Capítulo 13.

   Stella:

   Lunes por la mañana, los pasillos parecen normales, estudiantes en los casilleros, otros comiéndose a besos en las esquinas sin importarles quien los vea, unos chicos corren porque van a llegar tarde a su primera clase del día y yo, pues, solo camino tranquilamente como siempre siendo invisible.

   Voy a mi casillero saco los libros de las dos primeras clases y el estruendo del casillero de al lado me hace brincar del susto.

—¡Hola! —me dice efusivamente Javier como si fuéramos amigos de toda la vida.

—¡Siempre eres así de bullicioso, quieres matarme de un infarto! —le reclamo mientras cierro mi casillero y él se ríe.

—Vamos, te acompaño al salón, tenemos que hablar con la profesora antes de que nos asigne otras parejas.

—Espera... —le digo mientras me arrastra al salón de clases de la mano—, No le puse clave a mi casillero —hizo caso omiso a mis palabras.  Entramos y todos se me quedan viendo como si fuera un bicho raro y es ahí donde me doy cuenta que Javier aún me tiene tomada de la mano y lo suelto inmediatamente. «Adiós a seguir siendo invisible».

   Pasan las tres primeras clases del día y voy a la cafetería a encontrarme con mis amigas, como siempre están llenos todos los lugares, a excepción de nuestra mesa, me acerco a Ahslye quien está con Tommy aún un poco cabizbajo por lo ocurrido y me siento dejando un espacio entre él y yo para Ximena, quien se nos une al poco rato y unos minutos después, llega el trío dinámico y se sientan con nosotros, mis amigas arrugan la cara mientras ellos se acomodan y saludan.

—¿Qué hacen aquí estos tres, acaso ahora se sentaran con nosotros todos los días? —me pregunta Ximena al oído y no se que responder, solo levanto mis hombros sin decir nada más.

   Andres toma la palabra y decide hablar:

—Bueno ya que ahora todos nos conocemos podemos sentarnos juntos —pasa su brazo sobre mi hombro y sonríe—, Javier hace equipo con Stella en clases así que lo verán muy seguido por su casa —las chicas me ven y creo que no les gusta la idea por como me miran—, ya ustedes a mi me conocen y a Ricky también así que, haremos un excelente grupo.

   A Ricardo no le gusta que le digan Ricky pues apenas Andres habló gruñó, «no entiendo porque es tan antipático si se ve buena gente».

   Tratamos de comer en silencio, pero Andres y Javier hablan del partido de ayer de la liga española y Ahslye rueda los ojos fastidiada de escucharlos.

   La puerta de la cafetería se abre abriendo paso a las cruella's, su mesa está casi al final del pasillo con su letrero puesto de "reservada", aún no entiendo por qué tienen tantos privilegios esas tres y una mesa para diez personas solo para ellas.

   Nathaly y sus sombras pasan cerca de nosotros y alza más la nariz, debe sentirse como un ser superior a todos con las ínfulas que se carga. Veo con cierto disimulo a Javier para observar su reacción y es como si a su lado no hubiese pasado su novia, porque la ignora totalmente.

   Ella y sus amigas se sientan en sus lugares, pero Nathaly lo hace dándonos la espalda. Samanta se sienta justo frente a nosotros, imagino que será quien le informe los movimientos de su novio mientras está aquí.

—Bien —dice Ahslye—, a lo que vinimos. Ximena, Tommy y yo ponemos atención a lo que ella dice— hice varias llamadas esta mañana y pude averiguar el servicio de catering que servirá en la fiesta y están contratando personal, necesitaremos pantalones de vestir negros, corbatas y camisas largas rojas.

   Abro los ojos como platos, «¡habla en serio!», creo que comienzo a sentirme indispuesta.

—Quita esa cara Stella —me regaña— es el momento de hacerlo pagar.

—¿De qué hablan? —pregunta Andres y no le respondo.

   Ahslye lo ve unos instantes como si dudara en decirle, pero ve a Tommy y este asiente.

—Tenemos un plan para desenmascarar a un infiel en la convención que se efectuará en el hotel más elegante de la ciudad... ¿Te interesa?

   Veo a Andres muy entusiasmado mientras yo ya tiemblo como una hoja y no ha llegado el día.

—¿A quién hay que matar? —pregunta emocionado y Ahslye le da una sonrisa de medio lado que asusta.

