escalera intentando pisar en sitios concretos donde la madera no crujiera bajo sus pies. A medida que baja va escuchando más nítidamente el ruido que, al parecer, era el sonido de alguien trasteando la cocina, y hablábamos de cocina porque en cuanto baja el último escalón, llega a su inexistente nariz un olor a pan, zumo, bollos y frutas que casi lo deja sin fuerza en las piernas. Está a punto de asomarse por aquella puerta donde salía el olor pero pronto recuerda que quien estuviera allí podría ser peligroso, así que camina con rapidez y sigilo hasta la puerta, y cuando un suspiro quiere salir de su boca, éste se ahoga en su garganta y su respiración vuelve a cortarse.
-No... Esto no puede estar pasándome- Susurra para sí y empieza a forzar la puerta, pero no se movía ni un centímetro por mucho que tirara.
Mira a su alrededor para buscar las llaves o algo que le ayuda a huir de allí cuando su cuerpo se tensa al escuchar su nombre pronunciado por una voz masculina a su espalda.
-Outer, tranquilo- Un escalofrío atraviesa y recorre cada una de las vértebras de su columna. Aquel "tranquilo" lo había puesto más nervioso. ¿Cómo quería que se relajara cuando lo tiene encerrado en aquella casa y le ha hablado con aquella voz tan sumamente profunda y calmada... casi suplicante? Niega con la cabeza y cierra con fuerza los ojos a la vez que apretaba aún más el pomo de la puerta –Déjame que te explique. Relájate... ven a la cocina, te he preparado el desayuno-
Outer abre los ojos sorprendido por las palabras de aquel esqueleto. ¿El desayuno? ¿Pero qué clase de secuestrador es éste?
-¿Q-Quién eres tú?- Su voz tiembla y lo nota, su cuerpo tiembla y lo lamenta. Bien hecho, Outer, un monstruo te ha secuestrado y en vez de sonar amenazante como cualquier otra persona lo haría, tú vas y sueltas esa pregunta de niño pequeño asustado. Muy bien.
Poco a poco empieza a girarse, dejando sus manos tras su espalda aún agarrando el pomo de la puerta, abre los ojos con miedo y es confuso porque ve como aquel esqueleto suspira tras soltar su pregunta. Parece cansado y algo triste.
¿Por qué?
-Me llamo Red. No te he secuestrado ni nada de eso, nos conocemos... Por favor, ven a la cocina y te lo explicaré todo- Outer pega su espalda en la madera de aquella puerta que, aún con el brazo tras la espalda, intenta abrir sin éxito.
-Yo no te conozco. Jamás te he visto en mi vida- responde –Qui-Quiero irme a casa...-
-Esta es tu casa... Ven conmigo y lo entenderás todo- Sus ojos demostraban súplica y tristeza, cosa que logra confundir aún más al pobre Outer que cada vez pega más la espalda a la puerta como si quisiera empujarla con su cuerpo pero no servía para nada.
Ve con miedo como aquel esqueleto empieza a dar pequeños pasos hacia él, notándose que estaba intentando tener toda la delicadeza posible.
-N-no te acerques a mí... yo... yo no tengo nada. No le diré nada a la policía, te lo juro... Por favor, deja que me vaya...- Su rostro se encoge, notando como las lágrimas se agolpan en sus cuencas, dejándole la vista ligeramente borrosa a la vez que aquel miedo instalado en su alma crecía a cada paso que aquel extraño daba hacia él. Sentía su garganta al borde del llanto y sus piernas temblaban mientras seguía intentando abrir la puerta –Por favor, no me hagas daño...-
-Outer, por favor, escucha. Tuviste un accidente hace tres años y estuviste en coma casi cinco meses, cuando despertaste los médicos te diagnosticaron amnesia anterógrada- Red detiene sus pasos, temiendo causarle más miedo al otro. Intenta mantener una voz tranquila y piensa a su vez en las palabras exactas que debía decir porque si se equivocaba volverían a tener un problema con la policía y eso era un día desperdiciado en la comisaría.
