Capítulo 2.
Me acerco a la puerta, toco el timbre y espero que alguien abra, pero nadie lo hace, intento tocar de nuevo y escucho voces en el interior, vuelvo a tocar y las voces se hacen más fuertes, puedo escuchar desde mi lugar lo que hablan:
—¡Ximena! ¿Que no escuchas que están tocando?
—¡Echeee! Y si estas escuchando, ¿porque no vas y abres tú?
—¡Por qué la última vez abrí yo!
—Anda Ahslye abre tú, que me estoy arreglando las uñas, ¿si?
—¡Tú siempre estás haciendo algo! Abriré yo, total, ya voy de salida.
Cuando alzo la mano para tocar el timbre una vez más, la puerta se abre desde adentro y veo salir a una chica de cabello negro azulado que me mira de arriba a abajo y me dice sin más:
—¡No estoy interesada en ir a la iglesia! —y pasa de mí.
La chica que vino con la pelinegra se queda parada en la puerta y me ve de arriba abajo.
—Jum —me examina detalladamente—, tú debes ser Stella la nueva inquilina ¿cierto?
—Si —le digo un poco sorprendida—, ¿cómo lo supiste? —. Le pregunto.
—Pues fácil, por las maletas y que la semana pasada nos enviaron una notificación informando tu llegada. Pero pasa, no te vas a quedar ahí todo el día.
Pasamos al salón y la casa es moderna, sala, comedor en el mismo lugar y cocina abierta que la separa del resto con un amplio mesón de marmol, hay una puerta de vidrio que da al jardín, en este hay un pequeño lugar ambientado para hacer barbacoas.
—Las habitaciones están arriba, la tercera puerta a la izquierda es la tuya, te ayudaria con las maletas, pero... —me muestra sus manos— Me estoy arreglando las uñas, ¿si me entiendes?
—Claro, no te preocupes.
Subo mis maletas una a una para luego acomodarme dentro de mi habitación, cierro la puerta y voy detallando todo, una cama donde cabemos fácilmente tres personas, una mesita de noche a cada lado de ella con lámparas modernas y un reloj despertador digital en una. El closet llega de pared a pared y está perfectamente dividido, tiene una cómoda con varios cajones y un pequeño banco forrado de peluche morado está guardado en medio, abro la siguiente puerta y me sorprendo con el tamaño del baño, tiene dos lavabos, ducha y bañera.
Salgo de nuevo a la habitación para comenzar a ordenar mis cosas, abro el closet y encuentro un espejo de cuerpo entero en una de las puertas y me veo en el. «Si parezco vendedora de biblias, debí cambiar mi atuendo» pienso.
Comienzo a desempacar cuando la voz de Ximena me sobresalta:
—¿Ya viste todo? —pregunta sentándose sobre la cama.
—Si —le respondo, «acaso aquí no hay privacidad».
—Bien, tu balcón da a la parte trasera de la casa por si no lo notaste.
—No, gracias por decirme —sigo acomodando mis cosas.
—Está prohibido traer chicos a dormir a la casa, pero si alguna vez quieres traer uno, no tenemos problemas, solo debes colocar el cartel de no molestar en tu puerta y entenderemos, las paredes son gruesas así que no se escuchan los ruidos.
Me sorprende su comentario, pero lo dejo pasar.
—Te lo digo porque una vez Ahslye trajo a un jugador de baloncesto a pasar la noche y no escuché ruido alguno, al día siguiente se levantó con moretones en el cuello y piernas, pensé que la había atacado un vampiro o algo parecido.
Me echo a reír por sus ocurrencias, me cae bien esta chica. Se acomoda mejor en la cama y comienza a hacerme pregunta tras pregunta: ¿Porque decidiste venir aquí, que si tengo hermanos, novio, tus padres están divorciados? Y pare de contar, le respondo una a una sus preguntas, sin darme cuenta cuando termino de acomodar todo.
Un fuerte golpe en la puerta principal me sobresalta y escucho un grito:
—¡Ximenaaa! —ella rueda los ojos, imagino que sabe de quién se trata.
—Alguien llegó de malas —me dice levantándose de la cama y voy detrás de ella.
Escuchamos más ruido en la cocina, cuando cruzamos y veo a la chica pelinegra de hace unas horas buscando no se que cosa en la nevera, veo que saca un bote grande de helado y busca una cuchara en una de las gavetas.
—¿Qué pasa de malas otra vez? —pregunta Ximena a mi lado.
—¡Odio a los hombres, voy a buscarme una novia, definitivamente! —dice pasando a mi lado—, y ya dije que no me interesa ir a la iglesia —se sienta en el sillón de la sala y se mete una cucharada de helado a la boca.
—Ahslye —Ximena se acerca a la sala mientras yo me quedo apoyada en el mesón de la cocina—, ella es Stella, nuestra nueva compañera de casa —dice.
Ahslye voltea a verme y me detalla de arriba abajo.
—Pues no tengo la culpa que vista como novicia de pueblo. —Ximena se suelta a reír
—Es moda europea —le digo mientras cruzo los brazos molesta.
—Pues estamos en Canadá y aquí la gente no se viste así. Pero de igual forma bienvenida.
—¿Gracias?
Ahslye sigue comiendo el tarro de helado sin decir nada más, Ximena se acomoda en el sillon.
—Y bien, suéltalo vamos ¿que pasó ahora? —pregunta Ximena.
—Es Duncan, el muy idiota, ¡estaba en la cancha besandose con otra!
—Ohhhhh, entiendo y eso te molesta ¿por?
—¡Por qué si!
—Pero si ya no son novios, tú lo terminaste hace dos meses por otro.
—Sí pero... No puede besarse con otra en mi presencia, además era bien fea esa chica, ni comparación conmigo que soy...
— "La sensación del barrio" —dijeron ambas a la vez.
Alguien toca a la puerta, Ximena y Ahslye se miran con los ojos entrecerrados y suelta la pelinegra:
—¡Te toca, yo fui la última vez!
—Echeeee, yo fui contigo ¿lo olvidaste?
Ellas comienzan a discutir por ver quien abre la puerta, ahora entiendo porque cuando toque nadie me abrió, decido abrir yo la puerta y del otro lado veo a Andres.
—Hola vendedora de biblias —me dice haciéndose el gracioso.
—Stella —le digo de brazos cruzados—, mi nombre es Stella.
—Ok, Stella, aqui esta tu horario —me entrega una carpeta—, como lo perdiste y yo soy muy amable me atreví a traertelo.
Lo recibo y se queda ahí parado esperando algo ¿más?
—¿Quién es Stella? —dice Ximena que se acerca detrás de mí—, ¡tú! ¿Qué haces aquí? —pregunta arrugando la sien.
—Vino a traerme mi horario —le digo— gracias.
—De hecho, hay algo más que quiero decirte, quiero invitarte —Ahslye se acerca a la puerta también y cruza los brazos—, bueno quiero invitarlas al partido de fútbol de mañana por la noche.
—¿Y con qué intenciones nos invitas? —le pregunta Ahslye.
—Solo para que nos hagan barra nada más, ya después si ganamos, puede que hasta las lleve a la fiesta —dice Andres y Ximena acepta por todas nosotras:
—¡Claro que iremos!
Andres se va y cierro la puerta.
—¿Cómo que iremos? —le pregunto
—¡Si, es tu oportunidad de conocer más personas y de ir a esa fiesta! —me responde emocionada.
—Iremos, pero no vas a ir en esas fachas de monja, tendremos que ir de compras —dice Ahslye.
No termino de convencerme, pero qué más da, a ir de compras entonces. Y aquí comienza nuestra amistad.
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