Parte 3

Después de estar un rato forcejeando, Conan había logrado soltar las cuerdas, aunque sus muñecas estaban llenas de arañazos y heridas. Pero apenas se daba cuenta de eso, ya que se hallaba muy preocupado por su amigo. En cuanto se libero las piernas, se acerco corriendo a donde se hallaba Hattori. Este había quedado tumbado boca abajo y permanecía inmóvil por lo que Conan inicialmente se asusto. Pero al llegar a su lado, su amigo levanto la cabeza para mirarle y sonreírle demostrando que estaba bien, de tal forma que Conan respiro aliviado.
Los espasmos de dolor de Hattori habían cesado. Su temperatura se regulaba, de modo que ya no se sentía enfermo, aunque notaba mucho cansancio. Con las piernas vacilantes se puso de pie y comparo su altura con la de Conan. Estaban a la par así que calculo que él también había rejuvenecido a la edad de 7 años.

- Ey Kudo, ¿a que viene esa cara de culpa y pena? Incluso siendo un niño soy el mejor detective del oeste - le dijo. No terminaba de acostumbrarse a oír su voz de niño de nuevo. Ahora entendía perfectamente como se había sentido su compañero todo ese tiempo. - Vamos a salir de aquí y a ir por ese antídoto. Para ti y para mi. Y detendremos a ese miserable.

Conan asintió y se centraron en elaborar un plan de acción. Pero no tenían muchas opciones mientras tuvieran esos cuerpos infantiles. Y los inventos del profesor Agasa habían sido destruidos de modo que no podían usarse.
Andaba Hattori planteándose usar los conductos de ventilación, cuando la puerta se abrió bruscamente y dos hombres armados irrumpieron en la habitación. Cada uno cogió a uno de los detectives de modo que no pudieran moverse y se los llevaron fuera.

Anduvieron por varios pasillos y bajaron como un piso, hasta llegar a lo que parecía una sala acondicionada como laboratorio químico. En varias mesas se veían tubos de ensayo, matraces y productos burbujeantes. El hombre de la bata blanca que había inyectado el APTX a Hattori se hallaba allí, hablando con el hombre que les había secuestrado. En un lateral, había una especie de campanas cerradas, conectadas a muchos a tubos y ahí encerraron a los detectives. ¿Que irían a hacerles ahora?

Conan vio que sobre la mesa que estaba más próxima a él, en un maletín había una serie de 5 jeringuillas, una roja como la que habían usado con Hattori y 4 blancas. El hombre de la bata blanca cogió una jeringuilla blanca, y se acerco a la campana de Conan. Éste instintivamente se echo hacia atrás. ¿Acaso iban a rejuvenecerle al estado de un bebé?

El hombre de la bata pincho uno de los tubos vertiendo dentro el líquido y apretó un botón. A continuación desde la parte de arriba de la campana empezó a salir un gas que poco a poco la fue llenando. Conan intentaba no respirar pero era imposible. Empezó a jadear. Su ritmo cardíaco se aceleró. El cuerpo le dolía entero.
Hattori golpeaba su campana llamándole angustiado.

Tras 5 eternos minutos, el hombre de la bata le dio a otro botón y el gas se fue eliminando. Cuando la campana se vacío, Hattori respiro aliviado. No sólo su amigo estaba a salvo, sino que había recuperado su cuerpo de adulto. En la campana ya no estaba Conan, sino Shinichi Kudo.

Se repitió el mismo proceso con Hattori. El antídoto funcionaba, ambos habían recuperado su apariencia adulta. Al verles a los dos, el hombre que les había capturado parecía satisfecho. A un chasquido de sus dedos, los dos esbirros que les habían traído sacaron sus armas y las prepararon.

Sin dejar de apuntarles abrieron las campanas y les hicieron salir. Uno de los hombres burlándose, cogió un montón de ropas viejas y sucias que andaban por ahí tiradas y se las arrojó a Shinichi para que se las pusiera antes. Al joven detective le repugno más pensar que habían pertenecido a alguien que había sido cruelmente asesinado que el aspecto que tenían.

- Como veréis hemos desarrollado otras formas de suministrar el apotoxin y el antídoto además de en píldoras. Puede hacerse vía venosa o por inhalación. Gracias a vosotros dos, podemos decir que está ya listo para su comercialización. Así que.... ya no os necesito. Un placer, detectives.




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