Se queda en silencio unos segundos, esperando ver la reacción del otro y, como se esperaba, éste cambia su expresión de miedo a una de confusión total. Al menos ya sabía qué reacción debía esperar.
-Mira, te dejo mi móvil para que llames a quien tú quieras, pero debes prometerme que primero me escucharás. Cuando termine, podrás hacer lo que quieras- Justo como dice, Red saca su celular del bolsillo a medida que hablaba y se lo ofrece, manteniendo su postura tranquila.
Outer lo mira, lo examina con la mirada sintiendo que todo era una trampa, que realmente aquel móvil no tendría señal y que no lo dejaría irse, pero algo en su alma le dice que al menos escuchara sus palabras, por lo que tras dudar unos minutos (que a Red se le hicieron eternos), terminó casi arrancándole el celular de las manos para luego volver a apoyarse contra la puerta, llevándose el teléfono al pecho.
-Amnesia anterógrada- empieza a hablar Red –es un tipo de pérdida de memoria que impide almacenar los recuerdos de largo plazo. Tú... no recuerdas nada después del día del accidente. Tu memoria solo dura un día. Yo te conocí cuando aún estabas en el hospital, fui el médico que te trató- Pasa su mano por su cráneo algo nervioso. Cada día le costaba más explicarlo y cada día debía pensar nuevas formas para convencerlo –Se que suena a locura, pero te digo la verdad. Esta es tu casa. Nuestra casa. La compramos hace un año y tú la decoraste porque tienes un gusto increíble. Tú y yo... tú y yo llevamos juntos casi tres años, mira-
De repente recuerda algo y, aunque la cara de Outer es un auténtico poema de confusión y miedo, saca rápidamente su cartera de su bolsillo trasero. El movimiento tan brusco logra asustar un poco al otro, pero pronto se logra ver un destello de curiosidad en aquellas grandes cuencas cuando lo ve sacar una foto de la cartera. Con duda, da un paso hacia aquel hombre y abre los ojos cuando, éste al enseñarle la foto, logra ver que en ella salían los dos; ambos tenían una sonrisa radiante. Era una foto adorable donde ambos se abrazaban, viéndose enamorados.
-¿Ves? Esta foto nos la hicimos en nuestra segunda cita- vuelve a hablar Red –Te llevé a cenar a un restaurante carísimo en el que me costó bastante dinero conseguir una mesa, pero al llegar tú me dijiste que no querías una cita así. Me suplicaste que nos fuéramos y me llevaste al parque donde comimos unos sándwiches que compramos por ahí...- sonrió ligeramente –Yo temía haberla cagado en nuestra segunda cita, pero tú... tú me besaste y me dijiste que encontrabas más dulce un momento simple, en un lugar bonito, con una comida simple y acompañado de alguien especial... Me convenciste para que apagáramos las luces del parque para ver las estrellas y casi acabamos en comisaría si no fuera porque corrimos tres calles sin parar-
Outer lo oye soltar una leve risilla algo bonita y tonta, notándose que aquel extraño pero dulce recuerdo lo estaba reviviendo en aquel momento; y aunque una suave y pequeña sonrisa nace en su boca, contagiado por la risa ajena, ésta pronto se borra cuando realmente se da cuenta de que aquel recuerdo solo lo estaba disfrutando el otro porque él no recordaba nada de lo que había dicho.
-¿... Has terminado?- pregunta, agarrando con más firmeza el móvil, dispuesto a llamar a la policía, viendo a su vez cómo se borra también la sonrisa del rostro de aquel esqueleto desconocido y su mirada vuelve a ser cansada y triste; como si llevara cargando por años un peso demasiado grande.
-Yo...- lo ve apretar los puños en un claro signo de frustración, quedándose unos segundos callado, pensativo. Unos segundos que resultan interminables y frustrantes para Outer -... Te encanta beber un buen café con mucha espuma mientras lees; la espuma en tu rostro te hace sentir como un niño-
Outer ya se encontraba tecleando el número de la policía cuando sus dedos se quedan estáticos y alza la cabeza con las cuencas completamente abiertas. Al ver esto, Red se anima y dibuja en su rostro una suave sonrisa.