   Ella le explica todo el plan que tenemos hasta ahora y a él le gusta la idea:

—Me apunto, Javier y Ricky también —dice sin consultarles.

—Nope, ¿De qué carajos estás hablando Andres? ¡A mi no me metas en tus broncas, ya mucho tuve con lo de la fiesta del otro día! —dice Ricardo un poco molesto, como que es su estado habitual.

—Oh vamos chicos, es por una buena causa... ¿ Qué podría pasar?, solo estaremos de camareros y ya, del resto ellos se encargaran.

—Exacto —dice Ximena—, además —ella lo mira directamente a él— si no quieres ayudarnos, pues no vayas, total... Pareces una persona aburrida.

   Las palabras de Ximena incomodaron a Ricardo quien se tensó al instante por lo que pude observar, pero las mismas tuvieron reacción en él porque segundos después dijo:

—Me apunto, iré con ustedes, pero si algo sale mal los dejaré allí... Y no soy ningún aburrido.

—Claro que no lo eres bro —abrió la boca Javier quien se había mantenido callado— yo también me apunto, además me veo muy bien de corbata.

—Pendejo —dijo Ricardo.

Ahslye termina de trazar el plan que seguiremos ese día y nos levantamos para irnos cada uno a lo suyo. Andres se ofrece a llevarme a clases y acepto no quiero caminar de nuevo.

—Te busco a las nueve en tu casa, quiero llevarte a comer —me dice antes de bajarme del auto y acepto.

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Nathaly:

Javier no me ha vuelto a escribir desde que peleamos ayer en el restaurante por culpa de sus amiguitos, ellos siempre son el motivo de nuestras peleas, como me gustaría que discutieran y no se hablaran más nunca y fuera solo para mí.

Entro a la cafetería y lo veo allí sentado con sus amiguitos, unas chicas y un chico sin importancia, paso de ellos sin mirarlos, como si no existieran y me siento en mi mesa.

—Novedades —les pregunto a Samanta y a Mariana, pero noto a la segunda un poco nerviosa— ¡Habla, di lo que tengas que decir! —le ordeno.

—Pues... No se como vayas a tomar esto

—¡Habla de una maldita vez! — Me exaspera que titubee tanto para hablar.

—Esta mañana vieron a Javier tomado de la mano de una chica de su clase.

Aprieto el celular que tengo en la mano con tanta fuerza que mis nudillos se ponen blancos.

—Nombre.

—¿Que...?

—¡El nombre de la chica idiota!

—Es la chica nueva...

—No te pregunté si era nueva o antigua... te pedí el nombre.

—Stella y estudian juntos —suelta de una vez.

—Stella... ¿Quién demonios es esa?, creo que debo tener una conversación con ella y de Javier, me encargaré luego.

Esa perrita no sabe con quien se ha metido y más le vale parar todo ahora antes de que se arrepienta.

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   Stella:

   La clase de la tarde estuvo un poco más pesada que las de la mañana, por fortuna no nos dejó deberes. Recojo mis cosas para salir cuando veo que Javier me está esperando en la puerta.

—Te tardas demasiado, vamos te llevo a tú casa, tenemos que adelantar algo del proyecto —me dice, ya lo había olvidado.

—Espera ya casi termino.

   Salimos y abajo ya me está esperando Andres recostado de su automóvil, con pesar tuve que decirle que tengo que hacer el proyecto con su amigo y no se molestó en lo absoluto, solo me dijo que me recogerá en casa a las nueve.

   Voy con Javier a casa, entramos y voy por mis cosas a la habitación para adelantar los puntos a tratar. Tal como lo prometió, ha trabajado en el proyecto, yo le dicto, él escribe y da su opinión, es una democracia donde yo doy las órdenes.

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   Javier:

   He ignorado todo el día a Nathaly, en verdad ya estoy cansado de esto, de no poder hacer mi vida tal cual quiero porque ella siempre está encima de mi vigilando mis pasos; soy un chico joven al que le gusta pasarla bien y tener amigas, de vez en cuando merezco un respiro de esta relación que tenemos desde hace años.

   Estoy en casa de Stella sentado en el comedor esperando que ella regrese de su habitación, dijo que iba por su portátil y ponerse algo cómodo, «espero que venga en shorts y top, para ver qué tiene debajo de tanta ropa de señora que se pone», pienso, pero lo único que se cambió fue la parte de arriba por una franelilla de tirantes.

