Capítulo 1.
—Apresúrate Stella, llegarás tarde al aeropuerto y perderás el avión! —grita mi madre desde el final de las escaleras.
Hoy viajo a Canadá a estudiar en una de las universidades más precisas del continente americano. La Universidad de Columbia Británica.
Decidí ser estudiante de intercambio para salir de los brazos de mis padres quienes son muy sobreprotectores, controlan mis amistades, los lugares a donde voy y con quien, me siento ahogada en mi propia casa, así que por eso me voy.
Mis padres al principio no estuvieron de acuerdo con mi decisión, pero mi hermano mayor Robert logró convercerlos de dejarme ir. Así que, aquí estoy terminando de arreglarme para tomar el vuelo que decidirá mi vida a partir de ahora.
———————
El vuelo transcurrió dentro de lo normal, apenas llegué tuve que marcarle a mis padres e informarles que todo estaba bien y que por esta noche me hospedaría en un hotel. Mi madre puso el grito en el cielo, nunca me he quedado sola en ningún lugar y esta será la primera noche en libertad, aunque si les soy sincera, me da un poco de miedo, pero es parte de la aventura ¿no?.
Tomo un taxi afuera del terminal del aeropuerto y le indico que me deje en un hotel cercano a la universidad el cual reservé en línea. No es un hotel de lujo, a pesar de estar en los alrededores universitarios es muy modesto, tal vez para ayudar a los estudiantes becados que vienen por intercambio también.
Subo a mi habitación y lo primero que es ordenar la cena, tomé un baño y reviso mi horario para ubicar donde será mi nueva residencia dentro del recinto universitario. No quiero perderme en mi primer día. Escuchó que hay alumnos crueles y si pides alguna dirección te pueden enviar hasta la zona más recóndita de la universidad y yo, no quiero que eso pase conmigo, aunque con mi suerte, cualquier cosa podría pasar.
——————-
Al día siguiente despierto dos horas después, mi alarma estaba en silencio y no me di cuenta. Salgo corriendo al baño para hacer todo en tiempo récord, no me da tiempo de desayunar, meto mis cosas en la maleta y bajo para entregar la llave e irme.
Tengo que tomar un taxi, aún no puedo comprarme un auto por problemas con mi licencia. El tráfico está un poco pesado y el conductor huele muchísimo a tabaco, estoy al borde de un ataque de tos, así que tomo la brillante decisión de abrir la ventanilla para respirar un poco de aire puro y para mi mala suerte, la hoja con la dirección de mi residencia y horario salen volando por la ventana.
—Maldición —dije entre dientes— * ¿Y ahora que voy a hacer? * Me pregunto a mi misma.
—¿Perdió algo señorita? —pregunta el taxista— esta zona es muy ventosa no deberá abrir la ventanilla.
—* Y hasta ahora me lo dice*.
El taxi me deja justo en toda la entrada. La universidad es enorme, sus edificaciones tienen estilos diferentes, va desde lo antiguo a lo moderno con un enorme reloj en el centro de la plaza principal del campus. Algunos estudiantes corren de aquí para allá, mientras que otros van circulando en sus automóviles y motocicletas de último modelo, los chicos visten muy bien y las chicas parecen que llevarán ropa de revista o diseñador, aunque algunos parece que llevan la ropa de sus hermanitas menores por lo ajustada y corta que es.
Estoy perdida y no quiero preguntarle a nadie la dirección que afortunadamente memorice, pero de nada sirve si no sé dónde estoy, así que, decido buscar por mi propia cuenta la secretaría de la universidad para que me den una nueva hoja.
Voy caminando con mis dos maletas en mano por la plaza central del campus muy concentrada en el camino, cuando un chico alto, delgado y de cabello oscuro choca contra mí haciéndome caer.
—¡Lo lamento no te vi! —me dice el chico disculpándose y ayudándome a levantar.
—No te preocupes, yo tampoco te vi —le dije.
De repente el chico me mira de arriba hacia abajo haciéndome sentir incómoda y sonríe.
—Oye chica, aquí no compramos biblias —me dice burlándose de mi atuendo, mientras sacudo el poco polvo que tenía mi falda por la caída.
—¡No vendo biblias, así me visto! —le dije un poco molesta, vuelve a verme de arriba a abajo y se carcajea.
—Pues ni mi abuelita se viste así.
Pongo mi cara de enojo y deja de reírse levantando sus manos
—Está bien, lo lamento, por cierto soy Andrés para los demás —me dice extendiendo su mano hacia mí—, pero tú puedes llamarme terroncito de azúcar —dice acercándose más.
Ahora soy yo quien lo ve de arriba abajo extrañada "¿Y este qué, terroncito de azúcar?, pienso.
Andrés se ríe por la cara extrañada que pongo.
—Es broma, pero si quieres no es broma. ¿Te perdiste, puedo ayudarte si quieres?
Dudo en aceptar su ayuda, pero tampoco es que tengo idea hacia donde ir, así que, dejo a un lado la novatada y acepto su ayuda.
Lleva una de las maletas con él y yo llevo la más liviana. Caminamos un largo rato mientras yo iba concentrada observando todo a mi alrededor; ni me cuenta cuando me indicó que llegamos.
—Aquí está, es la dirección que me indicaste.
Miro a todos lados y es una casa muy grande, más de lo que vi en línea la verdad, le agradezco a Andres por la ayuda y se retira, mientras subo los escalones para tocar a la puerta. Estoy nerviosa, espero caerle bien a mis compañeras de casa.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top