-Te gusta pedir raspado de uva cuando vamos al parque; te encanta ver las estrellas con tu telescopio, siempre dices que el espacio te resulta fascinante y misterioso. También te encantan esos dulces rellenos de mermelada de fresa y nata; te encanta el helado de vainilla y... y a mí me encanta cada vez que la comes porque siempre te manchas la mejilla y te encanta que yo siempre te quite esa mancha con un beso... Te sale una risita muy adorable cuando te avergüenzas-
A cada palabra que decía, Red procuraba hacer los gestos convenientes con las manos para darle más vida a todo aquello. Mientras, Outer se mantiene quieto, con el teléfono a punto de llamar a la policía y los ojos abiertos como platos, además de que un adorable sonrojo aparece en sus mejillas.
-Desde pequeño te ha gustado el espacio y deseabas ser astrónomo, pero un día que fuiste a visitar a un amigo al hospital te perdiste y acabaste en pediatría. Siempre me dices que cuando viste a esos niños, ellos te tomaron cariño enseguida y te diste cuenta que te gustaba mucho más enseñar y divertir a los niños y por eso dejaste la carrera de astronomía y decidiste ser profesor y que fuiste el mejor de tu clase- Poco a poco iba acercándose a pasos lentos hasta que llega a un encogido y asustado Outer que temblaba como una gelatina –Outer, amor, soy yo... Sé que no me recuerdas pero cada día lucho por ti; cada día debo conquistarte y siempre terminas creyendo en mis palabras. Si lo necesitas, te enseño más fotos nuestras, vídeos que tú mismo has querido grabar para ayudarte... Te digo la verdad, nunca te mentiría- Red alza sus manos para tomar el rostro del otro y alzarlo para mirarle a los ojos –Ven y come el desayuno que te he preparado. Luego iremos a donde tú quieras y te enseñaré lo que me pidas-
Bueno, decir que Outer estaba en shock era poco. Decir que estaba confuso eran simples palabras tontas. Pero decir que tenía miedo, eso sí que era mentira, porque justo cuando siente las manos ajenas en su rostro su cuerpo al instante deja de temblar, y mirar a los ojos ajenas, aquellos ojos que tenían un brillo de seguridad y cariño, hacen que su mente quede en blanco y lo único que alcanza a hacer es cerrar los ojos y disfrutar las suaves caricias que los pulgares ajenas le proporcionaban en sus mejillas.
-Es... Todo esto es muy raro... ¿m-me enseñarías esos videos? Y las fotos, también- Abre los ojos y su alma empieza a brillar con intensidad cuando ve la radiante sonrisa que aparece en el rostro del esqueleto frente a él a la vez que lo ve asentir ilusionado, posiblemente porque con aquella pregunta se supone que ha creído sus palabras.
Cuando menos se lo espera sus labios son atrapados en un beso. Sus ojos se abren de la sorpresa pero por alguna razón no tardan ni un segundo en cerrarse de nuevo, correspondiendo. Una vez que Red se separa, deja atrás una de las sonrisas más dulces y a la vez nerviosas que Outer jamás ha visto. Sonrisa que le hace sonreír también.
-Te enseñaré lo que desees, Outer- deja un suave beso en su mejilla, haciendo que el sonrojo ajeno se extienda hasta cubrir todo su rostro.
-Eh.. R-Red, ¿cierto?- Éste asiente mientras baja sus manos, abandonando su rostro para tomas las ajenas y guiarlo a la cocina –M-me preguntaba si, bueno... ¿podrías llamarme como antes?- su cabeza se mantiene gacha y su mirada evita la ajena por la vergüenza de pedir algo así.