   Tiene buenas tetas por lo que se ve por encima. Mi brother  no se cansará de ellos, por lo menos yo, no lo haría.

—Comencemos —me dice y me concentro en lo que hace y explica.

   Es buena, debería dar clases particulares, ¿Cómo una chica dos años menor que yo sabe tanto y está a la par de mi en la carrera? Son  cosas que debo preguntarle alguna vez.

   La veo de vez en cuando, no se porqué mi vista se desvía hacia ella, noto que muerde su labio inferior cuando se concentra, ya lo ha hecho un par de veces.

—¿Qué? —Me pregunta cuando me pilla observándola.

—Nada... Continuemos.

—Voy a la cocina por una soda y algo para picar... ¿Quieres algo? —Me pregunta mientras se levanta de su silla.

—Si, lo mismo que tú, gracias.

—Bien —me responde y le veo la espalda mientras se va, tiene buenas tetas y por lo que noto también buen trasero. Hace un vaivén con el provocador.

   Me doy un golpe mental, creo que me hace falta acción y por eso veo a la "algo" de mi amigo provocativa. Ella regresa con dos sodas y un par de sándwiches.

—No sabía como te gustaba, así que lo preparé como me gustan a mí.

   Pan tostado, un par de rebanadas de jamón y queso, lechuga, ruedas de tomate, salsa, mayonesa y aceitunas negras. A excepción de las aceitunas, así preparo mis sándwiches en casa. Le doy un primer mordisco y cierro los ojos deleitándome con el sabor, tenía mis dudas con lo de las aceitunas, pero sabe muy bien.

—Está delicioso, gracias —le digo.

   Terminamos de merendar y continuamos con el proyecto. Llegan Ximena y Ahslye, las saludo, lo hacen de vuelta por cortesía, siento que no les caigo bien en especial a la de cabellera negra que me mira con cara de querer matarme.

   Veo como desaparecen por el pasillo las chicas dejándonos solos de nuevo en nuestras labores. Stella y yo pasamos un rato discutiendo cierto punto que no termina de convencerme, hasta que me da la razón y sonrío por mi triunfo sobre ella. Es testaruda por lo que puedo notar y cuando se empecina en algo lo defiende. Luché un buen rato con ella hasta que se dio por vencida.

—Stella, son las ocho. ¿No deberías estar arreglándote? Andres vendrá en una hora por ti —le avisa Ximena.

   Ella se levanta de golpe, acepto lo que me pide, no tengo problema en terminar este punto para luego irme. Creo que pasa una hora porque escucho el timbre de la puerta sonar y alguien grita desde el pasillo que abra yo la puerta. Me levanto, abro y ahí está mi amigo y hermano Andres, bien vestido y perfumado para la ocasión.

   Pasamos a la sala, él se sienta a esperar a Stella mientras yo recojo y ordeno todo lo que está en la mesa. Quedo sorprendido cuando veo que ella cruza el arco que conecta el pasillo con la sala. Se ve preciosa, su look es completamente distinto al que acostumbra usar. Lleva puesto un pantalón negro entallado, una blusa blanca que deja descubierto uno de sus hombros y botas, lleva el cabello recogido en un coleta alta lo que estiliza su cuello y debo tragar grueso y desviar mi vista hacia los cuadernos para que no me note.

   Veo de reojo  como Andres le da una vuelta y ella se sonroja, es tímida, cosa que me gusta en las mujeres, a pesar de estar con chicas lanzadas, que me dicen lo que quieren de mí, la timidez en una mujer me atrae.

—Debo irme —los interrumpo, no voy a quedarme ahí viendo como mi bro se pone empalagoso, no en vano le dicen terrón de azúcar.

   Me monto en mi automóvil y no lo enciendo, mi cuerpo no responde para llevar la llave al encendido, pero mi mente me dice que espere a que salgan el par de tórtolos. Los cuales salen unos pocos minutos detrás de mí.

   Veo como Andres le abre la puerta del copiloto permitiéndole entrar y va casi a la carrera y muy sonriente a su lugar, enciende el auto y se van, me quedo ahí observando hasta que el auto desaparece en la esquina. Enciendo el mío e inmediatamente le digo a la ayudante virtual un nombre para que realice la llamada.

—Hola —me contesta la voz de la persona que pedí llamar un poco adormilada.

—Nath, ¿Estás en casa?...