-Por supuesto, amor- sonríe Red –Vamos, tendrás hambre y muchas preguntas. Además, tenemos que aprovechar el día- Outer alza la mirada y, aunque aún siente cierta confusión, no sabe cómo pero la calidez de la mano ajena tomando la suya, aquella voz grave pero segura, aquella boca que lo han dejado con ganas de más besos, todo esto hace que un calor familiar y abrasador se instale en su pecho y le diera la sensación de querer seguirlo a donde éste quisiera.
Mira a su alrededor admirando aquella preciosa casa, queriendo explorarla por completo, pero cuando se da cuenta, el olor de un deliciosos desayuno llega a su inexistente nariz y logra hacerle agua la boca. Baja la mirada y ladea la cabeza al ver la mesa. Era sorprendente. Toda la mesa estaba llena de comida: tostadas, fruta, zumo, leche, croissants, dulces de diferentes rellenos y un pequeño bote de helado. Las cuencas de Outer destellan con un brillo de sorpresa y hambre mezclado.
Aquel brillo, aquella increíble expresión, por ese precioso rostro es que Red luchaba día tras día por su relación. Por aquel brillo, Red trabajaba por las noches y volvía temprano para hacerle el mejor desayuno a su pareja; desayuno que cada día era nuevo para Outer. Solo para ver aquella carita iluminada y adorable que siempre ponía. Cada día era uno nuevo, cada día notaba como Outer se enamoraba de él y cada día le gustaba más hacerlo.
-¿Todo esto es para mí?- Outer se señala a sí mismo aún sin creérselo, y cuando Red asiente y le invita a sentarse, no duda ni un segundo en dejarse caer en la silla y empezar a comer. Intenta comer todo con un poco de calma, pero ¡Dios! todo estaba delicioso. Cuando se da cuenta de que el de diente de oro no ha tocado nada, intenta tragar y se da suaves golpes en el pecho para que bajara aquella cantidad de comida. Al final toma el zumo que Red le estaba tendiendo para no morir ahogado –Gracias- le sonríe suavemente -¿Tú no comes?-
-Desayuné cuando llegué de trabajar, tranquilo. Todo esto es para ti, pero no te ahogues que no quiero quedarme sin novio-
Outer ríe y lo ve apoyar su codo en la mesa y la barbilla en la mano con una sonrisa divertida y seductora que consigue encender su rostro de nuevo.
-Tra-Trabajas en el hospital, ¿verdad?- pregunta para cambiar el tema. Lo ve asentir -¿Y trabajas por la noche? –Red vuelve a asentir y de repente lo ve levantarse e irse de la cocina para meterse a otra sala. Outer estira el cuello y ladea la cabeza intentando saber a dónde había ido mientras que al mismo tiempo mete la cuchara al bote de helado -¿Y haces todo esto cuando llegas?- Alza la voz para que lo escuche y pega un pequeño salto cuando lo ve entrar de nuevo por donde se había ido, pero esta vez regresa con lo que parecía un álbum de fotos entre sus manos.
-Sí, siempre te levantas con mucha hambre. Además... me gusta la expresión que pones cuando ves todo esto- Red arrastra la silla para sentarse junto a Outer, quien se sonroja de nuevo con intensidad. Cuando va a abrir el álbum, Red mira al otro con diversión al notar la mancha de helado en su mejilla -Eres adorable- susurra, ladeando la cabeza para dejarle un beso y limpiarle.
-N-No digas eso...- Outer se encuentra completamente avergonzado, encogido como un ratoncito que quiere esconderse del gato que lo acecha y le pone nervioso.
-Mira- le dice, aguantando la risa que ahogaba en su garganta, y abre el álbum por la primera página.
Outer al ver la primera foto se endereza, mirando con nueva curiosidad. Mira cada una de aquellas fotos; la primera es la que más le había gustado y era una de ambos en lo que parece un fotomatón, él estaba sentado en el regazo de Red, siendo abrazado por éste y ambos estaban tan sonrientes. Red le enseña todo el álbum y se queda unos segundos a admirar cada una de ellas. Fotos en la nieve, con trajes de esquiar, todos en una acogedora cabaña junto al fuego celebrando algo que al segundo pudo leer abajo de la foto que era su primer aniversario. Fotos en la playa, ambos en el mar, peleando con almohadas, leyendo bajo la sombra de un árbol. Fotos con su familia y la que supuso era la familia de Red.
Fotos de numerosas aventuras que no recordaba pero que le encantaría recordar.
En la siguiente página ponía como título "Nunca olvidar" con su propia caligrafía y las fotos siguientes eran de Red y que, supuso, él mismo las había tomado, pues eran fotos de aquel esqueleto en diferentes situaciones. Red saliendo de la ducha e intentando taparse con una toalla, comiendo, sonriendo a la cámara, trabajando en el hospital, durmiendo y con él mismo a un lado haciendo un gesto de silencio.
Cada foto le hace sonreír, soltar una que otra risilla o algún pequeño sonido de sorpresa. Una vez que termina el álbum siente unas inmensas ganas de ver más, de saber más de aquellos años que no recordaba y, aunque no se daba cuenta todavía, ya empezaba a sentir aquel burbujeante cosquilleo en su cuerpo.
Ya se estaba enamorando de Red y éste no lo iba a pasar por alto.
-¿Tienes más fotos?- pregunta Outer casi con súplica, removiendose nervioso en su silla. Su apetito se había esfumado, estaba nervioso y necesitaba saber más, pero cuando ve a Red negar con la cabeza lo invade la decepción.
-Pero hay un video que quiero que veas- le dice al notar su tristeza -Lo hiciste tú-
Outer aguanta la respiración cuando ve a Red tenderle una tablet y deja el álbum en la mesa, tomándola con sumo cuidado temiendo romperla. Mira curioso y a la vez ansioso cómo es que el otro la encendía y reproducía el video.
Outer se vio a sí mismo, sentado en un sillón, sonriéndole a la cámara y al esqueleto que estaba detrás de ella.
-"Hola Outer, supongo que a estas alturas el encanto de Red ya te ha convencido y de seguro te preparó el mejor desayuno de tu vida"- lo oye reír y Outer se sonroja al verse descubierto por sí mismo -"Este video lo grabo para que recuerdes las cosas importantes que has vivido durante este tiempo en tu vida. En nuestra vida... Red... Red es... Él es perfecto, pero creo que ya te estás haciendo la idea"-
"A lo largo del día irás recordando pequeñas cosas, pero no te asustes, es normal. Lo malo es que luego olvidarás todo de nuevo. No preguntes si hay cura... no la hay. Créeme que hemos intentado de todo; desde someterme a terapia hasta intentar quedarme despierto toda la noche... pero nada"- Su yo de la pantalla suspira triste, casi al borde del llanto, pero logra recobrar la compostura y le hace un gesto a quién está detrás de la cámara de que esta bien -"Por favor, ama a Red. Trátalo bien porque él se desvive por nosotros. Oblígalo a dormir porque el idiota trabaja toda la noche para poder pasar el día con nosotros... Imagínate amar a una persona, darlo todo por ella cada día y que ésta... que ésta lo olvide como si nada. Que olvide todos los momentos que vivieron juntos... No lo dejes ir... No dejes que se vaya, por favor... Él es lo mejor que nos ha pasado"-
-"No pienso abandonarte, Outer"- La voz de Red se suma al video y de pronto se ve como éste sale tras la cámara y va casi corriendo a abrazar al otro, quien se encontraba medio llorando -"Relájate, amor. ¿Quieres que dejemos esto para después? Podemos volver a empezar de nuevo"- el Outer del video niega con la cabeza y se abraza a Red soltando un leve sollozo ahogado. El llanto parece durar unos veinte segundos porque pronto vuelve a serenarse y aquellas lágrimas que estropeaban aquel rostro pronto son limpiadas por las manos de Red, el cual, tras dejarle un beso en la frente, vuelve a sostener la cámara.