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Andres:

Tener a Stella aquí en mi auto y saber que estamos en una cita me pone nervioso, se ve hermosa con la ropa que trae, en realidad siempre lo está solo que hoy se ve mejor que otros días, ella cambia cada vez que se pone ropa más acorde a su edad y juventud.

Llegamos al restaurante, no es un cinco estrellas Michelin, pero es acorde a la ocasión, queda frente a un parque donde tengo planeado llevarla a caminar luego de cenar.

La anfitriona nos lleva a la mesa que ya tengo reservada desde la mañana. Mesa para dos en un rincón donde nadie nos moleste o observe descaradamente, decorada con mantel blanco sobre otro de fondo azul oscuro, velas y un pequeño detalle floral en el centro de ella.

Aparto la silla para que Stella se siente y la acomodo de nuevo, me siento a su lado, no quiero hacerlo frente a ella, me niego a estar tan alejado en estos momentos por si se me da la oportunidad de besarla, estando tan lejos no podré hacerlo.

Un camarero de mediana edad se acerca y toma nuestras órdenes, algo simple y sencillo, pasta con camarones y pollo bañados en nata, más una copa de vino para cada uno.

Hablamos de nuestros gustos mientras llega nuestra comida y todo lo que escucho de ella me gusta, habla de su familia con tanto amor que se nota que los adora. Pero muy a pesar de eso se siente sofocada por su madre quien es la que más la ata a no dejarla ser quien es, por eso tomó la decisión de venir a Canadá a terminar su carrera.

La cena llega, comemos mientras continuamos charlando. Llega el momento de pedir el postre, la veo indecisa.

—¿Qué prefieres? —le pregunto sutilmente, el camarero se nota impaciente, ya lleva varios minutos aquí a la espera.

—Es que no se que me gusta más, si el volcán de chocolate o simplemente pedir el brownie bañado en chocolate y helado —me dice y sonrío, esta chica me gusta, en serio, me gusta mucho.

El camarero comienza a mover su pluma y le pongo mala cara, no va a arruinarme la velada por impaciente.

—A ver corazón —le digo— cierra los ojos y dime qué postre te imaginas —hace lo que le digo y comienza a describirlo, mientras le hago señas al camarero que tome nota de lo que dice.

—Mmm... Quiero un brownie de chocolate, con baño de caramelo caliente, con una bola de helado de vainilla encima, con sirup de chocolate y caramelo sobre él y muchas chispas de chocolate.

Le hago señas al camarero y se retira con el pedido de dos postres iguales.

Acabada la cena, le pido caminar un rato por el parque y ella acepta. Caminamos bajo las luces de los faroles que iluminan el camino de piedra mientras continuamos charlando.

Volvemos al automóvil para regresar a casa. Me detengo frente a la entrada y la acompaño hasta la puerta. Veo que saca su llave para ponerla en el cerrojo y voltea a verme.

—Gracias por la cena —me dice mientras sonríe, esa sonrisa que ilumina todo a su paso— todo estuvo maravilloso —intenta voltearse para abrir la puerta y la detengo...

Es el momento, la giro hacia mí, conecto mi mirada con la suya e inmediatamente se sonroja y baja un poco la cara. Coloco mi mano bajo su mentón y suavemente lo subo para que me vea a los ojos, mi respiración se acelera al igual que mi pulso. Me acerco a su rostro, desvío mi mirada a sus labios finos pero provocativos.

—Dejame robarte un beso que me llegue hasta el alma... —Comienzo a cantar bajito— ... Se que sientes mariposas, yo también sentí sus alas, dejame robarte un beso, que te enamore y tu no te vayas —veo como comienza a cerrar los ojos, respiro profundamente y pego mis labios a los suyos al fin.

Es un beso suave, tierno, pero un beso al fin y al cabo, ella me corresponde que es lo que realmente importa. Le doy un segundo y tercer beso antes de dejarla abrir la puerta y entrar a su casa.

Bajo las escaleras y entro a mi automóvil feliz, lo enciendo y arranco no sin antes encender la radio y poner la música a todo volumen y cantar a todo pulmón una de mis canciones favoritas de Jorge Celedon y Alkilados:

—"Me gustas mucho, ay déjame decirte que tu me encantas, quiero darte todo me gustas mucho, óyelo mi vida yo me siento preso, de tus lindos ojos..." 🎶

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