-"Perdona, es solo que pensar en todo lo que hace Red por nosotros y que nadie se lo agradezca... me duele. Y me da miedo que algún día pueda hartarse y que nos quedemos solos"- La cámara se mueve de un lado a otro, negando las palabras recién dichas.
-"Estoy demasiado enamorado como para abandonarte, amor"- la voz de Red vuelve a escucharse y la sonrisa que aparece en el otro es de felicidad pura.
-"¿Ves? Es perfecto. Y algo tonto a veces, pero no tomes en cuenta eso. Vive estresado, es normal"- Outer se señala a sí mismo y luego ríe -"Bueno, solo quería decirte que intentes no darle muchos problemas. Quiérelo mucho... por favor... Ámalo, se lo merece más que nadie"- De repente, Outer se levanta y camina hacia la cámara, jalando a Red hacia el sillón y sentándose en su regazo -"Te amo, Red... y por mucho que lo olvide, siempre acabaré amándote. No lo olvides nunca. Te diría que recuerdes hacerme pasar un día perfecto, pero sé que no es necesario"- Ambos se besan y acaba el video.
Outer siente un vacío en su alma, un dolor que le perfora por dentro. Aquel video había sido... hermoso. Le había llegado directamente al corazón. Cuando gira la cabeza, abriendo la boca para decir algo, de inmediato la cierra pues la imagen que se le presenta le parte el corazón en mil pedazos y es que Red se encuentra llorando en silencio, cual niño pequeño.
Sin dudarlo, deja la tablet sobre la mesa y se gira de golpe para poder abrazarlo con fuerza, como si temiera que éste pudiera desaparecer en cualquier momento.
-Red, n-no llores. Por favor... Yo... Yo quiero pasar el día contigo. Quiero estar contigo- suplica, escuchando los sollozos ajenos. Se separa solo lo suficiente para llevar sus manos al rostro del otro y empieza a limpiar sus lágrimas con los pulgares con suaves caricias que parecen tranquilizarlo -Debe ser muy difícil cargar con todo esto tú solo. ¡Pa-Pasemos un día inolvidable!... Hagamos más fotos que pueda ver mañana. ¿Podemos?-
Red lo mira y una dulce sonrisa aparece en su rostro, que derrite por completo a Outer y lo impulsa a plantarle un beso apasionado y fugaz.
-Te amo- le dice, no muy seguro. Pero toda duda desaparece al ver cómo se ilumina la expresión de Red, mientras más lágrimas resbalan por sus mejillas.
Aquel día fue el más feliz de su vida, claro, sin contar todos los demás días que también fueron únicos en su momento y que quedaron en fotos como su único recuerdo. Outer tomaba infinidad de fotos en reemplazo al almacenamiento que su mente se negaba a guardar. Ese día ambos fueron a la feria e hicieron una infinidad de fotos que pegaron en el álbum sin dudarlo. Fotos en la montaña rusa, fotos comiendo un helado, fotos en algunos juegos, fotos abrazándose, besándose y sonriendo de completa felicidad. Y por último, la foto que cambió por completo el día: Ambos montado en la noria, con un Red arrodillado en el espacio que le dejaba la cabina, sacando un anillo simple pero no por eso mejor hermoso y un Outer con la cara descompuesta en asombro y felicidad.
La siguiente foto es de ambos sonriendo ampliamente y sobre ésta estaba escrito el título: "¡Nos casamos!".
Al día siguiente Outer no recordaba nada. Volvió a encontrarse desnudo sobre la cama, Red volvió a hablar con él, un nuevo desayuno perfecto fue hecho, un álbum de fotos nuevamente hojeado y un video nuevo que el Outer del día anterior quiso hacer. Un video donde ambos habían vuelto de la feria y gritaban sobre una boda, reían y saltaban por todas partes completamente emocionados.
El álbum siguió llenándose, Red jamás se cansó de enamorar a Outer cada día. Ambos tuvieron una boda preciosa y aunque Outer nunca logró vencer a la amnesia, era el monstruo más feliz del mundo cada día que vivía.
Porque todos los días son especiales.
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